Al estirarse los corales como los brazos de un difunto cadáver, y al mecerse con las olas, y las mismas con el viento, quién azota constantemente la marea, golpeando a los barcos desprevenidos como si fuesen esclavos, obligando a los pasajeros a aferrarse con sus uñas a la efímera vida en su intento de huir de la aterradora eternidad de la muerte.

Y al calmarse las olas, el viento desaparece en las sombrías nubes restantes del desastre, como soldados heridos en un guerra que parecía interminable,

Mientras que los barcos quedan varados en un inmenso y hambriento océano, debajo de personas olvidadas que aún siguen cayendo,

Y que estiran sus brazos,

Como corales en el suelo submarino del mar.