🍎CAPÍTULO NUEVE🍎

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Sentía que no podía respirar mientras caminaba por el pasillo de las habitaciones. Esperaba no encontrarme con ninguno de los Snow porque en esos momentos no estaba preparada mentalmente para una sorpresa. Logré controlar todas mis emociones respecto a lo que había pasado con Austros y Caelus, debía fingir delante de los demás si quería seguir viviendo junto a ellos.

Nunca había caminado en tacones y estaba siendo todo un reto mantener el equilibrio y evitar caer. No tenía ni la más remota idea de cómo ve iban a ver ante sus ojos y eso solo hacía que mis nervios aumentaran.

En mi mente repasé cientos de veces todo lo que hacían las chicas del burdel para maquillarse e imité cada uno de sus pasos frente al pequeño espejo que había en mi habitación. Después de todo, los años que viví allí me habían servido de algo. Me sentía una persona diferente portando ese maravilloso vestido rojo, había acomodado mi cabello de tal forma que caía en hondas sobre mis hombros. Hice todo lo posible para verme elegante y hermosa, para estar a la altura de ellos.

Cuando llegué al final del pasillo y vi las escaleras frente a mi, sentí que el corazón se me detuvo. Ellos estaban al final, esperándome y la sensación de ir cayendo por un precipicio me estremeció el cuerpo. Unas manos frías tomaron mi brazo y me hicieron girar. Los ojos cafés de Gerión me observaron con dureza y tomé una profunda respiración intentado recomponerme ante su presencia. Aquel hombre lograba desestabilizar mi mundo con solo una mirada.

—Buenas noches —me dijo con voz gruesa—. Te ves hermosa, Bianka.

Una sonrisa estúpida se dibujó en mi rostro y asentí. Él no dejaba de mirarme mientras trataba por todos los medios de desviar mis ojos de los suyos. Gerión sacó la mano que había mantenido en su espalda y que sostenía una caja de terciopelo rojo.

—Solo te falta un pequeño detalle —añadió antes de abrirla y mostrarme un hermoso collar de diamantes que seguro debía valer más que su propia casa.

Con un collar como ese fácilmente podía saldar todas las deudas de mi padre y salvar el burdel. Pero ahora eso no era parte de mis prioridades, incluso había descartado totalmente la idea, luego de observar el odio de mi madrastra.

—¿Es para mí? —pregunté incrédula.

El asintió con su rostro serio, sacó el collar de la caja dejándola caer al suelo y me hizo girar con suavidad.

—Levanta tu cabello —ordenó y obedecí.

Sentí la frialdad de los diamantes acariciar mi cuello y cuando Gerión cerró el broche todo su peso calló sobre mi. Estaba cargando con una joya muy cara. La idea de que podría ser un objeto de valor para ellos pasó por mi cabeza, pero la descarté al recordar que yo solo era una simple empleada para Gerión Snow.

—Muchas gracias.

Una sonrisa dibujó mis labios. Después de una mañana tan caótica el día había mejorado demasiado y esperaba que la noche fuese especial.

—Bajemos.

Él se adelantó a bajar las escaleras y lo seguí detrás con los nervios carcomiendome el alma. Abajo todos los hermanos conversaban, pero en cuanto mis tacones pisaron el piso del salón, todas sus miradas se posaron en mi. Mis ojos fueron directamente a Caelus que sonreía y me dió un asentimiento.

No lo soñaste, Bianka, si pasó y él lo recuerda.

—Te ves jodidamente hermosa, White —Austros se acercó a mí con la lujuria brillando en sus ojos, tomó mi mano y depositó un beso sobre ella—, vamos a ser la envidia de la fiesta.

—Deja de fanfarronear, hermano —lo regañó Felis que mantenía el celular pegado a su oído—. Los guardias ya están fuera, podemos marcharnos.

Gerión asintió, llevó su mirada a cada uno de sus hermanos y por último a mi.

—Por ningún motivo puedes separarte de nosotros hoy y esto no es una regla que puedas incumplir, Bianka, si quieres llegar a casa sana y salva, mantente cerca de alguno de nosotros.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo ante sus palabras y asentí. Esa noche iba a obedecerlos, después de todo se los debía por los problemas que había causado. Caelus se dispuso a acercarse a mi pero Elais se adelantó y entrelazó mi brazo al suyo.

—Ella se va en mi coche —les informó a todos y me hizo caminar a su lado hacia la salida.

Afuera habían siete autos oscuros y varios hombres de negro esperando por nosotros. El frío de la noche me abrazo pero al instante un calor cubrió mi cuerpo. Deimos había puesto su chaqueta sobre mis hombros.

—Me la devuelves antes de entrar en la fiesta —me dijo y luego desapareció hacia su coche.

Balios pasó por mi lado apresurado y chocó mi hombre casi provocando que cayera al suelo, pero Elais me sostuvo.

—Ten cuidado, Balios —lo miró con rabia, pero Balios simplemente lo ignoró.

Elais me ayudó a subir al coche y el siguió detrás mío. Cerró la puerta detrás de si y acto seguido el coche se puso en marcha. El corazón me latía deprisa por la incertidumbre de saber a donde íbamos. Centré mi atención en los arboles de la carretera hasta que las manos tibias de Elais tomaron las mías.

—Tranquila, todo estará bien —me dijo con una mirada dulce.

Una de sus manos subió a mi rostro y acarició mi mejilla con suavidad. Elais era tan diferente a sus hermanos que me costaba creer que esa fuese su verdadera personalidad. Una sensación de tranquilidad de apoderó mi cuerpo, aquel hombre lograba espantar cualquier temor. Elais era como el cielo despejado luego de una fuerte tormenta.

—Eres tan hermosa —me dijo sin dejar de acariciar mi rostro.

El calor llegó a mi cara y el sonrió seguramente al notar mi sonrojo. Intenté alejar mi rostro de su mano pero él me lo impidió.

—No te avergüences, Bianka, no conmigo.

Sus labios se acercaron a los míos y depositó un pequeño beso que mandó corrientes eléctricas a todo mi cuerpo, mi corazón flotó cuando acto seguido subió a mi frente y depositó otro allí. Mis ojos se humedecieron y no pude evitar acercarme a él y rodearlo con mis brazos.

—Gracias, Elais.

Era la primera vez en mucho tiempo que alguien me demostraba cariño genuino, que me sentía tan segura y en paz.

—Aqui estoy para ti.

Me separé de su cuerpo y acerqué mis labios a los suyos. Mi beso no fue tan inocente como el que él me había dado. Adentré mi lengua en su boca dispuesta a explotar todo lo que tenía para darme. Elais bajo sus manos a mi cintura intentando pegarme a su cuerpo mientras nuestras lenguas se entregaban y el deseo se encendía en mi interior. Pero era imposible acercarnos más dentro de ese coche y con el vestido que llevaba. Me separé de sus labios con la respiración entrecortada y él soltó un suspiro.

—¡Diablos! —maldijo—. Acabo de meterme en un enorme problema, nadie puede saber esto Bianka, mis hermanos —se detuvo—. Prometimos no acercarnos de esta manera a ti.

—No diré nada —le dije—. Puedes estar tranquilo.

El resto del camino ambos nos mantuvimos en silencio. Me entretuve observando la ciudad. Fui tan tonta todo este tiempo, Delle me había mantenido encerrada toda mi vida en el burdel, nunca pude salir y conocer otros lugares. Que los hermanos Snow me invitaran a este sitio significaba mucho para mí.

Cuando el auto se detuvo frente a un edificio enorme, Deimos abrió la puerta del coche y me ayudó a bajar, de inmediato le devolvi su chaqueta. Todos los demás ya estaban en la entrada del lugar y una vez Elais bajó continuamos el camino.

Dentro del edificio un empleado nos recibió y nos guío hacia una puerta de color dorado. Austros se acercó hasta mi y entrelazó mi brazo al suyo, tal como lo hizo Elais.

—Ahora es que comienza la fiesta, White —me susurró antes de que el empleado abriese la puerta.

El asombro debe haberse notado en mi expresión al entrar al gran salón, era enorme, con una decoración magistral como la de los palacios que vi en las películas que Delle me alquilaba, habían enormes candelabros colgando de los techos, varias mesas con muchísima comida y muchísimas personas con clase que conversaban y otras que bailaban al ritmo de Jass.

Los hermanos me llevaron junto a ellos hacia una de las mesas. Austros se soltó uno de sus comentarios respecto a un vestido que portaba una señora y todos reímos, pero mi sonrisa se borró cuando observé a Delle y Briana caminar hacia nosotros.

—¿Qué hace ella aquí? —pregunté al instante.

—Tu madrastra es una de las socias de este lugar —me respondió Felis.

—Si no quieres hablar con ella dilo y haremos que no acerque —me dijo Deimos, pero era demasiado tarde, ellas ya estaban ahí.

Sentí un sabor amargo en la boca cuando sus ojos me repasaron de pies a cabeza y una mueca de disgusto se dibujó en su rostro.

—Señores Snow —saludó— Bianka.

—Buenas noches, Delle —dije con cortesía—. ¿Hoy traes otro sicario? ¿O puedo pasar la noche tranquilamente?

Austros me dio una mirada de sorpresa al escuchar como le hablé, pero no iba a dejar que ella me hiciese sentir mal, ni mucho menos inferior.

Delle soltó una carcajada que Briana, la que consideré mi amiga en el burdel acompañó.

—¿Ahora te sientes valiente porque estás con ellos? —cuestionó.

Me reí. Miré hacia Gerión que se mantenía inexpresivo. No podía depender de ellos, debía defenderme a mi misma.

—Siempre he sido valiente, pero antes no sabías que eras doble cara.

Austros hizo un sonido con la boca que provocó la risa de sus hermanos.

—Ahi tiene razón —le dijo a madrastra con una sonrisa.

Delle me miró con la ira destilando en sus ojos.

—¿Ahora eres la puta de los hermanos Snow? —preguntó y mi mano impactó directo en su rostro atrayendo la mirada de todos en la fiesta.

Ella se inclinó y levantó su manos dispuesta a devolverme el golpe. Pero Felis detuvo su mano antes de que me tocara.

—Cuidado —le dijo con seriedad—. No acerques tus sucias manos a ella.

Delle recogió su brazo y me lanzó una mirada de reproche.

—¿Eres tonta? ¿Acaso no te eduqué bien?

Cada palabra que salía de su boca solo lograba aumentar mi ira. Apreté mis manos en puños intentando contenerme, no podía armar un escándalo en cualquier lugar.

—Eres si nuevo juguete, Bianka, cuando se aburran de ti te echarán como hicieron con otras.

—Es suficiente —ordenó Gerión, pero ya mis lágrimas amenazaban con salir.

—¿Donde queda el baño? —pregunté.

—Por aquella puerta, sube la escalera, ahí están —me explico Elais con el rostro afligido

Pasé rápidamente por el lado de Delle y Briana y salí hacia donde me indicó Elais, subí las escaleras a toda prisa y me adentré en el baño sin cerrar la puerta. Al instante las lágrimas comenzaron a caer.
¿Porque carajos me estaba pasando todo esto?

Unos pasos se asentaron en el baño y observé a Briana frente a mi con una sonrisa de maldad en su rostro.

—Gracias por largarte —me dijo—. Ahora soy la favorita de Delle y me lleva a todos lados.

—Su perro faldero querrás decir —dije avanzando hacia ella.

—¿Tienes algo con Austros? —preguntó.

—Si así fuera no es asunto tuyo —di un paso acercándome y ella dio otro saliendo del baño.

Su carcajada resonó por todo el baño y se acercó a mí, observándome con superioridad.

—Solo eres una niña huérfana, Bianka, siente lástima por ti.###

Estaba harta, cansada de recibir tantas palabras hirientes en una sola noche. Un sonido irritante llegó a mís oídos.

—Acabo de besarlo antes de venir. ¿En serio crees que le importas?

Si otro paso más y ella volvió a alejarse. Estaba en el borde de la escalera. Mi mente era un caos de ideas, de dolor, mi cabeza palpitaba y solo una idea ganó por encima de las demás. Estiré mis manos chocando el pecho de Briana y provocando que cayera por las escaleras.

Todo ocurrió en cámara lente, mi empuje, sus manos intentando sostenerse de las mías, su cuerpo perdiendo el equilibrio y rodando por las escaleras, un sonido crujiente se escuchó cuando su cuello impactó contra el último escalón. Un charco de sangre rodeaba su cabeza mientras sus ojos me miraban sin vida.

La puerta de abajo de abrió de repente, los ojos de Balios me miraron con terror.

—¡¿La mataste?!








Paso rápido amores.
No tu e tiempo de editar, perdón por los errores.

Espero les guste.

¿Qué tal el final?😳












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