C-9 Golpes de calor

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Departamento de Juliana

— Dios mío, que tarde se me hizo. Nunca pero nunca más vuelvo a dejar que Sara me convenza de acompañarla a una sesión. NUNCA MAS – Valentina hablaba sola mientras tocaba nerviosa la puerta del departamento de Juliana. Le había mandado un mensaje a la morena contándole que estaba demorada y le pregunto si podía quedarse un rato más con Kara a lo que Juliana respondió con un simple "encantada".

Volvió a golpear otra vez la puerta, esta vez más fuerza. ¿Acaso se habrán ido a alguna parte? –pensó la rubia. En ese momento la puerta se abrió de golpe y una vez más la imagen con la que se encontró Valentina la dejo sin palabras.

Juliana Valdés. Juliana Valdés usando solamente un top deportivo negro y un pequeño short del mismo color. Su cabello estaba recogido en una cola de caballo no muy prolijamente. Sus manos tenían una especie de venda y.... ¡Dios mío! — pensó Valentina – uno, dos, tres y cuatro. Cuatro perfectos cuadraditos marcados en su abdomen— La Rubia seguía su recorrido — Y esas piernas. Madre mía. Sin tan solo pudiera... Espera ¿cuánto tiempo llevo mirándola?

— Valentina, Valentina. ¿Estás bien? — preguntaba Juliana pasándole la mano por la cara e interrumpiendo los pensamientos de la rubia.

— Eh... si, si... yo-yo venía a...la rubia no podía superar el impacto – Es decir. Vengo a buscar a Kara.

— Sí, claro, pasa, pasa – Juliana se apartó para dejar pasar a Valentina — Perdón por hacerte esperar, es que aproveche que Kara se durmió para hacer un poco de ejercicio – le explicaba señalando la bolsa de box que colgaba en una esquina del departamento.

— ¿Boxeas? – pregunto Valentina curiosamente tratando de no mirar a la morena. Lo pudo superar una vez y quizás si volvía a mirarla esta vez no había salida y terminaría encima de ella en un segundo.

— No lo hago como deporte. Simplemente lo uso para descargarme un poco – contaba Juliana mientras se sacaba las vendas de las manos y miraba como Valentina observaba todo el lugar.

— ¿Tocas la batería? – pregunta la fotógrafa al ver al instrumento en una de las otras esquinas de la sala.

Carajo. Ya veo de donde ha salido tan curiosa la niña. –pensaba Juliana.

— ¿Y la guitarra también? – volvía a preguntar Valentina, pero esta vez inspeccionando la guitarra eléctrica que la morena tenía junto a la batería.

Si definitivamente ser hermosas y curiosas es del gen Carvajal. Ah y no nos olvidemos de la levantadita de cejas. Mortal kombat: Si Valentina Carvajal te levanta su ceja podrá hacer contigo lo que se le plazca.

— Si, bueno, mi mamá era una especie de fanática de la música y bueno yo... ella me enseño de chica.

Valentina pudo notar la incomodidad de la morena al nombrar a su madre y supo que tenía que cambiar rápidamente de tema.

— ¿Dónde está Kara? – preguntó rápidamente

— En la habitación – contestó la morena agradecida por el cambio de tema – se quedó dormida profundamente después de comer y de empezar a ver a Nemo. No creo que nunca termine de verla – dijo sonriente Juliana recordando su tarde con la niña.

—Juliana, no sabes cuánto te agradezco todo esto. La verdad es que estamos pasando por momentos complicados y...— suspiraba la rubia – De verdad no sé cómo agradecértelo.

— ¿Estás bien? – preguntó la deportista al ver la cara de preocupación de Valentina.

— Si. Bueno, no del todo. Estoy cansada, estresada y con mucho trabajo. Me enoja no tener tiempo para mi hija y –y...

— Oye. Tranquila. Te entiendo. Tal vez lo que necesitas es una descarga, como me pasa a mi... –A Juliana se le ocurría una idea – Ya se. ven, ven – agarró la mano de Valentina delicadamente y la llevó hasta la bolsa de box – Vamos, hazlo – la animó Juliana.

— ¿Qué haga qué? – miró a la morena y después a la bolsa – Ay no, no, no, Juliana yo no sabría. Jamás podría...

— Vamos venga. Quieres descargarte ¿Sí o no?

— Pues sí, pero...

— Pero nada. Vamos imagina que en esta bolsa – señala al objeto – están todas las cosas que te están molestando y ¡Bam! – la morena le dio un buen golpe al objeto y lo agarro para evitar que se fuera contra su otra rubia preferida— Ahora tú. Vamos hazlo – la anima Juliana.

Valentina se paró enfrente de la bolsa, se quedó observándola mientras piensaba...

Cosas que me están molestando... cosas que me molestan...

¡Pum! Valentina lanza un pequeño golpe de puño que no mueve a la bolsa y miró a Juliana — ¿Así?

— ¡Si! bueno, tampoco es una cosa que se diga, ¡Vaya! que golpazo, pero es un buen comienzo – Juliana se rascaba la cabeza — Ahora prueba con más fuerza. Vamos. Piensa en el trabajo, piensa que tienes que defender a tu hija de esta bolsa. Piensa que soy yo el día que arruine tu camisa – Valentina rodo los ojos ante lo que dijo Juliana y volvio mirar a la bolsa de box.

¡Pum! Esta vez la bolsa tambalea un poco — ¿Y ahora? ¿Qué tal lo hice? – volvía a preguntar Valentina

— Estuvo un poco mejor. Pero, hay que arreglar tu posición. A ver... déjame ayudarte.

Juliana se puso delante de la rubia, agarró sus brazos y los acomodó

– Esto va así – dijo la morena subiéndole un poco el brazo derecho – Y este brazo un poco más abajo – era el turno de acomodar al izquierdo – eso así. y ahora... — Juliana se movió hacía atrás de Valentina y quedo bien pegada a la espalda de la rubia. La rubia sentía como toda su piel se erizaba.

— Separa un poco las piernas – le ordeno suavemente en el oído.

Demás está decir que Valentina había perdido todo tipo de conocimiento ante el contacto de su cuerpo con el de la morena, pero cuando Juliana le susurro esas palabras Valentina no pudo evitar los trillones y trillones de mariposas que surgieron de su estómago. Y ni hablar del calor que sentía entre sus piernas. Juntó todas sus fuerzas y como pudo separo un poco sus pies – ¿A rajalmssi? – trago saliva — ¿A a a asi? –Ahora sí pudo preguntar en un murmullo

Juliana que no estaba en mejor situación que la rubia y que en vez de mariposas, sentía elefantes con alas en su estómago, murmuro un suave si y agarrando de la cintura a Valentina hizo que se diera vuelta para quedar en frente de ella y localizar esos ojos azules con los suyos.

Fueron 10 segundos. 10 segundos los que se quedaron en la misma posición observándose, respirándose a ellas mismas, tratando de descifrar todo eso que cada una sentía, tratando de medirse de provocarse. Por cada segundo que pasaba disminuía la distancia entre sus bocas y por cada centímetro ganado los latidos se hacían más y más fuertes...

¡Ring!¡Ring! – el celular de Valentina las sacó del trance en que habían quedado.

Rápidamente la rubia se alejó de la morena y agarró su teléfono – ¡Alo! ¿Sara? Si, dime ¿Qué quieres?— contestaba Valentina mientras sutilmente miraba como la morena se alejaba hasta la heladera y tomaba una botella de agua para beberla sin parar. En ese momento Valentina noto como el tatuaje que empezaba en la muñeca izquierda de la chica terminaba en el cuello de la misma – ¡Dios! ¿puede alguien tomar agua de forma tan sexy? – pensaba Valentina mientras hacía que escuchaba a su novia – Sara, Sara para. Si llamas para pedirme permiso para salir sin mi esta noche ya mismo dejas de hablar porque lo tienes. Ve y diviértete – Hubo una pausa – Si yo también. Cuídate – y Valentina colgó la llamada.

— Era Sara. Mi novia. Quería...

— Escuche. No te preocupes. ¿Quieres ir a la cama? – Pregunto sin darse cuenta Juliana – es decir no a la cama, cama sino a la cama del cuarto donde esta Kara, no a la cama conmigo, no es que no me quiera ir a la cama contigo, porque créeme que...

— Juliana, Juliana, para, para, ya entendí. Será mejor que busque a Kara y pida un taxi para irnos a casa...

— ¿Un taxi? No, de ninguna manera. Yo las llevo – Anunció la morena

— No Juliana ya has hecho suficiente no quiero abusar...

— Valentina no te lo estoy preguntando te lo estoy diciendo. Así que anda. Agarra tus cosas mientras yo me cambio y busco a la niña – Juliana se fue por un pasillo seguida atentamente por la mirada de la fotógrafa.

Al minuto apareció Juliana con más ropa encima, para lamento de Valentina, y con Kara en un brazo y Dos en el otro. Valentina no pudo evitar sonreír al ver al nuevo miembro de la familia.

— Te presento a Dos – le contaba muy bajito Juliana mientras dejaba el peluche en las manos de la rubia, quien alzo una ceja al escuchar el nombre.

— Oye yo no merezco esa ceja. Tu hija es quien tiene problemas de imaginación – siguió su camino.

Una vez que Valentina estaba sentada en el asiento de al lado del conductor, Juliana le dejo suavemente a su hija y dio la vuelta al coche para subirse en el asiento de conductor y dio marcha hacia la casa de las Carvajal.

Las apenas pocas cuadras de distancia que separaban ambos departamentos fueron eternas para ambas mujeres. La tensión se podía sentir desde lejos. ¡Demonios! Pero si el mismísimo presidente de Tokio pudo sentir el tsunami que generaba el choque de miradas entre ambas. Sólo se oía la respiración de Kara y los pequeños murmullos que la pequeña decía de vez en cuando.

Una vez en el lugar de destino. Juliana volvió a tomar de los brazos de Valentina a la niña y esta vez la rubia sin protestar abrió la puerta de su casa y entre ambas acostaron a su pequeña.

— Valentina – fue la morena la que rompió el silencio una vez fuera de la habitación de la rubia menor – quería pedirte permiso para llevar a Kara al zoológico el domingo. Si no tienen planes mejores por supuesto – La morena evitaba mirar a la fotógrafa a la cara – el dueño es un antiguo amigo de mi familia y me contó que están por dejar salir, para que lo vea la gente a un hipopótamo nacido hace poco. Y bueno, tu sabes, como a Kara parecen gustarles esos animales así que yo pensé...

— Juliana— Valentina podía quedarse toda la noche escuchando hablar a la morena sobre cualquier tema, aunque estuviera recitando el puto teorema de Pitágoras una y otra vez.—Esta bien. Por supuesto que puedes llevarla. Le va a encantar.

— También pensé que tú podrías ir con nosotras – agrego Juliana – Y Lauren y Camila ¿era? – la rubia asistió. – ellas también. Si quieren claro. Juliana había omitido el nombre de Sara totalmente a propósito, lo cual Valentina noto y dejó pasar.

—A mí me encantaría. Y no tengo dudas de que a Mila también. Y por lo tanto si Camila quiere Lauren también. O sea, la respuesta es sí, claro que iremos.

— ¡Genial! – Juliana hacia un esfuerzo enorme por no ponerse a saltar de alegría. Si por ella fuera podría estar caminando por el techo en este momento. —A las 9 paso por ustedes entonces— y con esto último le dio un beso en la mejilla a Valentina y salió del departamento lo más rápido que pudo.

Valentina se quedó mirando un rato al espacio por donde había salido la morena para después cerrar la puerta e ir a agarrar su celular.

— Más vale que sea importante Carvagay que estoy por empezar mi sesión nocturna de sexo desenfrenado – Valentina giraba sus ojos ante la respuesta de su amiga.

Hola L. Primero: eso fue demasiada información y segundo sólo llamo para comunicarte que el domingo tienes que estar aquí con Camila antes de las 9 para irnos al zoológico

¿Al zoológico? ¿Antes de las 9? ¿Un domingo? no me hagas reír quieres. Lauren Jauregui nunca se despierta un domingo antes de las 9 y menos para ir a ver unos apestosos animales... espera un segundo rubia hueca – Valentina se quedó escuchando la conversación de la ojiverde con su prometida. Ya sabía lo que iba a pasar. Y empezaba el conteo mental de la rubia. A la una – podía escuchar a Mila decirle a Lauren que los animales no eran apestosos y que ella quería ir al zoo – a las dos – Lauren ponía un poco de resistencia, — Y a las tres – se volvía a escuchar movimiento en el teléfono. –Ahí estaremos Carvajal – y se acabó la llamada.

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Esta historia no me pertenece, es una adaptación, todos los créditos pertenecen a su autora Alllove


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