ʚ🧺ɞ Capitulo 2.

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-Muy bien, gracias Ta, te avisaré si encuentro algo más. -Jeff colgó el teléfono y suspiró. Ta era el comisario del pueblo y estaba averiguando el asunto del robo de los potros desde sus tierras. Y al parecer, no solo los suyos fueron robados, en otros ranchos sucedió lo mismo.

-¿Se sabe algo hijo?

-Nada, mamá. No hay rastros, ni pistas. El o los ladrones, supieron hacer muy bien su trabajo -gruñó.

-Bueno, tarde o temprano sabrán quienes fueron.

-Difícil, se llevaron a los potros que aún no estaban marcados. A estas alturas seguramente los marcaron como suyos y deben estar ganando dinerales con ellos- Maggi besó su mejilla.

-¿Ya sabes lo que harás en tu cumpleaños?

-Mamá, tengo 30 años, espero que no tengas la esperanza de hacer un cumpleaños con globos y pasteles

-Claro que no. Solo preguntaba.

-Aja... Saldré con los chicos, ya sabes, lo de siempre.

-Bien... seguro no quieres que te prepare...

—Mamá —interrumpió divertido Jeff antes de pasar a su oficina. Tenía muchas cosas que ver. Definitivamente iba a contratar a un contador para que se dedicara a esas cosas y así él se desligaba al menos un poco del trabajo de oficina.






[🧺]





Barcode bufó cuando su auto se detuvo por completo. Desde que salió del pueblo que estaba haciendo ruidos extraños y tenía la esperanza de que al menos anduviera hasta el rancho de su padre. Pero no tuvo la suerte.

Qué novedad.

Rodó los ojos. Se bajó y abrió el capó, pero en realidad solo era por apariencia, porque no sabía nada de coches y ver el cableado allí solo lo confundía. Se apoyó en el auto y miró la carretera. No se veía ningún auto, pero si una casita, así que comenzó a caminar hacia ella. Nunca, en todo lo que llevaba viviendo allí la había notado, por lo que no tenía idea de a quien encontraría.

Cuando entró en el terreno, vio un gran camión transportador de caballos. No supo por qué no le inspiró confianza, pero se escondió tras un gran árbol. Vio como los hombres empezaban a descargar varios potros y potrancas, y al parecer de razas purasangre y un par húngaros.

El conocía mucho de caballos, después de todo su padre los entrenaba.

Era demasiado evidente que nada bueno sucedía ahí. Y, por supuesto, no tenía que ser inteligente para saber que esos caballos eran robados, la manera en que se manejaba la situación era con demasiado estoicismo. Apuraban a los pequeños caballos y vigilaban por si alguien los descubría. Por lo demás, eran solo potros, no había yeguas que cuidaran de ellos y eso ya verificaba su pensamiento.

Lentamente se fue alejando, esperando que nadie le viera salir, a medida que la distancia era mayor más aceleraba su paso, mirando constantemente hacia atrás, pero cuando creyó que había pasado desapercibido, unos tipos empezaron a gritar órdenes y otros corrían hacia él con rifles apuntándole. Gritó (no de una forma muy varonil) y corrió con todas sus fuerzas a la carretera.

Cuando estuvo allí, tomó la dirección contraria al rancho de su padre pasando de su auto detenido, sabía muy bien que no lograría nada metiéndose dentro, así que continuó corriendo a lo que más daban sus pies. Cuando miró hacia atrás, se dio cuenta de que los hombres estaban demasiado cerca, abrió los ojos desmesuradamente cuando tropezó con una roca y cayó de bruces a la tierra. Golpeó con su barbilla, manos y rodillas, pero aun así se puso de pie, sabía que si dejaba que lo atraparan sería hombre muerto.

-¡No puedo morir sin haber besado a Jeff! - gritó con todas sus fuerzas mientras corría. Empezaba a perder la esperanza de salvarse cuando vio una gran camioneta acercándose por la carretera. Venía a gran velocidad y levantaba bastante polvo, pero eso no lo detuvo para alzar las manos y gritar como loco. ¡Aquí! ¡Deténgase, por favor! ¡Por favor!-Saltó, sintió un pinchazo de dolor en su rodilla cuando lo hizo, pero de todos modos lo repitió, tratando de llamar la atención del chofer de la camioneta. Miró hacia atrás y tuvo miedo de lo que vio, los hombres estaban ahí, apuntándole, listo para silenciarlo y entonces, la camioneta se detuve frente a él, alguien tiró de él dentro y justo para escuchar el sonido de las armas dispararse. La camioneta aceleró al máximo y no se atrevió a levantar su cabeza de entre sus manos. Temblaba y tenía miedo. Sus pies, su rodilla, sus manos y hasta su cabeza dolían, pero no se comparaba al miedo que sentía en esos minutos.

-¡Jodida mierda! —gritó una voz. Salió de su conmoción y sus ojos se abrieron con sorpresa, conocía esa voz, de memoria. Estaba todas las noches en sus sueños y todos los días en sus pensamientos. ¡Jeff!

-¡Jeff! -Hizo palabras su pensamiento
y no supo en qué momento las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas— ¡Dios, Jeff! —gritó alzándose y mirando a su salvador, su héroe. Sin pensarlo saltó a sus brazos y plantó un besó en sus labios, no le importaba que Jeff condujera para salvar sus vidas, solo necesitaba ese beso. No quería morir sin probar los labios de Jeff Satur

-¡¿Qué pien... Un giro brusco lo hizo retroceder hasta la puerta del lado del pasajero. Jeff gruñó algunas maldiciones y luego tomo una profunda respiración– Voy a olvidar, por ahora, que jodidamente me besaste niño, allá atrás dejamos a algo mucho más peligroso. ¿En qué demonios te metiste para que te estuvieran disparando?

-¡No hice nada! -respondió de inmediato. No le gustaba que le acusaran de cosas que no hacía- Solo momento y lugar incorrecto -murmuró- Gracias por salvarme, creí que moriría sin... ya sabes, besarte- Su sonrisa se extendió-Pero ya lo hice, así que al menos por ahora, puedo morir si quieren buscarme y asesinarme—Jeff desvió su mirada del camino y gruñó algo ininteligible para Barcode con su mirada incrédula.

-Guarda silencio hasta que lleguemos a mi casa, está más cerca que ir hasta el pueblo. Desde allí llamaré al comisario para comentarle sobre esto. -Barcode, ansioso por complacer a Jeff asintió y guardó silencio durante el viaje. Estaba ávido, ¡iría a la casa de Jeff! Miró su ropa y mordió su labio inferior, se maldijo por ser tan torpe y tropezar mientras corría. Ahora estaba todo sucio y su pantalón roto, incluso sangre salía de la rodilla. Sus manos estaban igual de sucias por la tierra y ni si quiera miró su cara por el espejo, no quería ver su apariencia. No quería que su futura familia -sí, porque la familia de Jeff, sería su familia cuando ellos estuvieran juntos- lo viera en ese estado.

Pasó la manga de su camisa por su rostro tratando de limpiarse, justo cuando la camioneta entró en un camino de tierra y se detenía frente a una linda casa típica de ese lugar. Con un porch bastante amplio que tenía una mesa con un par de sillas y una hamaca estilo sillón de madera. Por fuera se veía bastante acogedora e imaginaba que por dentro lo sería aún más.

-Seré feliz viviendo aquí -murmuró soñador mientras bajaba lentamente de la camioneta.

Jeff comenzó a caminar hacia la entrada y Barcode empezó a seguirlo, pero se detuvo en la entrada, aun no le decían que pasara así que supuso que debía quedarse allí.

Miró a su alrededor, era un lugar precioso, amplio y olía a hogar. Cerró los ojos disfrutando de la sensación que le daba estar de pie allí, en la casa, no, el hogar de Jeff, de su amado Jeff.

-Esto es increíble-susurró-es sencillamente magnífico.

-¿Barcode? -La suave voz que escuchó era de mujer, y estuvo a punto de gruñir hasta que abrió los ojos y la vio. Era mucho mayor que Jeff, así que inmediatamente desechó la idea de que fuera otra de esas feas pretendientes. Esta mujer era más como la madre de Jeff

-¿Disculpe?

-Eres Barcode, ¿verdad? Disculpa los malos modales de mi hijo, te aseguro que no los aprendió de mí, querido– comentó la mujer bajando los dos escalones del porche y tomando su rostro entre sus delicadas manos. –Mírate, estás hecho un desastre, no puedo creer que mi hijo te haya dejado aquí fuera y no te haya hecho pasar. ¿Te duele algo?

-Oh, no, no es culpa de Jeff. Seguramente se le olvidó, o lo dijo y yo no escuché. Soy tan despistado... usted es la madre de Jeff, ¿no?

-Lo soy, Barcode. Me llamo Maggi-dijo la señora sonriendo y besando una de sus mejillas– Y no lo defiendas, conozco a ese hombre desde siempre. Ven, pasa a la casa, limpiaremos tus heridas, comerás algo y me contarás que sucedió. Mi hijo entró despotricando de todo y no entendí nada de lo que sucedió para que terminaras en este estado. No fue él el responsable, ¿verdad?

-¡No! Por supuesto que no, Jeff no me haría daño nunca.

-Bien, eso me tranquiliza, entremos y me explicas. —Barcode asintió sonriendo, Maggi parecía una mujer fantástica. ¿Su madre habría sido de la misma forma? Le hubiera gustado tener una madre como ella, pero supuso que no tendría que desear tenerla cuando él y Jeff estuvieran juntos, ya que automáticamente Maggi se convertiría en su suegra, y tal vez ella, le permitiría llamarla mamá.













Barcode y su talento de
meterse en cada problema
🤌🏻 jajaja









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