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Taehyung estacionó el auto frente a la acogedora cabaña, el camino había sido tediosamente largo y silencioso, eso estaba matándole, tanto que estaba decidido a acabar con el, pero antes de siquiera poder decir algo, la chica abrió la puerta y salió del carro.
Él la miró caminar hasta la puerta de su cabaña, sabía perfectamente que algo había ocurrido, se veía mal, se veía realmente mal, ¿Qué la había hecho sentir así? ¿Por qué cometer semejante atrocidad como lo era el "atentar" en contra de si mismo? ¿De dónde había sacado el valor en primer lugar? Se preguntaba, una, y otra, y otra vez.
De pronto noto como aquella se detenía en los escalones de la entrada y sin más, se dejaba caer causando que el chico reaccionará. También salió del vehículo que a duras penas logró recuperar, y literalmente corrió hasta la joven, trato de tomar uno de sus hombros, acción que detuvo cuando la escuchó sollozar.
Con algo de inquietud en su estómago, al pasar de unos cuantos segundos, se atrevió a hacer lo que antes no pudo, la tomó por los hombros y la acomodó para sentarla correctamente en los pequeños escalones de madera.

Ahí, solo dejo que el tiempo se les viniera encima, esperando que ella se tranquilizara.

Sentados uno al lado del otro, ninguno decía nada, sólo se dejaban envolver en aquel silencio cómodo, Tae giró para poder mirar, contemplar su perfil a detalle, liberó la tensión de sus hombros y soltó un suspiró captando la atención de Na Ra. Pareció agradecer el hecho de básicamente llamarla.

—L-lo siento—se atrevió a decir la chica después de mucho tiempo—Y-yo, sólo cause problemas que te perjudicaron. Fue muy egoísta de mi parte y lo sé, yo, de verdad quisiera poder...

—¿A dónde fuiste?—cuestiono ignorando el tema del carro y la comisaría—Realmente estaba desconcertado cuando desperté y noté que no estabas. Pudiste quizá...haberme dejado aunque sea una nota, creí que, yo creí que jamás te volvería a ver.

La contraria pensó un segundo, no era justo no decirlo, no después de todas las molestias que le había causado.

—Tae—susurró casi inaudible. Tragándose literalmente el nudo que comenzaba a formarse en su garganta.

—¿Si? ¿Na Ra?

—Un día cualquiera, llegué a casa y encontré a mi tío con una herida de bala cerca del pecho—soltó y el joven se vio absorto en pensamientos—¡El me suplicó que huyera! Porqué alguien me había encontrado, es por eso que estoy aquí. Es por eso que...huí.

—¿Y entonces, tú...

—Si, regrese a mi hogar para ver si descubría algo, cualquier cosa, pero...ni siquiera el cuerpo estaba presente.

—Quiere decir...¿Qué no hallaste nada?

Ella guardó silencio otra vez, recordando aquel papel entre sus manos, el cual revelaba que nada era lo que parecía hasta ahora. Que básicamente le habían mentido toda su vida.

—No. No encontré nada—respondió soltando un largo y pesado suspiró.

El recuerdo después de enterarse gracias a ese documento, volvió atormentando otra vez, había entrado en pánico y lo único que quería en ese momento era morir de una vez por todas porque no entendía nada, había tomado el arma que su padre guardaba en uno de esos cajones y no había dudado en apuntarse, pero finalmente, no tuvo el valor de hacerlo ella misma.

—Pero Tae...—volvió a susurrar bajando la mirada—¡Tengo miedo!—espeto trayendo de vuelta aquel sollozo, pegó sus piernas al pecho y las abrazo para brindarse consuelo—Tengo tanto miedo, que juro, voy a morir.

—¡Ey!—solto el chico atrayéndola hacia él con prontitud y con bastante delicadeza la envolvió entre sus brazos—Te lo dije Na Ra...¡Nadie va a encontrarte aquí! Yo no permitiré que te hagan daño.

De pronto, ella giró atreviéndose a mirarle, sus miradas se cruzaron, él pudo notar ese rojo carmesí adornando el contorno de sus ojos y no sé muy bien como explicar esto, pero podía verse la conexión del universo mismo en aquel cruce. Estaban cayendo en el enamoramiento de a poco, pero ninguno sabía cómo expresarlo.

—Está bien tener miedo Na Ra, pero...estas dejando que te consuma lentamente y después no quedará nada de esta linda chica—hablo con sutileza, tomándole de las mejillas colocándolas entre sus larguiruchos dedos—Jamás debiste ver algo así, pero sucedió, no podemos cambiar nada de lo acontecido, aún así puedes continuar, no estás sola querida, me tienes.

Y es que no había encontrado otras palabras para brindarle aquel consuelo que ella necesitó en su momento.

—¿Puedo confiar en ti, Kim Taehyung? ¿Puedes confiar en mi?—cuestionó la peli negro—Aún sin conocernos.

—Puedes hacerlo, puedo hacerlo. Tenemos mucho tiempo para conocernos—respondió sonriéndole, y su paz regresó cuando la vio corresponder aquella sonrisa.

Entonces, el castaño posó su vista sobre los labios entre abiertos de la chica, sabía que era incorrecto, conocía el estado en el que se encontraba, pero aquel impulso no lo hacía pensar correctamente. Entonces...lentamente se fueron acercando, hasta unirlos en un beso, al principio tímido.

Na Ra sintió los suaves labios de Taehyung sobre los suyos, se quedó conmocionada, sin saber qué hacer. Su corazón comenzó a palpitar tan rápido que sabía, si no lo detenía en ese mismo instante, le daría un infarto.

Pero es que sabía tan bien, era tan cálido, tan dulce...

Cerró con lentitud los ojos. Tae le daba suaves y cortos besos en los labios con ternura, lo que hacía que sintiera mariposas en todo el estómago. De repente, la peli negro abrió un poco los labios, y a través de ahí, tímidamente, la lengua del chico se coló juguetona.
Si las sensaciones hasta aquel momento eran alucinantes, Na Ra estaba a punto de sufrir un colapso cerebral, las mariposas, no tardaron en convertirse en águilas. Apretó los puños con fuerza a sus costados tratando de controlarse. Le daba vergüenza el tener que mover su lengua. Aquel beso era muy torpe, inocente. Estaba más que claro que ella no sabía hacerlo bien, y sin embargo, Taehyung supo que ningún beso con experiencia superaría aquel.

Para él, era la primera vez que sentía algo así.

Para ella, ese fue su primer beso.

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