Corazones Ardidos

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Todas las pasiones son buenas mientras uno es dueño de ellas, y todas son malas cuando nos esclavizan -Jean Jacques Rousseau 

Capítulo 19

—Algo anda mal —mencionó Christopher, al ver como la enorme serpiente sobre el río, se alzo y emitió un rugido que sonó más bien como un lamento. 

Sin verlo venir, la criatura se removió de un lado a otro, batiendo la cabeza. La sensación que transmitía era de dolor puro. Hubieran temido que ese chillido atrajera a los enemigos, pero nadie pareció preocuparse por ello, puesto que nunca se habían sentido de tal forma.

—Está llorando —dijo Asahi, viendo a la criatura con el semblante compungido—. No sabía que las serpientes podían llorar. 

—No pueden —dijo de pronto Carlos—, las serpientes no tienen la anatomía para hacerlo. Carecen de conductos lagrimales como los humanos, y algunos mamíferos; además, tienes gafas transparentes naturales que le impedirían derramar una lágrima. 

—Entonces, ¿cómo es que puede hacerlo? —Preguntó el niño. 

—Yo llamaría a esto un milagro —mencionó Andy. 

Entonces, después de tanto lamentarse, la serpiente se adentró en el río para perderse en este. 

Noches como aquella podían parecer demasiado largas y agobiantes, que embarca una necesidad extrema de que termine. Como deben imaginar, el lugar en el que estos llegaron, fue justo a la orilla de la enorme cascada que daba hacia el escondite de Carlos. No revelaron esa información, pero para ellos era el mejor sitio para ocultarse, pues tenían todo lo que necesitaban en cuanto a tecnología al pie de la cascada, o más bien, dentro de esta. Por supuesto, Vemna con mucha sagacidad había aumentado la vegetación. La había vuelto tan densa, que la penumbra los hubiera tragado de no ser porque uno de los mutantes —Estella—. Tenía el poder de brillar y crear luz. Habían armado tiendas con formas cónicas, hechas a base de raíces que tomaban formas como enredaderas, donde dormitaban entre dos a tres personas. En el aire flotaban luces amarillas que iban desde el centro, hasta la cabecera e interior de la mayorías de los nuevos hogares que allí estaban, gracias a Estella, mientras ella se encontraba en el centro, dando la luz principal.  

—Parece magia, ¿cierto? —Preguntó de pronto Nahomi a todos Los Pasajeros, sentándose justo al lado de Christopher, apretándole una pierna con una de sus manos. Estaba intranquilo. 

—Un poder tan inofensivo como ese, no debería ser tratado tan inhumanamente como ellos lo hacen —respondió Sonic. 

Todos allí, aunque no lo notaran, parecían cansados y esforzados; sucios, por el horror que habían vivido. Pero en medidas como las que se encontraba, solo se pensaba en querer descansar o terminar con aquello de una vez, pero una ducha pasaba a convertirse en una prioridad por debajo de muchas otras. 

—No va a volver —dijo Christopher. Todos le miraron confundidos—. Marry no va a volver.

El semblante de todos palideció. Hubo un silencio incómodo que se volvió aterrador. 

—¿Estás seguro de lo que dices? —Preguntó Gligar, intentando mantener la calma. 

—Quisiera decir que no, pero no volverá. Puedo sentirlo —dijo él inseguro, como la primera vez que tuvo conciencia de sus poderes. 

—Tenemos que volver a ese lugar, se lo debemos a ella —agregó Vemna. 

—¿Cómo iremos si la orden de Disandad fue que huyéramos de allí? —Oslo, preguntó aquello con el horror que representaba un momento como ese. Obedecer a Disandad o sentir que abandonaban a una amiga. 

—No lo sé, pero sería lamentable que esa chica sea atrapada por FACTORY, nuevamente —había pena real, en lo que Lita decía sobre la muchacha. Todos allí sabían lo que representaba si la atrapaban.

—No tenemos que volver —aseguró de pronto Bionic—, tenemos a Luis, el chico que puede rastrear a cualquier persona que haya observado. 

—Bien, busca a Luis y tráelo aquí. No menciones nada de esto, no queremos alarmar a nadie —dijo Oslo, susurrando.  

Luis era un hombre de unos treinta años de edad. Delgado, con tez clara, cabello corto, de facciones marcadas en el rostro, que llevaba ropas sueltas en ese momento. Estaba sentado con las piernas cruzadas enfrente de Christopher, que tenía la misma postura que este. Christopher llevó sus manos  ala sien de este, y dijo: 

—Concéntrate. Yo amplificaré tu poder mental, para que podamos tener ambos la misma imagen de lo que ves, y podamos visualizar todo el terreno, debemos hallarla. 

Christopher le mostró una imagen clara de la última vez que vio a la chica. Luis frunció el ceño, y en segundos aparecieron imágenes de lo que había sido la comunidad de Marueta. Habían cenizas, árboles destruidos y carbonizados, pero no había rastros de ninguna pieza de metal, ni naves derrumbadas, ni robots destruidos, ni siquiera los que ellos habían destrozado. Las imágenes cambiaban desde un ángulo a otro y de un sitio a otro, pero no había rastros de Marry ni de FACTORY. 

—Luis, voy a necesitar que intensifiquemos el poder, esto podría dolerte pero necesito saber donde pudiera estar y no lo puedo hacer sin tu ayuda —dijo Christopher, preparándose para lo que vendría. 

—Está bien —dijo el hombre, un poco nervioso. 

Entonces, este comenzó a gritar.

—Aguanta, por favor —le suplicó Christopher. 

Luis no paraba de gritar. Los ojos se le emblanquecieron y sangre comenzó a salir de su nariz. 

—Ya casi, ya casi... 

—¡Para! ¡Vas a matarlo! —le gritó Nahomi, ahora colocando sus manos sobre la cabeza de Luis. 

Ante el miedo, Sonic tocó la sien de los dos, y ambos cayeron dormido. Se miraron, asustados por lo que pasaba. La gente había salido de las tiendas, con rostros asustados y temerosos, mirando hacia donde ellos estaban. Se dieron cuenta que habían cometido un error. Nahomi tenía sus manos sobre la cabeza de Luis, y negaba con la suya. 

—Esto estuvo mal, el chico puede caer en coma —mencionó—, hay daño cerebral que, por más que pueda restaurar, no hay garantía de que despierte. 

—Él solo quería ayudar a encontrar a Marry —susurró Andy, intentando defender a Christopher. 

—¡Pero no así! —lloró la chica—. ¡No podemos ser como ellos! Utilizar a las personas para nuestro propio propósito —ironizó—. Ellos también tienen derecho a luchar por los suyos también. 

—Creo que todos debemos descansar. Estamos demasiado cansados y estresados —mencionó Oslo, con pesar. 

La verdad, ninguno tenía idea de a qué hora se acostaron. Pero era en horas de la madrugada del día siguiente. Estella apagó sus luces cuando Oslo se lo indicó, y al igual que todos, fue a descansar.  Lo bueno de estar tan agotado y cansado, es que no hay fuerza mayor biológica que pueda con el sueño —a menos que se tenga una patología de base—. Por eso, todos habían caído rendidos. Y sí, para qué decir que no, cuando todos sabemos que la vida sería demasiado perfecta si no faltaran los ronquidos. Todavía con aquellos rugidos por parte de algunos, nadie logró despertarse. 

Eran como las doce del medio día, cuando los primeros adormilados se habían despertado. Oslo, había sido el primero y había encontrado suficiente leña, pero no para crear una única fogata colosal que permitiera descubrir su posición, pese a la densidad de la vegetación, sino en puñados que repartió para cada tienda, con la intención de que cocinara allí adentro y fuera el techo quien absorbiera el humo. Por supuesto, con la ayuda de la mayoría, hombres y mujeres, lograron obtener pescado del río que, solo les llevó a usar una red construida por parte de Vemna, a base de lianas, y extenderlo en el rio de un extremo a otro y esperar. La misma corriente de esta, y que arrastraba numerosos peces, se encargó de llenar la red.   

El semblante de todos había cambiado, indudablemente, estaban descansados y habían comido. Aunque, algunos pocos como Los Pasajeros, sabían que era una paz momentánea. Cuando todos habían reposado la comida con la que se habían alimentado, se levantó en medio del campamento y dijo:  

—Mañana iniciaremos el ataque en la madrugada —dijo finalmente—, no podemos esperar más. Si no lo hacemos, viviremos como ahora, escondidos y huyendo. Nuevamente, los que deseen irse, tienen la oportunidad de hacerlo. Respetaremos la decisión. Todos tienen derecho a vivir como deseen. 

Oslo miró a Nahomi, debido al comentario que había dicho la noche anterior. Y detrás de ella, Luis estaba con buen semblante. Christopher, también estaba a su lado. No era descabellado pensar que este le había pedido disculpas, debido al acontecimiento anterior.   

—Ya hemos tomado nuestra decisión —increíblemente había hablado una mujer Maco, levantándose entra la multitud—. Aunque nosotros seamos humanos primitivos, tenemos un corazón lleno fuerza, fe y valentía. Ahora que hemos visto la cara del monstruo, no solo peleamos por nuestra selva, nuestros ríos, nuestra tierra, sino que pelearemos también por ustedes, porque todos tienen derecho a reclamar lo que es suyo. Disandad solo reclama lo que a ella siempre le ha pertenecido.  

Todos miraron a la mujer. Tenía en su mirada determinación y pasión, y una fiereza que, de alguna manera, parecía contagiar a todos. Fue cuestión de tiempo para que Macos y Piaroas alzaran la voz, apoyando las palabras de aquella mujer. Oslo sonrió. Era increíble que, pese a que estos tenían sus propios motivos para luchar, su corazón desbordaba amor hacia personas que no eran propio de sus comunidades. Ellos eran los evolucionados realmente. 

—Creo que todos los que estamos aquí ya hemos decidido seguirte desde que atravesamos la nube —mencionó un chico, delgado y de tez clara, con ojos oscuros y cabello castaño, lacio y con corte príncipe. Oslo le recordaba con el nombre de Gabriel—. Hubo muchísimas pérdidas desde esa vez, y creo que todos los que estamos acá hemos observado que tenemos una razón para luchar. Con lo único que me quejaría, sería ¿por qué a esa hora? —todos soltaron risas. Pero nadie cuestionó al chico.

—Nadie va a retroceder, si eso es lo que quieres saber —dijo Christopher, con una amplia sonrisa, habiendo hecho una lectura mental de todos los presentes, con rapidez. 

—Bueno, sé que a muchos no les gusta la hora asignada —Oslo miró a Gabriel—, pero la razón de esto es simplemente porque necesitamos obtener todos los factores sorpresas posibles. Jamás creerán que el ataque se haría de madrugada. 

—No después de haber hecho un ataque —mencionó Christopher. Todas las miradas se fueron hacia él—. Ayer, con el altercado con mi amigo Luis, supe algo... Nuestra amiga ha muerto, pero sea lo que fuera a lo que se enfrentó, no lo hizo en este mundo. Pude ver la destrucción de un planeta, en el momento que todo este se convirtió en un nido de víboras gigantes. Un cataclismo único y espantoso de ver. 

—¿¡Cómo!? —Preguntó ahora exaltado y con enojo Lyam, levantándose de la multitud—. ¿¡Escuchaste lo que dices!? ¡Me dijiste que ella estaría bien, que no había que preocuparnos por ella porque era una mutante Z y toda esa mierda!

Hubo un silencio. 

—Eso no es justo —mencionó Nahomi, finalmente, pero este se rio con ironía por su intervención—. No es justo que quieras culparle, o algunos de nosotros. ¿Quiénes somos para garantizarte la vida de alguien? Sí, teníamos la esperanza de que sobreviviera por todo lo que se mencionó, pero solo demuestra que nadie es omnipotente como lo parece. Eso demuestra que hay oportunidad contra FACTORY. 

—Ella era mi amiga... ella, yo.... —Lyam comenzó a lamentarse de tal forma, que entendieron. 

El hombre había permanecido años encerrados con FACTORY. Perdió su empleo, posiblemente a su familia, y cuando encontró a la chica, también la había perdido. Pero, lo que también era cierto, es que todos compartían las mismas vidas desastrosas. Ninguno de los que allí estaban, estaba impune con la pesadilla que habían tenido que vivir. 

Asahi, el único niño entre ellos, se acercó a este y lo abrazó. 

—Me recuerdas a alguien con alas —tenía extrañeza y confusión en el rostro—. Solo que ella lleva una espada.  

Lyam sonrió. Le pareció que el niño decía locuras, pero aceptó el abrazo y se limpió el llanto. Christopher, se acercó y le dijo: 

—Lo siento mucho, yo...

—No tienes que decir nada, yo lo entiendo —respondió él. Asahi se había apartado, para dejar a estos solos—. Sé que no soy el único que ha vivido esta mierda, pero amaba a esa chica. 

Christopher se sintió mal. Ya lo sabía, pero que este lo dijera así sin más, era un asunto completamente diferente. 

—¿Crees que Disandad pueda equivocarse? ¿Por qué confían tanto en ella? 

Christopher suspiró, pero se sentó a su lado. Sabía que era una historia bastante larga que contar.

—Te contaré la razón por la que yo le creo, pero debes saber que si le preguntas a otros de los chicos, te dirá su propia versión de porque le creen. Incluso tú, debes conseguir las razones y motivos por la que creerás o no en ella. Lo que quiero decir, es que creer o no, es un asunto personal y bajo una experiencia individual. Nadie puede cuestionar la verdad de lo que sientes en las experiencias de tu vida, pues nadie ha vivido bajo tu propia piel... 

Lyam asintió, y por primera vez, se sintió atento a lo que este decía. Allí, mientras las personas comenzaban a preparar lo necesario para la guerra, le contó toda su experiencia con Infinito, hasta volverle encontrar bajo la apariencia de Disandad, pero era la misma deidad. 


Esa misma tarde cuando el sol comenzó a caer y Estella comenzó a hacer su espectaculo de luces, Nahomi se presentó en la tienda de Christopher. Llevaba una muda de ropa limpia, al igual que él, y no dudó en preguntar, viendo las motitas de luces en el interior de este:

—¿Puedo acompañarte un momento? —Christopher le miró, observando que tenía un semblante preocupado.

—¿Desde cuándo preguntas para hacerme compañía? ¿Qué sucede? —Preguntó Christopher. 

La chica le observó, y con una simpleza, respondió:

—Quería decirte que Andy, carlos y Oslo estaban trabajando con alguien para realizar los nuevos trajes, ahora que se tiene toda la información que Andy hackeo y envió a la computador. 

—Bien, ¿y lo segundo?

La chica dudó un poco en hablarlo.

—Siempre estás muy ocupado. Llevamos algunos días que no hablamos algo, que no sea sobre esta guerra. A veces quisiera que nos hubiésemos conocido de otra forma.

Christopher asintió, con una sonrisa débil y se acercó para besarla en ese momento. Un beso tierno, suave, de esos que parecieran arrullarte y consolarte. 

—Lo siento, en verdad esto ha sido una locura, pero debes entender que esto es importante...

Ella le interrumpe, con una risita nerviosa, y agrega:

—Ese es el punto, Christopher, que lo entiendo. Pero no puedo, simplemente, no dejar de imaginarme que podríamos al menos fingir un poco de normalidad en nuestras vidas —su tono de voz no era recriminatorio, más bien era de alguien sensato y honesto, pero que aceptaría cualquier respuesta aunque fuera negativa.

Christopher, usó una de sus manos para tomar u mentón y hacerle que le mirara directo a los ojos. Aquellos ojos celeste, con unos risos rojizos que sobresalían hacia su rostro, y fue allí cuando él entendió la angustia de ella. Con tan solo una mirada había comprendido que tenía mucho miedo, y sin necesidad de leer su mente. La abrazó.

—Lamento todo esto, sé que no mereces lo que está sucediendo y si fuera por mí te crearía un mundo en el que te hiciera feliz. Pero, no puedo hacerlo. Lo que si puedo prometerte, es que cuando todo esto termine, y si sobrevivimos hasta entonces, tendremos una cita real, una dónde solo nos preocupemos por nosotros dos.

Ella asintió, sonrió, se inclinó, y le besó nuevamente.

Se separaron justamente cuando escucharon un revuelo fuera de las tiendas. Ya el sol se había puesto. Vieron a la multitud concentrarse en el centro del campamento, y allí, Oslo dejó una enorme caja. Cuando Christopher y Nahomi se acercaron y vieron el interior de la caja, se quedaron impactados. Había cantidades de dispositivos circulares que reconocieron de inmediato. 

—¡Son demasiados! —silbó Sonic, con una amplia sonrisa. 

—Sí, y son para todos ustedes —dijo Andy.

Christopher, leyendo la mente de este, se dio cuenta que quería que repartiera a cada uno dichos dispositivos. Usando su poder mental, levitó todos estos y los entregó tanto a mutantes como a humanos comunes. Los de ellos, fueron personalmente repartidos por Carlos. Andy comenzó a explicarle como utilizarlos, indicándoles que los colocara en el pecho, seguido apretaran el botón del medio, y una vez lo hicieron, todos sus cuerpos se cubrió de aquella armadura elástica, enguantada y con botas tecnológicas. A diferencia de Los Pasajeros que tenían formar circulares con un color determinado, Los silenciosos —el equipo de Axara—, tenían trajes de color gris en su totalidad, con bordes y líneas negras; Los Defensores —el equipo de Elizer—, sus trajes eran de color azul eléctrico, con bordes y líneas amarillas; Los Libertadores —el equipo de Ángel—, eran de color rojo, con líneas y bordes blancas; mientras que la de los humanos comunes, eran de color negro en su totalidad. Pero tenía un peculiaridad, todo lo que estos tocaran con sus manos, el traje tomaba el color y la textura, lo que le daba un punto de camuflaje mayor. 

—Como deben notar, cada equipo tiene su propio color. Quieran o no, esto representa un legado que ustedes ahora han formado. Ustedes no son Los Pasajeros, ustedes son el nombre que han escogido y que deben luchar apasionadamente por convertirse en el símbolo que los representa —mencionó Oslo, con voz fuerte—. Los Silenciosos, no solo deberán ser los mejores en infiltración e información, sino los mejores confidentes para el que necesita discreción.  Los Defensores, no solo están para proteger y ser el muro del que necesita ser salvado, sino para defender la integridad del difamado. Los Libertadores no solo están para traer desahogo al que es oprimido, sino para liberar en verdad de los que han perdido la humanidad. 

—Y todos ustedes —señaló al resto—, Piaroas y Macos, Criollos y los que no lo son, representan la verdadera evolución. No la evolución genética, sino del corazón. De aquella que se compadece y acciona ante el necesitado. Y, mutante o no, todo aquel que tiene necesidad, lo hará ver como uno más. 

Todos Los Pasajeros, como si se hubieran puesto de acuerdo, se sonrieron entre ellos. Los que conocían a Oslo desde el inicio de todo, sabían que siempre había vivido bajo la sombra de Mongol. Pero ahora, no necesitaba del resplandor de Mongol para brillar, ahora lo hacía por cuenta propia.    

—Bien, el traje de los humanos...

Andy había iniciado con la explicación de los trajes y su mejoras. Pero, para resumir esto: eran mucho más resistente, capaz de aguantar el daño de los láseres de FACTORY, pero también las balas. Aunque no significaba que fueran inmortales, el daño del impacto podía afectarles de igual forma, si no se cuidaban. Contaban con sistema de camuflaje mejorado, invisibilidad, y un adaptador de bloqueo para sistemas de seguridad de detección —los que los hacía ser indetectables—. El traje respondía al ADN, por lo que fácilmente podía adaptarse a cualquier codificación genética y así sufrir alteraciones propias que se ajustaran a su usuario. Es decir, si alguien tenía el poder de convertir su cuerpo en llamas, el traje también lo haría, pero no se destruiría. Lo más asombroso de saber, es que estaba hecho de un material mezclado de varios componentes, entre fibras de carbono, plástico y vidrio, haciéndolo aislante de electricidad, sin que fueran peligroso para sus propios usuarios. Y por último y que no podía faltar, un traductor universal e intercomunicadores. 

Sorprendentemente, la mayoría se habían ido a dormir temprano, sabía que debían descansar para tener las fuerzas suficientes de lo que vendría dentro de pocos. Christopher también quiso dormir, pero no lo logró hacerlo. De hecho, permaneció en la penumbra junto a Rafael y Sonic, los compañeros nocturnos.

