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Ya habían pasado cuatro días desde Navidad y la relación entre Diamond y Draco no había dejado de ser distante por más de haberse dicho que se amaban y haber dormido juntos. Las visitas de los mortifagos para reuniones con Voldemort eran bastante cansadoras, sobretodo porque no había nada nuevo y Harry Potter se había vuelto a borrar del mapa. Eso creyeron hasta que Thomas notificó que una lechuza con una carta había llegado al ministerio, enviada por Xenophilius Lovegood, y que decía que el chico se encontraba en su casa.

─Propongo que vayan Selwyn y Travers─ le dijo Thomas a Lucius─. Si ese imbécil está mintiendo, mataremos a su querida hija.

Voldemort no se encontraba en la mansión en ese momento y nadie quería avisarle del nuevo avistamiento de Harry porque si llegaba a ser una mentira, acabarían muertos.

─Está bien─ asintió Lucius antes de mirar a los mortifagos que Thomas nombró─. Recuerden que no hay que matar al chico, solo retenganlo. Seguramente esté con su amiga sangre sucia... desháganse de ella.

Diamond, que se encontraba oyendo escondida junto a Theo, temió por Granger. Se suponía que Weasley estaba enfermo en su casa, pero también sintió miedo por él porque sabía que aquello no era verdad. Podían engañar a todos los seguidores de lord Voldemort, pero jamás a Diamond, sobretodo porque era muy obvio que Ron jamás dejaría a Harry y a Hermione solos. No sabía cómo habían logrado que el ministerio les creyera. Lo hicieron para no darles más problemas a la familia Weasley.

─Si Harry escapa antes...─ comenzó a decir Theo, pero sus palabras quedaron suspendidas en el aire.

Diamond entendió lo que quiso decir. Si Harry escapaba antes de que Selwyn y Travers lo vieran, contaría como que jamás estuvo allí, y eso sentenciaría de muerte a Luna Lovegood.

Diamond había estado yendo al calabozo a escondidas de todos para darles comida a los que estaban prisioneros. Eran Luna y el señor Ollivander por el momento, pero antes hubieron un par más que lamentablemente ya habían sido asesinados por Bellatrix Lestrange. Diamond se preocupaba de que siempre tuvieran agua y algo de comer. En la segunda noche les llevó mantas para que se protegieran del helado ambiente del calabozo. Era lo único que podía hacer. No tenía las llaves para ayudarlos a huir, pues Colagusano las mantenía bien guardadas.

─Hay que decirle que corre peligro, ¿no?─ dijo Diamond.

─Si, pero no podemos hacer nada, Mondy. Selwyn y Travers volverán antes de logremos verla─ Theo hizo una mueca de frustración.

─Todo esto es una mierda─ murmuró la joven.

Nadie volvió a saber de lo qué sucedió por unas cuantas horas hasta que Lucius volvió a la mansión para la cena. Los demás mortifagos ya se habían ido en ese momento. Narcissa, Draco, Diamond y Damien estaban sentados en la mesa, haciendo silencio mientras esperaban al mayor de los Malfoy.

─Aseguran que Potter si estuvo allí, pero nuevamente escapó─ informó Lucius, sentándose en su lugar─. Lovegood fue llevado a Azkaban y dejaremos vivir a su hija, pero continuará en el calabozo. Selwyn y Travers seguramente tendrán algún castigo por su negligencia.

─Muy bien, Lucius. ¿Podemos comenzar a comer?─ dijo Narcissa con expresión de cansancio.

Estaba claro que le molestaba que de lo único que hablara su esposo fuera del trabajo y sus deberes como mortifago. Lucius y Narcissa se amaban, eso Diamond lo podía ver muy bien, y tenían una forma muy peculiar de demostrarse amor, pero comprendía que eso no fuera suficiente para evitar las fuertes peleas que habían estado teniendo desde el regreso del Señor Oscuro. Narcissa tenía miedo, a Lucius no le importaba. Ella quería hablar de otros temas, él no tenía nada interesante que decir.

─Por supuesto─ contestó cortante.

El sonido de los cubiertos golpeando la cerámica de los platos fue lo único que se oyó luego. Los Malfoy siempre comían en silencio, decían que no era de muy buena educación el ruido en la mesa. Diamond discrepaba de eso, sentía que era mejor cuando las personas conversaban, sobretodo cuando era un tema divertido, pero jamás diría nada porque ella no había sido criada en esa familia y, por lo tanto, debía seguir sus reglas. Solo al final era aceptado hablar.

•••


El regreso a Hogwarts era algo que le ponía los pelos de punta a Diamond. Volvería a ver a Amycus como profesor, volvería a ver como los alumnos eran torturados y volvería a actuar junto al Ejército de Dumbledore. Lo único bueno era que estaban a un paso adelante de los Carrow, pues Neville había logrado descifrar varios secretos de la Sala de Menesteres, lo que la convertía en un excelente refugio para los estudiantes.

Un sábado por la mañana, Neville llamó a Diamond para mostrarle el lugar. La sala estaba prácticamente vacía en cuanto a decoración, pero contenía dos baños, algunas camas, un estandarte de Gryffindor y un cuadro vacío.

─Es perfecto─ dijo Diamond─. Contiene lo justo y necesario, creo, aunque yo le agregaría también algún estante con cosas de primeros auxilios.

Neville asintió y, tras unos segundos en silencio, lo que había sugerido Diamond apareció cerca de dos camas.

─El jueves vine aquí luego de revelarme contra Alecto nuevamente. Estuve varias horas y tenía hambre. Pedí que hiciera aparecer comida, pero por alguna razón eso es lo único que la sala no puede darte─ contó el chico─. Lo que sí hizo fue crear un pasadizo que esta detrás del cuadro. Conduce a Cabeza de Puerco y el dueño me dio comida─ una sonrisa se dibujó en sus labios llenos de heridas─. No vas a creer quién era.

Diamond intentó pensar algunos nombres de personas que hubieran ayudado a Harry Potter más de una vez o que siempre hubieran sido buena gente. Solo se le ocurrió que podría haber sido algún gemelo Weasley o algún ex estudiante de Hogwarts, por eso se sorprendió tanto cuando Neville decidió revelar la respuesta.

─El hermano de Dumbledore: Aberforth─ dijo─. Es un tanto bastante malhumorado, pero será útil. No tendremos que ir a las cocinas a buscar comida y los alumnos podrán quedarse aquí. Iré agregando estandartes que correspondan a las casas de los que utilicen la sala.

─Es una grandiosa idea, de verdad. Yo ayudaré de afuera si lo necesitan, no lo duden.

─Gracias. No pensaba poner alguna decoración de Slytherin porque dudo que alguno sea castigado, pero pondré algo por ti─ aseguró, haciendo aparecer un estandarte verde y plateado.

Diamond sonrió por la consideración.

A medida que los días pasaban, más alumnos utilizaban la Sala de Menesteres como refugio. Neville había tenido que agregar varias camas más. Los estandartes de Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin eran la única decoración, pero nadie se quejaba de aquello.

Los profesores no habían tardado en notar la ausencia de adolescentes. Parecía que en el colegio predominaban los uniformes verdes de las serpientes, mientras que el número de amarillo, escarlata y azul había disminuido demasiado.

─Tu tienes algo que ver con todo esto, ¿verdad?─ dijo Pansy un día en el que se topó con Diamond.

La relación entre ellas no había cambiado para nada, seguían distantes y apenas intercambiaban palabras. Era torturoso para las dos. Todos los días se levantaban en la misma habitación con la esperanza de que la pelea hubiera quedado en el pasado como solía suceder antes, pero no era así. Diamond y Pansy comenzaban a tratarse como desconocidas.

─No sé a qué te refieres─ contestó la mayor.

Pansy soltó un bufido y la detuvo antes de que continuara su marcha hacia el aula de Pociones.

─Sabes bien a qué me refiero. Toda esta repentina desaparición de chicos y chicas es obra tuya y de ese estúpido Ejército de Dumbledore─ habló molesta.

─Si ya lo sabes, ¿por que preguntas?─ sonrió Diamond con falsedad─. ¿Vas a delatarme o algo? Te aviso que no va a funcionar.

Pansy rió sin ganas y puso la misma cara que ponía cuando solía molestar a Hermione Granger.

─Eres una traidora a la sangre, Diamond. Caíste muy bajo─ remarcó la palabra "traidora"─. Y no te preocupes, tu vas a delatarte solita en cualquier momento porque te conozco. Harás caer a Damien y a Theo contigo también, pues lamentablemente estan de tu lado. Solo espero que no lo lamentes luego.

─No me hago cargo de las decisiones de Damien y Theo, ellos son concientes del riesgo─ Diamond se encogió de hombros─. Yo lucho por lo correcto, para al final ayudar a terminar con toda esta masacre que se está dando en el mundo. Si eso me convierte en traidora a la sangre, entonces estoy orgullosa de serlo. Harry Potter vencerá al Señor Oscuro y ningún impuro, mestizo o muggle seguirá viviendo con el temor constante de amanecer muertos.

Abandonó a Pansy una vez que no tuvo nada más que decir, dejándola con las palabras en la boca y una expresión de molestia. No era nada fácil para Diamond tener que ponerse en contra de su hermana menor, quien todavía no había sido capaz de quitarse la venda de los ojos, pero debía hacerlo porque Pansy jamás cambiaría de parecer hasta ver cómo las cosas la afectaban a ella también

Al llegar a Pociones, Diamond se sentó en la mesa de Blaise, Theo y Draco como llevaba haciendo desde sexto año. Los estudiantes que habían optado por continuar en esa materia eran menos que el año anterior, lo que de alguna forma hizo que el profesor Slughorn diera los temas con más rapidez de lo que hacía antes. Los alumnos presentes allí eran solo los que sí o sí debían tomar Pociones para el futuro. Muchos querían ser sanadores, aurores o tener un lugar en el ministerio.

─Bueno, hemos aprendiendo sobre el Veritaserum durante el primer trimestre y parte de diciembre─ empezó a hablar Slughorn─. Me pone contento ver que todos fueron capaces de lograr que sus pociones sean, por lo menos, bebibles y no hayan provocado daños─ sonrió con nerviosismo─. Ahora empezaremos con el antídoto del Veritaserum. Espero que nos tome menos tiempo, así podremos continuar con las demás cosas que tengo planeadas para que vean. Es su último año, muchachos, no se descarrilen ahora que ya llegaron hasta este punto─ recorrió con la mirada a todo el salón─. Formarán grupos de a dos porque me temo que no estoy seguro de si darán los ingredientes. Vayan buscando compañeros mientras anoto lo necesario en el pizarrón.

Diamond le dio una mirada a Theo, la cual él correspondió con una sonrisa. Ella guardó su caldero para usar solo el de su amigo. Volvían a estar como en los viejos tiempos.

─Buscaré los ingredientes. Tu ve preparando el fuego─ dijo Theo, yéndose hacia una de las tantas repisas que tenía el aula.

Diamond hizo lo que él le pidió y lo esperó mientras le daba una leída a su libro, en donde estaba solo el procedimiento.

Llevaban ya media hora de clase. El aula era un hervidero lleno de vapor. Diamond tenía el cabello hecho un lío y comenzaba a enojarse porque no veía ningún avance. Grandes gotas de sudor descendían por su frente y la capa de su uniforme le estaba molestando bastante.

─¿Problemas con cortar eso?─ preguntó Draco con un tono burlón.

Diamond lo miró como si quisiera asesinarlo. Su cabello ya había comenzado a ponerse rojo y leer mil veces la misma línea del libro no ayudaba para nada a su creciente malhumor.

─Si. No los corté correctamente─ contestó.

─Iré a buscar más─ le avisó Theo.

Diamond asintió y continuó leyendo mientras que de vez en cuando revolvía la poción. Oyó a Draco reír por lo bajo y lo miró nuevamente.

─Por Merlín, ¿qué es tan gracioso?─ cuestionó con irritación.

─Tu cabello está del mismo color que el escarlata de los Gryffindor─ comentó.

Diamond, que no entendía por qué después de tantos días sin hablarle Draco decidía ponerse a bromear acerca de su metamorfomagia, se enojó más. El rubio tomó eso como un "basta" y decidió voltear a ver a Blaise para continuar con el antídoto.

─Te golpearía si no estuviera Slughorn cerca─ masculló Diamond.

Draco sonrió al escucharla, pero no volvió a mirarla. Ella lo escaneó una vez más y volvió a lo suyo.

Cuando la hora de Pociones acabó, Diamond y Theo se llevaron la sorpresa de que su antídoto había sido el único que iba por el buen camino. Debían dejarlo reposar tal y como lo hacían con el Veritaserum. Aquello hizo que el cabello de la joven volviera a su estado vioenta amarronado rápidamente. Su metamorfomagia parecía haber querido cobrar vida nuevamente.

Al salir de la clase, chocó con Draco, lo que la hizo mirarlo mal porque estaba claro que él lo había hecho a propósito.

─¿Qué sucede contigo?─ preguntó algo molesta.

Draco se encogió de hombros, comenzando a caminar lejos de los demás. Diamond resopló y lo siguió.

─De verdad te lo pregunto, maldito hurón teñido─ lo hizo detenerse al doblar en un pasillo─. No cruzamos palabras por días ¿y luego lo primero que haces es hacer una broma? No tiene sentido, Draco.

─Quizá solo quiero llamar tu atención─ alzó ambas cejas.

─Te estas comportando raro─ lo miró con sospecha─. Suelta ya lo que escondes.

Draco dejó que una expresión de culpa invadiera todo su rostro. Era como si estuviera decepcionado de sí mismo y eso asustó un poco a Diamond.

─Astoria me besó─ dijo sin ánimos.

Aquello hizo que el corazón de Diamond doliera, pero aun así mantuvo su compostura y trató de parecer tranquila.

─¿Y eso es malo?─ preguntó.

Draco volvió a encogerse de hombros.

─Para mi sí. Le gusto e hice que se ilusionara más. Fue un error, de verdad, creí que eras tu.

─Si, claro, porque Astoria es tan parecida a mi...─ dijo Diamond con sarcasmo y una sonrisa falsa─. Como sea, solo habla con ella y aclara todo para que no continúe pensando que te gusta. Y deja de poner excusas para no hacerme sentir mal, recuerda que no somos nada y puedes hacer lo que quieras con tu vida.

Draco asintió ante sus palabras. Ella tenía razón, no tenía por qué sentir que la había engañado o algo por el estilo, pero una parte de él decía que así había sido porque, después de todo, Draco Malfoy todavía pensaba que podía hacer volver a Diamond a su vida.

─¿Qué clase tenemos ahora?─ preguntó ella.

─Transformaciones.

─Bien, vayamos.
















pero la gran siete, draco.

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