03

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng




Los dolores en mi cuerpo son casi insoportables, cuando conectan la manguera siento como el líquido frío recorre mi cuerpo quitándome más que mis fuerzas, el apetito, las ganas de seguir viviendo y solo quiero vomitar. Cierro mis ojos y me dejó ir en este veneno que se supone es mi única esperanza.

El tumor se ha minimizado tres milímetros, el doctor Kim dice que si sigo así, y pierde otros cuatro milímetros podrían operarme para finalmente terminar con todo y estos simples dos meses han sido mi eterno infierno. De cabello ya no tengo nada, incluso comencé a perder el de mis cejas, perdí bastante peso, y mi piel ya no es blanca y tersa, ahora está con manchas y reseca.

En conclusión, soy una momia viviente, evito decirlo en voz alta porque Nam se ve feliz, aunque solo son apariencias, en las noches llora en silencio rezándole quizás a quién para que su única familia tenga una vida larga y próspera.

— Ji Na —me tocan el hombro y no tengo ánimos de ver quién es, por lo mismo abro con lentitud y veo a Yoongi, uno de los enfermeros.

— Solo cinco minutos.

— Sabes que no puedes cerrar los ojos mientras el tratamiento corre por tus venas, es peligroso.

— Explícame, ¿por qué? —enderezo mi cabeza y le pongo total atención.

Min es de esos chicos duros, que no expresan nada con su rostro, pareciera que siempre está molesto y enojado.

Hasta que sonríe.

El chico se acerca a mí, su rostro queda frente a frente con el mío y luego va directo a mi oído.

—  Solo es el puto protocolo —susurra y lo escucho sonreír

Por inercia sonrió también y al ver que se aleja y queda nuevamente a mi frente, muy cerca, me pongo sería, como si me hubiera regañado con un leve puchero.

— Lo sé —le dije y él explota en una sonrisa que muestra todos sus dientes.

— Entonces no te duermas, mocosa —me dice tomando la compostura en su cuerpo y acaricia mi mejilla— puedes hacerlo después en la sala de recuperación.

En aquella sala nos dejan descansar, la quimioterapia es muy fuerte, he visto llegar pequeños llenos de vida, animosos y enérgicos salir de aquí como si su mirada se perdiera en un punto fijo, yo no debería estar aquí.

Yoongi me contó que una vez, cuando solo era practicante, dejaban dormir a los pacientes mientras se les ofrecía el tratamiento, al ser muy invasivo entendían que algunos estuviesen cansados y se los permitían, pero un paciente se durmió mientras una muchacha le instalaba el aparato, y no se dió cuenta que el hombre se fue en el sueño, los familiares culpan al hospital y demandaron por una fuerte cantidad de dinero, desde ahí, ya no les permiten dormir a los pacientes.

Pero eso es un secreto que solo yo sé, desde el principio, venía sola, sin compañía, fue un trato que hice con Oppa, yo tomaba el tratamiento pero él debía seguir yendo a su trabajo con normalidad y hasta cumpliendo con su horario establecido, no estaba tan feliz pero debió aceptar, no le dejé de otra.

Entonces los enfermeros me hablaban de cosas, sus vidas, comentarios de pasillos, y me acogieron en mi soledad, así me enteré de muchas cosas, como que mi doctor de oncología, el doctor Kim, se estaba divorciando de la bruja de su esposa.

En fin, agarro mi teléfono y comienzo a jugar solo para distraerme, sin embargo, mi mirada queda fija en el cristal frente a la puerta de la sala que estoy.

Tiene un efecto espejo y claramente puedo ver a Jungkook ahí, no sé cómo se entera, pero viene cada que tengo quimio, no se acerca, no me habla, no me acompaña, solo se queda parado apoyado en la pared mirando de frente a mi reflejo y por ahí me vigila todo el proceso.

¿Cómo sé que es él?

En realidad no lo sé, siempre viene con mascarilla, una gorra y vestido de negro, quizás por eso sé que es él, la manera en la que viste aquel chico es muy parecida a la manera en la que viste aquel de quién me enamoré.