Los tres estaban en medio de la única fogata encendida, y estando allí, se divertían un poco jugando a las cartas —objeto que Rafael llevaba consigo—, explicó que habían sido de su padre. Los padres de Rafael, no contaban con el gen así que al igual que Jean, habían sidos trasladados a Macao con el resto de sus hermanos. En realidad el chico no tenía una historia tan trágica como muchos de los que estaban en este lugar. Sin embargo, era la facilidad con el que sus padres le habían dejado, lo que le hacía sentir un poco mal.

Sin previo aviso, finalmente las 3:00 A.M. habían llegado más rápido de lo que Christopher hubiese querido. Sintió un hormigueo en el estómago, pero debía evitar dejarse llevar por aquel cosquilleo. Oslo, que siempre parecía ser quien despertaba primero, fue junto a Sonic y Rafael para despertar a todos. 

Unas pequeñas gotas comenzaron a caer, como si el mismo cielo supiera lo que se avecinaba, e incluso el viento comenzó a soplar con fuerza, mientras que la luna y las estrellas eran las únicas espectadoras de todo el escenario de muerte.

No había nadie en aquel lugar que, una vez levantados, no llevara consigo el traje puesto. Vemna, se encargó de otorgar diferentes frutos para llevar algo en el estómago durante el camino.

—Les deseo éxitos a todos —dijo finalmente Oslo—. En verdad deseo que todos muestren valentía y orgullo de lo que realmente queremos para este mundo. Simplemente no mueran. Pasajeros, por favor...

Era claro que estaba permitiendo que cada uno de ellos pudiera decir algo a la pequeña tropa que tenían delante de ellos.

Vemna miró a todos, y fue la primera en hablar:

—Muchos buscan el secreto de la eternidad. Yo siempre he creído que dicho secreto se encuentra en las plantas. No solo llevan más tiempo que los humanos en este mundo, sino que la historia ha demostrado que no hay mejor proceso de adaptación y evolutivo que estas han sufrido para ganarle a la muerte. Hoy, les diría a cada uno de ustedes que recuerden a las plantas en el campo, porque nuestro legado nos permitirá hacer historia, así como ellas lo han hecho. 

Todos se miraron, y sonrieron ante las palabras de la peli morado. 

—Me siento como un tonto hablando de esta forma, pero, solo pido que nada les pase. No permitan que algo les pueda suceder —mencionó con pocas palabras Bionic, intimidado. 

—No sé qué nos ocurrirá, pero quiero decirles que aunque la muerte nos alcance, el tiempo no borrará jamás ninguna de nuestras acciones, seremos historia como Vemna lo ha dicho, y agradezco pertenecer a este momento con ustedes —afirmó con nostalgia Ransell.

Nahomi suspiró, mientras observaba a Christopher y luego a Vemna, para luego añadir:

—Odio las despedidas... —Tomó nuevamente aire —Gracias por cuidarme, por protegerme y por darme una oportunidad de tener algo similar a una familia. Algo que perdí hace mucho tiempo.

—Por Marry, Shorty, Acer, Mongol y todos los caídos quienes estuvieron con nosotros luchando por la misma causa. Hagamos esto por aquellos que hoy no tienen voz ni arma para luchar  —aseguró Sonic.

—No somos lo que el mundo ha decidido que seamos, somo el rol que hemos asumido en un mundo que nunca nos ha pertenecido. Procuremos tomar el papel de la bondad —dijo Lita, con una amplia sonrisa.

Todos asintieron, para luego ser Carlos quién hablara, recordando a su madre.

—Desde que inicié esta aventura, me he dado cuenta de que han sido ustedes los que me han enseñado la importancia de luchar por lo que creo. Fueron ustedes lo que me mostraron la importancia de tomar decisiones que busquen el bien de todos, aun cuando sea muy difícil de tomarlo. Por eso, hoy quiero que luchemos por nuestras propias convicciones, en verdad y justicia. 

—Luchar por quienes no conocemos —dijo Asahi,  el niño al que todos observaron en ese momento—. Me doy cuenta que hay muchos que viven en otras partes, y sufren igual que todos. También debemos luchar por ellos.

