5. ELSA Y ANNA Y EL FULL SWAP

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Capítulo Único

Anna y Elsa habían crecido como todas la princesas, en un castillo, rodeadas de seguridad, ambas son rebeldes y traviesas se quejaban con su padre por la sobre protección y el no poder conocer el mundo al otro lado de los muros del palacio.

Las princesas desconocían como es la vida fuera de los muros del castillo y más allá. En las noches silenciosas del castillo muchas veces escucharon desde sus habitaciones, risas, música y otros sonidos diferentes que llamaban su atención. Su curiosidad adolescente es infinita.

Los años pasaron, las hermanas ya eran consideradas mujeres, princesas casaderas, solo que no estaban comprometidas ya que el rey no había encontrado a los príncipes idóneos para sus bellas hijas. Tampoco habían conocido mucho que digamos, solo más que el palacio de verano; el camino de ida y vuelta de este. No paraban en ningún pueblo, solo lo hacían de ser necesario.

Les aburría estar en cerradas en el palacio, algunas veces salían a los jardines a caminar o cualquier cosa que se les permitiera y no es mucho, a decir verdad. La costura, el bordado y la lectura y la cocina ya les aburría. Querían hacer otras cosas más fuera de lo común.

-Ana, estoy aburrida -Le dijo Elsa a su hermana.

-Y tú crees que estoy feliz. Estoy igual o peor que tue, hermanita -Reprochó Ana.

-Bueno algo debemos de hacer porque voy a morir de aburrimiento -Dijo Elsa.

Ana, se dirigió a su closet y saco unos vestidos que parecían que no se habían lavado. Se los pusieron, caminaron hacia la cocina, para dirigirse a la puerta por donde salía el parte del personal de servicio. El pueblo no estaba muy lejos así que solo tardaron unos pocos minutos en llegar.

Siguieron el bullicio de la taberna ahí se encontraron con hombres y mujeres bebiendo, apostando y haciendo otras cosas. Ellas miraban asombradas e inocentes. Luego se marcharon de regreso al castillo, bajo la mirada de una sombra curiosa.

Había sido fácil escapar la primera voz, así que acordaron hacer cada dos días.

Dos días después habían salido de la misma forma que la primera vez, ya conocían el camino por lo que llegaron a la taberna más rápido que la vez anterior; esta vez portaban algo de dinero; querían comer algo diferente que no fuese la comida de palacio.

-Esta comida es diferente, me gusta -Dijo Ana.

-A mí también -Reafirmo Elsa.

-¿Están de paso o piensan quedarse? -Preguntó la tabernera.

-No, no solo estamos de paso. ¿Por qué preguntas? -Respondió una de las chicas un poco nerviosa y fingiendo su voz.

-Anoche las vi. Me parece haberlas visto en alguna parte -Dijo la mujer muy segura.

-No, no somos de este pueblo. Estamos de paso -La sombra que miraba atenta a las chicas le hizo señas a la tabernera para que dejara de preguntar y así lo hizo.

El apuesto hombre al que no le había pasado desapercibido la presencia de las jóvenes princesas se guardó esa información para sí. La verdad quería saber porque las jóvenes altezas estaban arriesgando sus vidas al venir al pueblo de esa manera, así que se acercó como una sombra para escuchar su conversación.

-Esto ya me parece aburrido, ¿este será el único lugar de diversión del pueblo? -Se cuestionaba Ana.

-Yo podría llevarlas a un lugar que solo podrían mirar, si así lo desean -Dijo un apuesto joven acercándose a ellas.

Ana se preocupó ya que no conocía a aquel joven.

-Sé que no me conocen. Jamás les haría daño a dos hermosas jóvenes -Aseveró el insistente joven.

-Será en otro momento -Dijo Ana agarrando el brazo de su hermana para salir despavoridas del lugar.

Regresaron al castillo sin percatarse de que habían sido seguidas por el joven que había interactuado con ellas.

-Así que son las princesas -Se enteró el joven. Luego regreso por el camino con una determinación, las jóvenes princesas son hermosas, sin embargo, mantuvo ese secreto para él. Luego se dirigió a un lugar para darle forma a su plan.

Al joven le quedó claro que las princesas se aburrían en el castillo y sus padres no les permitían salir, por lo que se escapaban de esa manera. Formuló el plan perfecto para que nadie se enterara.

Las princesas estaban algo temerosas, habían decidido no salir por una semana, y si, ese fuel el tiempo que soportaron sin poder salir.

-Me muero del aburrimiento, Ana -Se quejo la castaña.

-Somos dos. Salgamos hoy -Dijo Ana. Estando de acuerdo en salir, prepararon la salida.

Como ya lo había hecho en otras ocasiones, las hermanas salieron del castillo, llegaron al pueblo en la entrada, estaba de pie a un lado de la puerta el apuesto joven de días atrás.

-Las esperaba -Les dijo.

-¿Cómo? -Preguntaron al mismo tiempo.

-Tranquilas yo también guardo mis secretos. No es fácil llevar la vida que llevamos las personas como nosotros. Tenemos que fingir y hacer lo que se nos pide – El joven habla mirando alternadamente entre las hermanas.

-Si aceptamos, ¿qué ganas tu? -Preguntó Elsa.

-Bueno, ganaría dos amigas -El joven apuesto sonrío; era una sonrisa que te hacía confiar.

-Bien, vamos -Se adelantó Elsa.

Las chicas siguieron al joven, mirando a todos lados, llegaron a una casa refinada, se miraba muy elegante y silenciosa.

-Hoy solo seremos espectadores. Solo les pido ser discretas, no hacer comentarios y sobre todo guardar silencio. Las preguntas vendrán al final de cada sesión -Ellas no sabían de lo que les hablaba, no obstante, afirmaron en silencio.

Entraron a la fina mansión en silencio, se dirigieron a unas puertas al final del pasillo en el más profundo de los silencios. El joven abrió una puerta, las hizo tomar asiento. Ellas miraban asombradas la decoración de la habitación, había una gran cama con muchos cojines, una gran bañera, batas y toallas.

De repente entraron dos jóvenes, una mujer y otro joven que por cierto es muy guapo. Comenzaron a besarse con fervor, luego se desvistieron mutuamente con calma, todo bajo la atenta mirada de las otras personas sin importarles.

Cuando estuvieron desnudos las chicas se tapaban la boca con asombro, todo es excitante y diferente. La joven se acostó en la cama con las piernas abiertas, el hombre se lamía los labios al ver la escena y sin imaginarlo las hermanas vieron como el hombre se prendía del sexo de aquella joven como si fuese un manjar. De la joven escuchaban como gemía de placer y le rogaba al joven que no parará, hasta que la escucharon gritar de placer. Lego fueron testigos de cómo ella le devolvió el gesto al joven, la chica se prendió del pene del joven siendo ellas testigos de cómo se perdía esa enorme erección es su boca hasta que lo oyeron gruñir de placer.

Ellas nunca habían imaginado nada de aquello, que algo así podía suceder entre una pareja. Luego vieron como anfitrión se quitaba la ropa, luego le pidió permiso a la pareja de participar en la actividad que se desarrollaba. Se limpiaron mutuamente, luego el recién llegado se postro boca arriba, para luego ser masturbado por la joven, ella se acomodó sobre el y se dejó caer lentamente introduciéndose el miembro erecto del recién llegado, luego el otro joven se masturbo para penetrar a la joven por su trasero, los siguiente fue un concierto de gemidos y gruñidos, que excitó a más no poder a las hermanas, la sesión terminó luego de la limpieza, para vestirse. Los jóvenes tomaron asiento a cada lado de las jóvenes.

-Hans -Se presento el castaño con Ana.

-Yo, Kristoff -Se presentó el rubio con Elsa.

-¿Qué les ha parecido? -Les preguntó Hans, quien las había traído.

-¿Quieren participar? -Preguntó ansioso Kristoff.

-No...nosotras nun...nunca hemos hecho nada semejante -Tartamudeo Elsa, mientras Ana cavilaba que responder.

-Podríamos empezar por lo elemental -Propuso Hans.

-¿Qué sería eso? -Preguntaron ambas a la vez.

-Solo nuestras bocas en ustedes -Suspiro el castaño, quería probarlas, la sesión anterior había terminado antes de tiempo.

-¿No nos va a doler? -Preguntó la rubia, sentía una nueve de mariposas en su estómago.

-No, no, claro que no. Es solo placer. Palabra de caballero -Rio Hans ante la ingenuidad de la chica.

-Lo mejor de todo es que lo que aquí suceda quedará entre nosotros. La chica que estuvo aquí sabía a lo que venía. Guardará silencio, de lo contrario tendrá que afrontar un castigo -Sentencio Kristoff. Las hermanas se miraron una a la otra y asintieron en silencio.

Los jóvenes se pusieron de pie; ellos en silencio les hicieron saber a las chicas que les dejarán encargarse de todo, las desvistieron con calma y con caricias que las relajaban, las instaron entrar en la gran bañera, las lavaron con delicadeza, en especial su sexo y sus pechos. Ellas por su parte se sentían extasiadas, nunca nadie las había tocado de esa manera. Al finalizar las secaron, son dejar de tocar aquellas áreas más sensibles para las mujeres, sus piraban mordiéndose los labios para no gemir.

Las tomaron entre sus brazos para acostarlas en la cama.

-Comenzaremos por aquí -Dijo Hans tomando un pequeño pecho de Ana, sabía por su experiencia que son vírgenes lo que lo tenía duro, sin embargo, sabía que debía ir despacio, quería desflorarla en ese instante, a la vez era consciente de quería tenerla por un tiempo indefinido. Ana arqueo su espalda ante aquel estímulo.

Kristoff hizo lo mismo con Elsa, esa chica lo tenía duro, se metió en la boca un pecho de la pelirroja, lo beso, lo lamió y lo mordió suavemente, sacando un gemido de la chica bajo de él.

-Es tan hermoso y redondo -Dijo Hans.

Los chicos alternaban entre un pecho y otro, sus pezones estaban tan duros como pequeñas rocas. Kristoff en automático, comenzó a estimular el clítoris Elsa, lo que provocó en ella que cerrara las piernas.

-Tranquila solo quería saber que tan húmeda estas -Se lamió los labios Kristoff.

Las hicieron venirse la primera vez solo con la estimulación de sus pechos. Bajaron hacia su sexo dejando un camino de saliva, se detuvieron en el ombligo, para respirar. Segundos después siguieron su camino para encontrar el sexo de cada chica, Hans y Kristoff se dedicaban miradas cómplices, Hans le había contado quienes son sus invitadas y mas que complacido estuvo de acuerdo en traerlas.

Comenzaron con lametones largos y rudos, metían sus lenguas es aquellas entradas, querían cambiar sus lenguas por sus miembros; ese paso debería esperar un poco más. Cuando Elsa y Ana estaban a punto del segundo orgasmo, los chicos intercambiaron, era la manera en que ellos operaban, las chicas en su lugar ni se enteraron, tenían los ojos cerrados y sus manos empuñaron las sábanas. Estaban en una nube, cuando sintieron el frio de la toalla mientras eran aseadas.

Ya vestidas las princesas hicieron las preguntas que brotaban de su mente, mismas que fueron respondidas por los jóvenes. Era tarde cuando decidieron regresar. Durmieron hasta tarde debido a la actividad nocturna.

Dos noches después y desesperadas llegaron a la conclusión que les encantaría revivir lo sucedido dos noches atrás se presentaron en la mansión, ya los jóvenes las esperaban, solo que esta vez lo roles deberían de cambiar.

-Como le dijimos, esto va en dos sentidos recibes y das placer -Recordó Hans.

-Yo me ofrezco, Ana tú puedes mirar -Ofreció Elsa. Mientras se quitaba la ropa.

Elsa se subió a la cama y se arrodilló en el centro, en espera de los jóvenes.

-Déjanos encargarnos. Solo disfruta -Dijo Kristoff mientras la aseaba. Hans por su porte se aseaba el miembro hoy las enseñarían a ser expertas en el arte de las felaciones.

Listo Kristoff se sentó frente a Elsa, él tomo las manos de la chica y comenzó a estimularse son sus manos, estando duro y adolorido le explico debía hacerlo y valla que lo hizo bien como una experta, a Elsa la embriagó el sabor de aquel miembro, de sabor dulce y salado a la vez, tanto que no se dio cuenta que Hans estaba tras ella abriendo sus blancas nalgas para dejar al descubierto su sexo, lo lamio con hambre para estimularlo; cuando ya la tuvo lista, posicionó su pene en aquella estrecha entrada. De la garganta de Elsa salió un gruñido de satisfacción. Todo ocurría bajo la atenta mirada de Ana, quien aún tenía sus reservas.

Hans fue entrando de apoco hasta llegar a la barrera de su virtud.

-Si continuó no hay vuelta atrás -Le dijo Hans al oído. Elsa asintió con la cabeza en señal de aceptación sin saber el significado de aquellas palabras. Él por su parte continuo fue delicado, sin embargo, Elsa estaba tan excitada que ni lo sintió, así que Hans se descontroló tomando aquello que se le estaba dando.

Ana fue testigo de aquello, veía como disfrutaba su hermana de aquella actividad, se dio cuenta que, era buenos por lo que decidió quietarse la ropa. Todo era gemidos y suspiros par parte de los tres. Ella quería ser parte de aquello.

Ana pasó por el mismo proceso de su hermana, nada más que los papeles se invirtieron en los chicos, Hans estaría en la boca de Ana y Kristoff tendía el placer de ser el primero en Ana.

La rubia no fue diferente de su hermana, disfrutó el sabor del miembro de Hans, había vista a su hermana hacerlo así que se empeño en hacerlo bien, por otro lado, estaba expectante quería tener a Kristoff dentro de ella y también disfrutar. Por su lado el rubio no se contuvo, estaba tan estrecha que perdió el control, Ana por su parte sintió un poco de dolor, segundos después este fue sustituido por un profundo placer, las embestidas de Kristoff la volvían loca, e iba tras ellas sin dejar de darle placer a has. Lo hizo también que los tres alcanzaron el clímax al mismo tiempo.

Los chicos tomaron uno a cada chica para llevarlas a la gran bañera donde se asearon y de sorpresa las chicas se acomodaron en el regazo de cada chico, para montarlos como si supieran como hacerlo, alcanzaron el clímax una segunda vez, para una hora después regresar al palacio.

Para su mala suerte cuando se despertaron su padre el rey había descubierto que la salida del personal del castillo permanecía abierta por las noches, por lo que dio la orden real de mantenerla cerrada de ahora en adelante. Ana y Elsa se miraron con horror. ¿Cómo saldrían por las noches?

Meses después resignadas se fueron al palacio de verano, Ana y Elsa se la pasaban muy tristes, sus padres les preguntaban con preocupación y ellas negaban con determinación, ¿cómo les dirían?

Lo que no sabían las chicas, era las identidades de los jóvenes, estos se habían enterado de todo y ya estaban buscando una solución. Tres días después de llegar al palacio de verano, los reyes recibieron una carta dónde los reyes del reino cercano solicitaban una visita de cortesía.

Las chicas recibieron con desanimo aquella noticia, sus mentes estaban a cientos de metros de ahí. Las visitas se esperaban para la cena, sus majestades vestían sus mejores galas. Los invitados fueron recibidos y para sorpresa las princesas los chicos que tanto les quitaba el sueño aparecieron con sus mejores galas, acompañados de sus padres, los reyes vecinos.

Disimularon su entusiasmo, durante toda la cena mientras los reyes conversaban de política y sociedad.

-Su majestades, Rey Agnarr y Reina Iduna. ¿Nos permiten caminar por los jardines con las princesas? -Pregunto muy serio Kristoff.

-Usualmente no nos relacionamos con damas fuera de nuestro reino y quisiéramos escuchar de sus bellas hijas como es el suyo -Acotó Hans. Los padres de las chicas se miraron entre ellos y el rey asintió, no tenía de que preocuparse ya que no saldrían del palacio.

Caminaron los cuatro por los jardines, hasta que se perdieron del oído de los guardias.

-Las hemos extrañado -Dijo Kristoff.

-¡Mentiroso! -Dijo Elsa.

-No les mentimos. Cuando no regresaron, investigamos. Tratamos de entrar al castillo por donde solían salir, estaba cerrado con llave -Dijo Hans.

-Luego nos esteramos de sus vacaciones por unos guardias -Volvió a hablar el rubio.

-Así que lo tenemos todo calculado. Nuestro padre ha querido hacer una alianza con el de ustedes, así que lo convencimos de que le pidiera al rey Agnarr pasar una semana aquí mientras se conocen -Explicó el castaño.

-Nos colaremos en sus habitaciones -Terminó el rubio.

Las princesas no muy convencidas aceptaron y regresaron al castillo y como habían dicho los príncipes, los reyes aceptaron las visitas de buen grado.

Esa misma noche comenzaron las visitas clandestinas en los dormitorios, alternándose, las habitaciones cada noche, los gemidos y gruñidos eran amortiguados con las almohadas, las parejas se intercambiaban para mayor placer, Ana y Elsa día con día se volvían más conocedoras de aquel estilo de vida. Y como todo tiene un final el día de la despedida llego sin que los cuatro jóvenes lo quisieran.

Lo bueno de todo es que ahora ellas tenían una razón para ir a menudo a la casa de verano y con esa promesa se despidieron. A las princesas les quedaban tres semanas de vacaciones por disfrutar apartada de los jardines había una cabaña bien arreglada y con un acceso oculto al exterior, acordaron verse ahí dos veces por semana hasta el día de su partid.

Llegaron a un acuerdo, se verían ahí cada tres meses para compartir sus cuerpos como lo habían hecho hasta el momento; ya se encargarían que inventar algún pretexto, para visitar el castillo de verano y así se despidieron, entre suspiros, deseos y promesas.

Fin

Kattia Palacios Avilés

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Registro #2404267782101

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