012

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Min Yoongi volvió a desaparecer.

Jimin se sentía dolido, ofendido y preocupado. Le había dejado muchos mensajes a su novio, un par de llamadas en los cinco días que no le había visto y ninguna fue capaz de devolver.

No sabe qué pensar, él ya había expresado su inconformidad con ser ignorado; sin embargo, estaba siendo ignorado. Su corazón duele y sus sentimientos están revueltos. ¿Dónde mierda está el compromiso que hablaron con anterioridad? ¿Dónde está la responsabilidad para con una relación seria se trata?

Más que dolor, se siente estúpido e ingenuo otra vez.

Porque todo parece volver a ser un ciclo sin fin para él porque no aprende la maldita lección.

Ser ignorado no era nada nuevo para él. Ha pasado por cada cliché que puedas conocer desde su adolescencia hasta su joven adultez como ser el amorío secreto de alguien, haberse convertido en una persona que adoraban en público y menospreciaban en secreto hasta ser el amante de una relación que no tenía pies ni cabeza, de lo cual no estaba orgulloso de ninguno.

Pero pasaron y él creyó haber aprendido la lección de amor propio cuando su abuela le dio la charla de lo valiosa que es su persona.

Aunque odie Seúl, vio esa ciudad como un nuevo horizonte y trató de ver la otra cara de la moneda.

Nadie le conocía, nadie sabía su pasado, podía ser una nueva versión de sí mismo sin una polilla que esté revoloteando a su alrededor sobre lo patético y mal que ha dejado que lo traten.

Y lo que comparten sus parejas anteriores, es que todas les ha hecho sentir como si su persona no valiera nada y se redujera a una miserable marioneta que los demás usaban a su antojo.

Pensó que con Min Yoongi sería diferente.

Al parecer, estaba equivocado.

¿Por qué nadie puede amarlo de la manera correcta? ¿A él?

Él no tiene nada malo y no se trata de una cuestión de ego y orgullo, honda en sus recuerdos y no encuentra qué detonó la distancia que el mayor colocó entre ellos.

Por segunda vez, cabe recalcar.

—Ah, ahí está NamJoon.

Jimin alzó la mirada de su almuerzo y le vio caminar con rapidez, algo usual en él, siempre parecía tener prisa. El chico solo fue a comprar un café en lata de la máquina expendedora más cercana y volvió a perderse entre los pasillos.

Kim NamJoon tampoco estuvo siendo de mucha ayuda ese par de días que se sintieron como semanas. Se rehúsa a darle más información de que Yoongi está bien, pero un poco decaído y que solo bastaba su presencia para que su estado mejore – lo cual le ofendió en demasía –, así como la dirección de su casa para ir a verle.

—¿Qué vas a hacer, Jim? — preguntó Jin frente a él, aunque el rubio no les haya dicho nada a sus amigos, era evidente la ausencia del pelinegro y lo triste que estaba —. ¿Vas a terminar con él?

Park solo suspiró.

—¿Debería? — preguntó e intentó dar un bocado de su comida, pero no tenía mucho apetito —. En un par de días íbamos a cumplir un mes.

—¿Quieres mi opinión más sincera?

—Por favor.

—Yo le hubiese dejado de hablar desde el instante en el que te ignoró después de su cita — es verdad, eso era una mala señal —. O incluso antes. No, en realidad, creo que ni siquiera me habría aventurado a hablarle. Lo hubiese dejado como un simple crush del momento, no voy a negar que es lindo, atractivo desde mi punto de vista heterosexual, pero su actitud ha sido horrible en su mayoría.

—No tenías que recalcar tu punto de vista heterosexual.

—Quería recalcar que a cualquiera le pudo haber llamado la atención. De todos modos, su actitud no ha sido la mejor y ni mencionar a NamJoon, le resta puntos que no tiene.

—Sí, ha estado muy estoico conmigo últimamente...