Y aunque no me haga bien, quiero desear que sea él, quiero desear que no estoy sola en este proceso, y evitar los pensamientos que vienen solo para burlarse de mí y que disfruta verme de esta manera.

— Kim —se acerca Yoon— ¿quieres una paleta?

— Si te quedas conmigo un momento.

— Claro —toma asiento en un banquillo a mi lado— ¿Que sabor?

— Sabor a ti —digo con una sonrisa y él hace una mueca.

— Aish, si no fueras mi paciente ya te habría corrido de aquí, muchacha perversa —toma una paleta fría de color rojo y me la da, el agarra una color naranja y mira a la puerta— ¿De nuevo está aquí?

— Así parece —conteste sin interés— deberían prohibirle la entrada.

— ¿Quieres que deje una orden en recepción?

— No, ni siquiera sé si en serio es él —tomé su mano que tenía la paleta y la acerque a mi boca dando un gran mordisco.

— ¡Ya! —grito— tu tienes la tuya, aigo, eres tan…

— Me amas Min Yoongi —le dije con una sonrisa y negó con su cabeza mirando en otra dirección, devorando su helado antes que yo terminara de comerla— Yoon cierra la puerta por favor —pude ver su rostro de preocupación.

Rápidamente me dió un pequeño bote de metal y corrió a la puerta cerrando incluso hasta las cortinas. En ese momento, devolví forzosamente las paletas que recientemente acababa de comer.

El enfermero frotó mi espalda para calmar las náuseas, sí, este es uno de los tantos síntomas de recibir quimioterapia.

— Solo queda un poco —su voz era suave, ni comparada con la anterior que me había dado cuando robe su helado.

— A veces quisiera rendirme —agarre el papel que me ofrecía para limpiar mi boca, tomó el bote con el líquido y lo dejó en el piso.

— Cierra tus ojos un momento —atrajo la banqueta muy cerca de mi sofá y sostuvo mi mano entre la suya— Me quedaré a cuidarte, haré una excepción contigo.

— ¿Ya te conquiste? —bromee descansando mi cabeza en el respaldo— porque necesito un novio que cuide de mi luego de la operación —sonreimos juntos.

— ¿Olvidaste a ese idiota? —endurecí mi rostro y preferí mirar el techo— eso creí, habla bien de mi y me aseguraré de ser tu enfermero personal luego de la operación.

— ¿Me darás masajes? —la sonrisa volvía a aparecer.

— Eres una sucia, ¿Qué edad tienes?

— Diecisiete, ¿Tengo esperanzas?

— Si no vuelves a robar mi helado de naranja, puede ser.

— Prepararé tus helados  yo misma —acarició el dorso de mi mano.

— Descansa, Ji Na, cuidaré de tí.



Cuando desperté, Min estaba en el pasillo hablando con aquel muchacho uno al frente del otro, Yoongi mirando en mi dirección y el otro mirando mi reflejo, no quise hacerme mayor ilusiones, no sacaba nada con ello, tenía tantas preguntas pero ninguna respuesta.

Cuando tomé la decisión de llevar a cabo mi tratamiento, el doctor Kim me pidió que me quedase, dijo que cuidaría de mí y haría todo a su alcance para que yo sanara y tuviera una larga vida, yo solo quería hacer feliz a mi hermano y no darle tanta carga, y parecía que se llevaba bien con mi oncólogo, muchas veces hablaban a puertas cerradas y parece que no de mí, pues Namjoon sale muy animoso y sonriente.

Al menos si me pasase algo, él ya no estaría tan solo.

Una vez incluso lo invitó a cenar a casa, se le veía tan nervioso que ahí lo supe, esos hoyuelos no engañan a nadie, además, el doctor Kim es muy descarado de vez en cuando y se nota que ambos se gustan.

Por otro lado, está Yoongi, sé que mis bromas son algo… ¿cómo decirlo?, coquetas, Pero es lo único que me queda, además, nadie se fijaría en mí en esta condición, lo único que produce mi persona es la pena. Min una vez dijo que yo era linda, y desde ahí comencé a coquetearle, además, él es muy apuesto, sobre todo con ese cabello largo, es mi niñera favorita, y tengo en claro que él jamás, jamás rompería el rol enfermero-paciente. ¿O sí?

