24

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng



Cuando desperté, esperaba tener a JJ a mi lado, en el sofá, pero no fue así. Nada más abrir los ojos lo busqué y rápidamente me di cuenta de que no estaba allí.

Me puse mi ropa interior y la camisa encima para andar por la casa mientras bostezaba y rascaba mi cabeza.

—¿JJ?—Pregunté acercándome a la cocina.

En cuanto entré, vi a JJ cocinando. Estaba haciendo tortitas, parecía bailar una canción que cantaba en voz baja. Sonreí un poco, pero preferí no hacer ruido.

Me acerqué poco a poco hacía él, sin que se diese cuenta, y lo abracé por detrás.

—¡Bu!

—Qué mona.

Reí mientras depositaba un beso rápido en su espalda.

—Estoy preparando el desayuno más delicioso del mundo para la chica más fea.

Saqué mi lengua en respuesta, y él la sacó de vuelta. Era gracioso cómo unas semanas atrás nos pasábamos el día discutiendo, molestándonos, etcétera. Y ahora actuábamos de esa manera. Eso me hizo pensar en que Barry tuvo razón en una cosa, todos esos indultos hacia cada uno eran solo una fachada para ocultar nuestros sentimientos.

Miré las heridas en el torso de JJ. Acaricié un moretón con las yemas de mis dedos, y él se estremeció, pero no dijo nada.

—¿Te duele?

—Un poco.

Besé con dulzura el moretón y luego miré a JJ con media sonrisa. Él me miraba embobado.

—¿Y este?—pregunté señalando otro que tenía en la mandíbula.

Asintió mientras me enseñaba su cara más adorable de cachorro asustado. Acaricié su cara a la vez que besaba su mandíbula. Poco a poco fui subiendo, hasta la herida de su labio, y acabé besándolo.

Nunca me cansaría de hacerlo. Cada vez se sentía mejor. La noche anterior fue muy íntima y me sentí más cómoda que nunca. Él conseguía hacerme sentir en casa. Nos separamos y él echó mi pelo hacia atrás con dulzura para ver bien mi rostro.

—Gracias por existir.

—De nada —respondí sonriendo—. Dale las gracias a mis maravillosos padres.

—¡Gracias, padre cabrón de Olivia! —gritó mirando al techo y alzando los brazos con dramatismo— ¡Al menos has hecho una cosa bien en tu vida!

Yo reí mientras bajaba sus brazos intentando calmarle. Me senté en una silla mientras él terminaba de preparar el desayuno, y finalmente lo dejó en la mesa. Los dos comenzamos a comer.

—Están buenísimas —dije con sinceridad.—No te imaginaba como un chico que supiese cocinar.

—Soy una caja de sorpresas.

—Ya veo.

—¿Cómo estás?

—Perfectamente —sonreí.

—No, pero en serio. Sobre lo de tu padre y todo eso.

Me encogí de hombros mirando las tortitas, jugando con el tenedor. Me había dado tiempo de sobra para reflexionar sobre ese tema.

—No sé.

—Es normal que te sientas agobiada o confusa, o que no sepas qué hacer —me explicó serio—. También entendería si cuando hable contigo te convenciese para volver a tu casa.

—Convencerme de ir a casa significa no volver a veros nunca.

—Pero es tu padre.

—Es un ladrón, y un mentiroso —dije tajantemente—. El día que me marché de casa me dio una bofetada, y no cualquiera, de estas que te giran la cara y te escuecen durante una hora. Ni siquiera me pidió perdón. ¿Crees que ahora que ha sacado su verdadera cara no volvería a hacer de nuevo?

JJ cogió mi mano, y la acarició suavemente. Me miraba preocupado. Yo estaba al borde de las lágrimas, pero él no se merecía que llorase por él, se merecía que me vengase.

—Y mi madre —hablaba con enfado, por toda la rabia acumulada que tenia dentro—. Ella ni siquiera vino a hablar conmigo cuando me encerraron en la habitación, ni vino a ayudarme cuando discutí con mi padre. Solo les preocupa el dinero, pero no su hija. Para mi no son nada.

—¿Y Pedro y Joaquín?

—Los pobres no saben nada.

Nos quedamos callados durante unos minutos, intentando pensar. Yo debía tener la cabeza fría para poder actuar con inteligencia, algo que no solía hacer, porque yo era muy intensa e impulsiva. Suspiré mientras me relajaba.

—Mira el lado positivo —dijo él levantándose de su asiento—. Estás en una casa sola con JJ.

—Me siento como una privilegiada —aunque lo dije con tono burlón, lo pensaba de verdad—. Es mejor que estar con el rey.

Soy el rey.

—Perdón, perdón, su majestad.

JJ me besó los labios y después recogió los platos, puesto que estábamos terminando ya, y yo no tenía más hambre.

Llamaron al timbre y corrí hacia la puerta para abrir. En cuanto abrí, vi a Pope sosteniendo una bolsa con una sonrisa.

—¡Hola!—lo saludé abrazándolo.

—Alguien está de buen humor —comentó riendo.

Me puse roja aunque seguramente él no sabía por qué, pero aún así esa frase me hizo sentir expuesta. ¿Acaso lo llevaba escrito en la frente?

—¿Qué nos traes?

—Pues... pan, embutido, leche y algo de pescado.

Asentí mientras agarraba la bolsa y los dos nos dirigimos hacia la cocina. JJ y Pope se saludaron, contentos.

—¿Cómo habéis pasado la primera noche en la casa del terror?

JJ y yo nos miramos intentando aguantar la risa, pero en cuanto vimos nuestras expresiones no pudimos evitar soltar una carcajada bien grande. Casa del terror no era precisamente la palabra con la que habría definido ese lugar después de mi primera noche allí.

Pope nos miró con una ceja alzada, sin entender nada de lo que estaba pasando.

—Muy bien, Pope —contesté, una vez más calmada—. La verdad es que ha sido... —JJ tapó su boca con la mano para no reír.—La cena estuvo deliciosa.

Volvimos a reír como focas, no podíamos parar de soltar carcajadas, dejando a un Pope cada vez más confuso. Ver su cara lo hacía el triple de divertido.

—Ya... a saber qué llevaba la cena esa para que estéis así.

De nuevo reímos, y tuve que apoyarme en JJ para no caerme de la risa. Acabé mordiendo mi puño para evitar seguir con la risa floja. Finalmente, cuando nos callamos por fin, Pope se atrevió a hablar.

—Chicos, Kiara está enfadada conmigo —nos contó, cambiando de tema.

—Vale —dije yo—, ¿estabas hablando antes de que ella se enfadase?

—Sí.

—Pues probablemente sea eso.

JJ asintió conmigo. Pope nos miró con cara de no entender nada, se cansaba de nosotros cada vez más.

—¿Qué hago?

—¿Qué le has dicho?—preguntó JJ. Aunque dudaba que él fuese buen psicólogo.

Pope se sonrojó y rascó su cabeza.

—Pues estábamos discutiendo por una estupidez, y ya sabéis cómo es ella, súper protectora. Se puso a hablar súper rápido y le dije que hablase más despacio para que me diese tiempo a ignorarla.

Puse mi mano en la frente, como sin saber qué hacer con él. ¿Cómo se le ocurría soltarle eso a Kie? Ni a mi se me ocurría. Ni a sus padres, me atrevería a decir.

—Y luego le dije que utilizáramos pajitas.

—¿De plástico?—pregunté, él asintió—. ¡Madre mía, Pope! Como si no la conocieses. Es como una chica VSCO. Nunca te atrevas a decir eso.

Pope asintió, arrepentido. Era adorable y se merecía todo lo bueno que le pasase, pero no sabía cómo hablar con las chicas. Kiara era una chica difícil a veces, y después de tanto tiempo, Pope debería saber qué cosas decir y qué cosas no decir.

—Hay tres maneras de intentar arreglar algo —le dijo JJ—. La manera correcta, la incorrecta o la manera de JJ.

—¿No sería esa la manera incorrecta?—preguntó Pope.

—Claro. Pero sería mucho más rápida.

—Dímela.

—Pues mira...

—¡Basta!—exclamé rápidamente—. Tengo que cortar esto de raíz antes de que termines dejándolo con Kie por culpa de este neurona.

JJ se encogió de hombros y se apoyó en el frigorífico, Pope me miró atento.

—Tienes que ir a pedirle perdón, dile lo más bonito que se te ocurra. No tienes que hacer nada raro, simplemente que vea que estás arrepentido.

—Y una mierda —comentó JJ detrás de mi con los brazos cruzados. Lo miré mal—. Vamos a hacerlo a mi manera.

Puse los ojos en blanco y me crucé de brazos, pasando de él.

—La llamaré y verás.

—¿Qué piensas hacer?

JJ puso su dedo en los labios de Pope para callarlo, dejándolo con una cara de confusión máxima. Yo miraba con interrogación.

JJ cogió su móvil y marcó un número, para después poner el altavoz.

—Dime, JJ. —contestó Kiara al otro lado de la línea.

—Kie, la he cagado.

—JJ, teniendo en cuenta tus experiencias diarias vas a tener que ser un poco más específico.

Pope y yo nos tapamos la boca para no reír.

—Olivia se ha enfadado conmigo.

—Ya decía yo que tardabais mucho.

—El caso es que he dicho algo que le ha molestado muchísimo, y ahora no me habla —estaba actuando con una voz triste muy convincente, era un buen actor—. No sé qué hacer.

—Pues mira si tu novia no te habla deberías callarte la próxima vez antes de soltar algo de lo que luego te arrepientas —miré a Pope con cara de «anota, niño»—. Y también disculparte, y haz todo lo posible porque te perdone.

—¿Como por ejemplo...?

—Yo qué sé, JJ, a saber qué le has dicho. —pausó unos segundos y volvió a hablar—. ¿Está Pope con vosotros?

Todos nos miramos con ojos muy abiertos, JJ no contestó.

—Ah, ya sé de qué va esto.

—Kie te quiero amor mío, mi vida, mi corazón, mi terrón de azúcar —dijo rápidamente Pope acercándose al teléfono.

Puse cara de asco escuchando todo aquello, ¿de verdad esas eran cosas bonitas para tu pareja en la mente de Pope? Los chicos eran muy básicos.

—¿Pero qué dices, Pope?

—Por favor, perdóname.

—¿Quieres venir en persona y decírmelo a la cara?—preguntó enfadada—. No seas cobarde.

—Sí —dijo y nos agradeció en silencio para después salir de allí pitando.

—Bueno, adiós, Kie, de nada —habló JJ con rapidez y colgó antes de que le diese tiempo a contestarle algo.

En cuanto dejó el móvil en la mesa suspiró mientras limpiaba una gota de sudor de al frente imaginaria. Yo lo miraba con una ceja alzada desde mi silla.

—No sabía que tuvieses tanta mano para desenfadar a una chica —comenté con sarcasmo.

—Ya te lo he dicho. Soy una caja de sorpresas.

—Lo que eres es una caja sin neuronas.

JJ me miró desafiante y corrió hacia mi, no me dio tiempo a reaccionar y me levantó para después cogerme en brazos como una princesa, pero no parecía tener buenas intenciones.

—¿JJ?—pregunté confundida.

Él no contestó mientras reía en voz baja y seguía llevándome. Entonces comencé a patalear, e intentar escaparme. Pero fue en vano.

—¡JJ!—grité desesperada por salir.

Él abrió la puerta trasera, donde había una piscina, y corrió hacia ella llevándome aún en brazos. Comencé a gritar como una loca pero no me sirvió de nada.

Lo último que noté fue que JJ me soltaba y me impulsaba hasta el interior de la piscina mientras yo gritaba dando manotazos y patadas en el aire. Debía verme como una rana saltando o algo así.

El agua fría de la piscina me inundó por todas partes, como un hielo duro. Fue una sensación horrible. Había tantos árboles altos alrededor que el Sol no daba a esa parte del jardín, y el agua estaba helada.

En cuanto saqué la cabeza, JJ se tiró también al agua.

Aproveché y me dirigí hasta donde había caído para intentar ahogarlo. Sin embargo, su fuerza era mayor, y consiguió subir la cabeza, y tirarme a mi.

Me agarró los pies mientras yo intentaba escapar en el agua, riendo, y me llevó hasta él. Después cogió mis piernas e hizo que las enrollara en sus caderas en el agua. No pude evitar parar de reír y mirarlo de cerca.

Me miraba con ternura, y parecía feliz. Igual que como yo me sentía.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro