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Kula siempre estaba dudosa de muchas cosas nuevas mientras se miraba a sí misma en el espejo, en especial cuando veía sus manos.

Eran pequeñas, muy bonitas y suaves; o al menos así se describía en las revistas de chicas que le habían dado una vez o que compró por mero impulso.

Heladas al tacto pero no demasiado, a lo mucho las personas se preocupan de que pueda tener la presión baja si es que no usaba del todo sus poderes; de vez en cuando no llegaba a sentir la punta de sus dedos, sin embargo, tampoco es que fuera el gran problema debido a que tuviese mucha sensación de sus dedos al tener sus guantes puestos y sus poderes activados.

No tenía problemas, le encantaba el frío, siendo que aún llegaba a recordar el frio cuando en verdad podía sentirlo, la sensación de adormecimiento en sus dedos era quizás lo último que le quedaba de muy viejos recuerdos y que le llegaban a regresar cuando tomaba su forma natural.

En ocasiones sentía curiosidad sobre eso.

Ella podía tomar la forma de "descanso", por así decirlo, o como le decían los de NESTS, la forma de "encubierto", sentía el frío, pero también mucho sueño; aunque no estaba seguro decirse que la idea de esa habilidad suya era dormir a la larga o de disfrutar ser lo más parecido a una persona que no había vivido lo que ella.

Y luego miraba a K'.

A diferencia de ella, K' nunca podía quitarse su guante, ya fue testigo del infierno ardiente que se liberaba si es que le faltaba por dos segundos el guante.

Ella no gustaba del calor, por eso prefería que tuviese el guante puesto a todo momento.

Durante mucho tiempo llegó a "odiarlo", no recordaba si era por propio sentimiento o por órdenes del todo; quizás si llegó a odiarlo en cierto punto de verdad, porque él fue el primero, cuando él respondió a los experimentos fue casi una condena para el resto.

Mucha más niños fueron tomados de sus familias.

Aunque el 90% no sobrevivió a los primeros experimentos, fue solo el incentivo para la idea de la "perfección" de los sujetos de prueba.

No recordaba mucho de esos días, o quizás no quería recordarlo.

Sabe que no fue la única en los experimentos, eso sin dudarlo, aunque bien sabía que era la única que estaba con vida al menos.

Los restos de los fallidos eran guardados para prevenir nuevas fallas, así tratando de repetir sus errores y dejar de gastar sujetos de prueba.

- ¿Qué pasa por tu cabeza? -su burbuja se rompió al escuchar su voz, levantando la mirada para ver a la persona junto a ella sonriendo- tu chocolate caliente se ha enfriado.

- Kula lo prefiere así -hizo un mohín, con sus mejillas infladas de aire porque notó que los malvaviscos se habían derretido.

Aunque también le gustaba morder su suave textura lograba satisfacerse de igual forma con su dulce forma disuelta.

- Ya van a estropearse -la oyó murmurar viendo la etiqueta de la bolsa, en realidad era raro, teniendo a dos locos por el azúcar en una sola casa por más de dos semana seguidos y que ninguno hubiese acabado con una bolsa que se compró desde el año pasado era algo que era demasiado increíble a este punto de su vida.

O quizás la bolsa se quedó en lo más profundo del gabinete y por eso no había sido asaltada hasta ahora.

- Creo que es tiempo de que te enseñe a hacer sándwiches de malvaviscos, chocolate y galleta con centro de caramelo.

- ¡Yay!

- Pero necesitamos una fogata...

- ¡Para eso está K'!

De fondo pudo escuchar a Máxima retener una risa, casi ahogándose con su tercera taza de chocolate, K', aunque estaba a su lado, no hizo el mínimo intento de ayudarlo.

- ¡Que se muere!

- Es parte robot, ya ni entiendo por qué sigue comiendo en primer lugar.

- ¡Tío!

Mientras la dueña de la casa se encargaba, Kula llegó a fijarse en su propia taza, y luego miró a K'.

Quizás esa era una razón para "odiarlo".

El calor derretía a lo que era frío, lo hacía perder su forma, por último lo dejaba en nada, casi como si nunca hubiera existido, apenas dejando un suave sabor como recordatorio.

Si el frío malvavisco no ganaba la pelea, sería derretido en nada.

Pero también habían cosas buenas que podían ser, como los malvaviscos asados.

Y ahora le iban a enseñar a hacer los legendarios malvaviscos asados, con tabletas de chocolate y galleta con centro de caramelo.

- ¡Por favor, K'!

- Ni lo sueñes, niña, no sé ni por quién me tomas.

- ¡¿Alguno me da una mano?!, ¡¿cómo le sacó el malvavisco de su garganta?!, ¡¿Esto es una garganta para empezar?!, ¡no puedo presionar su pecho, es de metal!

Una noche común, desde luego.

- ¡Huele tan bien! -el aroma dulce le hacía agua la boca, mientras veía el momento en que su amiga ponía el caramelo sobre el malvavisco asado, luego haciendo el sándwich con galleta y chocolate.

- Aquí van dos -los pasó ambos a Kula y Máxima, siendo que el último usó la oportunidad de su  casi muerte para meterle culpabilidad al que, al final, prendió fuego a un par de ramitas en el patio del árbol del vecino.

De algo sirvió las ramas del árbol de su descuidado, y algo desgraciado, vecino.

- ¿También quieres? -obviamente estaba ahí casi en contra de su voluntad, vio extraño esa cosa alta en azúcar que le era tendida con amabilidad y cuidado para que no llegue a caer.

Ni supo por qué lo recibió, quizás lo usaría dentro de poco para llegar a obtener algo de los locos del azúcar cuando vean que tiene el último.

Quizás fue por pura curiosidad, cosa que ya pensó muerta en él, pero levantó la galleta y el chocolate, llegando al centro.

El malvavisco estaba caliente, y su capa externa, seca y crujiente, estaba aún más caliente.

No supo ni por qué se sorprendía de ver que el caramelo estaba totalmente deforme, derretido hasta el punto en que perdía su forma y dentro de poco no sería más que un pegote aplastado.

Y el olor a caramelo quemado le dio náuseas.

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