I don't like her

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—Puta madre, puta mierda, puto todo...

Tomo agua del lavabo haciendo un cuenco con mis manos y me la echo en la cara de nuevo, por al menos cuarta vez.

Quedaste en ridículo, Jennie. ¿"Estás linda"? ¿En serio? Puta mierda. ¿Y dices que la gente no notará que eres lesbiana?

Bufo con molestia y quiero golpear a mí reflejo y golpearme a mí misma para no sentir la vergüenza que me carcome.

—Maldita Lalisa Manoban y su radar gay... —murmuro.

De todas las mujeres de esa universidad que están abiertas a relaciones del mismo sexo, ¿tenía que elegirme a mí?

—Lalisa Manoban te odio tanto... —suspiro—. Ay, en realidad no...

La única chica que me pone nerviosa de todo el puto mundo se me declara.

No la amo, no me gusta, no se confundan.

Puedo decir que Lalisa Manoban es mí tipo, que es hermosa tanto físicamente como en su personalidad, que es adorable y me dan ganas de llenar de besos todos sus cachetitos y sus labios esponjosos, que canta mejor que nadie en el mundo, que sus ojos me atrapan y que todo en ella me hace ruborizar y sonreír sin razón alguna, a demás de todo su ser.

Pero no me gusta.

Ni un poco.

—No, no —niego—. No me gusta.... ¿Por qué le pediste una cita, entonces?

Mi corazón se comprime y siento como mi pecho duele, mis ganas de llorar aumentan al punto en que me duele el pecho de tanto aguantar.

Lalisa Manoban morirá pronto y lo más probable es que no pueda hacer nada por ella para evitarlo. A ella le queda esa lista que no sé cuántas cosas pueda ayudarla a cumplir, y no sé por qué me ofrecí a ayudarle a completarla.

No es que quiera pasar tiempo con ella, creo.

Respiro profundamente y me lavo la cara con agua fría por quinta vez antes de salir.

—¿Necesitas que te golpee para que reacciones? —pregunta Jisoo, mi mejor amiga y la única que sabe de mí sexualidad.

—No, tengo huesos débiles, pero gracias —digo.

—Estás nerviosa —dice, notando como juego con mis dedos y mi vista no puede quedarse en un lugar—. ¿Qué hizo Lisa esta vez?

—¿Cómo sabes que fue Lisa? ¿Quién dijo algo sobre ella?

—Se te paró, Jen.

— ¡¿Qué?! —bajo mí vista a los pantalones.

—El corazón~ —canturreó.

—Puta madre, Soo... Ni siquiera tengo pito —quiero golpearla pero ella tiene más fuerza que yo así que aprieto los puños para aguantar las ganas.

Jisoo ríe y me parece odioso, así que me voy para seguir ordenando los libros que devolvieron que sólo se apilan sobre mi escritorio.

—Bueno, bueno, no te enojes —pronuncia, apareciendo al lado mío y la ignoro—. Pero ya, ¿por qué tan nerviosa? ¿Manoban te invito a salir o qué?

—Yo la invite.

—¿Que tu qué? —sonrío sin darme cuenta y suelta un chillido alegre—. No grites en la biblioteca —le digo, pero por mi sonrisa no me deja sonar seria.

—A ver, Jennie Kim. ¿Qué te hizo tener tantos huevos de un momento a otro?

—Lisa me confesó hoy, me dijo que era algo de su lista de "Cosas para hacer antes de morir" y me ofrecí a ayudarla a completarla.

Jisoo se mordió el labio mientras sonreía, sus mejillas estaban teñidas de rojo.

—Esa táctica para conseguir una cita no la sabía ~~ —musitó con emoción—. Voy a usarla, pero sólo una idiota como tú caería en eso.

—Lisa está enferma —digo, totalmente seria, su sonrisa se borra—. No se sabe cuánto tiempo le quede... Por eso hizo la lista.

Ella se queda unos cuantos segundos en silencio.

—Puta mierda, Kim. ¿Por qué no empiezas por ahí? —suspira—... Ahora me siento mal por bromear.

—Que te sirva para callarte un poco.

—No me ayudas.

—No quiero ayudarte.

—Eres un muy mala amiga, Jendeukie.

—Gracias.

—Pero yo no, y por eso te voy a ayudar a que estés bonita para tu cita de hoy~~

—¿Te pedí ayuda en algún momento? —la miro, alzando una ceja.

—Las amigas se ayudan aunque nunca lo hayas pedido —dice, cruzándose de brazos.

—Eso suena a una metiche, no a una amiga.

Jisoo rueda los ojos con fastidio.

—¿Vas a ser así de quejosa frente a la chica que te gusta también? Ya no quiero ayudarte, malagradecida...

—Lisa no me gusta.

—No, para nada —la miro con expresión cansada—. Oh, espera, te quedó un corazoncito de tus ojos de cuando la miras en la mejilla —pasó sus dedos por uno de mis pómulos como si estuviera corriendo una basurita, me aparté con el ceño fruncido—. Ya se fué —dice riendo—. Buena suerte en tu cita, campeona —habla, antes de darme una nalgada y salir de la biblioteca riendo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro