Crítica 21 Los juegos de Asgard

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Autor: FantasyPrime5

Género: Fantasía.

Tipo de crítica: Lite

Primeras impresiones.

Portada.

La portada me parece bonita y bien hecha, bien formada, sin embargo, a pesar del blanco resplandeciente, me parece que en términos generales luce algo opaca ante la vista. Al tener un fondo increíblemente negro, hace que la portada dependa demasiado del blanco para destacar, llevando así a que las letras se sobrepongan por encima de la imagen, reduciendo el impacto visual primitivo. Los colores, aunque deberían congeniar, quizás no lo logran como deberían. A pesar de todo, la imagen de Odín luce enigmática e incluso aterradora, y la pregunta colocada en la cabecera sirve como un gancho genial. Tal vez lo único que podría sugerir es que el mundo sea remplazado por uno donde se vea que hay personas combatiendo. Esto enriquecería la idea de que aquí habrá una competencia, núcleo de la historia.

Sinopsis:

Cada siglo, Asgard se prepara para el evento más trascendental: Los Juegos de Asgard. En esta competencia legendaria, los dioses eligen un campeón de entre los nueve mundos para que los represente. Estos valientes, además de sus habilidades naturales, son bendecidos por sus deidades patronas, adquiriendo poderes divinos. El premio es tan grandioso como variado: desde la resurrección hasta lo más banal. Sin embargo, esta vez, el premio máximo es convertirse en un dios, unirse al panteón celestial y gobernar los universos. Pero, la apuesta es alta: si el campeón no elegido por el destino gana, desencadenará el Ragnarök.

Nada que criticarle a la sinopsis realmente, es muy concisa y sabe colocar al lector en la historia de inmediato, sus objetivos, trama y emociones que llevan tensión y enigma. Ahora, ¿qué puedo decir desde mi punto de vista personal? En una primera impresión, me sentía más bien neutral, ya que la premisa tampoco es que me ofrezca algo demasiado peculiar. Y es que, aunque sé que ya todo está creado, hay que reconocer que todos buscamos una chispa de novedad al cruzarnos con cualquier libro. Aquí, ciertamente, se podría encontrar, sin embargo, quizás no sea suficiente para mí, pero reitero al decir que aquí se involucran gustos. Las historias que se basan en pelea/combates y cuya consecuencia ante los objetivos rotos sea destrucción pura, no me resultan atractivas a estas alturas, pero hay que reconocer que a muchos sí, especialmente a los amantes del anime clásico.

En el prólogo conocemos las bases de la historia, el porqué de la competencia. Debo decir que me resultó algo pesado de leer, y destaco el "algo", ya que tampoco fue exagerado. Tantos personajes presentándose y hablando, sí me resultó ligeramente agobiante. La historia, aunque nos dice quién es quién, sí hace necesitar cierto conocimiento previo de quiénes son los dioses de Asgard para que el lector se deslice más fácilmente en la escena. Y aquí quizás hablo por mí, ya que cada historia suele retocar lo ya conocido, y por esta razón, en mi caso, cuando conozco personajes, los veo como nuevos, eso me perjudicó un poco.

Fuera de esto, la escena es muy clara, pero debo decir que mantuve mi posición neutral, pues no hubo algo que me asombrara mucho o me enganchara demasiado. Los dioses discutiendo, seres que han vivido tanto, me sacaba más de una cana, porque veo a muchos humanos siendo muchos más maduros que ellos. Pero ¿esto es malo? No realmente, de hecho, aquí se entiende como una crítica hacia los dioses en general, y es la raíz que le da vida a la trama.

En conclusión, todo es muy coherente. Aunque sí reconozco que me ilusioné con un motivo mucho más hondo detrás de los juegos, es efectivo igualmente, creíble y suficiente.

Ahora, al llegar al primer capítulo, mi percepción cambió totalmente al encontrarme con la historia de Rita, su niñez y su repentino destino con tortura eterna por algo que el narrador no nos cuenta del todo, sino que nos permite jugar con la imaginación y revolverlos con la intriga. Pocas veces hallo un storytelling tan bueno, y aquí lo encontré y debo aplaudirlo en demasía, casi arrodillándome, ya que me gustó de sobremanera. El narrador deja con ganas de leer más, con el deseo de viajar y adentrarnos para buscar respuestas ante todas aquellas preguntas que se desparraman en el camino.

Considero un increíble acierto relatarnos las historias de los personajes que entrarán en los juegos antes de que los dioses los escojan y empiece la competencia. Se sabe a qué se debe que sean tan especiales y por qué se merecen un puesto en los famosísimos juegos. Conocer sus pasados le permite al lector construir un lazo de empatía mayor, algo que lo llevará a disfrutar mucho más los pasos de la historia, los movimientos de cada uno de los personajes. Y, al mostrar una buena lista de ellos con vivencias fuertes y buenas cualidades que conforman sus personalidades, será un desafío saber a quién apoyar.

Sin embargo, hablo desde perspectivas generales, ya que en mi caso hubo cierto patrón que me impidió saber a qué personaje dedicarle una empatía, digamos, mucho más real. Cuando todos se reunieron, no sabía a quién dedicarle el corazón, a quién gritarle mi deseo para que gane los juegos de Asgard, así haya conocido historias increíbles por parte de cada uno. En primer lugar, porque todos tienen algo en común: son demasiado intachables, y unos más que otros.

La empatía hacia un personaje surge principalmente de la percepción de su humanidad, de su capacidad de experimentar emociones, cometer errores y mostrar vulnerabilidades, porque esto es algo que todos podemos entender y con lo que nos podemos identificar, porque nosotros mismos vivimos esas experiencias y sabemos lo que significan. Un ser humano perfecto, sin defectos ni debilidades, resulta inalcanzable, lo que nos dificulta la conexión emocional con él.

No digo que en Asgard haya personajes perfectos en su totalidad, pero hay algunos tan brillantes, como Rita, que cuesta hallarle impuras reales. Sí, experimenta miedos, pero los supera con una facilidad alucinante, con capacidades que hace notar prácticamente de su mismo nacimiento. En alguna oportunidad resultó algo osada, pero este no es un defecto en sí, sino compañero de su enorme determinación. Digo enorme porque el narrador se encarga de repetirnos tal determinación. Rita es una estrella en aspectos físicos, mentales, emocionales y espirituales que se gana fácilmente la admiración de quien la presencia, como una guía y meta a seguir, pero difícilmente nos sentiremos identificados con ella, porque sus dotes no están al alcance de cualquiera. Puede servir, más bien, para aquel lector al que le gustaría ser como ella y a través de ella vivir lo que tal vez no puede experimentar en la realidad.

Aclaro, de todas formas, que esta puede ser una percepción aún apresurada de mi parte, ya que aún no se ha mostrado a fondo el personaje, pues el tiempo requiere repartirse entre varios, y esto es solo lo que hemos visto hasta el momento. Por otro lado, entiendo que los dioses no anden escogiendo a cualquiera para que les representen en los juegos, sino a personajes sumamente destacados. Aun así, me es difícil creer que alguien ondee tantas cualidades desde una fuente exageradamente innata, y no a través de procesos que son los que realmente suelen forjar a las personas, evolución.

Para lograr empatía hacia alguien tampoco consiste en crear a un personaje tan cargado de defectos que se haga insoportable de leer; lo importante es que evolucione en su debido momento, que nos muestre cómo logra torcer una situación, cómo convierte un defecto incluso en una virtud. Primero nos sentimos identificados con él, ahora queremos que logre lo que en nosotros aún está en proceso: crecimiento. Allí yace una de las principales moralejas que nutre al lector.

En Juegos de Asgard me costaba encontrar ese punto de quiebre interno en los personajes. Casi todos actuaban increíblemente bien, sensatos, lúcidos, aún en los peores y más crudos momentos. Sí, por supuesto, había todo un vórtice de emociones dolorosas entremedio de sus situaciones, demasiado, demasiado dolor, pero se sobreponían aún siendo inmaduros. Aquí hablo principalmente por Astrid, en cuyo pasado tan espantoso, el narrador cubría de forma sublime sus emociones dañadas, pero aún inmadura, sus titubeos fueron escasos. Esto me demostró un personaje demasiado pulido ya previamente, sin permitirme conocer o percibir algún proceso e incluso crianza sumamente especial que la llevó a ser así.

Es de este modo, que se logra sentir que los juegos no se centrarán en mostrarnos una evolución de personajes demasiado contundente, porque ya están muy evolucionados, sino en mostrarnos sus talentos y los increíbles que son y cómo esto se revuelve en un espectáculo de luces y desafíos. Será, quizás en muchos casos, un proceso de sacarles aún más brillo. Y todo ya es tan brillante que me siento encandilado y por ende menos interesado en descubrir más luz, menos interesado incluso en sumergirme en el viaje que debería llevarme en un proyecto de cambios.

Eso sí, destaco a Bragi, porque más allá de sorprendernos con su historia o ganarse nuestra comprensión al vivir horrores, es quien más demuestra manchas en el alma, y manchas comprensibles, manchas que prácticamente todo el mundo ha sentido en algún momento, como lo es el rencor, problemas de fe, desilusiones hacia los dioses ante los que clamó, sin doblegarlos como si nada, mientras planea venganzas que, en realidad, no surgen efecto, lo cual pudiese ser mucho mejor, ya que nos muestra un tono más realista y nos hace ansiar que cumpla posteriormente su objetivo, quizás de una forma mucho más rica. Por si fuera poco, su madre decidió llamarlo Bragi, lo cual siembra en él una conexión especial hacia su dios homónimo, lo cual coloca en él un argumento que explica sus dotes más allá de lo meramente innato.

Por eso le dedicaba mi principal apoyo a él, sin embargo, sentía que todavía lo estaba haciendo como por descarte, aunque esto se puede deber también al hecho de que le he visto muy poco y que a la historia le hace falta bastante camino por recorrer.

En síntesis, lo que se pretende postular de los personajes suena muy genial, pero el narrador tiene cierto afán por relucir lo que, de hecho, ya se ve por sí solo, de engordar lo bueno, lo destacado, como si tuviera enamorado de sus propios personajes y quisiera que sus almas fuesen impecables. Sus historias, aunque sorprendentes, chocantes, llenas de intriga, no son suficientes, al menos para mí, para engancharme de ellos. Y es que por otro lado tampoco saboree demasiado carisma, siendo todo opacado o poseído por lo intachable.

Narración:

Las descripciones en la narrativa son sublimes, llenas de percepciones sensoriales, de analogías, de imágenes vivas, de fluidez y excelente redacción. Quedaba encantado con más de un párrafo mientras percibía un gran talento que me llevaba a ver los paisajes que se les antojaba. Podía devorarme la lectura en un inicio, como si estuviese viendo una película real en la cabeza.

Lamentablemente hay otro pero. En un principio, había una que otra redundancia, como volverme a decir lo que sentía Rita con una frase explicativa que funcionaba de conector con otro párrafo, pero era algo tan ligero que incluso pensé en ni siquiera mencionarlo. Sin embargo, a medida que avanzaban los capítulos, la sobrecarga ya se hacía notar y empeoraba a tal punto que me hacía detener la lectura para tomarme varios respiros.

Los dioses, los paisajes, los olores, se describen en demasía, incluso cuando ya me había quedado más que claro cómo eran muchos lugares. Aunque entiendo perfectamente qué se intenta provocar a través de la descripción de olores, lo encontré demasiado exagerado, de tal modo que dichos aromas parecían ser parte no fundamental de los paisajes, sino de la trama, como si necesitara saberlos para entender el conflicto de la historia, cuando no era así. El último capítulo de Bragi cobraba muchas pausas para describirme estas sensaciones. Aunque me considero muy paciente al leer, me hallaba desesperado por encontrar la trama entre tantas descripciones. Y cuando al fin los juegos inician, me hallé muy fatigado y sobresaturado con la belleza reiterativa de los dioses y la opulencia que les rodeaba.

Solo aconsejo equilibrar, aunque no sea un consejo novedoso.

Por último, se usaba mucho el "parecía", incluso cuando no era necesario. Pasaré algunas capturas:

En la siguiente captura se muestra una redundancia que vi varias veces.

Volver a decirme, en este caso a través de una intervención narrativa, lo que ya vi, no aporta nada. El "intentando calmarla en medio del caos emocional que la envolvía", está demás.

Conclusión:

Concluyo aclarando algo: ya tengo treinta años. La historia tiene ciertas cualidades que triunfan más en los amantes del anime (personajes muy capacitados, aptos para desafíos de alta escala, con alto control de sí mismos), mientras, por mi lado, disfruto más del trama psicológico y la profundidad en la evolución de personajes. Pero, salvo lo que mencioné, Los juegos de Asgard ostenta una calidad muy alta, encaminada hacia grandes ligas, más aún para un público determinado y más si se quiere potenciar/pulir en otras áreas.

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