Quince

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⚠️ Advertencia de contenido sexual ⚠️

Después de la fiesta, Harry y Ashton se hicieron relativamente unidos al descubrir que tenían una cantidad considerable de cosas en común.

Formaron un buen lazo en pocos días, la conexión fue inmediata; ambos encontraron un verdadero amigo en el otro, un cómplice de travesías y un apoyo emocional que podía proyectarse hasta el futuro más lejano.

Por eso mismo, Harry ahora buscaba en el catálogo de la plataforma digital alguna buena película para ver en compañía, en lo que el australiano se encargaba de hacer palomitas en el microondas.

—¿¡Cuánto le pongo!? —llamó Ashton desde la cocina.

—¡No sé! ¡Presiona el botón que dice palomitas! —Le dijo de vuelta.

—¿¡Hay un botón que dice palomitas!?

—¡Sí! ¡Hasta arriba!

No obtuvo respuesta, porque supuso que su amigo había encontrado el interruptor adecuado.

Siguió navegando en la aplicación instalada en su tele, desplegando las pestañas de categorías en busca de algo interesante y que no terminara durmiendo a ambos. Llevaban reuniéndose casi diario esas últimas semanas, a excepción de los días donde Ashton debía cubrir turno en la mañana, su trabajo en un restaurante de comida rápida era solo de medio tiempo.

Veían películas, series, jugaban video juegos, salían a comer, a pasear o simplemente se quedaban recostados en la cama del rizado, revisando cada quién sus redes sociales.

Harry al fin empezaba a conocer más la ciudad gracias a las visitas guiadas del baterista, también lo había escuchado tocar y definitivamente le aplaudió la maestría con la que lo hacía, era muy talentoso.

Dejó de asistir tan seguido a la cafetería con Zayn y Liam, no porque los hubiese dejado a un lado, pues en el trabajo seguían conversando y riendo de tonterías que los clientes hacían.

Y bueno... con Louis todo seguía siendo inestable.

Enteramente igual, días le hablaba, días le ignoraba. Algunas veces solo le provocaba problemas con sus deberes y en ocasiones lo pillaba observándole con cierto interés que sabía reconocer aunque tratara de ocultarlo.

Él tampoco iba a hacerse el inocente, echaba vistazos constantes a los brazos del ojiazul, a su rostro, a su cuello, a su pecho cuando traía esas camisetas holgadas.

El acercamiento en la celebración de Liam se quedó siendo el más reciente y no había caos con ello, no es que estuviera clamando que Louis lo follase las veinticuatro horas del día, siete días a la semana.

¿Verdad?

Su pulgar presionaba la tecla del control leyendo los títulos de los filmes, hasta que los golpes en su puerta lo hicieron rugir y soñar con tener un robot que se encargara de hacer todo aquello que a él le daba flojera.

Como abrir y ver quién osaba irrumpir en la tranquilidad de su hogar.

Se quedó en su sofá un rato más, esperando a que la insistencia cesara pero tomó mayor protagonismo al oír el puño completo de alguien estrellándose casi con rabia.

—¡Están tocando, por si no has escuchado! —avisó Ashton, mientras terminaba de servir refresco en dos vasos.

—Ya sé, ya voy —refunfuñó.

De muy mala gana, acarreó todo su pesar hasta llegar a la entrada y le quitó importancia a ver por la mirilla. Simplemente abrió, encontrándose con un Louis esperando con el semblante serio a que se dignaran a atender su llamado.

Las cejas de Harry se dispararon hacia arriba y ladeó su cuerpo hacia la derecha, sacando un poco la cadera.

—¿Hola? ¿Qué haces aquí? —Harry interrogó, frunciendo la frente.

—Niall me ha enviado a dejarte esto —El mayor le extendió un sobre amarillo, pequeño y sellado.

—¿Qué es? —Le vio con duda.

—Tú pago de ayer, por si no recuerdas, te fuiste y no pasaste a recoger tu dinero.

—¿Por qué no solo esperó a que fuera hoy a trabajar para dármelo? —dijo, abriendo el sobre para contar los billetes. 

—Porque me obligó a venir a dejártelo, se me salió decirle que sabía dónde vivías y heme aquí —Se señaló a si mismo—, a mi amigo no le gusta hacerse responsable del dinero que sale de sus bolsillos, es muy fácil que lo pierda.

—Gracias, pero...

En eso, un fuerte olor a quemado llegó a las fosas nasales de los dos chicos. Louis inhaló hondo, haciendo una mueca de asco cuando el aroma se hizo más potente y Harry distorsionó sus facciones por la misma razón.

—¿Tenías algo en la estufa? —Louis se abanicó cerca de la cara con la mano.

—Hazzie...

El invitado apareció en el acceso, con una bolsa de palomitas completamente negra y sacando humo de la abertura. El rubor pintando sus cachetes, sus ojos claros atiborrados de pena y decepción.

—Por el amor a Dios... —El rizado no se rio por mero respeto.

—No sé qué pasó, iré por otro paquete —dijo, sacudiendo la bolsa de papel y esparciendo más la desagradable esencia—. Me dijiste que pusiera el botón de palomitas.

—¿Lo hiciste?

—Si, pero como no escuchaba que se estuvieran haciendo, lo reinicié.

La respiración del ojiverde se entrecortó, no se iba a burlar de su amigo, no se mofaría de su fallido intento de hacer unas simples palomitas en el microondas, no con Louis ahí.

Oh, cierto, Louis.

—Iré por otras —decretó Ashton, antes de prestar atención a la persona que estaba cruzando la puerta—. Ah, hola Tommo.

—Louis —corrigió.

No perdió detalle de la escena para nada cómica o cuando menos a él no le había causado ninguna gracia, no entendió porqué Harry estaba aguantando la risa, ni siquiera había sido tan chistoso. Solo un tonto que no sabía usar electrodomésticos.

—Bueno Louis, ¿qué te trae por aquí?

Ahí, Ashton halló una pizca de enojo en la cara de su ex compañero, algo no estaba bien.

—Vine a dejarle el pago a Harry por su día de ayer —comunicó, amoldando su flequillo hacia atrás—. Al parecer el no llora cuando le hacen bromas en el trabajo.

—Muy gracioso —Con los ojos entrecerrados, el australiano se aproximó hasta el menor.

Harry se mantuvo callado un rato, oyendo la fugaz conversación que se dio entre los muchachos y se quedó quieto cuando el brazo de su amigo le rodeó los hombros y lo apegó hacia él con cariño.

Louis levantó la cara, cuadrando su torso y dejó salir el aire por la nariz, sonriendo  hipócrita.

—Bueno, ya se lo diste, ya te puedes ir —retomó, moviendo su mano libre de atrás hacia adelante en un ademán de expulsión.

—¿Irme? ¿Solo por qué tú me lo dices? —Los hombros de Louis se relajaron.

—Algo así, estás bloqueando la puerta y no podemos cerrarla.

—Harry, ¿tus buenos modales permitirían que tu conocido me cierre la puerta en la cara? —Esta vez, fue más hostil que de costumbre.

El nombrado se incomodó y tragó grueso cuando los iris azules de Louis le taladraron hasta el alma.

—Eh, no... Pero, ¿Necesitas algo más?

—No.

—Entonces discúlpanos, Louis. Pero tenemos una película pendiente y unas palomitas que salvar.

Harry remontó la contienda y la cara de su colega, cambió de irónica a devastada pero la supo disimular bien.

—Bien, nos vemos en el bar, Hazzie.

No lo hizo con amabilidad, en definitiva esa despedida tenía algo escondido y comenzó a temer por su vida cuando el castaño se fue por el camino que ya una vez lo había llevado hasta su cama.

La puerta chocó para cerrarse, Ashton soltó a Harry, dejando la botana tostada sobre la mesa de centro.

—¿Y bien? —La punta de su pie inició a golpear el suelo con ahínco—. ¿Me quieres explicar que fue eso?

