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"Todavía cuando la esperanza está pérdida, algo puede pasar inesperadamente".

El cobalto abrió los ojos de golpe, recordando las palabras que dijo su madre cuando recién le contaba un cuento de magos o guerreros; despertó completamente y miró a su alrededor, su antigua habitación, su closet gigante, una cómoda, una mesita de noche, un escritorio, cosas típicas de una habitación.

Habían llegado hace unos dos días, llegarían a mediados de febrero a la universidad "Emerald Square". Luego de despertarse completamente se dirigió al baño a darse una ducha.

Bajo las escaleras para emanar un delicioso aroma proveniente de la cocina, su amiga que estaba quedándose con él preparaba alegremente el desayuno.

—¡Hola Sonic! —saludó felizmente la rosada.

—Buenos días Amy...no necesitabas haber hecho esto —decía el oji-esmeralda mientras se acercaba a ella.

—Estabas muy cansado y preferí no levantarte, pero me alegra que te hayas arreglado, ven siéntate, hice Chillidogs para ti —sirvió un plato con su comida favorita en la mesa, indicándole que se sentará a degustar.

—Gracias... ¿estás lista para hoy?

—¡Por supuesto! Dicen que la universidad es muy grande y hay estudiantes de todo tipo, me pregunto si habrá un chico ideal para mi...

—Jaja...tu nunca cambias Amy —veía con gracia a su amiga la cual dejo su cabeza en medio de fantasías—. (Este es un nuevo comienzo...no lo arruines Sonic)

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—Esto es ridículo Rouge... ¿Por qué debo venir a este sitio de ñoños? —bufaba con enojo un azabache de orbes carmín.

—Deja de quejarte Shadow, iré a hacer los últimos tramites y tu ve y conviértete en un gran arquitecto —finalizó la plática mientras se daba la vuelta e iba a la oficina central.

—Agh...sólo por mantener mi vida lo haré...

En ese momento la llamada a los estudiantes se escuchó, era inicio de clases y cada quien debía ir a su aula correspondiente.

—Joder... ¿Y ahora cómo se supone que deba elegir mi bendita aula? Debí haberle prestado atención a Rouge...

—Hola, ¿quieres ayuda, estás perdido? —Preguntó una eriza de cabello amarillo, tez durazno y bellos orbes celestes, vestía un vestido azul y zapatos del mismo tono para hacerle juego.

—Algo así... ¿Sabes dónde está la clase C-4?

—Oh está justo a la par de la mía, ¿quieres que te guíe?

—Hazme ese favor.

—¡Con gusto! Ven sígueme —sentenció para comenzar a caminar por los pasillos.

—Eres muy amable, ¿cuál es tu nombre?

—María Robotnik.

|Horas después|

—Las clases son iguales a las de allá...no le veo la diferencia...pero el entorno es más acogedor... —decía pesadamente mientras se lavaba las manos.

Era la cuarta clase del día, prestaba atención a sus profesores y los ejercicios que hacía eran sumamente fáciles como para terminar de primero. Para ser de intercambio notaban cierta habilidad de adaptación impresionante.
Pero le aburrió que sus compañeros de clase lo miraran de manera extraña, así que pidió permiso y fue al baño, sin saber que había sido seguido por un grupo.

—Vaya vaya...el niño prodigio del que tanto se habla —la voz resonó en la oreja del azulado, volteó para encontrase con un halcón de veintitrés años.

—¿Quiénes son ustedes? —Preguntó a los demás del grupo.

—Eso no te importa —chasqueo los dedos para luego, encontrarse el cían sujeto de brazos inmóvil—. Solamente vimos una oportunidad en ti y decidimos venir a ofrecerte un gran trato que no podrás rechazar.

—¿Qué es lo que quieren? —miraba sombrío al líder.

—Debí imaginarlo, eres emo con razón, pero bueno el punto es que si nos ayudas con las tareas y trabajos, te brindaremos una vida tranquila en este lugar.

—Son unos vagos entonces...eso explica bastante —comentó incrédulo el cobalto.

—Tal vez, pero créeme que eres uno de los pocos de este sitio que tiene el honor de llamar nuestra atención —río sonoramente junto a sus compañeros.

—No me interesa —añadió causando que los otros dejarán de reír—. Sus amenazas ya no tienen validez en mi...pueden buscarse a otro idiota para hacer sus porquerías, no tengo tiempo para eso.

—¿Qué has dicho? —Preguntó enfadado el líder.

—Nuevo y ya quiere ser usado... ¿Lo hacemos Zhet?

—Hmh....demuestrenle lo que le hacemos a los que se niegan.

—¡¡Ahhhh!! —recibió una fuerte patada en un costado,  luego lo dejaron caer al suelo de un solo golpe.

—¡¡Jaja patético nerd, si hubieras sido verdaderamente listo hubieras aceptado!!

Se burlaban de él usando toda clase de insultos, recibía golpes en todo el cuerpo y junto antes de darle uno en las costillas, el jefe les llamó la atención.

—Uy pobrecito, le dejamos muy herido —sonrió malicioso—. Quitenle la ropa.

—¿Q..Qué? ¡¡Alto no!! ¡¡¡Sueltenme!!!

Sabía lo que venía, su trauma jamás desaparecería por completo y ahora se movía con verdadero frenesí al sentir como todos empezaban a manosearlo. Pero de pronto, pudieron ver como la puerta del baño se abrió dejando ver a un erizo bicolor.

—¿Qué demonios están haciendo? —Preguntó con las manos en la bolsa de su pantalón lanzandoles una mirada fría.

—¡Lo que a ti no te importa, negro! ¡Ahora vete de aquí! —alegó mientras se interponía ante el menor para impedir que lo viera.

—¿Cómo me llamaste,  imbécil? —respondió mientras fruncía el seño.

—¡¡Lo que oíste, así que lárgate o no responderemos!!

—Siempre creí que el único lugar en donde habían bribones era en la secundaria y la preparatoria, pero veo que aquí todavía hay inmaduros —mostró sus manos para crujir los dedos, dándoles entender a los otros que no se iría.

—Con que así no... ¡¡A él!! —El cuarteto se dirigió contra el moreno, mientras esté solo esquivaba los torpes golpes que le daban, al estar harto le dio a cada uno en un punto exacto, rompiéndole algún hueso o dañando seriamente un órgano.

—C..cómo es que tu... —palideció al ver que era el único de pie de su pandilla.

—¿Qué, tienes miedo estúpido? —burlándose le dio un puñetazo en la cabeza, dejándolo noqueado. Se dirigió al chico para ver si estaba bien—. Hey, mocoso, ¿te encuentras bien?

—S..si...gracias —su voz se le hacía conocida, aunque su mente no lo ayudaba a recordar.

—¿Cuál es tu nombre? —Preguntó mientras se forzaba para verle el rostro oculto que llevaba debajo de esa capucha.

—.....Sonic, Sonic Maurice Matthew —en su rostro se reflejó una sorpresa increíble, palideció de repente.

Tantos años estando separados y jamás olvido a su amigo, aquel de orbes esmeralda y con una similitud a una pequeña bolita azul, según él. Veía boquiabierto al joven enfrente, llevaba una sudadera negra, pantalones ajustados de un negro grisáceo, y zapatillas rojas deportivas; aunque lo nuevo en él a parte de ser ya mayor, eran las grandes ojeras que resaltaban en sus ojos, su piel pálida y las púas azules opacas. Algo había cambiado.

—So...Sonic...n-no puedo creerlo...e-eres... ¡¡Eres tu!! —abrazó de sorpresa al menor—. ¡¡Cuando viene aquí me dijeron que tuviste un accidente y-y..!!

—¿Quién eres? —Esa pregunta hizo que lo soltará para verlo con confusión.

—¿Acaso no me reconoces? Soy yo, Shadow.

—Shadow... —Algo le hizo clic en su mente, no lo recordaba del todo claro, pero si sentía la fraternidad hacía él.

—Si...el mismo...

—Ya veo...perdón debo irme, gracias otra vez por haberme ayudado —su corazón aceleró su pulso, caminó rápidamente hacía la puerta y sin más salió.

—Sonic... —estaba confundido, no tenía idea de lo que acababa de pasar, prefirió dejarlo hasta ahí por unos momentos, pero luego le importó un carajo las clases y fue a buscarlo, debía encontrarlo.

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