🍎CAPÍTULO VEINTE🍎

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Caelus

Finalmente Balios fue dado del alta en el hospital luego de dos semanas de recuperación. Quince días en los que mis hermanos y yo no descansamos, cambiamos de casa, aumentamos la seguridad y tuvimos una lucha constante por evitar que Bianka saliera de casa, misión casi imposible ya que ella estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por ir a visitar a Balios al hospital.

La situación no era buena. Alguien se había atrevido a entrar a nuestra casa y herir a uno de los nuestros. Habiamos trabajado mucho tiempo para ganarnos un respeto dentro del mercado negro y el mundo de la mafia. Asi que la persona que habia ordenado el ataque, sin duda alguna, era alguien que no conocíamos y eso solo hacía que nuestras cabezas estuviese bajo constante estrés.

Gerión y Felis habían ido al hospital a buscar a Balios, mientras los demás esperábamos tranquilos en la sala. Esta vez Felis había buscado una casa aún más alejada de la ciudad, no era muy grande y teníamos que compartir habitaciones, excepto Bianka, que tenía una enorme para ella sola. La decoración era bastante simple y acogedora, paredes de un azul bastante claro, a Elais le agradó desde el primer momento, a mi me pareció demasiado "feliz".

Mientras esperábamos la llegada de los demás. Bianka caminaba nerviosa de un lado a otro mientras mordía sus uñas. Llevaba unos jeans apretados que marcaban su culo y yo hacía todo lo posible por llevar mi mirada hacia el estúpido programa que pasaban por la televisión. No se había acercado a ninguno de nosotros desde el ataque, o al menos eso creía, parecía absorbida por Balios y nosotros entendíamos eso.

Cuando la puerta se abrió ella se detuvo y todos llevamos nuestras miradas a mi hermano menor. Estaba más delgado, pero seguía manteniendo la misma mirada llena de odio hacia el mundo.

—¿Por qué demonios están todos aquí holgazaneando? —preguntó con enojo.

Austros soltó una carcajada y se puso de pie. Se acercó hasta Balios e hizo un intento para darle un abrazo pero él lo detuvo.

—No te atrevas —luego llevó su mirada a Bianka—. El primer abrazo que quiero es el de ella.

Los ojos de Bianka se humedecieron antes de dar pasos largos y refugiar su cuerpo en los brazos de Balios. Leves sollozos salian de sus labios y cuando llevé mi mirada a Gerión pude ver los celos en su mirada, le seguía costando aceptar que Bianka nos pertenece a todos.

—Bienvenido a casa, hermano —le dije y me puse de pie—. Creo que vamos a dejarte en buenas manos. Nosotros necesitamos conversar algo.

Balios asintió y yo les hice una seña a los demás para que me acompañasen a la pequeña cocina de la casa. Ahora que estábamos finalmente todos, era el momento de hablar.

—¿Qué pasa Caelus? —Deimos fue el primero en preguntar.

—Hay algo que no he dicho, estaba esperando que estuviésemos todos juntos, para así tener una preocupación menos.

Las miradas de mis hermanos se llenaron de preocupación y la verdad no era para menos después de lo que iba a contarles.

— El día del ataque, reconocí a uno de los hombres.

Gerión me interrumpió

—¿Por qué carajos no habías dicho nada hasta ahora?

—Porque el hombre que intentó llevarse a Bianca, es uno de los antiguos hombres de Pierce —respondí.

Austro se llevó la mano a la boca porque tanto él como yo comprendíamos lo que estaba pasando, pero mis hermanos sólo me miraron con los rostros confundidos.

—¿Qué quiere decir eso? —preguntó Elais.

Aquello quería decir muchas cosas y a la vez podía significar nada. Venían por Bianka eso estaba claro, la misión principal que debíamos cumplir ahora era protegerla tal y como habíamos prometido. Pero el principal problema es que no sabíamos quién era el enemigo.

Gerión golpeó la mesa enojado.

—Entonces todo este tiempo han jugado con nosotros ¿Es lo que me quieres decir?

—No tenemos certeza de lo que está pasando —añadió Deimos

—Deimos se supone que no debería existir esta sospecha– dijo Felis y agarró una de las sillas para sentarse—. Ni siquiera puedo creer que esto esté pasando

—¿Cómo vamos a decirle? —pregunté—. Le prometimos que no volveríamos a ocultar nada.

—¡Joder! —exclamó Elais—. No estamos seguros de nada, estamos armando una tormenta, ese hombre pudo unirse a otro grupo.

—¿Qué pasa si es lo que pensamos? —preguntó Deimos—. Papá dijo que...

—Que jodido caos —Austros no lo dejó terminar.

Llevé mi mirada a Gerión que tomaba profunda respiraciones intentando calmarse.

—Está muerto —dijo Felis—, estamos exagerando.

—¿Y si todo fue un montaje?

—Hermano —Elais miró al mayor de nosotros—. ¿Qué haremos si esto es cierto?

—No lo sé —Gerión parecía totalmente afectado— ¿Cómo le dices a la mujer que amas que su padre quiere matarla?


DESCONOCIDO

Sus zapatos resonaron por el suelo del establecimiento mientras se acercaba a nosotros, habíamos escuchado hablar de él, pero verlo en persona era distinto.

El Cazador era el hombre más temido en Italia, todos lo respetaban sin siquiera conocerlo. Trabajar para él iba a ser un honor.

Cuando se detuvo frente q nosotros mis hombres bajaron la mirada pero yo me mantuve firme, la cabeza erguida y mirando directo a sus ojos.

—Estamos para servirle —le dije.

—Espero no sean unos cobardes como los otros —soltó con enojo—. Quiero a la chica viva, los demás pueden morir, a ella no le toquen ni un solo pelo.

—Entendido.

—La fiesta es el viernes, deben entrar sin que nadie los note, mézclense con el servicio y tráiganla. Cuidado con los hermanos, saben como defenderse.

—Nosotros también, señor.

Él soltó una carcajada.

—Todos dicen lo mismo —se giró y comenzó a alejarse—. Lo haría yo, pero Bianka aún no debe verme.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro