1.5) Destierros de la noche

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La dama Lhynna y lord Shoan Ignorosc intentaron subir los ánimos del señorito llevándolo a su lugar favorito de todo el palacio el establo de los caballos, pero resulto completamente inútil su reacción fue opuesta a lo esperado. El chico profirió voces tremendas en señal de odio hacía esos animales.
La duquesa después de hablar nuevamente con el doctor y ver tal escena de su hijo se abalanzó agresivamente hacia Shoan.

—¡Vete, vete ahora mismo de palacio, no quiero verte nunca mas por aquí, me oyes, nunca!— La dama lanzo una mirada de comprensión hacía lord Ignorosc y él supo al instante, que recibiría noticias por muy lejos que estuviera.

Volvemos a los aposentos del chico que tantos sentimientos nos ha dado, esta vez yacen la dama y el señorito en plena discusión.

—No seas tozudo señorito espérate, que ahora tu madre te traerá un vaso de agua— replicó ella ante tal actitud de impaciencia —solo será un momento.

—Pero es que mamá no me trae agua fresca del pozo, tráemela tú por favor, del pozo, yo si pudiera, ya hubiera ido.

Ante tal comentario a la dama se le ablando el corazón y fue a por el agua del pozo.

El aprovecho el momento para tirar los cojines al suelo e ir arrastrándose hasta la ventana, abrirla a duras penas, una vez subido en la ventana miro al lago que había justo debajo, se posó como pudo en la borde exterior de la ventana y con todas las fuerzas que le quedaban  saltar y acabar con su vida lanzándose por la ventana. Pero el no contaba con que alguien lo sujetara por las piernas en el último segundo, la Duquesa llegó en el momento oportuno para pararle los pies y salvarle la vida.

—¡Estas loco hijo mío!, caerías directo al lago— dice la duquesa mientras lo baja de ventana y lo abraza fuertemente contra su pecho —no podría volverte a perder, no podría volverte a perder.

Como todo palacio este poseía una amplia cocina donde la duquesa y la dama Lhynna hablaban mientras hacían felices un pastel, hablaban de la primera etapa del chico cuándo desaparecía para comerse el chocolate de la alacena o para estar mirando el amplio  jardín desde el ventanal del pasillo principal.

La relación que tenían ellas dos a veces distaba de una relación típica entre señora y doncella, pero habían compartido tanto desde que se conocieron, que eso ya no tenía importancia para ellas. Continuaban hablando cuándo una sirvienta angustiada las interrumpió.

—Señora el señorito dice que no quiere cenar, que no va ha comer nunca más .

—Haz preparar el carro y viste a mi hijo, vamos a salir ahora— ordeno la duquesa a la dama.

CRÓNICAS DE ZEEHÏRO

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