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El chico llegó al pueblo a pie, sudor frió recorría su frente, sien y cuello, frotaba sus manos para crear un poco de calor, pero no servía de mucho, estaba helando ahí afuera, además, se sentía realmente cansado, aún así, no se detuvo, era la única manera de llegar al único lugar que se le ocurría donde ella podría estar, o al menos, lugar donde estuvo.
Cuando por fin llego, entro con la respiración entrecortada a la tienda que su amigo administraba, ( o que al menos, intentaba) y al hacerlo, inmediatamente la calidez de la calefacción le recibió y no pudo estar realmente agradecido, camino un poco visualizando a la persona que estaba buscando, aquel se hallaba frente a los estantes, miraba y escribía en su pequeña libreta para corroborar cada producto.

—¡Kim!—soltó sonriente una vez lo observó y corrió tratando de abrazarle.

—¡Ong Na Ra!—soltó impidiendo aquella muestra de afecto—¿Vino por aquí? ¿La viste?

—¿Na Ra?—repitió mostrándose pensativo—¿Hablas de la chica que vino contigo el otro día?

El otro sólo asintió acercándose más a la calefacción.

—No ha pasado por aquí—contestó y continuó con lo que anteriormente realizaba con tranquilidad. .

—¡Maldición!—exclamó por lo bajo.

—¿Se fue?—pregunto sintiendo la curiosidad a flor de piel.

—Se fue y se llevó mi auto.

—¡¿Robo tu auto?!—elevó la voz por tan sorprendido que se sentía—Ahora te veré menos por aquí.

—Eso no importa ahora. No, no sería capaz de algo así—fue lo que el castaño respondió—Yo...confío en ella, sé que no lo robo, sé que ella volv...

—¿Volverá? Ni siquiera la conoces y confías en ella—le reclamo su pequeño amigo—¡Estas desquiciado!

—Lo sé, esa chica me está haciendo perder la cabeza—susurró sintiéndose verdaderamente, un gran idiota.

De pronto, su celular comenzó a vibrar dentro de su bolsillo derecho, y al sacarlo notó que era un número desconocido, su ceño se frunció automáticamente por la confusión eminente, comúnmente no recibía llamadas a excepción de la de sus padres o abuela. Sabía que no estaba bien contestar, pero la duda le invadía y era más fuerte que su cordura.

—¿Si, diga?—fue lo primero que dijo con el teléfono sobre su oreja.

Su amigo lo miró curioso y se pegó más al teléfono, más no lograba escuchar nada.

—Si, soy yo—respondió nuevamente a través del teléfono y se separó mirando mal a su amigo—¿Cómo? Si, voy hacia allá, no tardo—colgó finalizando la llamada.

—¿Qué pasó?—le cuestionó el peli morado.

—Na Ra, está en la estación de policía que está cerca. Necesitan a su tutor.

—¡¿Qué?! ¿Que hizo para parar ahí?

—Me voy.

—¡Tae! ¡Kim Taehyung!—le llamó Jimin, pero fue ignorado descaradamente—¡¿Me platicaras qué pasó?! ¡No puedes dejarme así!

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El chico peinó un poco su cabello enredado antes de hacer presencia en el lugar, afuera pudo observar el auto estacionado, luego observó la comisaría y observó a Na Ra sentada a través del cristal. Sin hacerse esperar, cruzó la puerta llamando la atención de todos ahí dentro, incluida la de la chica.

—Kim Taehyung, hablamos por teléfono—fue lo primero que dijo al ver la confusión en el rostro del policía.

Aquel, comparó al joven con la foto que tenía en su computador, junto con todos sus datos.

—Ah, por supuesto, el tutor de la señorita.

—Así es, mmm ¿Q-qué fue lo qué pasó?—dudas, cuestiones jugaban en su cabeza.

—Escuche, encontramos a la chica estática en medio de la carretera, a punto de ser arrollada, definitivamente no tenía intenciones de moverse, últimamente el suicidio es uno de los mayores problemas aquí en el país, y nos piden ser minuciosos, ese es el motivo de mi llamado.

El chico de melena castaña abrió los ojos como giradiscos, y giró la cabeza para mirarle, más sin embargo, ella solo pudo observar el piso con la cabeza gacha. No podía creer lo que aquel hombre acababa de decir.

—Se lo agradezco, yo me encargo a partir de este momento—respondió.

—No lo dudo, sólo, necesito la firma aquí antes de dejarlos ir a ambos. Y...ahora necesitaré hablar del auto, ya que es una menor de edad.

Los dos mayores continuaron hablando de lo sucedido, pero la peli negro simplemente sé ajeno a la conversación, sabía que lo había metido en problemas y se maldecía internamente por ello.
El castaño no lo merecía. No después de tanta hospitalidad.

"Si tan solo hubiese sido un poco más valiente para disparar cuando estuve en casa"

"Si tan sólo el policía no me hubiera salvado cuando el camión llegaba a mi"

Era en lo que pensaba.
Ahora sentía que su vida había sido una vil y patética mentira.

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