—Por la amistad sincera —intervino luego Christopher—. no hay nada más valioso que la amistad, como para dar la vida por ella. Si nos vemos de esa forma, todos nosotros no medirá en prestar la ayuda del amigo que lo necesita.  

—En fin, el momento ha llegado. Demos todo lo que tengamos, y acatemos nuestras órdenes —dijo en pocas palabras Andy, pero con severidad sobre mantenerse en el plan.

—Olvídenlo, no diré nada —dijo Gligar, con los brazos cruzados, y con el ceño fruncido. 

Todos se observaron por unos segundos, y comenzaron a reír para luego abrazar a Gligar. Este en un momento se resistió, peor no pudo sucumbir a la masa de sus amigos. La multitud, observó aquellos gestos de cariños, y solo rieron con el resto. Por primera vez, todos había reído de verdad. Y ese pequeño momento, pareció haberles quitados cien toneladas de sus espaldas en cada uno de los presentes. 

Con buen ánimo, todos dejaron el campamento. El centenar de personas en un instante se volvieron invisibles en todo el territorio. La cabecera iba tomada por Sonic, Asahi, Rafael y Kevin; los dos primeros por su visión mejorada, el segundo por su audición aguda, y el tercero cubría el cielo de cuervos con el que era capaz de mirar de forma omnisciente, los cielos y la tierra. Pasaron la amplia sábana abierta y el araguaney que los recibió al inicio de su escape.

—Todo parece despejado —escucharon decir a Sonic. 

—Los cielos están libres y el territorio adyacente también —añadió Kevin. 

Por algún motivo, y por el cual no estaba antes, había un pequeño río que había aparecido en el territorio. Por las orillas, parecía que alguna criatura gigante había hecho aquella zanja y conectó, accidentalmente un río de otro. Por eso, cuando les tocó atravesar aquel río, Christopher con su telequinesis alzó al centenar y los llevó al otro lado. Al menos, no habían tenido que hacer uso de las canoas nuevamente. Atravesado aquel terreno, siguieron en línea recta. 

—Los campos protectores están a la vista —afirmó Sonic. 

—La frecuencias de sonido han aumentado —dijo Rafael—, asumo que hay varias capas de ellas. 

—Son siete campos —dijo Asahi, sin titubear esta vez. 

—Bien, activen todos el sistema de bloqueo —dijo Andy—, una vez atravesemos los campos, me encargaré de hackear a la compañía una vez más. 

—¿Cómo ven el perímetro? —Intervino Oslo. 

—Hay naves novicias custodiando todo el perímetro. Torres de vigías repleta de agentes y robots rastreadores invadiendo el bosque hasta el fuerte —explicó Kevin. 

—Bien, avancemos —dijo Oslo. 

Todos activaron los sistemas de bloqueo. Asahi, junto a Sonic y Rafel, fueron contabilizando cada uno de estos, hasta atravesarlos todos. al parecer, el sistema de bloqueo había funcionado.

—Bien, en el momento en el que inicie el hackeo, sabrán que estamos aquí y los robots rastreadores serán los primeros en atacar. Luego enviarán a las naves novicias para iniciar el bombardeo, y, seguramente enviar las naves medianas para sus robots colosales. Buscarán defender el hackeo, pero no actuarán como la última vez, pedirán refuerzos de inmediato y, debemos suponer que no solo nos esperarán los androides —explicó Andy, de forma metódica.  

—De los robots del bosque, Christopher se encargará de todos ellos, pero cuando las naves novicias inicien el ataque, Los Libertadores asumirán sus puestos y comenzarán a iniciar su ofensiva. De los robots colosales, Los Silenciadores y Los Defensores ayudarán con ellos. Para el resto de los robots rastreadores, confiaremos el equipo de Lita —finalizó—. Y estarán pendiente de las órdenes futuras.    

Tal cual como Andy lo había previsto, sucedió: En el momento que atravesaron las siete capas protectoras, este usó su poder para utilizar la energía de los campos y poder hackear, nuevamente la compañía. Y sí, efectivamente las alertas iniciaron, y toda la estructura retumbaba en alertas y alarmas, sobre la infiltración. 

Los robots rastreadores del bosque habían iniciado los disparos a discreción, pero ninguna de las balas y láseres pudo penetrar el campo protector que Christopher había alzado sobre todos ellos. Y con otra acción de su parte, centenas de campos protectores rodearon a todos los robots del bosque y fueron comprimidos y destrozados de inmediato. La carrera inició para acercarse lo más que podían a la Fuente, cuando Andy gritó: 

—¡Han cortado la energía de los campos antes de que me permitieran hackear sus sistemas! —dijo, alarmado de lo que estaba aconteciendo. Eso demostraba que habían aprendido de la última vez—. ¡Necesito acercarme a la fuente! 

Mientras corrían, efectivamente las naves novicias habían sido desplegadas, y, de no ser por Ransell, los primeros de ellos hubieran caído muerto ante el bombardeo iniciado. La chica impulsó su energía hacia el cielo, logrando desintegrar cada uno de las bombas enviadas, pero, sabían que allí no terminaría el ataque. 

—¡Libertadores! —Gritó Oslo, dándoles la señal. 

Y cuando las naves novicias daban la vuelta para iniciar un nuevo bombardeo, Ángel con una sacudida de sus manos, cristalizó un avión completo que se estrelló contra el terreno. Lyam voló, desplegando sus alas, y comenzó a volar esquivando los disparos con ametralladoras de estos, con movimientos zigzagueantes. En un momento, usó la misma fuerza del aire, para planear y evitar dos naves, quedando justo debajo de ellas, y con el filo de las plumas de sus alas, dejó una enorme abertura en esta que hizo que se estrellara contra el bosque y explotaran. 

Otro mutante se teletransportaba, una otra vez, para destruir los cascos de las naves y destruir sus sistemas eléctricos. Otro enviaba rayos laser, una chica controlaba los vientos, y así había iniciado aquel equipo. Los demás seguían corriendo para llegar al puente que atravesaba el río. Y al hacerlo, se quedaron boquiabiertos. Había una variable que Andy no había tomado en cuenta.

—Han cortado la energía —murmuró sin poder creerlo—. De esa forma creen que pueden evitar mi hackeo —sonrió, parecía ahora realmente emocionado por el obstáculo que estaba enfrente—. Debemos enseñarle lo que Andy puede hacer. 

—Por favor, haz lo que tengas que hacer pero no hables en tercera persona de ti mismo —le sentenció su hermana, Axara, sin miramientos. 

Las alarmas internas de cada uno se activaron, en el momento que se encendieron los reflectores en la oscuridad de la fuente, dándole un aire aterrador y de terror que le calaban los huesos y erizaban sus vellos. El viento no ayudaba, pues era frío, y el ruido de animales desconocidos alrededor hacía del lugar un ambiente tenebroso. 

—Hay seis colosales a cuatro metros de nosotros —susurró Sonic. 

—Los vigías son humanos, están esperando a disparar cuando alguien aparezca —señaló Asahi. 

—Debemos neutralizar su vista —dijo Andy—, Kevin, encárgate de los vigías. Silenciadores y Defensores, es su momento. El resto, manténgase a la espera de mis órdenes.  

Una alarma en el control general se activó de pronto. Las luces alumbraron a los colosales, y justo ene se momento las decenas de los miembros de los Defensores y Silenciadores fueron al ataque. La tierra vibró, las explosiones comenzaron, y el campo se llenó de lucha, jadeo, gritos y de corazones valientes que iban sin miedo al campo. Pronto, robots rastreadores también inundaron el campo, por ende, Lita, junto a Macos y Piaroas salieron al encuentro a apoyar a los equipos mutantes. 

—¿Qué rayos es eso? —se preguntó uno de los vigías en el cielo, cuando vio una especie de nube oscura acercarse. 

Los mismo que este había visto, cautivó al resto de los vigías que estaban sobre las torres. Para cuando se percataron de lo que era, había sido demasiado tarde. Una jauría de cuervos inundaron los cielos, picoteando y arrancando los ojos y la carne de todos los que allí estaban. Disparos que alumbraron las torres y gritos despavoridos, fueron la señal que los demás necesitaban todos para saber que, definitivamente la guerra había comenzado. 

—Ayuden a los demás —sentenció Andy—, pero no gasten demasiada energía. Lo mejor que tienen todavía no se ha acercado. 


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