Capítulo 47

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Jimin

«El amor es una mierda».

Te lleva al paraíso y te lanza al purgatorio de un puntapié sin previo aviso. Te deja probar la deliciosa felicidad para después envenenarte con sufrimiento.

«Estar enamorado es una mierda».

Perder el control de tus propias acciones, desvivirte por alguien más, abandonar toda lógica en tu propio actuar, sonreírle a esa persona como si fuera lo más precioso del universo. Olvidarte de ti por un instante y verte capaz de vivir por y para ese alguien.

«Tener miedo de amar es una mierda».

Es justo haber amado alguna vez y haber tenido roto el corazón lo que hace perder los cabales y la esperanza ante el más mínimo recordatorio de lo que el amor puede hacerte después de haberte mostrado el paraíso.

«Vivir atado al pasado es una mierda».

¿Por qué no simplemente puedo ser capaz de, al igual que en las películas, mirar atrás y sonreírle a mi yo de hace unos años y decirle que todo está bien, que soy feliz, que superé mis fantasmas y puedo amar de nuevo?

«Ser cobarde es una mierda».

No tengo el valor suficiente como para enfrentar mis miedos y sacar adelante una relación que, a pesar de que pueda parecer errónea a los ojos del mundo, a mis ojos viene como lo más correcto y hermoso que pueda llegar a existir. Si ni siquiera tengo coraje para eso, ¿cómo esperaría tenerlo para poner fin a lo mejor que me ha pasado en la vida sin depender de la gallardía falsa y vacía que otorga el alcohol?

«Soy una mierda».

El simple hecho de dirigirme al extranjero después de haber hecho lo que hice a la persona más jodidamente hermosa y perfecta que existe, me convierte en nada más que eso: una mierda. El simple hecho de que lo único que pueda hacer con mis turbados pensamientos sea maldecir todo lo que me he ganado a pulso es una mierda.

«Como la mierda que soy, mis acciones fueron lo mismo».

Mis pasos fueron tan veloces al salir de mi departamento que no supe ni en qué momento subí al taxi que me estaba esperando en la entrada para ir al aeropuerto. Estuve a punto de terminar de romperme en pedazos cuando te vi caer al suelo en tu intento de evitar mi partida. Me había pasado toda la noche, a pesar del cansancio, sin poder pegar un ojo, sentado en la oscuridad contemplando tu silueta, respirando acompasadamente en un merecido descanso después de haber... hecho el amor. El solo hecho de pensar que esa podría ser la primera y única vez que fuera testigo de tan hermosa escena, me sacudió el alma.

El vaso con whisky dio vueltas en mi mano toda la noche, llenándose incontables veces en un intento de aplacar cobardemente el vacío en mi interior, tratando de encontrar una solución para lo que atormentaba mi consciencia. Las lágrimas llegaban y se iban sin que me percatara cuando, cada vez que sentía la humedad en mi rostro me sentía más inútil, más desgraciado, más mezquino.

«¿Por qué tuviste que susurrar esas palabras, Jungkook? ¿Por qué justo esas? ¿Por qué tuviste que remover ese recuerdo enterrado en lo más profundo de mi ser? ¿Por qué tu boca tuvo que pronunciar: "no podría vivir sin ti"?». Ese hilo de pensamiento me dominó toda la noche.

Fue una simple casualidad que tus palabras coincidieran con las que pusieron mi mundo de cabeza años atrás, ¿por qué no fui capaz de verlas como una señal que cerraba un ciclo de soledad y arrepentimientos para abrir uno de felicidad?

¿Cómo puedo ser capaz de siquiera intentar culparte a ti, a tus palabras, a que me expresaras tus más sinceros sentimientos?

Simple: porque soy un cobarde de mierda que vive atado a su pasado y teme al amor porque cree que se volverán a repetir las tragedias que le causaron estar enamorado y dejarse amar.

Sin embargo, es un miedo con tanta falta de fundamento que hasta yo mismo me sorprendo, porque si hubiese estado completamente renuente a dejar entrar a alguien a mi vida, no te hubiese permitido hacerlo de la manera en que lo hiciste, sin ningún tipo de esfuerzo y trayéndome luz y paz.

Todavía recuerdo nuestro primer encuentro. Te acercaste a mí y me coqueteaste como si fueses el hombre más experimentado sobre la tierra, fue divertido hacerte enojar con mis comentarios y verte hacer pucheros que me resultaron inesperadamente tiernos. Otro suceso inesperado fue que a pesar de nuestros varios años de diferencia, pudiera conversar amenamente contigo por horas, hasta el punto de no querer terminar nunca y darte mi tarjeta sin detenerme a pensar demasiado lo que hacía. A pesar de ser pacifista, no me arrepiento de haber golpeado a aquel imbécil que se atrevió a faltarte al respeto en mi presencia, ahora que lo pienso, nunca antes en mi vida me hubiese planteado hacer eso por un total desconocido. ¿Qué me hiciste?

Algo tan sencillo como tu primera llamada telefónica me llenó de una alegría tan grande que ni siquiera fui capaz de encontrar las palabras en primera instancia. Llevarte a la academia y que conocieras mi mundo fue una experiencia memorable, más lo fue poder conocer de primera mano tu corazón amable y sencillo; escucharte cantar en vivo fue lo más impresionante que he podido presenciar, que me confesaras tus sentimientos y corresponderte, algo inolvidable. Cuando comencé a llamarme tu pareja y te tomé de la mano frente a todos sin que me importase nada más que el brillo de tus ojos, pensé que había dejado todo atrás, a pesar de que en soledad las dudas me martirizaran, creí que pasaría, que a tu lado sería capaz de superarlo todo.

Cuando fuiste a mi departamento por primera vez y me sacaste del agujero de desesperación donde estaba atascado, dándole sentido a mis años de esfuerzo y validez a mis decisiones y logros a pesar de haber decepcionado al mundo, me sentí bendecido. Compartir nuestro primer pequeño momento de desenfreno en el que no pude controlar mi excitación a pesar de que había jurado internamente esperar hasta tu mayoría de edad, y fuiste tú quien me puso los pies en la tierra, recordándome mi estado de salud, fue la confirmación de que deseaba absolutamente todo de ti.

Las pequeñas salidas, las conversaciones simples pero entretenidas, seguirnos conociendo poco a poco y descubriendo distintas y nuevas facetas, cada una haciéndome enamorar más perdidamente de ti... Subir a un escenario y bailar contigo, lo más emocionante que he podido vivir; con tu talento sin límites, el día en que podríamos hacerlo como iguales, profesionales, no sería muy lejano.

El día que tuviste el accidente pensé que moriría en el lapso de tiempo que me tomó llegar al hospital, el desasosiego de no saber en qué estado te encontraría o si, al menos, te vería respirando fue descomunal. Verte bastó para que el alma me regresara al cuerpo y te abrazara lo suficientemente fuerte como para saber que eras real y no una ilusión creada por mis esperanzas.

Hablar con tu madre y que me pidiera que te cuidara y te hiciera feliz porque nunca te había visto tan animado y sonriente como desde que estábamos juntos fue una enorme felicidad, a pesar de que ahora ese recuerdo llegue a mi mente solo para hacerme sentir, además de una mierda, un hipócrita, pero, ¿qué me dice que no lo soy?

Me fue imposible crear una hipótesis donde nuestro futuro juntos no se convirtiera en un caos iniciado por esas malditas palabras. Porque lo que sucedió con Yoongi, por más que haya tratado de olvidarlo, me marcó la vida; porque quizá en lugar de enterrarlo para intentar olvidarlo, la solución era haberle hecho frente. Pero... ¿cómo puede un cobarde de mierda hacer eso? Si tuviera la respuesta, no estuviera en este vórtice de desesperación en el que yo mismo me ayudo a hundir.

¿En qué momento se torció todo? En qué momento... torcí todo; tanto como para no darme cuenta del error probablemente irreversible que acabo de cometer.

—Señor... Señor.

Una voz algo distante y un suave toque en mi hombro llamaron mi atención. Al sentir mis ojos abrirse despacio me percaté por primera vez de que me había quedado dormido. Enfoqué la azafata delante de mí, en cuyo rostro se dibujaba una sonrisa lastimera pero amable, manteniéndose a duras penas dentro del margen profesional.

—Ya hemos aterrizado.

Pasé una mano por mi rostro y sentir la humedad en mis mejillas me hizo comprender el motivo tras la mirada suave y condescendiente de la joven. ¿Por cuánto tiempo lloré en mis sueños?

—Gracias.

Descendí de las escalerillas y, por algún motivo, mi mirada fija en el horizonte provocó que mi hilo de pensamientos se desplazara involuntaria e incontrolablemente a un momento de mi pasado, pero, más importante, a una persona en específico: Min Yoongi.

¡Holiwis!
Antes que nada, mil perdones por haber hecho el mundo arder ayer XD. Con este capítulo no espero que perdonen a Jimin, pero al menos pido que lo comprendan. Su historia con Yoongi la contaré en el próximo par de capítulos.

Ayer Wattpad me quitó los guiones largos del capítulo, lo lamento por los primeros en leer, no fue sino hasta dentro de un rato que me di cuenta de que había sucedido.

IMPORTANTE: ya no podré seguir con el maratón de actualizaciones diarias. Por la situación con la COVID me avisaron hace un par de horas que tengo que comenzar a trabajar en el hospital en pocos días (adiós a mis vacaciones 😭) y tengo que encargarme de algunas cosas, así que no tendré mucho tiempo libre para escribir.

Espero poder retomar las actualizaciones al menos dos veces por semana a partir del siguiente lunes 💜. Perdón por esta nueva interrupción. 🙇🏽‍♀️🙇🏽‍♀️🙇🏽‍♀️

Chao chan 😘

Hasta la próxima actualización.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro