No fue tu risa de siempre, sin embargo, fue más vacía, más tosca. Hasta sarcástica.

''Qué fácil que es para ustedes decirlo'', fue lo que dijiste. Jimin y yo nos dimos la vuelta, al verte, y no sentimos idiotas al no darnos cuentas que al caminar, habíamos llegado al hospital, al hospital donde tu padre se encontraba. ''¿Son amigos, ahora? ¿Se juntan para hablar de mí?''.

''Estaba contándole las estupideces que pasan por tu cabeza últimamente'', te respondió Jimin. Tus ojos parecían tan enojados que me diste miedo en ese instante, eran casi iguales a aquellos que tenías las primeras veces que me miraste en la cafetería. A veces podías ser tan aterrador...

''Te he dicho que no son estupideces, maldita sea'', contestaste. 

''¿Qué son entonces? ¿Cómo puedes no querer ver más a tu padre?''.

''No es éso... No...'', titubeaste. 

''¿Qué es, entonces?''.

''Lárgate, Jimin, lárguense los dos''.

''¿Por qué deberíamos irnos?'', me entrometí en la discusión, no sé ni por qué. ''Probablemente nos cueste un poco más comprender por lo que estás pasando, pero sí podemos intentar acompañarte... No tienes por qué enojarte, mucho menos con Jimin, él sólo está tratando de...''.

''Cállate la boca, Jeon'', dijiste de manera tajante. ''Tú ni siquiera deberías estar aquí''.

''No le hables así, Taehyung''.

''¡Deja de decirme lo que tengo que hacer!'', gritaste. ''¡La persona que tiene a su padre muriéndose en un hospital soy yo, así que no trates de cambiar mi forma de actuar! ¡O aún peor, no hagas como si entendieras por lo que estoy pasando!''.