—No solo eso — dijo el mayor, a lo que Jimin le miró con intriga y suspiró —. Bien, aún no le he dicho a los chicos, pero le dejé de hablar días después de que ustedes tuvieron su cita y que lo haya invitado a jugar videojuegos.

—¿Por qué? ¿También es así contigo?

—No, la verdad, no. Es amable y como un ser humano aceptable, pero su único tema de conversación era Min Yoongi — Park hizo una mueca, confundido —. De verdad, de cualquier manera terminaba hablando de él, no sé qué tipo de obsesión tiene con él, pero la respuesta a todo siempre fue: Min Yoongi.

—Oh...

—Él es agradable, no voy a mentir. Es interesante. Pensé que podríamos ser buenos amigos, si no fuera por su gusto de tener a Min Yoongi en la punta de la lengua, ¿acaso le gusta o...

El rubio abrió sus ojos con sorpresa ante el silencio que comprendió del mayor.

¿Esa era la respuesta?

—Mierda — Jin susurró —. ¿Será que le gusta Min Yoongi?

—Ah... Qué lío.

—¿Crees que él lo sepa?

—¿Yoongi? Por supuesto que no, tuve que decirle exactamente mis sentimientos, él tiende a confundirlos — SeokJin le miró con una ceja alzada —. La cuestión es que, si NamJoon no se lo ha dicho, no creo que Yoon lo sepa. Y a juzgar por lo que me ha dicho, su relación es como la de un par de hermanos a sus ojos, ahora creo que a NamJoon no le agrado porque estoy saliendo con él.

—Tengo que contarle esto a Jungkook. Volviste a caer en un cliché y uno muy tóxico, que tu pareja tenga un mejor amigo que esté enamorado de ella en secreto.

—¿No nos estamos precipitando mucho? Es decir, ellos se conocen desde que eran niños y...

—Peor aún, su amistad maduró y se convirtió en amor sin que se dieran cuenta. Definitivamente, tengo que hablar con Jungkook.

Park sonrió, no había algo más que pueda hacer y tampoco quiere hacer algo más.

Buscó a Yoongi y no lo encontró, ¿qué más debería tener en cuenta si esta es la segunda vez que pasa?

—Además, ambos son un poco raros.

—No les digas así...

—Bien, raros no es la palabra más adecuada para describirlos, pero me entiendes, ¿no? — Jimin asintió —. Son... poco comunes.

—No sé cuál de las dos formas suena peor.

—No hay que defender lo indefendible — Park suspiró —. ¿Me vas a negar que no son raros? ¿No es raro que Yoongi no quiera que ni le des la mano?

—Eso es una cuestión de consentimiento y yo lo respeto.

—Bien, ¿y qué me dices que te ignore tanto tiempo? ¿Acaso no tuvo educación social o qué?

—Voy a terminar con él — decidió —. Me había prometido que no volvería a dejar que me ignoren.

—Lo siento, sé que es difícil establecer límites, pero sé que después te sentirás mejor — Jimin asintió con una sonrisa decaída —. Dejando el tema de lado, después de tu prueba, ¿vamos a por pizza?

—No lo sé, depende de mi estado de ánimo.

—¿Por qué? Si te escogen para tener tu solo, vamos a festejar. Si no lo hacen, vamos a comer pizza y a despotricar a tus profesores en silencio.

—Está bien, vamos.

—¡Okey! Llamaré a Taehyung para ver si está libre.

Jimin rio poquito. Esa era una de las cosas por las cuales tampoco quería tener a Min Yoongi en la cabeza.

Por contactos de su profesora de danza, que lo comunicó en clases, supo que un evento se daría a cabo en el auditorio de teatro patrocinado por algunos de esos bachilleratos y academias de arte de las que la gran mayoría de sus compañeros pertenecían, para conmemorar la historia de las mismas y algunas cosas más de las que no prestó atención, pues toda su concentración se fue la oportunidad que dio antes de decir dicha información.

—Podrán audicionar para el grupo que representará la escuela de danza, así como estudiantes de todos los semestres. No les aseguro que entrarán, pero tendrán la oportunidad de intentarlo. El grupo estará conformado por quince personas y ese será el primer filtro de la audición, el segundo será para presentar un solo de apertura al evento.

Él ya había pasado con mucho esfuerzo y conformaba el grupo hace unos días, pero ahora quería participar para que los reflectores y las miradas de todos estén sobre él, aunque ya lo hacían de una muy mala manera al ser el único de primer semestre en participar ahí.

No le importaban un par de malas miradas, confía en su talento e intentará obtener ese solo.

No tiene por qué ocupar su cabeza en cosas o personas que le lastiman.

Sobre todo, si piensa que volvió a caer en la mentira de que un par de labios susurran cuando dicen que están enamorados de él.

Yoongi miraba su celular con una extraña combinación de valentía y cobardía.

Se encuentra en su habitación de estímulos, aquella en la que están guardados todos los intereses que ha tenido desde que vive con su padre. Puede ver sus violines desarmados en su escritorio y, en la pared frente a él, las instrucciones paso a paso para volverlos a armas, también le hacen compañía los cómics que NamJoon le obsequió y una montaña de legos que hace años no toca. En una esquina muy escondida, están un par de cajas de rompecabezas de mil piezas hacia delante y muchos, realmente muchos libros que van desde los Diarios de Greg, Almendra, Lolita y hasta una biblia en diferentes versiones.

Está sentado en uno de los puff de color azul en medio de la habitación y observa a su alrededor para distraerse.

Su habitación de estímulos es muy diferente a su habitación de descanso.

Reconoce que tiene suerte y privilegio de tener dos habitaciones. Pues, una la utiliza como guarida para todos los hiperfocos que ha tenido y la otra, para descansar cuando el ruido sobrepasa su cabeza.

Frunce su ceño al ver la habitación extraña.

—Adulto... — murmuró, aún con las palabras de su padre frente a sus ojos —. ¿Adulto?

¿Min Yoongi ya es un adulto?

Desde que tiene memoria, lo han tratado como un niño.

Puede ser por su diagnóstico tardío y al no entender qué sucedía con su cabeza. Cuando aún decían que tenía berrinches al ser adolescentes y pasaba por lo que hoy se conoce como una crisis, cuando le decían malcriado y malagradecido al perder la fuerza de hablar tras dichos sucesos o por quedarse inmóvil en la cama, incapaz de siquiera seguir existiendo.

Hasta odia su carnet de discapacidad.

Tal vez, sea por eso también que su madre siempre estuvo pendiente de él o por el rechazo que su padre biológico y toda su familia tenían con él.

Siempre debió estar supervisado por alguien más responsable que él, que hasta NamJoon adoptó ese aspecto en su vida y no está tan cómodo con eso, a decir verdad.

No va a negar que le molesta la protección excesiva que las personas que saben de su condición tienen con él.

Pero tampoco va a negar que necesita ayuda... a veces.

Es difícil de explicar.

No le gusta cuando los demás se preocupan en demasía al hacer cosas solo, como cuando NamJoon no para de mandarle mensajes al ir al supermercado por la compra mensual de la despensa. Pero, a su vez, agradece cuando le cuida tras una crisis.

Y está más que claro que odia las crisis.

Entonces, ¿cómo debería sentirse si se supone que es un adulto medianamente funcional, pero con recaídas en las que parece que su cuerpo se fragmenta en mil pedazos?

—No soy un adulto...

Ve a su alrededor, ¿esa se supone que es la habitación de un adulto?

Piensa en su madre. Ella es una adulta autista.

Pero ella es... más normal que él.

No tiene crisis seguidas y su único hiperfoco desde hace año son las abejas, ella es como una especie de enciclopedia sobre ese pequeño insecto. El tema del contacto físico nunca fue un problema recurrente en la mesa y lo más grave que tiene, por decirlo de alguna manera, es que deja de hablar cuando está muy sobreestimulada.

A la vista de todos, es una mujer de familia normal que tiene una obsesión con las abejas.

Él no. Él es diferente.

Él sigue siendo el chico problemático al que no puedes tocar sin que estalle en llanto.

No entiende porqué su madre y él son tan diferentes.

Vuelve a tener la atención en su celular y escribe en el buscador:

«¿Cómo ser un adulto funcional?»

De manera inmediata, le sorprendió la cantidad de artículos y libros que aparecieron frente a sus ojos y suspiró. Leyó superficialmente algunos y maldijo en voz baja, no entendía la gran mayoría.

«¿Cómo ser un adulto funcional siendo autista?»

Esto iba a ser más difícil de lo que creyó.

No quiere admitir que se asustó y un deje de emoción invadió su cuerpo, pero el rechazo que sintió, no solo por la competencia, sino también del mismo chico del cual está enamorado, le estaban jugando una mala pasada a su estado de ánimo.

—¿Qué haces aquí? — preguntó, sin dar un paso más y, cuando vio que el mayor se acercaba a él, retrocedió —. ¿Sabes qué? No me importa. Solo vete.

—Me habías dicho que hoy es tu audición para el solo... Vine a apoyarte.

—Tarde, muy tarde — el rubio intentó seguir por su camino, pero le fue imposible por el cuerpo que se posicionó frente a él con los brazos extendidos a sus costados —. No quiero hablar contigo.

—¿Te fue mal? No importa... Tu talento es innegable.

Sí, le fue terriblemente mal. No estaba para nada satisfecho con su desempeño. Es más, se siente avergonzado.

—Sigo sin querer hablar contigo.

—Me costó mucho venir hasta aquí, ¿puedes escucharme?

—¿Te costó? — Park quería reír y, sí, lo hizo, ofendiendo un poco a Yoongi — ¿Qué te costó, Min? ¿Cuánto te costó aparecer como si nada después de estarme ignorando?

¿Qué era lo que le costó?

Yoongi llevaba días mentalizándose que quiere ir a ver la audición del menor, se decía a sí mismo que tenía que ir sí o sí. Le costó procesar la idea, levantarse de su cama ese día, tender sus sábanas, bañarse, comer y pedirle a su padre que lo lleve hasta el teatro, permanecer una media hora en el asiento de copiloto hasta que pudo salir de la camioneta y dar cada paso hasta Park Jimin.

—No he tenido una semana fácil... Estaba enfermo, no tenía ánimos de hablar con nadie.

—¿Pero sí con Kim NamJoon?

—Sé que siempre hablo con él, pero...

—Lo sé, me lo restregó en la cara.

—Escucha, quiero disculparme por... ignorarte. Estos días han sido un dolor de cabeza y me dio... gripe que me dejó en cama postrado, de verdad, no tenía fuerzas para nada.

Y no era del todo mentira.

Min Yoongi ha pasado en cama desde la discusión con su mejor amigo, no solo por la misma, sino por la charla que tuvo con su padre sobre ser un adulto.

Un adulto autista.

Esa semana no estuvo más que estudiando sobre el tema, lo cual le llevó a un desánimo muy fuerte que hasta dejó de hablar por un par de días de nuevo. Nada serio, quiere creer. Le impactó en demasía las responsabilidades y autonomía que un adulto debe de afrontar, las cuales son más difíciles para personas como él.

Es autista y el mundo no está diseñado para él.

Lo sabía, desde un inicio lo supo porque su madre y psiquiatra se lo advirtieron.

Pero no pensó que la realidad le iba a chocar tanto.

Jimin seguía con su rostro impasible, después, sacó su celular del bolsillo de su chaqueta y fue hasta el chat que tiene con el pálido, todo sin dejar de verle mucho.

—Min Yoongi — empezó a decir, inició una nota de voz —. Estoy enfermo y estos días no han sido los mejores, quiero mi espacio y no voy a hablarte en los próximos días. Cuídate y suerte.

Y el pelinegro solo supo lo que hizo cuando sintió que su celular vibró por la notificación de un mensaje nuevo.

—No me tomó ni cinco minutos, no creo que tú no hayas podido hacerlo mismo.

—Estuvo mal, lo admito y... lo lamento.

—¿De qué me sirve...? — el rubio suspiró y cerró sus ojos un momento, estaba cansado y la conversación en cualquier momento se convertiría en una discusión — ¿Por qué lo lamentas si volverás a hacer lo mismo?

—No lo haré. Te lo prometo, de verdad.

—No te creo — Jimin se cruzó de brazos y vio a sus amigos detrás del pelinegro, al otro lado de la calle, intrigados —. ¿Por qué volviste a ignorarme sabiendo que eso es lo que más detesto?

—Estuve enfermo...

—Esa no es excusa suficiente, Min Yoongi. Claro que pensé que estabas enfermo, pero no tenía la dirección de tu casa y NamJoon no quiso dármela, dijo que mi presencia arruinaría todo allí.

—Mi madre es... un poco nerviosa con las visitas inesperadas.

—¡Ni siquiera me mandaste un mensaje! — exclamó más alterado, vio cómo el pelinegro colocó las manos sobre su pecho, en una rara forma de abrazarse o protegerse —. Hasta me hubiese conformado con que me mandaras uno a través de NamJoon, pero no lo hiciste. ¡No hiciste nada!

No, no lo hizo.

¿Por qué no lo hizo?

—Creo que esto no va a funcionar.

—Jimin...

—No sé si estoy siendo dramático, pero me prometí no volver a recibir estos tratos — dijo, con mirada fija en los ojos contrarios —. Supongo que es mejor terminar ahora, estamos a buen tiempo a que no nos duela tanto. Ni siquiera cumplimos un mes, ni siquiera nos hemos besado.

—¿Querías... besarme?

—Quería no ser ignorado.

Yoongi se quedó callado. Lo arruinó, lo sabía y no tiene idea de cómo remediarlo.

—Desde mi adolescencia, estuve con cualquiera que me quisiera — Jimin susurró tras unos segundos de silencio —. Me podrían describir como un «cualquiera», incluso empecé mi vida sexual a los catorce. Solo porque estaba necesitado de afecto.

¿Catorce? Mierda.

—No me tenía respeto, así que los demás tampoco lo tenían. Había rumores de que si querías algo fácil y pasajero, yo era la persona indicada y no estaban tan alejados de la realidad. Dejé... que las personas usen mi cuerpo y corazón como les dé la gana. Era una especie de muñeco de desquite.

»No me importaba mucho o eso creía, quería convencerme que, así como ellos me usaban, yo también lo hacía. Pero qué patético me veía atento a los demás tal perro sediento que se entretiene si le dan un mínimo de atención porque, ¿sabes qué tienes en común todas esas personas que me usaron?

Yoongi no quería responder.

—Que todos, incluso tú, me ignoraron.

Jimin avanzó un par de pasos y el pelinegro retrocedió otros más.

—¿Sabes lo que se siente ser ignorado por la persona con la que acabas de tener sexo? — no, no lo sabía —. ¿Que ninguno se haya tomado la molestia siquiera de respetar tu corazón? ¿Que todos hayan corrido de ti al verte porque no querían hablarte o que tu nombre sea suficiente motivo para terminar una relación sin que lo sepas? Hasta tú saliste corriendo una vez.

El rubio lo apuntó con su dedo índice mientras se desahogaba.

—Pero tú estás siendo peor que todos ellos, ¿sabes por qué?

—Lo l–lamento...

—Porque sabías que yo estoy enamorado de ti y tú me mentiste al decir que también lo estás de mí.

—No estaba... mintiendo.

—¡Mentiroso! — exclamó y puede que sus recuerdos le hayan jugado una mala pasada —. Me dices cosas lindas un día y al siguiente desapareces, ¿crees que eso hacen las parejas? Y si lo hacen, ¿no crees que deberías mínimamente avisarle a la otra persona?

