🍎CAPÍTULO DIECISIETE🍎

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Deimos

Nunca fui bueno dando malas noticias, sobre todo cuando se trataba de mi familia. Llevar el apellido Snow significaba ser fuerte, significaba perfección o eso era lo que nuestro padre nos había inculcado desde que cada uno de nosotros había llegado a su casa.

"Valentía, audacia y determinación"

Ese era el lema de Andrés Snow, un hombre de familia pero por encima de todo, un padre estricto que buscaba crear soldados, más que hombres.

No estudié derecho porque me gustase, ni dediqué toda mi vida a estudiar en diversas escuelas por gusto propio. Lo hice porque fui la persona que mi padre eligió para que se encargara de los asuntos legales de la familia, no hubo una pregunta o un aviso. Solo un: "Tu serás el abogado de la familia, Deimos" y luego un sinfín de escuelas e internados de derecho.

Padre eligió la vida que llevaríamos cada uno y nosotros cumplimos con su palabra, después de todo nos había dado un hogar y una familia, era lo menos que podíamos hacer para agradecerle o por lo menos esa fue la idea que planteé en mi mente para olvidarme de mis aspiraciones y cumplir solamente con las suyas.

Y así me sentía la mayor parte del tiempo como un títere que Andrés Snow controlaba incluso después de la muerte. Cada error que cometíamos traía consecuencias y aunque él ya no estaba presente, yo mismo me encargaba de castigar mi mente y mi cuerpo.

Habíamos resuelto nuestro problema principal estos últimos días: Bianka, pero mi cabeza por mucho que deseara no estaba preparada para acercarme a ella y conversar sobre lo qué pasó entre nosotros porque el maldito tormento de haber cometido un error me estaba volviendo loco.
Debía hablarlo con mis hermanos ante todo, así que me acerqué a Gerión una vez que salimos del Edén.

—Dime qué pasa —habló primero—. Noté tu expresión de preocupación durante toda la conversación.

Tome un profundo respiro y rasqué el ligero rastro de mi barba con nerviosismo.

—Hemos perdido los terrenos.

El rostro de Gerión se contrajo con molestia y otra vez escuché la voz de mi padre en mi cabeza.

"No puedes cometer errores Deimos, si fallas recibes tu castigo"

—¿Cómo es posible que perdieras la defensa?

—El juez estaba del lado de Malik —le digo y aunque suene a excusa, es cierto—. Hice todo lo que pude, el sultán planea quedarse por un tiempo en la ciudad, así que tendremos que crear el club en otro lado.

Gerión asintió y me dio una palmada en el brazo, sonrió y me miró como siempre lo hacía cuando iba a su habitación para que me curase las heridas.

—Una batalla perdida, no significa el fin de la guerra —sonreí con tristeza, siempre usaba esa frase para darme ánimos, sin saber que solo lograba romperme.

"Eres un soldado, debes ganar cada maldita batalla"

Mi mente solo podía pensar en que había perdido, otra vez. Estaba siendo inútil en lo único de para lo que me había preparado toda mi vida. No había podido salvar a Bianka y Balios cuando la acusación por la muerte de Brianna y Gerión tuvo que recurrir al viejo abogado de Poll y ahora esto.
¿Qué estaba pasando conmigo?

Las voces de mis hermanos solo lograban atormentarme mientras discutían por su día para dormir con Bianka. Necesitaba salir de casa, necesitaba hacerlo una última vez. Caminé decidido ignorando a todos hacia la puerta pero una mano delicada me detuvo, los ojos de Bianka se encontraron con los míos y el mundo se vino abajo nuevamente.

"Ni siquiera eres capaz de recordarla"

"El club era para ella, su regalo de cumpleaños y ahora la has cagado"

Sacudí mi cabeza intentando alejar la voz de mi padre y me centré en la chica.

—¿Qué día vas a elegir tú? —me preguntó con inocencia.

—El que gustes.

Le respondí y salí por la puerta. Bianka no se merecía conocer esta versión de mi, aunque tampoco me había acercado la suficiente para que conociese cualquier otra. La incertidumbre de lo qué pasó entre nosotros no me había dejado dormir desde que la escuché decirlo. ¿Qué hicimos? ¿Lo disfrutó? Habia estado con muchas mujeres, pero en mis siete sentidos y podía recordarlo completamente, pero con ella, fui un imbécil.

El Poison Apple estaba abierto nuevamente desde hace unos días, el luto por la muerte de Brianna le había durado muy poco a Delle y abrió las puertas nuevamente con nuevas chicas, claro que los Snow recibimos nuestra invitación, pero no traicionaríamos a Bianka de esa forma.