—¿Eso? No te entiendo —Harry se aventó nuevamente a su sillón, revolviéndose entre los cojines que no botaron al suelo con su caída.

—Me dijiste que no tuvieron nada que ver en la casa de Liam, que solo fue un jugueteo —murmuró el baterista—. ¿Por qué presiento que omitiste algún detalle? Hay una tensión muy rara entre ustedes.

—Déjate de boberías —Tosió exageradamente actuado.

—Hazz, soy un experto en ese tipo de cosas —Con alegría, Ashton le brincó encima, golpeando sin querer su estómago y haciéndolo retorcerse por el dolor imprevisto.

—¡Ten cuidado! —bufó, buscando aire mientras trataba de moverse y tirar a su amigo.

—¿¡Qué es lo que no me has contado!? —sondeó, alborotando sus rizos.

—¡Ay! ¡Ya quítate Irwin! —chilló, empezando a reír bajito.

—¿Por qué tú y Louis se miran así? —exigió saber, picándole las costillas.

—¡Cosquillas no!

—¡Entonces cuéntame!

Harry se resistió lo más que pudo, hizo todo lo que estuvo en sus manos, pero cuando el aire se le empezó a ir de la risa sin lograr que Ashton le dejara en paz, tuvo que asumir su fin.

—¡Follamos! ¡Ya, me folló! —Alzó la voz, pataleando.

—¡Lo sabía! ¡Cuéntame ahora mismo!

Gracias a su confesión, las carcajadas involuntarias desistieron y lo siguiente fue una charla corta y sin detalles específicos, de como Louis y Harry habían llegado a tal extremo aquella noche.

Ashton le relató también su burda y aburrida experiencia en Club Bengala. Se enteró que él se rindió cuando le fue vertido un tarro de cerveza a la cabeza "por equivocación".

La diferencia entre las dos situaciones era abismal: Louis nunca trató de acercarse a Ashton más allá de fastidiarle la estadía y con Harry... bueno, aparte de eso, la historia se iba tornando completamente distinta.

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Ese día, el calor que se encerraba en el bar era sofocante, el aire acondicionado se había descompuesto y por ello, muchos de los clientes habían decidido irse al no estarla pasando bien.

Un viernes con poca gente no era común, hasta el día siguiente el sistema sería revisado y reparado; no les convenía pero no había de otra. Aún así, tenían que encargarse de cumplir con las demandas.

Por el momento, Harry se había escapado al sanitario solo para echarse agua en la cara porque de verdad era el mismo infierno, quería refrescarse y regresar con un mejor humor.

El calor le ponía de malas.

Estaba frente al lavabo, llenando sus palmas de agua y mojándose el rostro para evitar el sudor. Se miró al espejo, quitando el excedente de gotas y tomó un trozo de papel que usaría para secarse.

En su despiste, no se fijó que tenía a cierto castaño mirándolo desde la puerta. La había dejado entreabierta al no necesitar tanta privacidad.

—No es momento para hacer rutinas de cuidado para tu piel, hay gente afuera que necesita que la atiendas.

—¡Ah, demonios! —exclamó asustado, torciendo su cuello ante la abrupta manera de voltear a verle—. ¡Anúnciate!

—Jódete, mejor.

Louis dio un paso adelante, entrando en el diminuto cuarto que tenían como baño.

—Si tanta gente hay, deberías estar allá y no aquí molestando al prójimo —exclamó, recobrando su limpieza facial.

—Yo estoy donde quiero estar y ese no es asunto tuyo.

Bien, estaba desmesuradamente a la defensiva.

Y Harry no estaba disponible para pelear.

—Bueno, entonces me voy yo.

Acabó tirando el papel húmedo al bote de basura y quiso salir del lugar, esquivando los ojos inquisidores que no dejaban de seguirlo. Sin embargo, no pudo abandonarlo, porque precisamente Louis se movió de sitio, plantándose enfrente y paralizando su huida.

—Respóndeme algo —pronunció seriamente.

—¿Por qué tendría que hacerlo?

—¿Estás saliendo con Irwin? —Sin darle vueltas al asunto, Louis fue directo al grano.

Cosa que hizo a Harry abrir la boca y cerrarla unas tres veces antes de poder entender lo que le estaban preguntando.

—¿En qué momento decidiste que sería buena idea investigar cosas que no son de tu incumbencia? —Su voz fue ahogada, incrédulo por la cuestión.

—No me interesa, pero serían patéticos juntos, Ashton es muy...

—Frente a mi, no vas a insultar a mi amigo —Le reclamó antes de que pudiera terminar—, ni siquiera lo conoces.

—¿Están en una relación o no?

—No te importa.

—Oh, idiota, me importa mucho.

Con el pie, Louis empujó la puerta del sanitario, haciéndola cerrar y llevó con habilidad su mano hacia atrás para ponerle el pestillo sin sacar la vista de la cara confundida del menor.

Evidentemente, era algo que Harry no esperaba; razonó hasta que tenía espalda contra el lavamanos y una mano en la nuca, con dedos enredándose en su melena.

—¿Sabes por qué me importa? —musitó, acortando peligrosamente la distancia entre los labios que hoy parecían más llenos que lo habitual.

—¿Por qué? —jadeó, ciñéndose al mueble blanco de porcelana. 

—Porque si tú y él están en algo serio... —Louis susurró, en una mezcla de enojo y curiosidad. La mano que tenía suelta, paró sobre la entrepierna de su compañero, apretando su polla que recién empezaba a responder al tacto—. Ya no podré follarte de nuevo.

La respiración del rizado incrementó con la opresión sobre su pene, su rostro lo sintió caliente y su sosiego se fue desvaneciendo. No pensó que se hallaban en su trabajo, eso fue lo que menos pasó por su mente cuando empezó a ceder a las caricias que le estaban brindando.

—¿P-planeas hacerlo..? Porque Ashton y yo solo somos amigos —alargó, buscando impaciente un roce entre sus bocas que no le fue otorgado.

—¿Deseas que lo haga? —bramó, al sentir unos dedos encajarse en sus omóplatos.

—Desde la fiesta...

Cero fuerza de voluntad.  

—No podrás hacer mucho ruido, maldito gritón —Le sujetó del cuello y su pulgar lo coló por los labios húmedos del ojiverde, logrando que lo chupara.

Para Harry, eso sí era un reto, porque siempre se consideró ruidoso en el sexo, nunca pudo silenciar nada, era su forma de liberar el placer y de disfrutarlo como nadie más lo hacía.

Pero se sacrificaría.

—Quítate los pantalones.

Tras la bendita indicación, se desabotonó los jeans, bajando su cremallera y pronto se encontró retirándolos de sus muslos regordetes y bien formados. Sus ganas de ser llenado estaban acabando con él desde la celebración de Liam, ni siquiera su dildo pudo colmar la exigencia.

Louis no demoró más en bajar sus propios pantalones hasta los tobillos al igual que su bóxer, pateándolos para sacarlos. Su erección saltó gustosa, golpeando con su abdomen y brillando de la punta; su estado fue causado por el bonito muchacho de piernas largas y torneadas que tenía a la espera de una follada rápida.

Se veía impaciente, con el bulto dentro de su ropa interior, la tela manchada ligeramente por la humedad que su polla desprendía y la trágica frustración de la espera.

—Sabías perfectamente que era yo, Harry —Habló directo, cuando por fin se le metió entre las piernas—. Lo supiste y aún así dijiste otro nombre.

—Y-yo... —Estaba nervioso, se sentía como un adolescente inexperto—. Solo quería bromear, ¿funcionó?

Se quedó con la oración y duda, ya que de un solo tirón Louis le obligó a darse la vuelta y le empujó el rostro hacia el espejo, dejando su frente apoyada en el cristal. Tuvo que ser veloz al engancharse en el lavabo para inclinarse.

El ojiazul le bajó el bóxer, haciéndolo estremecer y apretar sus piernas entre sí. Estaba desarrollando una obsesión con el culo de Harry, en voz alta no diría que le hacía llenar sus pensamientos de las cosas más indecentes; tan expuesto, terso, maleable.

Sus manos envolvieron las nalgas redondas que tenía apetitosamente disponibles. Las apretó, las palmeó hasta que su mano quedó marcada en la zona, hasta que el espejo se empañó por la respiración pesada del chico y su muñeca sufría de las mordidas que le proporcionaba para acallar los quejidos.

Un enigma.

—Deja de jugar conmigo... —Harry emitió las palabras de puro milagro.

—¿Ahora si quieres dejar de jugar? —demandó, recorriendo con su índice el pliegue entre las nalgas del muchacho.

El miembro de Harry goteaba y no podía tocarse por la posición en la que se hallaba, era técnicamente un delito. Sólo podía sentir el frío de la porcelana sobre sus muslos, causando escalofríos y erizando su piel.

Resopló cuando Louis le separó los glúteos con ambas manos, embelesado y excitado a tope; babeó al observar el apretado agujero en el que metió un dedo previamente ensalivado para dilatarlo. A falta de lubricante, tuvo que hacer uso de otros medios.

Hipnotizado por los lloriqueos de goce que expulsaba Harry, introdujo un dedo más que lo hizo perder la razón. Los veía entrar y salir, cada vez con mayor facilidad, pasando el anillo de músculos en un ritmo nada calmado.

Harry se mordía con todas sus fuerzas la mano para no gritar, los dígitos de Louis eran sagaces, causándole latigazos de energía al rozar su próstata en una que otra ocasión.

Por ende, sollozó al sentirlos fuera y sus piernas se volvieron gelatina tras pasar un minuto. El reemplazo fue la carne dura de Louis refregándose entre sus nalgas y embarrando el lubricante que el condón traía; se creyó un profesional por la prontitud con la que se lo colocó.

—Louis, por... por favor, por lo que más quieras, fóllame ya —Se estaba cansando de los juegos previos—. T-te necesito, ¡ya!

—Separa las piernas.

Lo hizo dócil, manso, con las perlas de sudor en la frente, observando a su depredador a través del reflejo, acariciando su polla erecta y lista para someterlo. Enlazaron los ojos, la lujuria explotando, lo caliente de ambos proyectado y la sonrisa burlesca de Louis anunciando su destino.

Por todos los cielos.

—Te portas como un buen chico —exclamó ido, posicionando la punta de su pene en el ajustado orificio—, pero solo eres un sucio británico que está amando ser follado por mí.

Un viaje hacia otro mundo, ahí aterrizó Harry cuando Louis se empujó en él, abriéndolo poco a poco y originando que sus nudillos se pusieran blancos al hincar los dedos en el lavamanos.

—Si tu gritas, yo me detengo —advirtió, quedándose sin aliento al tener por completo su erección rodeada de las paredes abrasadoras—. ¿Entendiste?

—Ajá... sí —alcanzó a articular.

—Más te vale que te comportes —Se pegó hacia adelante, incrustándose hasta el fondo y acercó su boca por detrás a la oreja del rizado—. ¿Puedes comportarte? ¿Puedes solo servirme para una corrida y ya?

—S-si, lo haré —balbuceó, sin ser capaz de levantar los párpados—. Úsame.

Aquella corta pero eficiente charla, fue el distractor adecuado para que el cuerpo del menor se aflojara y se acostumbrara a estar lleno. Algo estalló en su vientre cuando el vaivén dio comienzo; era lento al principio, pero conforme las cosas iban avanzando, la velocidad también despegó rumbo al infinito.

Se sostenía con una sola mano de la orilla del mueble, Louis lo tenía subyugado; la mano derecha atenazando su cadera y la izquierda jalando los cabellos de su nuca desde la raíz.