—Yo...

—¿Querías espacio? ¡Podía darte espacio sin hostigarte! Con un mísero mensaje me conformaba, hasta con un recado del estúpido de NamJoon, pero no lo hiciste. Y esta vez no fue la primera, han sido dos veces ya.

»Y lo peor es que sabías, Min Yoongi, sabías cuán doloroso es para mí que me ignoren. No pedía tu atención las veinticuatro horas del día, quería un atisbo de ti que me hiciera saber siquiera que me piensas por cinco minutos y te preocupas por mí. Dime, ¿lo haces?

Sí, lo hace.

Park Jimin se ha convertido en su primer pensamiento al despertar y el último al dormir.

No sabe exteriorizar que no importa cuántas veces haya llamado a su nombre, su cuerpo no podía despegarse de su cama.

Maldito burnout.

—Ya conocí a una persona como tú y me prometí que nadie más me volvería a tratar de esa manera.

—Jimin, yo... — dijo, pero la verdad, no tenía nada más que decir —. Tengo... algo.

—¿Eso que te impide ser una persona normal? — el pelinegro asintió —. No me importa.

—Es una... c–condición

—Ninguna condición, física o mental, te impide ser una persona responsable con los sentimientos de tu pareja.

Yoongi suspiró y apretó sus manos en puños sobre su pecho, su respiración había comenzado a fallar.

—Lo mejor será dejarlo hasta aquí.

—Jimin, por favor...

—Terminamos — el rubio suspiró y vio de nuevo a donde sus amigos estaban estacionados, Jin lo miraba con las cejas alzadas y recargado en el auto de Taehyung —. No ha pasado mucho tiempo desde que comenzamos a salir, será rápido desprenderse de estos sentimientos.

Yoongi no lo creía así.

—Esto será rápido, bloquea y borra mi número. No quiero hablarte más y creo que eso será lo mejor por el momento, tengo ventaja de que no tienes redes sociales, así que no nos podremos comunicar por ahí.

—S-Sí tengo, es...

—¿Acaso importa?

El pelinegro calló, parece que no.

—Por favor... De verdad, no lo volveré a hacer.

—No te creo, Min.

—Por favor, dame una última oportunidad... Podemos arreglarlo.

—Creo que lo que debería arreglarse aquí, eres tú — Yoongi calló de nuevo —. ¿Qué? ¿Me vas a decir qué condición tienes? ¿Qué excusa vas a darme?

—Tengo... — murmuró —. Tengo...

¿Por qué no lo podía decir? Más allá de la vergüenza de sí mismo, ¿por qué no podía decirlo?

—¿Qué? ¿Poca responsabilidad para con los sentimientos de los demás?

Jimin sentía que estaba siendo un poco exagerado, pero un gran deja vu hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas.

—¿Por qué quieres tener una relación cuando no puedes cuidarla?

No tenía una respuesta.

Se sintió patético.

El rubio, al tener silencio como única respuesta, suspiró y afianzó las correas de su bolso en su hombro.

—No creo que seas mala persona, Yoongi — murmuró, con su voz suave, aunque seguía sin tener una respuesta —. Tampoco creo que estés listo para una relación y yo no quiero volver a ser ese experimento.

El pelinegro siguió sin hablar y desvió su mirada hacia el suelo.

—No sé qué condición tengas, pero espero puedas superarla.

Y Yoongi sintió esas palabras tal estaca en su corazón.

—No quiero verte por ahora, con permiso.

Jimin pasó por su lado y se dio cuenta que el cuerpo contrario no se inmutó. Caminó la distancia que lo separaba de sus amigos y negó con su cabeza cuando alguno le intentó hablar, sentía que si empezaba a llorar, no iba a terminar hasta en un par de días y desconoce la razón exacta de ello.

Solo volteó a mirar hacia atrás cuando la auto se puso en marcha, pero Min Yoongi ya se había ido.

desapareceré lenta y silenciosamente.

recuerden que yo les tqm.

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