🍎CAPITULO TRECE🍎

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El viaje de regreso a la mansión de los Snow fue silencioso, Gerión se mantuvo con una expresión seria durante todo el trayecto mientras yo me dedicaba a observar el paisaje y miles de pensamientos inundaban mi mente.

Ellos me habían sacado de otro problema, nuevamente resolvían una situación terrible en mi vida. Por lo que parecía m deuda con los hermanos iba a crecer demasiado. Me había convertido en un imán para los problemas desde que salí del burdel, tal vez por eso mi padre y Delle me habían mantenido encerrada ahí durante toda mi vida, ellos seguro sabían que solo ocasiono desastres y prefirieron mantenerme controlada.

Cuando Gerión finalmente detiene el auto frente a la mansión me bajo sin mencionar palabra. Observo a los demás bajar de sus coches, el primero en adentrarse a la casa es Elais, sigo detrás de él y una vez que todos están dentro, hablo:

—¿Ustedes solucionaron el problema de Brianna, cierto?

Todos se mantienen en silencio observándome, Elais es el primero en hablar.

—Nosotros no hicimos nada —responde.

—Fui yo —responde Gerión—. El abogado se encargó de todo, por eso estaba anoche conmigo, Bianka.

Asiento procesando todo. Prácticamente habían mentido y creado un carta para hacerle creer a la policía que ella se había suicidado, si lo descubrían Gerión estaría en grandes problemas, se había arriesgado por mí.

—Yo...—la voz se me travó—. No sé ni que decir.

Balios soltó un bufido.

—Por supuesto que no vas a saber que decir, prácticamente nos debes tu vida.

Elais le dió un ligero golpe en la cabeza, caminó hasta mi y como siempre tomó mis manos con delicadeza. No pude evitar mirar a Gerión que apretaba sus puños con fuerza. Iba a ser complicado hacer se acostumbrara a verme con sus hermanos, pero sin duda era algo que estaba dispuesta a conseguir.

—No debes decir nada, hacemos todo esto porque queremos.

—Dijimos que ibas a estar a salvo mientras vivas en esta casa, dulzura —añadió Felis.

Gerión se aclaró la garganta llamando la atención de todos. Pasó una mano por su cabello.

—Basta de platica, tenemos que resolver varios asuntos —dijo más para sus hermanos que para mi—. Hoy es el cumpleaños de Balios y no hemos preparado nada para la fiesta.

Definitivamente habían muchas cosas que debía conocer sobre los hermanos, como sus cumpleaños por ejemplo. Ni siquiera le había deseado un cumpleaños feliz al hermano menor. Lo miré con intenciones de hacerlo, pero prácticamente me gruño, así que decidí permanecer callada.

—¿Harán una fiesta? —pregunté y ellos se miraron entre si.

Austros sonrió con malicia y supe que no me esperaba nada bueno.

—Es una fiesta especial, White, como a la que te metiste sin nuestro permiso, pero esta vez estás invitada.

Mi corazón dio un pequeño salto al escuchar sus palabras y mire cada uno e sus rostros esperando el momento exacto en que me dijeran que era una broma y debía quedarme encerrada así no ocasionaba problemas, pero esa frase nunca llegó.

—¿De verdad puedo ir? —le pregunté a Gerión, después de todo, él siempre tenía la última palabra.

El mayor de los Snow asintió y yo di un salto de alegría. Me acerqué a él y deje un beso en su mejilla, pero el muy inteligente giró su rostro y terminé dándoselo en la boca. La sala se llenó de tensión y cuando me separé de Gerión mi corazón amenazaba con salir del pecho, no quería otra discusión entre ellos.

—Eso no se vale, White, no puedes besar a uno de nosotros y dejar a los demás como si nada, ven aquí y dame un pico también.

Austros prácticamente me arrastró hacia él y pego su boca a la mía en un rápido beso.

—Venga, el mío —dijo Caelus con una sonrisa.

Y luego yo misma fui directo a Elais y Felis, pero cuando observé el rostro enojado de Balios, me quedé quieta sin saber como actuar.

—¿Tú...

No terminé de preguntar porque él mismo se acercó a mi y me dio un beso fugaz antes de desaparecer por las escaleras hacia las habitaciones. Me quedé un poco sorprendida porque creí que iba a negarse y lanzarme algún comentario venenoso.

