Capítulo 1

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¡Holiwis! Nueva pequeña historia inesperada. Este es un TwoShot que escribí especialmente para dedicárselo a Haruki_Seizaki, una gran amiga a la que quiero mucho y que hoy está de cumpleaños.

Haru-chan, sé que estás atareada con las pruebas y con algunos problemas de internet, pero aquí te dejo tu regalo, tal y como prometí. Te deseo un muy feliz cumpleaños y todas las cosas buenas de este mundo, porque te las mereces 💜💜💜.

Caminar solo en la noche es riesgoso en todas partes del mundo, el peligro puede acechar en cualquier esquina, no sabes qué persona se acerca con buenas o malas intenciones. Todo buen samaritano sabe que en las madrugadas se debe viajar en auto, si se quiere llegar en una pieza a casa. Pero, un percance o dos se le presentan a cualquiera.

—Genial, no puedo creer que esto me esté pasando —expresó enojado un joven de cabellos negros dentro de su automóvil, al ver la luz parpadeante que indicaba la falta de combustible en el tanque.

Un auto que no se mueve y un celular sin batería se convirtieron en su peor pesadilla. No poder llamar siquiera un taxi y ver las calles desiertas, lo hicieron tomar su bata de médico, doblarla y echarla en su carpeta con el resto de sus pertenencias, salir del vehículo, cerrarlo con llave y activar la alarma, para luego iniciar su caminata.

Casi era la una de la madrugada y el camino por andar no parecía disminuir ante sus ojos. Tenía programada una cirugía muy importante a primera hora, necesitaba estar descansado. El día había sido extenuante, estuvo atrapado en reuniones demasiadas horas, no deseaba acumular más agotamiento; aunque, teniendo en cuenta las circunstancias, sería imposible.

—Haaaaaa —suspiró con pesadez—. Esto no podría ser peor.

Sin embargo, el universo es capaz de demostrarnos que cuando las cosas están mal, siempre pueden empeorar.

—¡Pon las manos donde pueda verlas y dame todo lo de valor que llevas! —Un hombre de cabellos castaños y ojos color negro, de estatura un poco más alta que la suya, con una navaja, salió de un callejón y lo amenazó.

El agresor parecía nervioso e inseguro, el arma temblaba en sus manos, el brillo de la duda y el arrepentimiento se reflejaba en sus ojos. Miedo, eso era lo que emanaba por cada uno de los poros del malhechor, parecía no estar acostumbrado a esa clase de menesteres.

En esa situación, tratar de simpatizar con una persona en ese estado de agitación no es lo más prudente, nunca se sabe cuál podría ser su reacción. El doctor tragó grueso e intentó que sus palabras se escuchasen lo más ecuánimes posible.

—Tranquilo, ¿sí? Voy a hacer lo que me pides, no me lastimes, por favor. —Sus movimientos fueron lentos y calmados, sería contraproducente que el hombre pensara que iba a intentar algo.

—¡Apúrate, no tengo toda la noche! —gritó nervioso al verlo con tanta lentitud.

Las manos del azabache temblaron intentando abrir el portafolios. El ladrón, más inquieto, se acercó y agitó su cuchillo frente a él para asustarlo, volviendo a gritarle que se apresurara, pero eso solo hizo al asustado hombre enredarse con sus propios pies y caer hacia adelante, haciendo al castaño retroceder. Los movimientos bruscos e inesperados provocaron que la navaja hiciera un corte algo profundo en la mejilla del médico.

Ver sus manos manchadas de sangre y a su víctima arrodillada en el suelo, sosteniendo su mano sobre el corte para detener la hemorragia, hizo que el muchacho soltara el arma y se arrodillara a la altura contraria, con gestos nerviosos y manos temblorosas.

—¡Lo siento, lo siento! Yo no quería que pasara esto, lo juro. —Su voz se escuchaba como si suplicase por perdón. El arrepentimiento, junto a las lágrimas, se asomaba en sus ojos—. Ten, usa esto para controlar el sangrado. —Le colocó un pañuelo sobre la herida.

El médico no pudo evitar mirarlo, ocultar su sorpresa ante esos actos era imposible. ¿A dónde habían ido las amenazas recientes? La culpa tangible en su tono de voz era verdadera, era como si un niño que acababa de comprender el peso de sus acciones se disculpara con sinceridad y torpeza.

Las facciones del chico eran hermosas, sus ojos eran grandes y expresivos, su rostro parecía haber sido tallado por los mismos ángeles. ¿Cómo era posible que alguien así estuviese haciendo eso? No parecía uno de esos maleantes cualesquiera, se comportaba de manera demasiado buena para serlo.

—No deberías ayudar a tu víctima. No tienes madera de criminal, eres demasiado amable. —Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa, haciendo al joven apartar su mano y sonrojarse levemente.

—Yo... —Jugaba con sus dedos y su postura era inquieta—. Lo siento. De veras, lo siento. —Hizo un par de reverencias profundas y rápidas, dio media vuelta y se marchó corriendo a toda velocidad.

—Qué tierno asaltante me ha tocado, jeje. —Su mejilla dolió ante el movimiento—. Creo que esto necesitará sutura —dijo al ver el corte en su reflejo en la pantalla del celular.

Haber salido ileso no cambiaba su situación. Lo más prudente era volver al hospital para tratar su lesión, pedir una cama y dormir lo que pudiera. Pero, antes de eso, debía rezar para no encontrarse con otro asaltante a su regreso, no tendría la misma suerte dos veces.

—¡Qué gran día, Park Jimin! —se dijo a sí mismo al voltear y ver que debía recorrer el mismo camino de regreso, y más.

En sentido contrario, el castaño detuvo sus veloces pasos, golpeó la pared a su lado con el puño y se recriminó:

—Bien hecho, Jeon Jungkook, bien hecho. —Suspiró—. ¿Cómo se supone que voy a conseguir el dinero así?

Su pequeño monólogo guio sus pasos, pero, al recordar que iba en sentido contrario, dio media vuelta para regresar; tomó otra ruta, no quería encontrarse de nuevo con su “víctima”, no estaba de humor para coincidencias. Se dirigió a su destino: el hospital, con la cabeza gacha. No sabía cómo, pero tenía que lograr una sonrisa cuando llegara, si él no era fuerte, ¿quién lo sería?

En la sala de urgencias, enfermeros y auxiliares se reunían alrededor del joven médico, colmándolo de preguntas relacionadas con su herida en la mejilla, el porqué de su regreso andando, si estaba bien, etc. Él solo respondió cordialmente cada interrogante, se excusó y se dirigió a ver a su compañero de trabajo y gran amigo: Kim Taehyung,  cirujano plástico. Nadie mejor que él para suturar el corte sin dejar cicatriz.

—¿Quién se ha atrevido a herir tu perfecto rostro? —dijo Tae indignado en cuanto lo vio entrar.

—Sí, hola. Yo también me alegro de verte. —Tenía que poner control a los dramas de su amigo, sabía que solo se preocupaba por él, pero era demasiado exagerado.

—No es momento para saludos, ChimChim. ¿Qué te pasó?

Park contó lo sucedido, mientras el cirujano plástico preparaba el instrumental necesario. Más que narrar un asalto, Jimin parecía contar el encuentro de dos protagonistas de una película, dejando sorprendido a su compañero, que, a pesar de escucharlo atentamente, parecía intentar comprender el enfoque de la historia.

—¿Qué crees?

—¿Qué creo? ¿Esa es tu pregunta? Jimin, por Dios, no hables de ello como si fuera el encuentro tu alma gemela. Eres el gay más lindo que conozco, pero no por estar soltero tienes que ir a por todo lo que respire.

—No se trata de eso —respondió divertido, pero admitía mentalmente que el chico era lindo.

—¡Fuiste atracado, pudiste morir!

—No fui atracado, no me llegaron a robar nada.

—Ese no es el punto.

—Era solo un niño. De seguro hay una historia detrás, no parecía estar acostumbrado a hacer esa clase de cosas.

—Buenos o malos, todos tienen un móvil para hacer las cosas; ese no es el problema. —Se acercó con todo listo—. Si el fin justificara los medios, la policía no fuese necesaria.

—TaeTae, tal vez no es su culpa...

—Ya basta, ¿sí? Jimin, no eres la madre Teresa de Calcuta. ¿Qué tal vez no sea su culpa? Puede ser, pero, ¿de quién es? ¿Del sistema, la sociedad, de su familia? ¿De qué te sirve tener un culpable? No cambiarás su situación. —El azabache no pudo refutar—. Ya voy a empezar a suturarte, el tema queda cerrado.

—Pero...

—Nada de peros, una palabra más y te cojo los puntos sin anestesia, ¿quedó claro?

—Está bien, me callo... Perdón. —Agachó la cabeza. Sabía que su amigo había intentado terminar el asunto con esa broma para no tensar el ambiente, pero eso no desaparecía su preocupación.

—Chim, no te pongas así. —Le colocó una mano en el hombro—. Sé que eres una persona amable y de buenos sentimientos, me siento orgulloso de tenerte como amigo. Es solo que no quiero verte perdiendo el sueño con cosas ajenas a tu control... No te enojes conmigo, somos soulmates, ¿cierto? —Sonrió.

—Lo somos y no estoy enojado. —Devolvió la sonrisa—. Gracias, tienes razón... —respondió, aunque le doliera, convencido—. Olvidemos eso. Cóseme ya, que me voy a dormir por ahí, en unas horas tengo una cirugía importante.

Con su herida suturada y vendada, Jimin se fue a descansar en uno de los cuartos médicos. No iba a tener un gran sueño reparador, pero sería suficiente para reponer algo de fuerzas, tampoco sería la primera vez que estaría falto de descanso.

Unas horas después de que el Sol hiciera acto de presencia en el cielo, el doctor Park caminaba junto a su residente, Jung Hoseok, rumbo a la habitación del paciente que operarían, debían informarle acerca del tipo de intervención, la relación riesgo/beneficio, así como unos últimos exámenes que tenían que realizarle antes de entrar a la unidad quirúrgica.

—Es una operación bastante meticulosa —comentó Jimin, ojeando la historia clínica en su tableta.

—El paciente no tiene seguro médico, pero dijo que pagaría todo en efectivo.

—No pregunto por el dinero, me preocupan los riesgos.

—Lo siento.

—No te disculpes, no hiciste nada malo, fue solo un malentendido. Dejando eso de lado, Hoseok, no veo las imágenes radiográficas aquí, ¿podrías ir hasta la computadora y enviármelas?

—Claro, doctor, enseguida. —Hizo una reverencia y se marchó a toda velocidad.

Frente a la puerta, Jimin se detuvo en seco antes de entrar, parecía que las personas dentro tenían una conversación seria. No tenía por costumbre escuchar a escondidas, simplemente no supo en qué momento tocar y anunciar su llegada.

—Kook, tenemos que irnos, esto es una locura.

—¡No nos iremos! Necesitas esta cirugía, hyung. No voy a permitir que no puedas volver a caminar por culpa de ese accidente.

—¡No podemos pagar! Si lo descubren, no saldremos ilesos. Vámonos de aquí.

—Me haré cargo, no te angusties. Siempre has sido tú quien nos ha sacado adelante, es mi turno de hacer algo.

—No quiero ser una carga, Jungkookie.

—Desde que mamá y papá murieron, yo he sido la carga. No solo te has hecho cargo de mí, también has soportado las burlas y comentarios reprobatorios de todo el mundo por tener un hermano maricón —expresó con amargura.

—¡Jeon Jungkook, ¿qué cosas dices?! ¡Jamás me he avergonzado de ti! No digas eso nunca más, ¿entendido? Eres mi hermano, no te daría la espalda por un montón de gente que no vale la pena.

—Lo sé, lo siento... Pero, eres mi hermano, no te daría la espalda por no tener dinero.

—Eso es jugar sucio. No me devuelvas mis palabras.

—Ahí lo tienes, no hay vuelta atrás. Déjamelo a mí. Tengo veinticuatro años, no soy un niño. Encontraré trabajo, pediré un préstamo; nos las arreglaremos.

Algo tenía que hacer, su percance de la noche le mostró que robar o hacer cosas ilegales no sería la solución. No concebía lastimar a otros, se sentía horrible y arrepentido por lo sucedido. Siempre le habían dicho que era demasiado amable y no lo negaba, hasta agradecía el cumplido cada vez que llegaba. Sin embargo, por motivos ajenos a su control, la alegría que lo llenaba cada vez que recordaba que el hombre al que intentó asaltar, sin conocerlo, le había dedicado el mismo halago, era inmensa.

No podía sacarlo de su mente, su belleza se había quedado grabada en el fondo de su retina. ¿Las cosas hubiesen sido diferentes de conocerse en otras circunstancias? ¿Siquiera sus caminos se podrían haber cruzado de alguna forma? Seguramente no. De no ser por la casualidad que llevó a ese hombre a caminar por el sitio donde él decidió, inútilmente, tirar por la borda su integridad, jamás se hubieran cruzado sus miradas.

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