Crítica 17 (Lite) Juego de milhombres

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Historia de: SatellKnight

Género: Fantasía oscura/urbana

Primeras impresiones.

Portada.

La portada me parece bien, y creo que cumple con el género de la obra: fantasía oscura. El osito de peluche es claramente aterrador al ser una mezcla entre lo infantil y lo macabro. Las letras hacen un buen juego con el ambiente de la obra. A primera vista me hace pensar en un juego siniestro y complejo ostentado, quizás, por un psicópata metiéndose con niños. Es mi impresión 😅

Sinopsis:

Meses después de que el Rito Enigma se concretase, ahora el Milnombres tiene un nuevo desafío: cumplir con la tarea impuesta por el misterio Señor Kazumi y su esposa Noelle.Cuatro vigilados. 

Cuatro mentes por conocerse. Cuatro historias por contarse. Cuatro vidas enlazadas por una misma encrucijada. 

Mientras el tiempo corre, cada parte cuenta.

No hay marcha atrás para lo que esté por venir, ha comenzando el Juego de un Milnombres.

La palabra que utilizaría para resumir la sinopsis sería interesante y quizás un poco descabellada. Al hablarme de «ritos» y un desafío impuesto por un tal señor Kazumi y su esposa Noelle abre la imaginación. El lector deberá suponer quiénes son y qué pretenden y así se puede abarcar una amplia gama de sensaciones. Aunque estas pudiesen ser ambiguas, logran enganchar gracias a la atmósfera perceptible de la obra.

Me parece muy curioso que la primicia abarque a cuatro personajes que se enlazarán en una misma encrucijada. ¿Quién es milhombres y cuál es su juego con ellos? Estas dudas siembran el anhelo de leer.

Introducción:

Una de las estrategias literarias más utilizadas en esta historia es la elipsis, que consiste en omitir intencionalmente ciertos elementos descriptivos de la narrativa, permitiendo que el lector se haga sus propias ideas e imagine por sí mismo. Desde el principio se nos relata que milhombres tiene que llevar a cabo una misión y entrar en alguien, pero no se nos dice cómo es, y en sí no hay nada incorrecto en ello. Las preguntas te asaltan desde una primera entrada llevándote a formar una revolución de suposiciones. Aunque la elipsis es una de las estrategias más arriesgadas de la literatura y no siempre puede gustar, puede provocar grandes éxitos, y sentí, personalmente, que el inicio de esta obra podría ser uno de esos casos.

Quedé «flipando» con la imaginación de la autora y las inquietantes escenas planteadas en un principio. Todo está muy lejos de ser estereotípico o más bien llamado «cliché». Hay una creatividad que aplaudo a toda costa, donde el lector podrá escalar a escenarios oníricos que mezclan tonos infantiles y malévolos, desordenados pero enfocados en sus sistemas, que te empalagan con ideas que deberás ir armando poco a poco. Es un viaje interesante, curioso e inversivo hacia aspectos profundos de la mente, los comportamientos sociales y un sistema de magia que te invita a mirarla desde otros enfoques, pues es presentada muy fuera de lo común y su funcionamiento no va encaminado a encandilar la vista, sino el pensamiento gracias a personajes que manejan el aspecto según situaciones anexas y problemas internos.

Cada capítulo es como un pedazo de un rompecabezas que te invita a completar el cuadro. No obstante, el problema más notorio es que hay muchos pedazos que no están bien distribuidos, algunos yacen dispersos, otros excesivamente escondidos, algunos han sido eliminados del mapa y otros taponados bajo escenas cuyo aporte es desconocido o incluso trivial, lo que provoca que el núcleo mismo de la historia se manche y al lector se le haga arduo comprender muchos aspectos, llegando a no distinguir el objetivo mismo de la obra.

La elipsis requiere sumo cuidado, ya que una omisión excesiva de datos y detalles puede confundir al lector o dejar la historia incompleta. En este caso se añaden otros inconvenientes que lastiman el timón que dirige este barco.

Toda historia es una propuesta de viaje. El destino es el objetivo, la meta. Nadie querrá entrar a un barco si sabe que el destino es perderse en mitad del océano o llegar a una pobre y desnutrida isla que no se compara en nada con el paraíso prometido. Aunque en algunos casos el destino puede albergar cierto misterio, es crucial que los navegantes tengan certeza de que llegarán a algún lugar, y a uno gratificante; de lo contrario preferirán saltar por la borda y nadar de regreso. Al lector se le facilita esta tarea con el simple hecho de cerrar las páginas del libro.

En juego de milhombres se dilata y desorienta el objetivo debido a varios inconvenientes que enlistaré a continuación:

1) Exceso de escenas rutinarias: Se pierde una gran cantidad de párrafos explicándonos qué hace día a día el personaje: qué come, el helado que tiene que comprar, cuándo tiene que ir al baño, qué hace cuando llega a casa, qué piensa del alrededor de esta, su cabello, su vestido, lo que piensan sus amigas. Esto consume demasiado espacio, espacio que debería ser utilizado para enganchar al lector o para orientarlo.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que las escenas rutinarias expresan aburrimiento. El lector ya está sumido en sus propias rutinas como para entrar en un libro a ver más de lo mismo. Asimismo, estas escenas son una mala estrategia porque no cuentan prácticamente nada especial de ningún personaje (a menos que, a modo de ejemplo, este sepa preparar una súper comida o fuese fanático de algún alimento en específico), lo que causa que el personaje empiece a aburrir, pues lo sentimos monótono, sin función, sin aporte.

Si alguna de estas escenas ha sido insertada por una razón, es importante que se le insinúe al lector por qué. De lo contrario quitarán más de lo que aportan.

2) Personajes poco convencionales y de bajo impacto: Los personajes poco comunes no tienen nada de malo; todo lo contrario, sin embargo, es fundamental que haya una atmósfera que explique por qué marchan contra la corriente. El personaje principal, el primero en ser presentado, tiene 13 años, pero sus actitudes pudiesen ser propias de alguien de 7 y 8. La narrativa lo trata constantemente de niño cuando ya es un adolescente.

Pero ¿acaso alguien de 13 años no puede ser tratado como niño o tener actitudes de uno? Sí, por supuesto, incluso si tuviera mucha más edad, pero el lector debe discernir que hay una atmósfera que respalda este inocente título. Padres que lo mimaron, padres que lo sobreprotegieron, cultura pura, hogar demasiado dulce, religión, ambiente escolar alejado de la bohemia, y un enorme etcétera.

Los motivos actuales que hay para explicar el comportamiento del personaje no son suficientes. Se puede intuir que tiene un trauma con su hermana quien pudo haber sido una especie de amparo y guía, dejándolo desprovisto y quizás con una falta de desarrollo, pero esta suposición cuelga en el aire y no de algo sólido.

El ambiente, por otra parte, sugiere ser cruel, pero el personaje pareciera estar dentro de una burbuja en el tiempo, alejado de este ambiente, aunque a la vez demasiado insertado y consciente de él, lo que provoca una madurez que no cohesiona con su habla, el cual se sostiene en una forma demasiado infantil por una razón que desconozco. En algunas ocasiones logré sentir que era más bien el narrador el que lo mimaba para ser así y no el mundo que lo rodeaba.

Esto concluye en un personaje de psicología amorfa, lo que ayuda a que sea repelente, con menos capacidad para despertar el interés necesario para que el lector se mantenga atento a él y a lo que le sucede.

¿Es entonces un personaje mal hecho? Me atrevería a decir que no; es más bien el narrador selectivo quien lo viste cuando no debe y lo debiste cuando sí, lo que aporta un daño a su imagen.

3) Narrador selectivo: Todos los narradores escogen qué mostrar y qué no, pero este en especial ha ido un poco más allá. En ocasiones abarca bastante bien la psicología de los personajes y sus emociones, pero en escenas que no se sienten demasiado importantes (aunque algunas no son innecesarias), como alguna discusión con algún primo. No obstante, cuando hay una escena de alto impacto (como cuando lleva una pistola a la escuela), profundiza demasiado poco, logrando que el bombazo ante algo tan grave baje y pase sin más e incluso se olvide a las pocas páginas.

El narrador oculta demasiada información. Un ejemplo de ello es que hay un asesinato en la escuela y las secuelas pasan desapercibidas o derechamente no existen, todo excusado bajo el hecho de que «nadie puede hacer nada». El lector necesita conocer las leyes para entender y creer en una escena así.

También desconozco por qué me oculta el nombre del personaje principal. En varias ocasiones retrocedí en la lectura para ver si lo hallaba, pero simplemente no lo encontré. No sé si será mi error o no, puede que sí, no obstante, sigo sin encontrar el efecto de misterio y recompensa por ocultar algo tan básico. A menos que, por dar un ejemplo, el personaje sea alguien cuyo nombre tenga una trascendencia, pero hasta el momento, en la supuesta resolución de su conflicto, sigo sin encontrar algo semejante a este ejemplo. (En caso de que la respuesta esté en el final significaría que pasé demasiadas páginas con un vacío incómodo.)

Por otro lado, ¿qué ocurre con milhombres? ¿Por qué ha entrado en este niño? A este punto las suposiciones dejan de tener la fuerza suficiente para mantener la lectura y empieza a ser necesario comprender qué está pasando con esta «entidad», ya que su tarea vendría a ser el objetivo principal de la historia. Sin embargo, esto se va nublando capítulo a capítulo, dándonos apenas arras para entender que milhombres está para hacer maldades y para chupar energía. Empecé a sentirlo como un duende que no solo estaba para molestar al personaje, sino al lector, provocando, al menos en mí, una sensación de estorbo, de que fuese arrancado de las páginas, pues su aporte es difuso, además se mezcla con personajes que están fallando al enganchar, reduciendo así el conflicto de la trama: «a perjudicar y poco más». ¿Si el objetivo se ha reducido a este nivel, es suficiente para que el lector desee mantenerse en el barco?

4) Cambio de narrador: los cambios en los narradores son realmente escasos en los libros, y hay razones de ello. No es que no se pueda intercambiar, pero se debe evitar a toda costa que sea abrupto. Si de repente estoy leyendo todo en primera persona y me asalta un párrafo en tercera, se considera abrupto, logrando dañar agresivamente la fluidez del texto, su redacción y cohesión de ideas. La mente se tiene que trasportar, saltar, y esa es una sensación desagradable, viéndonos obligados a detener la lectura y a releer, lo que consume un importante tiempo de atención que no queremos desperdiciar.

Tu narrador principal sería el de primera persona, cuyo principal beneficio está en su nivel de cercanía con el personaje, lo que nos permite involucrarnos a un nivel más interno con él. No obstante, no se ha logrado en este caso, gracias a la manera selectiva de ser del narrador y por su reticencia a involucrarse con aspectos que nos pudiesen revelar información. Así que, aunque sé que puedo sonar un poco crudo al decir esto, debo asegurar que no hallé beneficio alguno de usar este narrador; más bien encontré lo opuesto, ya que es muy hábil para aumentar el efecto repelente y desgastante de los personajes.

Te aconsejaría utilizar un solo narrador, en tu caso puede caer mucho mejor el de tercera persona al ser capaz de trasportar la mente sin hacerla sentir incomoda. No obstante, no puedo sesgarte en esta opinión. Si tú consideras que el de primera persona es más adecuado, entonces sigue con él, pero deberás pulirlo y adecuarlo.

Otras sugerencias:

Mi consejo principal sería equilibrar la historia, porque sus ideas son sensacionales, pero el narrador necesita ser tratado a profundidad. Percibo el esmero de dejar meollos e intrigas por doquier, pero no te olvides que este esmero te puede llevar a forzar el misterio, lo cual jugaría en tu contra. Cuando hay que responderle cosas al lector, hay que hacerlo. Esto siembra naturalidad y armonía entre las diferentes dimensiones del libro.

Por último, diré que es importante que le des más atractivo a tus personajes y que tengas cuidado con hacerlos tan repelentes.

Vayamos específicamente al primero de ellos, quien perdió a su hermana, situación que debería romperme el corazón, más porque sé tener empatía ante situaciones así, pero la narrativa lograba que me sintiera saturado con su problema y el anhelo de gritarle al personaje que superara el asunto y dejara de molestar. Esto demuestra que el personaje está fallando a la hora de involucrarnos con él, con su alma. Esta desconexión nos lleva a sufrir menos emociones, lo cual es complicado, pues al fin y al cabo leemos para sentir.

En tu obra es especialmente importante que los personajes sean atractivos de alguna forma, ya sea de manera oscura o positiva, ya que el objetivo de tu historia va muy de la mano con la esencia interna de cada uno.

Por otra parte, es importante que los objetivos de los personajes se perciban y tengan coherencia con la premisa principal de la obra, con el objetivo de milhombres. No se trata simplemente de mostrarnos la vida de cada sin algo que le diga al lector: «esto está sucediendo por una razón». Este inconveniente nos lleva a navegar sin noción o rumbo.

¿Qué fue lo que más me gustó?

Debo destacar que me encantó de sobremanera la mención del mundo mágico llamado Caemundi. Fue el capítulo donde no podía parar de comentar, porque lo sentía propio de la historia y sumamente genial. Nació en mí el anhelo de conocer Caemundi a fondo y de entrar a él, algo que tampoco siento con facilidad en los libros. Fue el único capítulo donde sentí que el narrador dejaba de lado su manía y al fin me mostraba más su mundo y lo más llamativo de él. Esto me convence de que, una vez tratado los errores, la historia puede brillar sin duda alguna.

Sin más que decir, te insto a seguir adelante. Solo espero que estos consejos sean bien recibidos y te ayuden darle la potencia que necesita este increíble mundo.

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