Ardía.

No sabía con qué compararlo, pero le dolía terriblemente.

Sentía que tenía la palabra en la punta de la lengua y quería decirla para poder liberar algo de la tensión del momento.

Ah, cierto, esa era.

- ¡¡p%/$ m€*%&!!

Varios científicos que caminaban fuera de su zona de prueba voltearon a ver, algunos hicieron como si nada pasase, otros simplemente cubrían sus oídos y trataban de caminar más rápido, tratando de escapar de esa cruenta realidad a la que fueron sometidos.

No obstante, él sentía que no podía más, quería seguir soltando tacos al aire uno tras otro, sin importar las descargas eléctricas que recibía con cada palabra que soltaba.

Siendo sincero, parecía que la mujer lo hacía a posta cada que respiraba.

- Es suficiente, ya ha sido absorbido, marquen hora y fecha -ese hombre casi ni parpadeo cuando le encajaba en el pecho esa cosa, no tenía ni idea de lo que era pero parecía algún tipo de cuchillo.

Hubiera jurado que hasta ahora la contaba, que lo iban a matar de una vez.

Pero luego era simplemente dejado ahí, sobre la fría mesa de metal mientras era dejado atrás y sintiendo que le habían roto algo que le hacía difícil respirar, le quemaba y casi ni podía moverse del dolor.

De nueva cuenta, no se sorprendió al verla ahí, aunque en esa ocasión no pudo decir si ella dudaba de tocarlo porque pensó que terminaría por hacerle más daño o porque lo empezaba a ver como esas otras personas en bata de laboratorio.

Toda duda se disipó cuando ella le esperó, primero estaba parado y luego optó por sentarse en el suelo, supuso que tuvo que tomar acciones cuando su cuerpo empezó a temblar.

Lo suponía porque perdió la consciencia un momento.

Para cuando volvió a abrir los ojos, ya no estaba en ese cuarto.

- Buen día -le había dicho en cuanto se incorporó, su brazo estaba conectado a muchos tubos y por ende acribillado con agujas bajo su piel.

El cuarto era diferente.

Hasta la cama era diferente, mucho más cómoda que antes.

Hasta tenía una almohada.

- Felicidades -le había dicho, con esa sonrisa falsa, mientras se incorporaba con aún algo de dificultad, aún sentía su cuerpo ardiendo por debajo de su piel.

- ¿Por qué?

Le estaba mirando con intensidad, parecía que quería decirle muchas cosas.

- Estarás en observación -al menos un suspiro en su vida, estar en observación era mucho más tolerable que cualquiera de los otros tratos.

Aunque eso incluyese constantes tomas de muestra de sangre.

- ¿Tengo nombre?

En ese momento no estuvo seguro de por qué preguntó eso.

Quizás porque aún era un niñato.

Pero quizás le dio demasiada importancia en algo relativamente inútil, porque sabía que lo que daban ahí no era el nombre de una persona, era el nombre de un proyecto, algo tan simple como un código que daba sentido con cierto número en serie que apenas lo diferenciaba del resto de "productos".

Por un momento pensó que ella sabía en qué estaba pensando, porque dejó de sonreír, parecía pensar en algo hasta el punto de que la sentía ausente.

Aunque, al final, sonrió.

- Si todo sale bien, sin importar cualquier número de serie que te pongan, te llamaré Kyo.

No entendió el nombre.

Ella se rió porque vio cómo levantaba una de sus cejas al escuchar ese nombre que de seguro no tenía idea de qué significaba.

En su mundo cada palabra tenía un significado.

- Fuera de todo contexto, Kyo es una palabra en japonés, un nombre.

- ¿Tendré que aprender japonés?

- Junto a muchos idiomas más.

Se decidió por volver a taparse la cara con la sábana blanca, sin querer escucharlo, se sentía cansado de solo pensarlo.

- Pero no te llamarás como él.

Le escuchó susurrar por lo bajo, de una manera que no supo identificar del todo bien.

Quizás porque nunca la había escuchado molesta.

- Tu nombre será Kyo, del que significa presentes -aun con la sábana cubriendo su visión, pudo imaginarla con una mirada esperanzada.

Siempre mantenía cierta esperanza que no se explicaba.

- Porque el presente, es decir, cada día, es un regalo.

No comprendía sus palabras.

- Por eso cada nuevo día se llama presente y yo te considero así.