2.6) Fiel de los Infieles

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Shoan Ignorosc disponía a marcharse de las Tierras de Zealun, donde residía el Palacio de los Lockheart, su carruaje acababa de cruzar el puente cuando hizo frenar los caballos con una orden, se bajo del carro a toda velocidad, tenia algo que hacer antes de marcharse. Lord Shoan Ignorosc volvió a palacio en compañía de lord Edgar Rubius un noble que se apuntaba a sus incursiones pero que jamás entraba a palacio por temor a ese tenebroso castillo (o eso decía él) así que siempre lo esperaba en el carruaje jugando a Parkiro (un juego regional de la zona).

Juntos fueron por la linde de los muros hasta estar justo en el torreón que contenía los aposentos de Leowen. Shoan miro a Edgar, era la primera vez que lo acompañaba tan cerca del palacio y estaba inquieto, temblaba incluso, shoan pese que le agradecía que lo ayudara no tuvo mas remedio que reírse de él al verlo así, y al mismo tiempo pensó que quizás debería codearse con otro tipo de gente que no se viera tan influenciada por sus temores.

Consiguieron anclar una cuerda al ventanal y después Shoan subió por la cuerda.
Edgar se quedo abajo, solo, completamente solo a su izquierda en la ladera del camino estaba el rompe olas, la idea de que ese castillo estuviera en medio de un inmenso lago lo hacia mas atractivo, pero aun así no quería entrar dentro del tenebroso castillo bajo ningún concepto. No sabía exactamente porque quería volver Shoan, solo le había escuchado decir algo de que tenia que entregárselo, y algo de que el chico tenia que saber antes de irse, Edgar no entendía la urgencia, aunque shoan le había contado lo sucedido el dudaba mucho que la duquesa se mantuviera firme con su decisión durante mucho tiempo, pocos eran los que venían de visita y se podría decir que Lord Ignorosc era el único aliado de la familia.

Así sumido en sus pensamiento fue indagando y haciendo sus pesquisas hasta que de golpe aparece una piedra que casi le cae en la cabeza, había caído del ventanal de Leowen y eso hizo augmentar sus temores, estaba demasiado lejos para intentar escuchar algo así que solo puedo esperar mientras veía a Shoan hacer su descenso por la cuerda. Shoan estaba agotado, tenia mala cara y antes de que pisara el suelo y se recolocara su capa Edgar Rubius pudo ver la mancha oscura que traspassaba el ropaje de shoan.

Shoan se sentía muy desanimado, tenia que marcharse, ya no era bien recibido, recogió todo y le entrego una carta a Edgar Rubius.

-Haz que esta carta le llegue a la dama Lhynna, es de vital importancia que le llegue cuanto antes y que nadie mas la lea, solo ella, yo te esperare en el carromato, no me importa como lo hagas, pero haz la entrega en persona- le dijo Shoan con firmeza a su amigo Edgar Rubius.

-Entendido, amigo mio lo haré- dijo Edgar mientras pensaba como hacerlo sin entrar en palacio.

Edgar espero a que Shoan Ignorosc se marchara y pese que le había dicho que no lo hiciera el abrió la carta y leyó su interior:

"Hola amiga, es de vital importancia que mantengas vigilado a Leowen constantemente, su vida corre peligro y ahora que esta irascible más aún. Empieza a mostrar alteraciones en su cuerpo de manera incontrolable y eso solo puede agravar más aún las cosas, así que por favor bajo ninguna circunstancia por mucho que te lo pida nunca lo dejes solo.
Si con el tiempo ves que esta preparado dale el libro ya sabes donde esta, yo no creo que pueda estar presente para dárselo en persona"

Varias horas después.

Ahí estaba la dama en sus quehaceres, bueno mejor dicho en sus mimahaceres, pero esta vez estaba justificado el señoriíto no podía hacerlo por si mismo y tal como se lo había pedido no podía negarse "pero es que mamá no me trae agua fresca del pozo, por favor traémela tu, si yo pudiera." esas palabras le llegaron al corazón.

Así que fue por la jarra de cerámica y ahora iba salir por las puertas de palacio para cruzar el puente cuando de golpe se encontró una sombra delante de ella, pego un grito extraño mientras abrazaba a la cerámica como un bebe y hundía con fuerza las uñas en ella.

-Tranquila Dama Lhynna soy yo- dijo la sombra, que al momento reconoció su voz.

-¡Ay señor Rubius! que susto me ha dado, no llega usted a abrir esa bocaza de sapo y saber como hubiera acabado el señor- dijo Lhynna angustiada.

Edgar trago saliva asustado, pues era consciente de lo que podía llegar ha hacer ella -dama Lhynna debe de leer esa nota, usted y nadie más , lord Ignorosc me la ha entregado para que yo mismo se la de en persona.

Ella cogió el sobre como pudo sin soltar la jarra y al momento supo que alguien lo había abierto antes que ella pero iba a fingir delante de Lord Rubius. Leyó el mensaje y antes de leer la ultima frase, un miedo terrible le recorrió por el cuerpo y la jarra de cerámica cayo rompiéndose en miles de pedazos, el señoriíto estaba completamente solo en sus aposentos, Lhynna se estaba temiendo lo peor.

Cuando Lhynna llego por fin a los aposentos vio a la duquesa y al señoriíto abrazados en el ventanal hasta ese momento no pudo soltar el aliento. La duquesa después de ese incidente se encerró en sus aposentos. Lhynna sabia que no podía estar mucho tiempo allí pero su instinto de protección le hizo ir a visitarla, asegurándose antes que alguien se quedara con el señoriíto.

Sin previo aviso se dispuso a entrar en los aposentos de la duquesa pero eso si cargada de las delicias de cacao favoritas de la señora, tal vez le serian útiles ante su intrusión, cuando entro vio a la duquesa claramente hundida en un mar de lágrimas.

Al instante la bandeja de delicias salio despedida por los aires y Lhynna corriendo hacia la duquesa como una posesa, la abrazo lo mas fuerte que podía otra cosa tal vez no, pero fuerza la dama tenia a raudales.

-¡Ais, señora, mi señora!... ¡yo también lo necesitaba sin demora!... ¡aix mi señora!... aix- le dijo dama mientras abrazaba la duquesa llena de emoción.

Por un segundo la duquesa se ablando pero luego dijo angustiada:

-¡Lhynna! ¡compórtese!

-Si señora, disculpa señora, discúlpame, no era mi intención, lo lamento señora- dijo entre lágrimas mientras recogía las delicias que por suerte estaban envueltas en seda.

La duquesa se quedo mirándola mientras recogía y se disponía a marcharse, pero antes de que se fuera le dijo:

-¿Son delicias?

-Si señora sus favoritas.

-Creo que prefiero un pastel casero, no crees que ya es hora de empezar hacer el pastel para la cena- le dijo con una leve sonrisa.

Lhynna sonrió de oreja a oreja era una de las pocas tradiciónes anuales solamente de ellas dos.

-¡Si duquesa!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro