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Yoongi miró la alta torre que sus ojos presenciaban, sintiéndose cansado con tan sólo ver las escaleras. Después de unos minutos, pudieron llegar al fin a la cima donde habían libros regados por doquier y un alto escritorio en medio donde suponía que estaba el anciano.

El perro empezó a ladrar de inmediato, mientras Jimin gritaba — ¡Anciano Kim! ¿Está aquí? — al no haber respuesta, siguió — ¿Hola? ¿Hay alguien aquí?

Yoongi miraba todo curioso, echándose hacia atrás y tirando unos libros que alborotaron a los cuervos y los hizo volar de inmediato, hasta que finalmente escucharon la tos del anciano que sólo un esqueleto era con una barba larga cubierta de canas.

— Oh, ahí está. Él es mi esposo, Yoongi. — el peli azul habló.

— Es un gusto conocerlo. — alzó la voz ya que al parecer el anciano no escuchaba muy bien.

— Necesitamos ir arriba. A la tierra de los vivos. — exclamó Jimin con delicadeza, para que el viejo accediera.

— ¿A la tierra de los vivos? No es tan fácil, querido. — tomó su bastón para poder bajar las escaleras y llegar a los novios.

— Por favor anciano Kim. — el de hebras azules juntó sus manos, a modo de súplica.

— ¿Para qué quieren ir arriba si la gente de allá se muere por venir aquí?

— Se lo suplico, significa mucho para mí. — esta vez fue Yoongi quien suplicó, sintiendo la mirada y la sonrisa de Jimin sobre él, corrigiéndose — P-Para nosotros.

— No lo sé, es que eso no es algo normal. — se rascó su cráneo.

Jimin se acercó — Por favor, anciano. Debe de conocer una forma de ayudarnos. — lo tomó de sus manos.

El anciano volteó a verlo, suspirando — Déjame ver que puedo hacer...¿dónde habré puesto ese libro? — murmuró mientras se alejaba de ellos e iba a las repisas donde tenía centenarios de libros, tardándose unos minutos donde dejó más desastre del que había ya, pero encontró el libro rojo que tanto estaba buscando. Volvió a subir a su espacio de trabajo, abriendo el libro y encontrándose con la poción — Este es. Es un hechizo ucraniano para visitas cortas al otro mundo.

Jimin se emocionó y se pegó más a Yoongi, susurrando — Conoceré a tus padres.

El azabache asintió nervioso e incómodo — Sí, claro claro.

El anciano abrió las botellas de diferentes colores y sustancias que tenía ahí, echando una cantidad considerable a la copa de metal que estaba en su mesa hasta que un líquido carmín se formó y soltó un poco de humo. Lo miró un poco antes de tomárselo de un sólo jalón y eructar — ¿En qué estábamos?

Ambos se quedaron atónitos, pensando que ese era el hechizo — En el hechizo ucraniano. — soltó el peli azul con delicadeza.

El viejo tomó al cuervo a su lado y lo apretó hasta que un huevo salió de él, tomándolo entre sus manos — Ya tenemos lo necesario, ¿listos? Pero no olviden esto, cuando quieran volver digan infernáculo.

— Infernáculo, infernáculo... — Jimin comenzó a repetir en susurros, apretando sus nudillos al ver cómo tomaba el huevo y lo rompía en dos, liberando un humo dorado y café que los envolvió a ambos.

En menos de un segundo, ambos ya estaban en el bosque, con la fría noche y la nieve donde se conocieron.

Los ojos de Jimin miraron emocionados la hermosa luna que brillaba con intensidad esa noche, sintiendo las lágrimas querer bajar pero las retuvo lo más que pudo, sonriendo ligeramente — He pasado tanto tiempo en la oscuridad que ya había olvidado lo hermosa que es la luz de la luna. — de repente, una mariposa azul se cruzó en su vista, riendo por lo bonita que era y la manera en la que parecía estar jugando con él.

Entonces, comenzó a dar vueltas delicadas por todo el perímetro, danzando coqueto alrededor de Yoongi que sólo lo miraba atento, volteando mientras planeaba algo en su cabeza. Por su emoción, Jimin no vio la rama y cayó, levantando el velo.

— Oye, creo que perdiste algo. — el gusano en su ojo salió, miró atrás y vio su pierna atascada en la rama, jalando y volviéndosela a poner, poniéndose de pie de nuevo justo cuando el azabache volteó a verlo nuevamente, fingiendo que nada había pasado mientras volvía a danzar.

Volvió a dar vueltas junto a su esposo, tarareando pero deteniéndose y sentándose en un tronco cuando las manos pálidas del azabache se posaron en sus hombros — Hey, yo creo que debo de preparar a mis padres para la noticia. Iré a verlos si tú aguardas aquí.

— ¡Perfecto! — soltó Jimin emocionado con una sonrisa.

— No tardaré, espera aquí. Vuelvo enseguida. — poco a poco fue retrocediendo, hasta desparecer de la vista del muerto y salió corriendo en dirección al pueblo.

Llegó hasta la casa de los Kim exhausto, sacudiendo su traje y acomodando su cabello, a punto de tocar cuando escuchó al señor Kim discutir a través de la puerta.

Si encuentro a ese patán, lo estrangularé con mis propias manos. — jadeó al escuchar eso, retrocediendo y dando la vuelta, mirando curioso una forma de ingresar.

Jimin suspiró, llevaba mucho tiempo ahí, hasta que una voz le hizo incorporarse — Esta es la voz de tu cabeza, escuchan bien lo que te digo, ese chico me da muy mala espina. No creo que tenga buena intención. — frunció su ceño y golpeó su sien para que el gusano saliera disparado hacia la nieve, mirándolo enojado — Ve a comerle el cerebro a alguien más. Yoongi fue a ver a sus padres, yo confío en él.

— Si no me lo hubiera comido, te diría que usaras tu cerebro.

— Estoy seguro que tiene una buena razón para demorarse tanto.

— No dudó que sea así, ¿por qué no se lo preguntas? — el gusano saltó del hoyo que había dejado su caída.

— Sí lo haré.

— Después de todo no llegara tan lejos con los pies congelados. — se arrastró hasta llegar a las marcas de las pisadas que había dejado en la nieve.

Yoongi miró las ramas en la columna que daban hasta el balcón de la habitación de Taehyung, suspirando ya armándose de valor para subir mediante las ramas.

Taehyung se encontraba tejiendo tranquilamente bajo el calor de la chimenea, dejando toda acción cuando escuchó la ventana ser tocada, girándose y encontrándose con la figura de Yoongi tal y como estaba la última vez que lo vio.

Se levantó del sofá para ir a abrirle rápido, y el azabache cerró la ventana tras de sí — Taehyung.

— ¡Yoongi! Me alegra mucho verte. — exclamó con una sonrisa — Acércate al fuego, ¿dónde estuviste? ¿Te encuentras bien?

— Y-Yo, y-yo... — suspiró, no podía explicar lo que había vivido.

— Oh Dios, estás frío como un muerto. — tocó sus manos — ¿Qué te pasó? Tu chaqueta está rota.

— Taehyung...lo confieso. Esta mañana me aterraba el matrimonio, pero luego al conocerte sentí que debía estar siempre contigo y que ansiaba el momento de nuestra boda.

El castaño lo miraba con una sonrisa cálida — Yoongi, yo sentí lo mismo. — poco a poco sus rostros fueron juntándose, a punto de unir sus labios pero el azabache miró la figura de Jimin escalando el balcón, soltando un jadeo sorprendido que alarmó a Taehyung, tratando de mirar atrás pero las manos del pálido tomaron su rostro, evitándolo.

— Yo, yo, yo... creo que me casé hoy. — el castaño lo miró sorprendido — Y te juro que no fue planeado. — un fuerte viento interrumpió su hablar, soltando el rostro de Taehyung quien al fin volteó a mirar, atónito ante lo que presenciaba.

— Me cansé de esperar, me moría por conocer- — cuando Jimin retiró su velo, de quedó en blanco al ver el rostro del joven castaño con vida que lo miraba de la misma forma. Tomó el brazo de Yoongi, juntándolo a él y mirando al vivo con recelo — Cariño, ¿quién es él?

— ¿Y él?

— Soy su esposo. — y enseñó el anillo en sus dedos huesudos con orgullo.

Taehyung volteó a ver al azabache — Yoongi...

— T-Te lo explicaré. — entonces, tomó el brazo de Jimin y lo sacudió — Está muerto.

El peliazul lo miró con enojo, soltándose bruscamente de su agarre y mirándolo con una mirada sombría que en su vida había sentido pero que le atravesaba hasta el alma — Infernáculo. — susurró y tomó el brazo de Yoongi mientras lo arrastraba consigo, y Taehyung lo último que escuchó fue oírlo gritar su nombre.

Lo primero que vio fue la mirada sombría de Jimin, penetrando su alma, empujándolo sin más mientras se cruzaba de brazos — ¡Me mentiste! Para volver con ese otro hombre.

— ¿Qué acaso no lo entiendes? Tú eres el otro hombre.

— ¡No! Tú te casaste conmigo, él es el otro hombre. — entonces se giró mientras empezaba a llorar, escuchándose sus sollozos.

— Él tiene razón. — el anciano soltó.

— Y-Yo creí que todo iba muy bien. — soltó un nuevo sollozo que su ojo salió de su cuenca, pero no le importó porque se sentía muy triste en esos momentos.

El ojo rodó hasta los pies de Yoongi, quien lo recogió y lo limpió con su saco antes de dárselo nuevamente al de hebras azules, quien lo tomó enojado — Oye perdona, pero esto no funcionará.

— ¿Por qué no? Es por mi ojo, ¿no?

— No, no es así. Todo de ti es bello. — finalmente Jimin lo volteó a ver — No lo sé, somos diferentes. Tú estás muerto.

— Eso debiste considerarlo antes de casarte conmigo.

— ¿Por qué no entiendes que fue un error? Jamás me casaría contigo. — jadeó al darse cuenta de lo que dijo, mirando el semblante triste del muerto, creyó que lloraría, pero sólo abandonó el lugar con su rostro triste y su corazón roto.

Jimin llegó a lo que él consideraba su habitación, quitándose su velo y aventándolo a donde cayera, sentando en el ataúd con colchón rojo, mirando el ramo entre sus manos — Rosas, para el amor eterno. Lilas, para la dulzura. — rodó los ojos y aventó su ramo también, colocando su barbilla en su mano.

— ¿Por qué tan triste? — una pequeña araña bajó a su lado. Jimin palmeó su sien otra vez para sacar al gusano que ideas erróneas le estaba dando.

— Tal vez tiene razón, tal vez somos diferentes. Tal vez si deba de estar con "el señorito vivo". — dijo con recelo y luego suspiró triste — El de rosadas mejillas y corazón latiente.

— Compararte con él no vale la pena. Tú tienes, eh, tú tienes una maravillosa personalidad. — la araña volvió a hablar, y el gusano asintió.

¿Qué es lo que tiene ese malcriado que tú no lo tengas? — el gusano habló y la araña le siguió — Lo bello de tu risa no se puede comparar.

— Pero tiene pulso.

Valorado sin razón, excesivo, sin valor. Si él pudiera conocerte mejor. Y el anillo no lo lleva donde debería estar. Ni siquiera toca piano, mucho menos cantar, no se puede comparar. — los dos cantaban al coro, tratando de animarlo.

— ¿Y qué? Aún puede respirar.

¿Y qué? No importante, excesivo, sin valor. Si sólo viera lo especial que puedes ser. Si él pudiera conocerte mejor.

Los miró a ambos triste, colocándose de pie — Si me quemo con la vela, no siento el calor. Si un cuchillo me atraviesa, no hay dolor. Y su corazón palpita, y yo muerto sé que estoy. — se recargó contra puerta roja de madera que había a su lado — Y el dolor que siento en mí, anda y dime, no es real. Pero aún tengo una lágrima que dar.

Se dejó caer, escuchando el canto de los dos a su lado — Lo único exclusivo que tiene algún sentido es que vivo está. Excesivo. Sin valor. Pasajero es ese estado, todo sabemos muy bien y la muerte es el remedio que nos llega sin saber. — Jimin miró al perro que traía su ramo en su hocico, dejándoselo frente a él — ¿Y qué? No importante, excesivo, sin valor. Si sólo viera lo especial que puedes ser. Si él pudiera conocerte mejor.

Ignoró el ramo, colocándose de pie y sentándose de nuevo en el ataúd — Si me quemo con la vela, no siento el dolor. En el hielo o en el sol, todo es igual. — lentamente fue acostándose, colocándose de lado y tocando su pecho, donde tenía su corazón — Y mi corazón me duele, aunque no palpite, siente. Y el dolor que tengo aquí, anda y dime, no es real. Y yo muerto sé que estoy. Pero aún tengo una lágrima que dar. y finalmente cerró sus ojos, dejando caer una lágrima.

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