Crushing and wishing

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Adrian Cassavets

Tomo el brazo de Amy para poder llegar a la silla de ruedas y así ir volando para buscar a Gea. El día de hoy he sentido mucho dolor y estoy demasiado asustado pensando en lo que vivirá Amy de ahora en adelante. Aún no le he dicho sobre la operación porque no tengo el valor suficiente. Estoy muy asustado por Amy, yo no quiero que ella sufra de esta manera. Me duele siquiera pensarlo, pensar que tendrá que someterse a tantas cosas para poder caminar. Daría todo lo que tengo porque no sea ella quien se enfrente a este dolor.

Así que dejo que las lágrimas bañen mis mejillas mientras dejo de Amy me lleve hasta los camerinos en mi silla de ruedas. La quiero tanto que estoy dispuesto a sacrificar mi deseo solo por ella. Estoy dispuesto a vivir en su cuerpo y sufrir por ella, incluso estoy dispuesto a morir si es necesario.

Me limpio las lágrimas de la cara y de reojo vuelvo a ver el vestido amarillo que Amy me escogió. Cuando me vi en el espejo no dejé de pensar en lo hermosa que es Amy. Sus ojos verdes y sonrisa perlada siempre me han parecido preciosas. Esta mujer es una verdadera belleza.

Y pensando en ello abro la puerta del camerino para quitarme este disfraz. Amy le pidió a una chica que me ayudara y vuelve a entrar conmigo.

—Les quedó excelente, pudimos oírlos a hasta aquí —dice la chica tomándome de los brazos para sacar el traje. Tuve que ponérmelo encima de la ropa así sería más sencillo.

—Suerte —le digo a la chica mientras me sonríe con mucha alegría.

Así que me guía hasta el pasillo donde Amy me está esperando. De inmediato me late el corazón y siento mucha ansiedad. Tenemos que salir para ver a Gea y tiene que ser ahora, ya no tenemos mucho tiempo.

—¿Estás listo para volver a tu cuerpo? —pregunta Amy con una sonrisa en los labios. Exacto, eso me ayuda a sentirme feliz, su sonrisa me devuelve a la vida.

De repente siento como aumenta la velocidad en la que lleva la silla de ruedas. Ya se dio cuenta que debemos darnos prisa para ver a nuestra salvadora.

Entonces me volteo y comienzo a mirarla de manera profunda para terminar asintiendo con la cabeza.

—Estoy listo Amy. Estoy listo para devolverte la vida. —Me tomo ambas manos y noto lo frías que se sientes, además que comienzo a temblar como un loco. Pero Any no se da cuenta pues está tratando de sacarme de la escuela.

Por este instante los pasillos de la escuela se vuelven interminables pero necesitamos atravesarlos para salir al estacionamiento y encontrarnos con Gea.

De repente veo la puerta de la entrada de la escuela provocando que el corazón me lata a mil por hora, sobre todo porque no quiero que por mi culpa no lleguemos a tiempo. Claro que con la silla de ruedas damos más vueltas, cuando Amy podría dar seis pasos solo da dos por la incomodidad pero ella es muy paciente.

—Jamás pensé que este momento llegaría. Veía nuestro cambio de cuerpo como algo muy lejano —dice Amy con los ojos brillosos—. Extrañaré ser tan alta.

Su comentario me hace reír pues tiene razón, su 1.65 no se compara a mi 1.94. Me llega al pecho y me parece demasiado adorable.

—Yo extrañaré tu cabello sedoso y hermosa mirada —comento con melancolía. Pero Amy me anima depositando un beso en mi mejilla.

—Te prometo que te dejaré tocarlo y te miraré todo lo que quieras. —Risas, de nuevo hay risas que inundan los pasillos de la escuela. Ambos vamos con mucha esperanza en nuestros corazones.

Y seguimos riendo hasta que llegamos a la puerta de entrada. Para salir al estacionamiento tenemos que bajar escaleras, por tal motivo Amy me toma en brazos y me ayuda a bajar. Sentir su cercanía me reconforta mucho.

—Gracias Amy, siempre fuiste buena conmigo —explico mientras escondo mi rostro en su pecho—. Yo haré lo mismo contigo. Te lo prometo, nunca dejaré que sufras.

—No tienes que devolverme nada, yo lo hago con mucho cariño —comenta con una sonrisa, una sonrisa que refleja las estrellas.

Cuando ya estoy nuevamente en la silla de ruedas llegamos hasta un lugar separado en el estacionamiento. Queremos buscar a Gea con mucha calma y cuidado.

Así que ambos llevamos la mirada al cielo mientras vemos cómo las estrellas parpadean y nos hacen sentir felices. En unos cuantos minutos Gea vendrá y nos concederá un deseo, uno que usaré para ayudar a Amy. Así que ella me toma la mano y comienza a acariciarla con lentitud.

—¿Crees que volvamos a nuestros cuerpos ahora? ¿Tendremos que volver a chocar? —Amy hace esas preguntas muy emocionada pero yo no dejo de pensar en lo que he planeado—. ¿Qué te pasa Adrian?

Su pregunta me toma desprevenido y comienzo a ponerme nervioso. Es que no quiero que le pase nada. Entonces me suelto de su agarre.

—Quieres cambiar de cuerpo, ¿verdad? —Una vez más su pregunta me pone incómodo y veo que su rostro se ha puesto muy preocupado—. ¿No lo quieres?

Dejo de evitar su mirada y comienzo a negar lentamente.

—Amy, es que no quiero que sufras por esto. Es que... tus padres creen que no volverás a caminar. ¿Y si le pido a Gea que te cure? —Las lágrimas se desbordan de mis ojos y ella atrapa mi rostro entre sus manos.

—No Adrian, tienes que pedirle volver a tu cuerpo. No sacrifiquemos esta oportunidad. —Su voz suena tibia y hermosa. Sin embargo yo no puedo parar de llorar. Así que hago a un lado todo y abrazo a Amy.

—No quiero que esta enfermedad te arrebate de mis brazos. No quiero perderte Amy —digo entre sollozos mientras siento su cercanía y calor.

—Adrian, esta es mi batalla, no es la tuya y no querría que te quedaras en mi cuerpo y sufrieras todo eso. No es justo para ninguno de los dos —explica sin dejar de abrazarme y acariciándome el cabello.

Así que me separo de ella y la miro a los ojos. Tiene razón, no puedo tomar esta decisión por ella, no puedo protegerla de todo... sin duda que eso me termina doliendo más.

—Dime que lucharás por mí. Dime que no te pasará nada. Promételo Amy. —Pero mi voz se ahoga cuando miro el cielo y Gea se desliza sobre nosotros. Galante y hermosa como solo una roca lunar puede hacerlo.

Amy se da cuenta de mi preocupación y se gira para ver a Gea en el cielo. Se desliza y baña el cielo de magia. Así que tomo la mano de Amy y me sostengo para ponerme de pie. La tomo con fuerza mientras siento dolor en la cadera.

—Promételo Amy —repito esperando su respuesta. Casi grito desesperado.

Ella me mira y me regala una sonrisa mientras toma con más fuerza mis dos manos.

—Lucharé por los dos. Te prometo que lucharé con todas mis fuerzas. —Dicho eso yo asiento y comienzo a mirar a Gea.

Le hablo desde el corazón y pido lo que más deseo en la vida. Claro que las lágrimas salen de mis ojos como una cascada.

"Salva a Amy. Arregla sus problemas. Por favor".

En ese momento comienzo a escuchar un tintineo. Como si de una película se tratara veo como unos destellos nos cubren de pies a cabeza. Siento como mis pies comienzan a separarse un poco del suelo pero en ningún momento me suelto de Amy. La miro mientras ambos comenzamos a reír de felicidad. Los destellos no se despegan de nosotros y así puedo ver los ojos azules de Amy.

En ese momento, en un abrir y cerrar de ojos los dos volvemos a nuestro cuerpo. Cuando me percato de ello quiero gritar, llorar y reír al mismo tiempo. Me miro las manos y me toco el rostro. Sí, este soy yo. ¡He vuelto a mi cuerpo! Entonces el dolor desaparece de mi cadera.

Cuando los destellos dejan de brillar y nuestros pies tocan el suelo noto de inmediato como Amy se suelta y está a punto de caer. Además se queja de dolor, pero yo la tomo entre mis brazos y no permito que caiga.

—Pensé que no hablabas en serio con el dolor. ¡Ayuda! —dice Amy entre risas, sobre todo porque lo dice con su verdadera voz.

Ambos nos abrazamos y yo siento que no puedo más. Al fin volví a mi cuerpo. Después de todas las aventuras y de todo lo que pasamos hemos vuelto a ser nosotros mismos. ¡Al fin volvimos a nuestros cuerpos!

—Dime algo por favor Adrian. Lo logramos. —Sin embargo no puedo articular ninguna palabra. Solo me separo de ella y la miro fijamente.

—Te amo Amy. —Es lo que sale de mi voz antes de atrapar sus labios y comenzar a besarla de manera frenética.

Soñé con este momento y sin duda ha sido mucho mejor de lo que esperaba. El sabor a fresa y la suavidad de sus labios me transportan a otro mundo.

Así es como Amy y yo nos quedamos besando bajo la luz de la luna y el resplandor de Gea. Sabía que lo lograríamos, y solo podríamos haberlo logrado juntos.

Después de todo, esto comenzó como un sueño y se convirtió en la realidad de ambos. Hemos superado esta situación y sin duda superaremos muchas más en el futuro.

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Nota de la autora:

Ay no, ¿están llorando? Yo no estoy llorando. Este momento ha sido tan mágico y tan emocionante. No puedo creer que por fin hayan vuelto a sus cuerpos. Muero de amor y ternura por estas dos criaturas.

Aunque lo parezca este no es el último capítulo. Aún nos falta uno y el epílogo por lo que estén atentos a las actualizaciones de la novela. De verdad muchas gracias por su apoyo, ¡gracias por todo!

Maratón (2/2)

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