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Las semanas pasaban y Diamond sentía que su vida iba en un constante sube y baja. Cuando comenzaba a notar que todo estaba mejorando, algo la hacía hundirse nuevamente en la miseria. Ya no era solo cansancio lo que sentía, era más que eso, era no tener ánimos ni para levantarse de su cama. Las miles de tareas que tenía atrasadas no eran su único problema. Debía aguantar a diario a una voz en su cabeza que le decía a cada segundo que era un fracaso y que nada de lo que hacía era suficiente.

Las únicas personas que tenía a su lado eran Theo y Damien, y Blaise de vez en cuando. Con Pansy no hubo ningún avance y con Draco habían vuelto a hablar poco y nada. Las cosas se habían vuelto muy difíciles para Diamond en muy poco tiempo. No sabía como los demás aguantaban. Quizá ella era más débil que ellos, quizá era la única que realmente se importaba por lo que sucedía. A veces se sorprendía sintiendo envidia hasta por Harry Potter, quien había soportado tantas cosas y aun así jamás se dejó caer, pero también debía admitir que él tenía dos amigos que estarían con él en todo, que arriesgarían sus vidas para apoyarlo, y cuando Harry ya no pudiera más, Hermione y Ron lo animarían a continuar.

Diamond no tenía eso, pues Theo era el tipo de mejor amigo que en vez de decirle que no se muera, diría que lo esperara para morir juntos. Aun así lo amaba demasiado, era la única familia que le quedaba por el momento. Theo jamás se iría de su lado y Diamond estaba eternamente agradecida con eso. Tenían una amistad de oro, se comprendían mutuamente y si no podían ayudarse, lloraban juntos hasta que la tormenta pasara.

Theo había sido la primera amistad que tuvo Diamond, y también era la que más duró. Ambos se conocieron a los cinco años cuando Roger Nott lo llevó a la Mansión Parkinson. Diamond recordaba pensar que Theo era mudo, pues había estado callado por mucho rato y se mantenía escondido detrás de su padre, pero la realidad fue que era un niño tímido y estar frente a desconocidos le daba miedo.

¿Quieres jugar?─ le preguntó la pequeña Diamond, con una suavidad increíble─. Tengo muchos juguetes.

Theo la miró dudoso por unos segundos, pero al final terminó asintiendo con timidez. Diamond sonrió y agarró su mano para llevárselo a su habitación, en donde tenía miles de cosas para jugar.

Los años pasaron y ambos recordaban aquel día con mucha claridad. De vez en cuando hablaban de eso y reían con nostalgia, como aquella noche en la Sala Común, sentados en los sillones frente al fuego verde.

─Tenías un unicornio en miniatura que volaba y tiraba brillos─ recordó Theo.

─Es verdad y, si mal no recuerdo, a la semana siguiente se rompió. Era mi juguete favorito─ fingió limpiarse una lágrima.

Theo soltó una risa mientras se acomodaba en el hombro de Diamond y la abrazaba. Extrañaba esas noches en las que solo eran ellos, como en los viejos tiempos.

─También había una hada, ¿no?─ dijo él.

─Esa era de Pansy. Volaba también y hablaba─ sonrió Diamond─. Nos daba miedo, ¿recuerdas?

─Obvio que sí. Me dio un susto de muerte una vez que fui al baño. Esa cosa estaba sobre el lavabo─ contó─. Me saludó y yo le di un manotazo. Por suerte no duró mucho.

Diamond rió, haciéndolo reír a Theo también.

─Cuando se rompió, Pansy lloró por una semana entera, pero no podían comprarle otra porque era única. Se lo recompensaron con su primera escoba voladora.

─Es verdad. ¿Cuantas cosas habrá roto Pansy con esa escoba?

─Un montón, pero a Thomas no le importaba arreglarlas─ suspiró─. Solo importó cuando fui yo la que rompió algo.

Theo hizo una mueca de disgusto. Él odiaba al padre de Diamond y jamás trató de esconder eso. La forma en que trataba a su hija mayor lo hizo repudiarlo desde pequeño. A Thomas no le importaba que Theo estuviera presente, si tenía que golpear a Diamond por algo que hubiera hecho mal, lo hacía. No importaba qué tantas veces se quejara con su padre o su madre, ellos jamás detuvieron a Thomas y eso enojaba bastante al chico.

─Ya no pienses en eso, te hará mal─ le dijo a su mejor amiga.

Diamond a veces, cuando estaba muy sensible, tendía a culparse por lo que sus padres hacían para castigarla. Decía que nada de eso pasaría si fuera diferente, que ellos la amarían si fuera un poco más como Pansy, pero Theo negaba aquello y hacía que abriera sus ojos. Thomas y Ava no merecían una hija como Diamond.

─Solo imagina cómo hubieran sido las cosas si...

Él la interrumpió.

─No, Mondy. Las cosas ya pasaron, no hay un "¿qué tal si...?". Ellos son los culpables de tu sufrimiento─ dijo con seriedad─. Creyeron que hacían un gran trabajo, pero ya ves que no fue así. Fueron malos contigo y no merecen ni tus lágrimas ni nada que venga de ti. Continuarás tu vida y harás que vean lo equivocados que estaban.

─¿Cómo estás tan seguro de que podré continuar?─ preguntó Diamond. Su voz sonó apagada y eso alarmó a Theo.

─No pienses ni por un segundo más que no puedes seguir─ dijo─. Mira hasta donde llegaste. Es verdad que todos los días son algo nuevo para enfrentar y que probablemente se vuelva cada vez más difícil, pero tu ya estas aquí y tu deber es continuar caminando por el tunel hasta llegar al final─ hizo una pausa para mirarla a los ojos─. Es posible que en el transcurso de tu vida te metas a muchos túneles, pero luego vas a ver la luz y siempre vas a tener a alguien esperándote afuera─ limpió las lágrimas de Diamond─. Estaré yo, o estará Damien, o estará alguien más. Te lo aseguro.

Ella asintió, dejando escapar un sollozo mientras atraía a Theo en un fuerte abrazo. Él lo aceptó sin dudar, haciendo que apoyara su cabeza en su pecho y plantándole miles de besos en su coronilla.

A unos metros de ellos, sentado en las escaleras que conducía a las habitaciones de los chicos, estaba Draco. Los miraba con algo de envidia, pero también sentía la tristeza de Diamond. Ella estaba sufriendo tal y como lo supuso. Cada vez que la veía, notaba que sus ojos celestes pedían ayuda a gritos, pero él no era lo suficientemente bueno como para ayudarla. Draco estaba más solo, la había dejado y se había encerrado en su propia caparazón. Una parte de él realmente quería recuperarla, pero ¿cómo lo haría?

•••

Un viernes por la mañana, Diamond fue castigada por Amycus Carrow. Ya no soportaba verlo torturar a los niños y se había levantado para detener al hombre. Él sonrió con malicia cuando clavó su mirada en ella. Diamond supo que así probaba que Amycus y Alecto siempre tuvieron razón con que era una traidora, pero no le importó.

─Traeré a Alecto. Disfruta lo que queda de tu vida─ rió el hombre luego de atarla en una silla y guardar su varita en un cajón.

Diamond lo vio salir con rapidez. Su corazón latía como si quisiera salirse de su caja torácica. Sabiendo lo que le esperaba, estaba claro que iba a sentirse desesperada por encontrar una salida. Se reprendió mentalmente por meterse en aquella tortura, pero también prefería morir antes que oír los gritos ensordecedores de un niño de once años.

Unos pasos cercanos la hicieron sobresaltarse. El miedo recorría sus venas e inundaba su mente. La desesperación aumentó cuando abrieron la puerta. Cerró los ojos con fuerza, deseando que terminaran ya con algo que ni siquiera habían empezado, pero, para su sorpresa, sintió que las cadenas desaparecían.

─Diamond, reacciona, debes correr─ le dijo Damien, moviéndola para que lo mirara.

─Mi varita─ murmuró para sí misma.

Se levantó como un rayo y corrió hacía el cajón en donde Amycus la había puesto.

─¡Vamos!─ exclamó el ruso.

Diamond asintió y salieron. Corrieron por los pasillos lo más rápido que podían. Ella iba detrás de Damien porque él tenía las piernas más largas y era más ágil. Subieron varias escaleras hasta llegar a la pared en donde estaba la Sala de Menesteres.

─Será mejor que no vuelvas a salir─ le dijo Damien─. Los Carrow van a matarte si te ven. Anda, entra.

Diamond lo miró con temor. Él tenía razón, no podría salir de allí por un buen tiempo.

─Júpiter─ murmuró.

─Te la traeré luego, pero, por Merlín, Diamond, ¡entra!─ exclamó Damien con desesperación.

Ella asintió y volteó para hacer aparecer la puerta. Miró hacía todos lados antes de abrirla, pero antes de entrar volvió a ver a su amigo.

─Ten cuidado, por favor.

Damien asintió con firmeza y la vio desaparecer.

Todos los presentes en la sala dirigieron su mirada a Diamond. Ella se sintió algo intimidada, pues muchos tenían expresiones de desconfianza. A unos cuantos metros distinguió a Neville, quien la miraba confundido.

─¿Sucedió algo?─ le preguntó él una vez que Diamond se acercó.

─Le grité a Amycus que se detuviera cuando torturaba a un niño, y de alguna forma eso hizo que notaran que soy una traidora para los mortifagos─ contó con una pequeña mueca─. Iban a matarme. Lo siento.

Neville comprendió aquello, pues los Carrow también habían decidido matarlo días atrás, cosa que lo hizo verse obligado a esconderse en la Sala de Menesteres y dejar a Ginny a cargo de lo que sucedía afuera.

─No te disculpes, está bien─ habló Neville con una sonrisa tranquilizadora. Luego miró a todos los presentes allí─. Escuchen, ella es Diamond Parkinson, de Slytherin. Es mortifaga, pero ha traicionado a los suyos y ahora pelea junto a nosotros contra Quien-Ustedes-Saben. No teman, es confiable y tanto yo como Ginny y Luna lo hemos comprobado.

─Es una asquerosa mortifaga, Longbottom, ¿cómo pueden confiar en ella?─ preguntó Cormac McLaggen, mirando a Diamond con disgusto.

─Tu ni siquiera pareces tener cerebro, eso te hace menos confiable─ atacó la joven.

Neville levantó las manos para evitar que se armara una pelea.

─Diamond los ha rescatado a muchos de ustedes, ¿no es así?─ dijo en voz alta. Varios adolescentes asintieron en respuesta─. Estuvo ya dos veces en peligro de muerte por actuar junto a nosotros. Traicionó a su familia, a sus amigos y a los demás mortifagos para ayudar a Harry. ¿Creen que haría algo de eso si estuviera fingiendo?

─Pues Snape hizo algo parecido, ¿no?─ se metió Ernie Macmillan.

─Yo no soy Severus Snape─ aseguró Diamond.

Y estaba segura de que les sorprendería si dijera las cosas que sabía del nuevo director.

─No pido que confíen en mi, entiendo sus dudas y sus razones para pensar que miento─ agregó luego de un silencio─. Estaré aquí, con ustedes, y lo único que pido el mismo respeto que les tendré, nada más. La guerra está cada día más cerca, por lo que debemos mantenernos unidos─ levantó la voz para que todos la escucharan con claridad─. De hecho, es probable que ya se haya desatado mucho tiempo atrás, pero ahora se viene algo fuerte. Afuera de Hogwarts muchas personas estan muriendo en este mismo momento a manos del Señor Oscuro y sus seguidores. Él está buscando algo que lo hará fuerte, pero no le ha dicho a nadie qué es─ hizo una breve pausa─. Debemos prepararnos para pelear, para apoyar a Harry Potter, para dar nuestras vidas si es necesario, para terminar con toda la oscuridad que tapa tanto al mundo mágico como al muggle. No podemos confiar en nadie, pero tampoco podemos quedarnos solos─ a su mente vinieron las palabras de Theo─. Hay que llegar al final del tunel.

Neville le sonrió con orgullo y asintió ante sus palabras. Muchos se miraron entre sí antes de comenzar a aplaudir. Cormac todavía miraba a Diamond con desconfianza, pero aun así se unió al aplauso. La joven sonrió para sí misma, recorriendo toda la sala con la mirada.

Tres días habían pasado desde la desaparición de Diamond y Draco ya estaba por volverse loco. No era el único, pues también Theo andaba preocupado y Pansy comenzaba a mostrar señales de que le importaba saber el paradero de su hermana. Damien no les había contado nada porque temía que eso pusiera en peligro a Diamond, pues los Carrow los habían estado interrogando y sospechaba que en cualquier momento usarian Veritaserum.

Draco no comprendía lo que estaba sucediendo a su alrededor. El rubio creía que Diamond había escapado y no entendía por qué no se lo había contado ni a él ni a Theo. Sentía como si ella simplemente se hubiera borrado del mapa junto a su gata. Sus cosas todavía permanecían en la habitación, intactas, esperando por el regreso de la joven. Los días se habían vuelto bastante aburridos para él, quien, a pesar de no hablarle a Diamond, se dedicaba a mirarla cada vez que ella estaba distraída. No sentir su presencia en el castillo era lo mismo que verlo vacío, o así pensaba.

Diamond se había metido en un gran lío, eso lo sabía. Si los Carrow hablaban con Voldemort de lo sucedido, seguramente sería buscada por muchos mortifagos. Draco tenía miedo de que la encontraran, tenía miedo de que la torturaran hasta la muerte. Cada vez la cosa en el mundo mágico se ponía más oscura, y comenzaba a afectar al mundo muggle. Había un gran número de magos impuros asesinados, así como también muggles y personas que apoyaban a Harry.

Cada vez que surgía algo nuevo, Damien se escabullía hacia la Sala de Menesteres para contárselo a Diamond. Era la única conexión que tenía la joven con el mundo exterior.

Pronto las semanas comenzaron a pasar con rapidez. Diamond solo tenía a su gata y a Cho Chang, con quien había forjado una especie de amistad. Era de las pocas personas que se habían atrevido a confiar en la Slytherin.

Diamond se encontraba dándole de comer a Júpiter cuando Damien entró a la sala y se dirigió a ella.

─Mañana comienzan las vacaciones de Pascua─ le dijo él─. Narcissa quierre que vayas. Oí a Draco contándole a Theo sobrre eso.

─Mierda─ murmuró para sí misma─. ¿Significa que los Carrow no le han notificado al Señor Oscuro nada todavía?

─Así mismo, y no lo harrán hasta que te vean otrra vez─ contestó─. Eres una traidorra, pero escapaste de ellos y contarrle eso al Señor Oscuro equivale a ser torturrados.

─Seguramente habrán reuniones durante las vacaciones. No puedo ir de todas formas─ suspiró con desilusión.

Damien sonrió.

─No las habrá porrque el Señor Oscuro está en el extranjerro buscando lo que sea que busca─ sus cejas subieron y bajaron─. Puedes encerrarte si los Carrow llegan a aparrecer.

Diamond asintió. Narcissa se había convertido en una especie de madre para ella, por lo tanto, si deseaba verla, la vería.

─Bien, tengo una idea─ dijo la joven─. Iré a Hogsmeade por el pasadizo que lleva a Cabeza de Puerco y allí me apareceré en el tren, seguramente en el vagón de Slytherin.

Damien hizo una mueca.

─No te recomiendo aparrecer en ese. Los Carrow les pidierron a los de tu casa que si te veían les notificarran. Mejor aparece en el de Ravenclaw y me asegurarré de que Draco, Theo, Blaise y Pansy, si quierres, estén ahí.

─Está bien, eso haré.













la amistad entre diamond y theo me da vida.

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