—Poco a poco él también ira cayendo —dijo Deimos con una sonrisa—. Ponte guapa para hoy, Bianka, la noche promete.

Él también subió hacia las habitaciones, detrás suyo le siguió Elais quien antes de subir depositó un beso en mi frente, Austros, Caelus y Felis volvieron a salir de casa, pero Gerión se quedó quieto observándome.

—¿Segura que quieres ir a la fiesta? —me preguntó.

—Si, en verdad me gustaría. ¿No quieres que vaya?

Él se acercó a mi y acarició mi cabello con delicadeza.

—No quiero que los demás quieran lo que es mío.

Me reí. Gerión era el hombre más posesivo que había conocido, aunque tampoco conocía muchos hombres.

—No van a ver más de los que ven todos y...

—La temática de hoy es lencería sexy, Bianka —me informa y me quedo en shock—. ¿Por qué crees que Austros te invitó?

«Maldito Austros»

El calor subió a mis mejillas, ir a la fiesta significaba ser vista en ropa interior por varias personas, pero en lugar de darme miedo, aquello me excitaba y Gerión lo notó.

—Eres peligrosa —me dijo agarrando mi cuello y empujándome contra la pared—. Más vale que te comportes hoy, muñeca, no quiero tener que perder la cordura.

Puede, que quizás, me gustara más el Gerión sin límites que liberaba toda esa rabia en su interior y se convertía en un salvaje.

—Voy a portarme bien —dije mientras cruzaba los dedos con la mano tras mi espalda.

Después de todo, ellos dejaron en claro que iban a protegerme mientras viva en esta casa. Él me dio una ligera sonrisa y se apoderó de mis labios, su lengua se adentró en mi boca y in gemido escapó de mis labios.

—Esta noche, volverás a ser mía —me susurró antes de desaparecer por la puerta de casa.

Solté todo el aire que había estado conteniendo y me senté en el enorme sofá. Había sobrevivido a un día más. Cerré mis ojos y recargué mi cabeza del espaldar intentando relajar mi mente. Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo, creo que si le hubiesen preguntado a la Bianka que vivió en el burdel, hubiese negado rotundamente que alguna vez le fuesen a pasar semejantes cosas. Sin embargo, ahí estaba, viviendo con siete hombres con los que fantaseaba cada maldita noche, como si fuese una adicta al sexo, y ciertamente estaba comenzando a creer que lo era. Cualquier persona racional pensaría que estoy loca. Pero de lo que si estaba segura era de que los Snow eran los dueños de cada uno de mis más oscuros deseos.

Papá siempre trató de mantenerme alejada de la vida noctura, y con nocturna me refieron al burdel, a las noches de desenfreno donde él y mi madre disfrutaban junto a sus invitados. Pero yo siempre buscaba una forma de colarme en ellas y observar. Quizás por eso no me asusto con las fiestas de los Snow, porque desde mi juventud sentí atracción por ese mundo, quería formar parte de él.

Mi cabeza voló por tantos lados que terminé quedándome dormida en el sofá. Habían sido demasiadas emociones para mi pobre cabeza.

Cuando desperté, no estaba en el sofá, pero tampoco en mi habitacíon. Era una de las habitaciones de los hermanos, miré alrededor buscando una pista, todo estaba perfectamente limpio y ordenado, sin duda era la habitación de Elais.

—Te has despertado —el susodicho apareció frente a mis ojos—. Espero que hayas podido descansar.

Como de costumbre una sonrisa adornó su rostro. Miré hacia fuera a través de las ventanas, ya la noche había caído.

«¿Cómo pude dormir tanto?»

Cuando recordé la fiesta intenté levantarme pero cuando quise usar mis manos me di cuenta que ambas estaban esposadas a la cama.

—¿Qué es esto?

Elais sonrió pero esta vez no era la sonrisa llena de dulzura que me daba siempre, su rostro estaba lleno de absoluta perversidad.

—Sabes, llevo deseando probarte desde hace mucho tiempo, Bianka, y estoy un poco cansado de ser el bueno.

Caminó lentamente hasta mi y se colocó a mi lado en la cama. Lo miré totalemete confudida, parecía otra persona y no el chico que conocía.

—¿Qué vas a hacerme? —le pregunté. A pesar de ver su cambio de actitud, no tenía miedo, sabía que no iba a hacerme daño.

Por muy estúpida que pareciese, confiaba en los Snow.

Elais se subió encima de la cama, se paro frente a mi y separó mis piernas con rapidez.

—¿Te gusto, Bianka? —me preguntó y asentí.

Él sonrió. Amaba su sonrisa, tanto esta como la de siempre.

De un solo tirón rompió el broche de mi pantalón y comenzó a sacarlo con rapidez de mi cuerpo, dejándome solo en bragas.

—Eres tan hermosa, no he podido apartar mis ojos de ti desde que llegaste a esta casa.

Comenzó a pasar su dedo índice por encima de la tela que cubría mi coño y el mundo comenzó a dar vueltas. Elais me acariciaba lentamente, de arriba hacia abajo mientras la humedad comenzaba a mojar mis bragas. Sus labios comenzaron a besar mi pelvis mientras yo intentaba moverme sobre su dedo y obtener más fricción.

—No puedo creer que ya estés tan mojada, con solo caricias.

Cerré mis ojos. Yo tampoco lo creía, pero joder. Deseaba tanto que ellos hicieran esto conmigo, que me complacieran, que con solo tener su atención lograban volverme totalmente loca. Elais sacó mis bragas dejándome totalmente descubierta.

—Voy a comerte el coño, bonita.

Dijo antes de meter su cabeza entre mis piernas y hacerme perder el control. La lengua de Elais me hizo subir al mismísimo paraíso, entre mordiscos y lamidas me estaba haciendo perder la cabeza. Mis gritos debían de escucharse por toda la casa mientras agarraba su cabello perdida en las sensaciones.

—Tengo que ser rápido, Bianka, porque debemos ir a la fiesta, pero prometo que disfrutaremos más luego.

Sus movimientos se aceleraron, un gemido escapo de mis labios y me corrí en su boca. Elais salió de mis piernas con una sonrisa, besó mi muslo y desapareció hacia el baño de su habitación, después de unos segundos regresó y liberó mis manos.

—Lamento eso, a veces me dejo llevar por la perversión.

—Me gusta tu lado perverso —le dije con una sonrisa.

Me entregó una toalla y una pequeña cajita.

—Date una ducha y arréglate, todos te esperamos abajo.

Asentí y el salió de la habitación. Me di una ducha raída y cuando salí abrí la pequeña caja que Elais me había entregado. En ella había un juego de lencería que ni siquiera lograba comprender, consistía en una sostén y una bragas, pero habían varios tirantes que salían de los extremos de cada uno. Tardé como veinte minutos en comprender como se usaba aquella prenda, pero cuando finalmente lo conseguí pegué un saltito de emoción, me paré frente al espejo y me quede atónita. Era el conjunto más sexy que había visto, ni siquiera los que usaban las chicas en el burdel le llegaban a los pies a este. Parecía una diosa del sexo con eso encima. Sonreí con satisfacción, los Snow sabían que ropa escoger, mi culo se realzaba estupendamente y las tiras negras hacían un perfecto contraste con mi piel blanca.

Salí la habitación de Elais y caminé hacia las escaleras, ni siquiera me preocupé por maquillarme, después de todo tenía el presentimiento de que esa noche iba a ser estupenda, y eso significaba tener a los hermanos completamente a mi disposición. Bajé las escaleras con el corazón a toda velocidad y casi me desmayo cuando me encontré a los siete hermanos frente a mi, con solo una prenda en su cuerpo. El calor subió por todo mi cuerpo y tragué en seco. Algo bueno tuve que haber echo en mi anterior vida para que me bendijeran como semejante imagen. Parecían los mismísimos dioses del Olimpo, con cuerpos perfectamente tallados por ángeles. Solo traían bóxers negros con pequeños detalles dorados en las costuras, todos traían algo oculto en sus manos, pero no tenía ni la más remota idea de que trataba.

El primero en acercarse a mi, fue Felis, su rostro se pegó a mi oído y susurró.

—Es mi turno, Bianka, no pienso desaprovechar esta noche.

Luego dejo caer de su mano una cadena y al contrario de lo que pensé no la puso en mi cuello, sino que la puso en mi frente y alrededor de mi cabeza como unas de esas diademas que usan las bailarinas. Luego de su otra mano saco un dije con un pequeño diamante que se encargó de añadir a la cadena en mi frente, luego se acercó Elais y colocó otro pequeño diamente, todos fueron acercándose y ejecutando la misma acción, el ultimo fue Austros.

—Ahora si eres nuestra, White, nadie se meterá contigo ahí abajo.

Asentí con una sonrisa. Me sentía como una niña pequeña, a emoción no cabía en mi pecho, cuando Caelus me tendió su brazo para bajar y miré hacia la puerta abierta, una sensación extraña se instauró en mi pecho. Sacudí la cabeza borrando cualquier pensamiento de negatividad y todos bajamos hacia el sótano.

Después de caminar por el pasillo, por fin las cortinas aparecieron ante mis ojos y la música que incitaba a pecar inundo mis oídos. Austros las abrió y me miró con una sonrisa perversa.

—Bienvenida al Edén, Bianka White.

Los ojos se me humedecieron ante el recuerdo de mi padre, aquel lugar parecía haber sido creado por él, porque era exactamente como celebraba sus fiestas del placer en el burdel. Las luces de Neon rojas decoraban todo el lugar, había barras con bebidas en cada esquina y guardias cuidando todo, las personas bailaban en el centro, otros se besaban o follaban como salvajes. . La regla de vestimenta había sido seguida por todos, así que donde quiera que mirase había personas en ropa interior, e incluso otras desnudas. La música estaba mezclada con gemidos y un escalofrío me recorrió la piel. Me encargué de observar cada detalle por si no regresaba a este lugar, pero fui interrumpida cuando una mano se posó en mi espalda.

—Vamos a allá —Gerión me señaló la segunda planta, exactamente el lugar donde estaban ellos el día que me escabullí hasta aquí.

Atravesamos todo el lugar, ganándonos las miradas de todo el mundo. Los hermanos saludaban a todos pero las miradas siempre se enfocaban en mi, después de todo, era la carne nueva. Nos acercamos a las escaleras y subimos a la segunda planta donde habían varias mujeres. Una de cabello rojo intentó acercarse a Gerión pero me interpuse en medio.

—Largo todas, si no quieren correr con la suerte de Brianna —les ordenó Felis riendo y las chicas salieron de inmediato.

—Eres territorial —me susurró Gerión.

—Igual que tú —le dije.

Antes de que otra palabra pudiese salir de mi boca un hombre un poco mayor apareció frente a nosotros con una carpeta en sus manos. Los hombros de Gerión se tensaron y les hizo una seña a sus hermanos para que lo siguiera, intenté hacer lo mismo, pero Caelus me lo impidió.

—Tú no, nena, espéranos aquí —pasó uno de sus dedos por mis labios con delicadeza—. Obédeceme esta vez, por favor.

Asentí, no tenía más remedio que seguir sus ordenes, me senté en uno de los sofás y él se fue por donde mismo habían ido los demás. Me dediqué a observar a las personas bailar. Pasaron diez, veinte, treinta minutos y cuando llego una hora y ellos no regresaban, comencé a impacientarme. Pero mi tensión aumentó cuando un señor de unos cincuenta y tantos años llegó al lugar.

—Buenas noche, he visto que estás sola hace rato. ¿Necesitas compañía, guapa?

El tipo se veía como uno de esos hombres asquerosos que aparecían en el burdel y luego las chicas me contaban como las obligaban a hacer cosas horribles. Me puse de pie de inmediato.

—No, muchas gracias, estoy esperando a los seores Snow.

Él hombre se acercó y di un paso hacia atrás pero choqué con el sofá.

—Los Snow suelen compartir sus putas con los amigos así que me imagino que puedo hacer contigo lo que quiera.

El hombre estiro una de sus manos hacia mis tetas y no se como lo hice pero me escabullí de su agarre y corrí hacia el pasillo por donde se habían marchado los Snow, me habían pedido que me quedase a esperarlo pero esto era algo de tendencia mayor, ese hombre claramente iba a propasarse conmigo y era algo que no iba a permitir.

El pasillo no era muy largo y solo había un puerta que se encontraba entreabierta. Me dispuse a abrirla por completo pero la voz de Gerión me detuvo.

—Ya tienes la edad suficiente, Balios —la voz de Gerión retumbó por las paredes, aquí dentro la música de afuera pasaba a un segundo plano—. Es hora de que sepas la verdad.

Por la rendija de la puerta solo podía ver a Gerión, pero escuchaba las voces de todos.

«¿De que verdad hablaban?»

—Bianka no es una mujer cualquira que Austros compró en un burdel para ser nuestra sirvienta —dijo Deimos.

Mi cuerpo se tensó de pies a cabeza, no iba a abrir la puerta, necesitaba escucharlos.

—Ni tampoco un estorbo como tanto dices —añadió Elais.

—Bianka es la hija de Poll White.

Escuchar el nombre de mi padre en la voz de Caelus hizo que mi corazón se acelerase. ¿Cómo sabían su nombre?

—¿Ella es...—Balios intento hablar pero fue interrumpido por Felis.

—Bianka es la dueña de los diamantes Sharentz —respondió Gerión con una mirada llena de codicia—. Bianka es la mujer más rica del jodido mundo.

El tiempo se detuvo cuando esas palabras salieron de su boca. ¿Diamantes Sharentz? Ese era el apellido de mi madre, pero había dejado de usarlo desde que murió, mi padre insistió en inscribirme con el apellido de Delle.

«¡De qué rayos hablaban los Snow!»

—¿Por eso vive con nosotros? —preguntó Balios.

—Si, Bianka es una jodida millonada andante y ni siquiera tiene la mínima idea de todo el poder que tiene en sus manos, es una niña inocente que no sabe que su padre le dejó unas minas con los diamantes más valiosos de todo el mundo y que ahora miles de personas están detrás suyo para obtener esa riqueza.

Mis piernas flaquearon, las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos y el corazón se me hace pedazos. Perdí el equilibrio y terminé chocando con un enorme búcaro que ni siquiera noté al lado de la puerta. Cayó al suelo llamando la atención de todos dentro de la habitación. Él único que logra verme es Gerión y por su cara notó la tristeza en mi mirada. Corrí a través del pequeño pasillo, llegue a la sal VIP e los hermanos donde aún seguía el señor asqueroso, lo ignoré y baje las escaleras a toda velocidad mientras aprecía que mis lagrimas no iban a dejra de salir.

Ellos eme habían usado, me mintieron mirándome a la cara cada día. ¿Por eso se habían acercado a mi? ¿Por la estúpida riqueza que dejó mi padre? ¿No eran más que unos malditos estafadores que buscaban engatusarme y quedarse con la riqueza que ni siquiera sabía que existe? El llanto no cesaba mientras atravesaba a las personas. Tenía que salir de aquella casa. Irme lejos. Pensé que estaría a salvo con ellos, pero resultaron siendo otra mentira. Ahora entendía absolutamente todo, por que Delle quizo matarme, por que ellos me habían aceptado como si nada en su casa. ¡Por Dios, les entregué mi alma y mi cuerpo! ¡Confie en cada uno! Gerión tenía razón , no era más que una niña inocente.

—¿Estás perdida, Bianka?

Mi cuerpo impactó contra otro. Levanté mi mirada y encontré un rostro conocido.

—Buenas noches, Malik.

El hombre notó mi expresión desastroza, alzó mi mentón suavemente con una de sus manos y con la otra secó mis lágrimas.

—Las mujeres bonitas, no deberían llorar. Dime, ¿Cómo puedo ayudarte?

—Necesito salir de aquí, por favor-

Malik miró por encima de mi, iamginé que los hermanos debían de venir en mi búsqueda.

—¿Huyes de ellos? —cuestionó y asentí.

—Ven conmigo.

El sultán tomó mi mano y me hizo seguirlo entre las personas, no tenía ni idea de a donde me llevaría, pero vista mi situación, en cualquier lugar estaré corriendo peligro, incluso estando con los hermanos Snow.












OMG
Sólo puedo preguntar
¿Se lo esperaban?

Espero les haya gustado el capítulo amores míos. Traigo días difíciles pero voy a seguir tratando por lo menos de actualizar semanal cada novela.

Hasta prontis.

Las amo❤️

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