Sabía que le molestaría si alguno de nosotros se acercase aquí, sin embargo, es el único sitio donde podía hacer lo que me de la gana sin que ella o mis hermanos se enteren.

Dentro la música retumbaba contra las paredes, el burdel estaba en su máximo esplendor, las chicas bailando en la tarima, los hombres disfrutando de la vista, los tragos iban y venían. Me acerqué hasta una de las mesas donde sabía que estaba el hombre que necesitaba.

—Deimos —me saludó—. ¿Tú de nuevo por aquí?

—Las costumbres no se pierden, Zach —le dije al mismo tiempo que lancé un rollo con billetes—. Lo mismo de siempre.

Él asintió y me dió la pequeña bolsita con el polvo blanco.

—Un placer como siempre.

Me alejé hasta las mesas del fondo, a las que no llega tanto la luz y que normalmente usan para follar, algo totalmente opuesto a lo que iba a hacer.

Agarré un platillo de los de decoración que Delle ponía en las mesas y vacié todo el contenido de la bolsa, hice un cilindro con una de las servilletas y luego inspiré un poco de aquel polvo. El único capaz de sacar a mi padre de mi mente.

La sensación era tan placentera, cerré mis ojos y me recargué del sofá disfrutando de la vista mientras las chicas de la tarima se deshacían poco a poco de su ropa.

Un carraspeo me hizo llevar mi atención a mi lado. Una chica totalmente desnuda se había acercado, su cabello era largo hasta sus nalgas y sus ojos de un verde muy hermoso.

—¿Puedo hacerle compañía, señor?

Una jodida sumisa, la polla se me puso dura al escuchar la palabra señor salir de sus labios.

—Lo siento, eres muy hermosa, pero tengo una mujer bastante celosa esperándome en casa.

Bianka había dejado en claro que no queria ninguna mujer cerca de nosotros y no estab dispuesto a fallarle en eso también. La chica se alejó y yo volví a mi antiestrés.

"Esa mierda solo te está dañando, hermano, tienes que poner de tu parte para salir de ahi"

Las palabras de Austros llegaron como una puñalada y los ojos se me cristalizaron, llamé a una de las meseras y pedí un trago de wiskey. Las horas pasaban y para cuando me di cuenta ni siquiera era capaz de controlar mis propias acciones, me reía , maldecía, bailaba, cantaba, volví a maldecir y continuaba inspirando el polvo y bebiendo copas de wiskey. No tenía claro que horas eran pero seguramente había caído la noche. El burdel daba vueltas y todo lo que veía me parece demasiado gracioso, hasta que una figura apareció en mi campo de visión y toda la rabia acumulada surgió.

—¿Celebrando la derrota, Deimos? —me preguntó.

La maldita risa de suficiencia en su rostro solo hacía que mi molestia aumentara, no respondí, creí que ignorarlo sería la mejor opción.

—Tu padre estará decepcionado en cualquier lugar que se encuentre, el hijo pródigo, ha perdido contra mis incompetentes abogados.

La copa cayó contra la pared cuando en un intento de lanzarla a su cara terminé fallando.

—Lárgate —le dije.

—¿Que diría Bianka si te viera así, Snow?

—No la metas en esto.

—Claro que no, la meteré en mi cama que es aún mejor.

Había sido suficiente, aún con el lugar dándome vueltas me levanté e impacte mi puño directamente en su rostro, sus hombres quisieron intervenir pero él los detuvo y acto seguido me devolvió el golpe. El sabor metálico de la sangre inundó mi boca pero lo ignoré volviendo a lanzarle otro puñetazo que iba directo a su nariz pero antes de que mi mano pudiese impactar un grito me detuvo.

—¡Deimos! —la voz de Bianka llegó a mis oídos y de inmediato busqué su presencia.

Estaba detrás de los hombres de Malik y un chico de cabello negro la acompañaba. ¿Ese quien carajos era? Caminó hasta nosotros atravesando a los guardias del sultán, parecía un hormiga delante de aquellos fortachones, se acercó hasta Malik y para sorpresa de todos los presentes le dió una cachetada.

—Dijiste que no ibas a dañarme, los Snow son mi familia Malik, si los dañas a ellos, también me dañas a mi.

Luego se giró hacia mi con el rostro lleno de tristeza, seguramente era un desastre. Caminó hasta estar cerca mío y pasó su mano por mi rostro.

—Estás drogado, Deimos —dijo lo obvio.

—Solo un poco —hice un gesto con mi mano restándole importancia.

—¿Por esto no recordabas lo qué pasó entre nosotros, también te drogaste ese día?

Asentí.
¿De qué servía ocultarlo cuando la tenía ante mis ojos viendo mi versión más rota?

—Esta es la única forma de olvidar que no sirvo para nada —le dije y ella negó.

—Vamos a casa, no me gusta este sitio.

No esperó mi respuesta, me tomó de la mano y salimos del Poison Apple seguidos del muchacho que se mantenía en silencio.

—¿Él quien es? —le pregunté mientras sentía un ligero peso apoderarse de mis ojos.

—Es Lev —me respondió—. Nuestro amo de llaves.

Ni siquiera le di importancia y entre en la parte trasera del coche junto a ella. El chico condujo hasta casa y cuando entramos me asombré de no ver a mis hermanos listos para darme un sermón por mi recaída de esta noche. Bianka pareció notarlo.

—Los he mandado a dormir —me dijo con una sonrisa.

Un ligero temblor me recorrió el cuerpo y la sensación de cansancio se interpuso en mi fuerza para mantenerme de pie, mis piernas se tambalearon y Bianka me sostuvo pegado a su cuerpo.

—¡Por dios, Deimos! ¡Estás ardiendo en fiebre! —exclamó asustada—. Ayúdame a subirlo a su habitación, Lev.

El chico me pasó a su cuerpo y pasó mis brazos por sus hombros, mis pajosa se cerraron mientras sentía la fuerza abandonar mi cuerpo.

—Tengo que llamar a los demás —dijo ella presa del pánico y negué.

—No dejes que me vean roto, Bianka.

Llegamos a la habitación y todo lo que queria era dormir en mi cama, pero Bianka se negó y me llevó al baño. El chico me dejó sentado en el descanso de la ducha y Bianka se deshizo de mi camisa. Tenía tanto frio que el cuerpo había comenzado a temblarme.

—Tenemos que darte un baño.

El agua fría hizo contacto con mi cuerpo y los temblores aumentaron. Abrí mis ojos ligeramente y localicé la mano de Bianka antes de jalarla hasta mi y abrazar su cuerpo junto al mio, asi el frío se sentia menos.

Los lentos latidos de su corazón hacian contraste con la maratón del mío. Su cuerpo parecía tan frágil y se ajustaba a la perfección a mi contextura. Cerró la ducha al cabo de unos minutos y agarró las toalla limpias, cubrió mi cuerpo y me ayudó a salir del baño.

—Puedes retirarte, Lev —le dijo al chico.

Ni siquiera recordaba su presencia. Cuando se marchó Bianka se encargó de eliminar la ropa mojada y los temblores regresaron a mi cuerpo.

—¿Tu ropa? —me preguntó.

—Ahí —señalé la gaveta donde guardaba el momo desgastado que siempre usaba para dormir.

Me ayudó a vestirme y una vez listo, me acosté y cubrí mi cuerpo con la manta. Cerré mis ojos nuevamente e incluso creo que dormite porque los abrí cuando Bianka volvió a llamarme y me hizo tomar un poco de té. Volví a refigiarme en las sábanas mientras ligeros espasmos sacudían mi cuerpo, sentí el otro lado de la cama hundirse y al girarme encontré el rostro preocupado de Bianka.

—Creí que hoy le correspondía a Felis —le dije.

—He decidido hacer un cambio —respondió—. ¿Por qué te haces esto, Deimos?

Su pregunta me tomó desprevenido, pero aún así quise ser sincero.

—No me gusta cometer errores, supongo que es mi forma de castigarme.

—Esto no es un castigo, es un suicidio —me dijo con el rostro serio—. No eres un inútil, eres el hombre más inteligente y jodidamente elegante que he conocido.

—No sabes de lo que hablas —le dije intentando girarme al otro lado pero me lo impidió.

—Se de lo que hablo —sus ojos se encendieron con una chispa diferente—. Me diste mi primer orgasmo, aunque no lo recuerdes.

—Lamento haberlo olvidado.

Ella sonríe.

—Eso está perdonado.

Asentí dispuesto a girarme nuevamente pero ella volvió a inpedirlo.

—Voy a ayudarte a superar esto —me dijo—. Lo haremos juntos.

"No vas a poder alejarte de tu vicio"

La voz de mi padre regresó.

—Mi padre —le dije a Bianka—. Nunca fui suficiente para él.

Mi corazón se contrajo y bajé la mirada, pero ella me tomó del mentón y me hizo mirarla a los ojos.

—Eres suficiente para mi, Deimos Snow.









¿Alguien más con ganas de abrazas a Deimos?
🥹
Quiero guardarlo en una cajita y que nadie más le haga daño.

¿Creen que Andrés (padre de los Snow) era malo?
Seguiremos descubriendo más cosas de él.
Cada uno de los Snow tiene una cara oculta que poco a poco Bianka irá descubriendo.

Espero les haya gustado el capítulo, me merezco muchos comentarios por actualizar antes.

Las amo mucho❤️
Hasta prontis.

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