En paredes azules se marcan las garras del tiempo, quién hambriento merodea cada habitación, alimentándose de todo aquello que ya nadie recuerda:

De sombras extinguidas, de pasos congelados, de presencias inexistentes, de risas muertas y besos caducados.

De el incestuoso baile entre el recuerdo y el olvido, de lágrimas convertidas en piedra, de rostros que ahora son estatuas, de corazones que yacen bajo las camas, de globos negros que opacan el hermoso paisaje a través de una ventana.

De espíritus malignos que le rezan al cielo y de arcángeles que combaten en las sombras.

De poemas que ahora son balas, de palabras cuya sombra puntiaguda se estira como una navaja.

De cuentos de final anunciado, de historias incompletas.

De vidas infames y de muertes nobles, que jamás serán recordadas.