🍎CAPÍTULO DOCE🍎

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Los labios de Gerión seguían devorando los mios a tal punto que sentía que en cualquier momento iba a perder la fuerza en mis piernas. Él pareció notarlo y me impulso con sus manos hasta sus caderas donde enrede mis piernas sin separar nuestros labios. Él entró a la cabaña y el calor del lugar abrazó mi cuerpo helado.

Mis manos agarraron la goma que siempre llevaba recogido la melena del hermano mayor y me deshice de ella para enredarlas en su cabello, él soltó un gruñido y mordió mi labio inferior con fuerza.

Sus labios bajaron a mi cuello y dejaron besos húmedos en toda la zona mientras me llevaba a quien sabe donde. Ni siquiera podía hablar, solo era capaz de sentir sus labios y sus manos apretando mi trasero.

Sentí frío cuando mi cuerpo se separó de repente del suyo y luego mi espalda chocó contra algo suave y cómodo. Estábamos en una habitación y él me había prácticamente lanzado a la cama.

—Espera aquí —ordenó y desapareció por la puerta de la habitación.

Recorrí el lugar con la mirada. Era una habitación bastante agradable. Todo en la cabaña está hecho de madera, incluso la cama, los muebles, unas cortinas blancas cubrían las ventanas cristalizadas y había una pequeña chimenea en una esquina de esta habitación. No habían objetos personales, nada de fotos o adornos.
Gerión regreso a la habitación y me tensé al ver lo que tenía en sus manos.

—¿Qué es eso?

Dije señalando el objeto en su mano. El cuerpo de Gerión se sacudió en una carcajada y mi interior se removió al verlo reír.

—Esto —las levantó—. Son unas esposas.

—¿Para? —pregunté perdida.

—Para ti, Bianka, voy a castigarte por hacerme perder la razón.

Acto seguido caminó hasta mi, hice un intento fallido por levantarme de la cama y salir de ahí, no me gustaban las esposas y seguramente a partir de mañana iba a usarlas mucho. Gerión me alcanzó antes de que pudiera hacerlo. Sus manos sostuvieron las mías por encima del colchón. Había vuelto a recoger si cabello.

—¿A dónde crees que vas, Bianka? —preguntó con una oscuridad diferente en la mirada—. ¿Quieres huir de mi?

Algo en su voz mando corriente eléctricas directo a mi coño que no dudo en empezar a mojarse, más de lo que ya estaba debido a sus besos. Intenté forcejear y separarme de su agarré pero era imposible.

—¿Quieres jugar, muñeca? —cuestionó—. Creo que es muy pronto para eso.

Cómo si se tratase de una pluma, sostuvo mis manos unidas con una de las suyas y con la otra acomodó mi cuerpo en la cama quedando verticalmente con el encima y luego esposó mis manos por encima de mi cabeza.

—Se quedan ahí —me ordenó—. Vas a obedecerme hoy, Bianka.

Asentí observando sus hermosos ojos cafés. Los labios de Gerión volvieron al ataque y cuando una de sus manos desabrochó el botón de mi pantalón, simplemente me perdí.

Se separó de mi para deshacerse de los zapatos y bajar la tela junto con mis bragas. Estaba totalmente expuesta delante de Gerión, el mayor de los Snow, el hombre que lograba contarme la respiración e intimidarme más que cualquier persona en el mundo. Sus ojos observaban mi coño como si se tratase de una bestia a punto de decorar a su carnada.

—Eres una maldita delicia —me dijo antes de comenzar a besar mis piernas.

Subía lentamente mientras yo me retorcía por las sensaciones e intentaba mantener mis manos quietas, ya que cada movimiento hacia que las esposas aumentasen más su presión.

Gerión llegó a la cara interna de mis muslos y un grito escapó de mis labios. Dios quería que su rostro estuviera en mi coño.

—¿Quieres que te pruebe, Bianka? —preguntó y me estremecí.

Claro que lo quería, estaba muriendo por ello.

—Dímelo —ordenó—. ¿Qué quieres?

—Quiero tu boca en mi coño, Gerión —respondí con la voz ronca.

Él me obedeció. Su lengua acarició mi clítoris y el mundo dio vueltas. La boca de Gerión me estaba llevando al cielo mientras mis gemidos inundaban la habitación. Gracias al cielo estábamos en una cabaña, alejados de todos. Era un manojo de sensaciones,  excitación y deseo. No pude aguantar más y bajé mis manos esposadas para intentar tomar su cabello y él se separó al instante en que mis manos hicieron contacto. Me dió una mirada llena de seriedad y supe que estaba en problemas.

—¿Es que no sabes seguir una maldita orden? —preguntó y se separó de mi cuerpo—. De pie.

Obedecí de inmediato. Gerión retiró las esposas y luego se deshizo de mi blusa. Estaba completamente desnuda. Sus ojos recorrieron mi cuerpo de pies a cabeza, antes de volver a reclamar mis labios como suyos. Sus manos subieron a mis tetas y comenzaron a masajearlas. Estaba volviéndome loca.

—Por favor —susurré y él se separó.

—¿Quieres que te folle, Bianka? —asentí desesperada.

Gerión sonrió con malicia y se sentó en la cama. Dió una palmada en sus piernas incitándome a sentarme, pero cuando iba a hacerlo me detuvo.

—No —tomó mi mano—. Acuéstate aquí en mis piernas Bianka, planeo follarte toda la jodida noche, pero primero voy a castigarte, muñeca.

Mis ojos se abrieron con sorpresa y una especie de temor se instauró en pecho. ¿Castigarme? Gerión leyó mi expresión y luego de dejar un suave beso en mi mano, me explicó.

—Va a gustarte, estoy seguro y si no lo hace, solo pídeme que me detenga, Bianka, no voy a hacerte daño.

Asentí con nerviosismo e hice lo que me pedía. Me recosté en sus piernas como una niña pequeña dejando mi culo en pompa. Sentí la polla dura de Gerión chocar contra mi abdomen y eso solo hizo que mi excitación aumentará. Él me deseaba tanto como yo.

—Esto es por follarte a Austros y Caelus —una nalgada fuerte hizo eco por la habitación y al contrario de lo que pensé un gemido escapó de mis labios.

Gerión sonrió bajo.

—¿Te gusta?

—Si —respondí.

Otra nalgada llegó y luego si mano acarició lentamente mi trasero.

—Esta es por besar a Elais.

Otra vez golpeó.

—Esta por besar a Balios.

Otra nalgada.

—Esta es por no obedecerme, Bianka. ¿Por qué no me obedeces?

Me quedé callada sin saber cómo responder.

—Responde —otro golpe—. ¿Por qué no me obedeces?

—No lo sé —respondí.

Gerión me levantó con sus manos, mis pies hicieron contacto con el piso y acto seguido me hizo caminar hasta acorralarme de espaldas a él contra la pared. Lo sentí desabrochar su pantalón y acto seguido su polla acarició levemente mi coño.

—Joder, Bianka, estás mojada, muy mojada. ¿Te gusta que te pegue, muñeca?

Asentí con los ojos cerrados. Quería que me follara de una maldita vez.

—Eres masoquista, me gusta.

Finalmente su polla entró de una sola estocada y soltó una maldición mientras yo sentí que las piernas me fallaban. Era tan jodidamente deliciosa. Comenzó a moverse lentamente, volviéndome loca.

—Por favor —supliqué—.  Más.

Gerión aceleró sus movimientos y mis gemidos inundaron la habitación. El silencio del bosque fue opacado por el ruido del choque de nuestros cuerpos. Estaba tan mojada que mis fluidos bajaban por mis muslos mientras Gerión agarraba mi cabello y me embestía con más fuerza.

—Mierda, Bianka, vas a volverme loco, muñeca, estás tan deliciosa que no creo que pueda sacar mi polla de ti —me susurró en el oído—. Eres mía. ¿Lo escuchas? No pienso compartirte con nadie, eso incluye mis hermanos.

Asentí nublada por el placer, en esos momentos Gerión podia perdone cualquier cosa que estaba dispuesta a decir que si. Aceleró sus movimientos llevándome al clímax y luego sentí como su polla se contrajo en mi interior.

Ambos terminamos con las respiraciones agitadas. Gerión dejó un suave beso en mi frente y me llevó en brazos hacia una puerta que había en la habitación. Era un baño, nos adentramos en la ducha y el volvió a dejarme sobre el suelo. El agua caliente comenzó a caer sobre mi cuerpo y todo el cansancio del día apareció. Enjabonó mi cuerpo con delicadeza mientras yo apoyé mi cabeza en su pecho y cerré los ojos. Lo escuché cerrar el grifo y luego envolvió mi cuerpo en una toalla. Me llevó cargada nuevamente hacia la cama.

—Espera aquí en lo que me doy una ducha —desapareció hacia él baño.

Hice un intento en vano por mantenerme despierta, pero terminé sumida en un profundo sueño.

(...)

Desperté confundida y alterada repentinamente. Observé a mi alrededor totalmente perdida.

¿Donde carajos estaba?

Algo en mi cabeza hizo clic y las imágenes del día de ayer pasaron por mi cabeza tal cual película.

—¡La comisaría! —exclamé levantándome de golpe.

Salí de la habitación de inmediato sin importarme mi desnudez, Gerión estaba sentado en la sala de la cabaña con una tasa de café. Me quedé quieta cuando lo vi, sin saber cómo reaccionar. Habíamos pasado la noche juntos, había metido su polla hasta lo más profundo de mi coño, me había dado unas cuantas nalgadas. El calor subió de inmediato a mis mejillas y él sonrió desde el sillón.

—No tienes que avergonzarte —me dijo—. Va a pasar seguido, así que acostúmbrate.

Asentí con nerviosismo y tragué en seco ante sus palabras, sin poder evitar lo que había causado en mi cuerpo. Sacudí la cabeza tratando de concentrarme en lo más importante en ese momento.

—Tengo que ir a testificar, el detective…

Gerión me interrumpió.

—Lo sé, arréglate, luego de desayunar nos encontraremos con mis hermanos—me anunció.

—¿Vas a regresar? —pregunté con emoción.

Gerión se puse de pie y caminó hasta mi. Su mano agarró mi cuello y dio un ligero apretón antes de besarme. Los besos de Gerión eran sin duda enloquecedores. Cuando se separó solté un suspiro.

—Voy a hacerlo —dijo y sonreí—. Alguien debe mantener sus manos lejos de ti.

Una sensación de amargura se instauró en mi. No quería estar lejos de ninguno de ellos. ¿Por qué eran tan posesivos? No sabía que hacer pero definitivamente no iba a mantenerme alejada de ninguno. Ya los había probado a todos y ahora solo quería más, mucho más.

Regresé a la habitación y me di una ducha rápida. Recuperé la ropa y me vestí. Al salir nuevamente Gerión me esperaba con unas tostadas y un refresco, comí lo más deprisa que pude y salimos de la cabaña. Su auto estaba en las afueras del bosque así que caminamos en silencio hasta allí. Estaba nerviosa por lo que me esperaba en la comisaría.

Una vez dentro del coche comencé a mover mis pies con impaciencia. No quería ir a prisión, mucho menos ahora que mi relación con los Snow iba avanzando, quería vivir con ellos, compartir con cada uno, conocerlos y ver lo que ocultan detrás de esa máscara de hombres rudos. Gerión notó mi impaciencia y puso una mano en mi muslo antes de arrancar el coche.

—¿Que pasa? —preguntó.

—Estoy nerviosa, yo… —solte un suspiro lleno de frustración—. No quiero ir a la cárcel.

—Eso no va a pasar —me aseguró—. No vamos a dejar que nada te pase, Bianka, tienes mi palabra y la de mis hermanos.

Eso no me tranquilizaba, después de todo, ellos habían roto su palabra respecto a mi. Aún así, intenté controlar mis nervios mientras nos dirigíamos a la ciudad.

Media hora más tarde Gerión parque el coche frente a un enorme edificio. Me ayudó a bajar del auto y nos adentramos en la comisaría. Las manos me temblaban y la garganta se me secó mientras seguía sus pasos. Dentro los demás hermanos esperaban. Estaban sentados en la sala de espera y todos se levantaron con nuestra llegada. Miré el rostro de cada uno: Balios rodó los ojos con desprecio, Elais me sonrió dándome fuerzas, Felis solo me dio un asentimiento, Caelus me guiñó un ojo mientras Austros caminó hacia mi con descaro, puse sentir el gruñido de Gerión a mi espalda.

—Vamos a salir de esta pronto, White —me dijo con una sonrisa y luego se acercó a mí oido—, y voy a darte la follada de tu vida para sacarte la esencia de Gerión de tu cuerpo, mi diablita.

¿Cómo sabía que Gerión y yo?

Él leyó mi reacción y volvió a susurrar.

—No me molesta compartirte con mis hermanos, White, siempre y cuando regreses a mi cama luego de que ellos te follen.

Se alejó de regreso a su sitio y yo lo miré con sorpresa. Toda mi atención fue robada por el detective que salió de unas puertas de cristales con el rostro contrariado.

—Siento mucho haberlo echo venir —dijo y miré a Felis sonreír discretamente—. Anoche mis hombres encontraron una nota de suicidio en la habitación de la señorita, Brianna.

—Lamento mucho escuchar que fue su decisión —dijo Gerión—. Era joven.

—Así es —el detective llevo su mano al puente de su nariz y yo miraba de unos a otros con confusión—. Era prostituta, imagino que si vida era difícil.

—Eso parece —añadió Deimos.

El detective dijo q podíamos regresar a casa y desapareció por las mismas puertas.

¿Nota de suicidio? Pero si yo misma la había lanzado por las escaleras. ¿Qué había pasado? Gerión puso una mano en mi espalda. ¿Por qué ellos se veían tan calmados?

—Vamos a casa —me dijo y prácticamente me arrastró fuera de comisaría.

Los siete caminaban con tranquilidad mientras mi corazón prácticamente corría una maratón.

—Mientras estés con nosotros nada va a pasarte, Bianka —me dijo Elais con una sonrisa y mis ojos se humedecieron.

¿Ellos me habían ayudado?

—¿Ustedes…

Mi pregunta fue interrumpida por el ruido de varios autos deteniéndose en la entrada de la comisaría, todos llevamos nuestra mirada al coche del centro desde donde bajo un hombre desconocido. Prácticamente tenía el mismo tamaño de Gerión, pero era un poco más delgado. Cabello y ojos negros y aún aura realmente peligrosa lo rodeaba. Varios hombres armados caminaron detrás suyo.

Gerión le hizo una seña a Felis quien de inmediato me tomó por el brazo y me escondió pegada a su espalda. La tensión en el ambiente era palpable, todos los Snow mantenían rostros serios y sus cuerpos erguidos.

¿Quién carajos era aquel tipo?

El hombre se acercó a nosotros y se detuvo frente con frente a Gerión.

—Gerión —lo saludó tendiéndole la mano.

—Malik —el hermano mayor dijo su nombre y estrechó su mano con fuerza.

—¿Cómo van los negocios? —le preguntó el desconocido, que ahora sabía se llamaba Malik.

—Como deben —respondió Gerión—. ¿Te aburrió la vida de sultán y decidiste pasarte un rato con los mortales?

Él tipo río con fuerza y luego respondió.

—Me avisaron que andabas por aquí, así que vine a divertirme un poco en tus fiestas —llevó si mirada hacia mi de reojo y me oculté más detrás de Felis—. ¿Estoy invitado, no?

—Siempre que lleves lo necesario, por supuesto. Hasta pronto.

Todos nos dispusimos a caminar pero Malik volvió a hablar.

—¿Por qué la ocultas? —dijo señalándome y sin despegar la mirada de mi—. ¿Quién es ella?

—Nuestra sirvienta —respondió Deimos.

—Interesante —dijo él— ¿Puedo verla?

Gerión apretó los puños y sabía que estaba contendiéndose frente a ese hombre. ¿Quién rayos era como para lograr que Gerión estuviese así?

Felis tomó mi mano me sacó de su espalda.

—Ve con él —me dijo.

—No quiero —anuncié y todos me miraron con sorpresa, incluido Malik.

Por supuesto que no iba a acercarme a un tipo que no conocía, mucho menos cuando los Snow habían intentado ocultarme de él, porque razones obvias habrá. Gerión escondió una sonrisa en su rostro y Caelus me susurro un “bien hecho, White”

Elais tomó mi mano y me ocultó esta ves tras su espalda.

—Ya vez —le dijo Gerión—. No quiere.

—Una lástima —dijo él—. Pero eso solo hará que espere nuestro encuentro con más ansias. Hasta luego hermanos Snow.

Siguió su camino hacia dentro de la comisaría pasando a través de los hermanos pero sin acercarse a mi.

—¿Quién es ese? —le pregunté a Elais.

—Malik Mashah.

—Es un sultán, Bianka —me dijo Felis.

—Uno muy peligroso —añadió Balios.














Jelouuuuu
Ni siquiera yo me creo que haya logrado actualizar, PERO PUDE!!!

Que tal el capítulo 😏, todas queremos un Gerión, cierto? 🥺

Para las que no están en el canal de WhatsApp (que esperan para unirse) las actualizaciones de COVET a partir de ahora serán todos los sábados.

He echo una encuesta para elegir que días voy a actualizar mis historias y el sábado fue el elegido😌

Por otro lado
¿Qué creen de Malik👀
En el canal les voy a dejar una foto del modelo que escogí, porque este señorito va a dar mucho de que hablar.

Nos leemos el próximo sábado amores.
Las quiero mil.

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