Las embestidas eran bruscas, imponentes y feroces, Louis estaba haciendo su trabajo al pie de la letra, penetrándolo con salvajismo, creando ese choque entre la pelvis y su trasero que lo transportaba a otro universo.

—¡Ay! Maldita sea, justo ahí... —Harry no se contuvo cuando la polla del ojiazul cepilló su punto débil en una de las tantas estocadas impetuosas.

—Cállate —recriminó, obligándolo a arquear su espalda.

Ambos tenían las camisetas sudadas, eran una masa de jadeos incontenibles, un par de muchachos sumidos en un cosmos repleto de estrellas llameantes, con el deseo sexual desbordando por los poros.

Louis se iba a desmayar, lo sentía muy apretado, no quería salir de ahí nunca, estaba seguro que ese minúsculo sitio era solamente para él. Se estrellaba metódicamente, con los tirabuzones de Harry amenazando con ser arrancados de su cabeza y tartamudeando incoherencias en recompensa.

Divertido y placentero, eso era.

—Más... por favor, m-más —siseó, con las rodillas temblándole por el placer excesivo—, un poco más...

—¿Un poco más? —dijo entre dientes, rodando sus caderas—. Tú solo me sirves para esto, ofrecido, t-te fascina tener una polla en el culo, te encanta tener la mía atravesándote...

Harry escuchó atentamente, tensándose con el tornado en su ser creciendo; su cuerpo endeble rebotando hacia adelante, con los ojos en blanco, su mano llena de saliva y con las marcas de sus dientes. Se tuvo que agarrar también de la pared, no quería chocar de lleno con el espejo, estaba tan lleno y en cualquier momento detonaría.

Louis arremetía desalmadamente, agresivo, profanando con marcas la piel pura, gruñendo vivaz e impulsándose con apoyo de sus extremidades para desarmar a su presa.

Se enorgulleció con la vista, con su miembro siendo asfixiado por Harry; estaba deshecho y liviano, de perfil con las mejillas húmedas debido a las lágrimas que habían descendido en esa zona.

No se dio cuenta, Louis nunca notó en que momento el ojiverde se corrió, dejándolo con su respiración desorbitada, el pecho ascendiendo y descendiendo sin piedad; la mancha de semen sobre su abdomen y en parte de su playera que por fortuna, era blanca. Se jactó a sabiendas de que era tiempo de ponerle fin a su segundo encuentro.

—Ni siquiera pudiste esperar —Le regañó, propinando una azote duro en la nalga desnuda—. Solo aguanta un poco, ya casi...

Dio el aviso y no tardó mucho en sujetar la cintura de Harry, dedicándose únicamente a perseguir su propio orgasmo, pues el otro ya había tenido el suyo y seguía flotando en su mundo, agitándose ligeramente cada que lo empotraba en contra, estaba hipersensible y era extraordinario.

Tras un par de empujones iracundos y una letanía de malas palabras, Louis por fin llegó a su tan merecido clímax, llenando el preservativo de su semen y desplomando su pecho contra la espalda de Harry. Eso había sido rápido y a juzgar por el tiempo que tuvieron, lo supieron aprovechar bastante bien.

Bajaban de su nube, los dos cansados hasta el demonio pero reponiéndose para volver al trabajo... hasta que un crujido sacó a los dos de su ensimismamiento.

—¡No jodas!

El menor chilló haciéndose para atrás y aventando a Louis, el cual apenas y pudo salir de su interior con la reacción tan espontánea. Y es que Harry reparó que el lavabo se estaba quebrando, alcanzando a quitarse de el cuando acabó partiéndose en dos partes; una de ellas cayó al piso y se deshizo bajo la visión de ambos chicos semidesnudos.

Habían roto un lavamanos follando.

—No te creo...

—Es... Estamos en problemas, mierda, si lo estamos.






Holaaaaa. ♡  Lamento mucho la hora, quería actualizar temprano pero la escuela me consumió, pero aquí el capítulo.

Espero lo disfruten mucho, gracias por comentar y votar, les amo millones. Nos vemos lo más pronto posible.
María.

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