Estoy perdida en mis pensamientos y no me doy cuenta que en quien estoy pensando en este momento se acerca a mi, agacha un poco su cuerpo y su rostro queda frente al mío, muy cerca, tanto que nuestras respiraciones se mezclan.

— ¿Ya despertaste, enana? —confirmado, él no rompería aquel rol, al menos no por mí.

— Dijiste que te quedarías cuidando de mí —hice un puchero como siempre lo hacía, pero está vez, tuvo una reacción diferente.

Yoongi bajo su mirada a mis labios y tragó con fuerza, fueron los segundos más largos de toda mi vida,  comenzó un acercamiento agónico que me ponía nerviosa y volví a sentir mi corazón latir con fuerza, mis ojos se apretaron esperando el roce que nunca llegó, incluso había contenido la respiración…

Que estúpida.

Cuando abrí mis ojos él sonreía de lado como si la maldad le hubiera resultado, me entristece, me desilusiona, me rompe.

— ¿Ya se fue? —pregunto divertido— el idiota, ¿se fue?

Y entiendo que lo hizo solo por eso, confirmado, nunca le gustare a nadie mucho menos en este momento tan ridículo de mi vida, mis ojos comienzan a arder y sólo para ignorarlo busco con la mirada al chico misterioso que ya no está en aquel lugar, comienzo a asentir lentamente y por fin el toma distancia así pude volver a respirar por mi propia cuenta.

— De nada, supongo que ya no volverá a aparecer por aquí.

— Que bien —dije ansiosa, mire la bolsa de veneno sobre mi cabeza que ya estaba vacía, quería quitarme la sonda de mi pecho y salir corriendo de ahí, nada me haría sentir mejor que eso pero sé que no puedo hacerlo— necesito ir al baño —mala idea.

— Claro, desconectamos esta cosa y te llevaré —abre la camisa de hospital que vestía y por alguna razón ahora hasta me da vergüenza que vea mi piel.

Luego de desenchufar la manguera que va directo al catéter sobre mi seno tiende a tomarme en sus brazos, pero lo detengo diciéndole que yo puedo hacerlo, y con mucho esfuerzo, logró levantarme y caminar un par de pasos, hasta que finalmente caigo en sus brazos.

Para ese momento, ya no había podido contener mi llanto y cuando me mira se sorprende.

— Ji Na —dijo con un tono de preocupación.

Gracias a dios mi hermano venía entrando y corrió a mi al verme así.

— Oppa —pude decir— ¿Me llevas al cuarto? —abracé su cuello con desespero dejando al enfermero a un lado.

Nam me tomó en sus brazos y caminó conmigo un poco apresurado, estoy consciente que podría matarlo por asfixia, la manera en la que aprieto su cuello con desespero solo le da a entender que algo malo me pasó, o eso creo.

Abre la puerta rápidamente y me deja en la cama, revisando mi rostro, mi cuello, mis manos, asegurándose de que nada malo me sucedió.

— Dime, ¿te hicieron algo?

— Me quiero ir —dije llorando— deseo ir a un lugar donde nadie me conozca, no crear lazos con nadie, que no sufran por mi culpa y que no me hagan sufrir.

— ¿Vino Jungkook? —pregunto y por ese segundo pare de llorar— fue a casa a pedir permiso para acompañarte, dijo que te daño y necesitaba remediarlo, cuéntame, ¿qué pasó?

Entonces, si era él, caigo en una confusión por sus actos que me hacen doler la cabeza aún más que el maldito tumor, este mundo se está complicando para mí y no me gusta, siento que no podré sobrevivir.

Con lentitud me recuesto en la camilla giro en mi posición y le doy la espalda a mi hermano, él comprende que no quiero hablar y como apoyo acaricia mi cabeza, quitando la pashmina de mi calva semi sudorosa. Yo me pierdo entre las nubes y en el más allá de una confusión eterna y sin respuestas. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro