4. BELLA Y BESTIA EN EL CUARTO ROJO DEL PLACER ®

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Capítulo Único

Durante años Bella, había escuchado historias provenientes del castillo del cual su papá le había pedido vehementemente que se mantuviera alejada. Trato de buscar a las mujeres participes de esas historias, sin embargo, no logro dar con ninguna al parecer todas habían desaparecido, ya sea que se habían mudado a otro pueblo muy lejano o simplemente habían desaparecido.

Al no encontrar ninguna fuente para saciar su curiosidad, acudió a la persona más cercana que había estado en el lugar, había regresado de ahí varias veces y continuaba viviendo en el pueblo, su padre.

-Padre. ¿Qué hay en ese castillo que algunas mujeres regresan, para luego desaparece? -Su padre suspiro pesadamente.

-Mira hija ya hemos hablado de ello. No puedo hablar de lo que sucede, ni las mujeres que van ahí -Él la miraba fijamente esperando que no insistiera más sobre el tema en cuestión.

-Es solo curiosidad papá -Zapateo Bella como una niña pequeña.

-La curiosidad mató al gato, hija -Replico su padre.

Bella se marchó del taller de su padre, con la determinación más férrea que antes, iría si o si a ese castillo y averiguaría lo que ahí ocurría, solo tendría que esperar a que su padre tuviera que ir a entregar el extraño mueble que el dueño del castillo le había encargado.

-Paciencia, Bella, Paciencia. Solo debes esperar a que lo termine. Te cuelas en la carreta. Si, si eso haré -Hablo Bella para sí misma.

Tres días debió esperar Bella para poder colarse en la carreta y saciar su curiosidad. Cuando llegaron al castillo Bella, bajo de la carreta antes que su padre la descubriera, escondiéndose entre unos arbusto, los cuales la escondieron del ojo de cualquiera.

Un sirviente del salió a ayudarle a bajar el mueble al padre de bella. Cuando estaban caminando con el mueble no podían estar pendiente, de nada más que eso. Bella se escurrió por le lugar sin ser vista, siguió a su padre. Un hombre con apariencia extraña recibió a su padre, le pago por el mueble a su padre y este se marchó.

Bella estaba tan absorta en querer saber que ocurría en el lugar que no le importó saber que su padre se marchaba sin ella. Siguió al extraño hombre, sin perder la atención a su alrededor, era un palacio, con puertas, muebles y cuadros, esos cuadros son pinturas de mujeres con escaza ropa, muy sensual, sen sonrojo al ver esas imágenes. ¿Qué pensaría su padre si ella posara para uno de esos cuadros?

-No yo no podría posar para un cuadro como ese -Se dijo así misma en voz baja.

Caminó hasta llegar a una habitación que estaba entreabierta, miro un poco y estaba pintada de rojo, oyó de repente unos sonidos, algo que parecía a los azotes que se les dan a los caballos para que caminen. Se adentro un poco en la habitación y sus ojos se abrieron desmesuradamente, debió taparse la boca con la mano para no gritar. El hombre que le había pagado a su padre estaba en la habitación semi desnudo, tenía delante de él a una mujer desnuda, inclinada en un mueble extraño, atada de pies y manos, también tenía los ojos cubiertos. Cada vez que el hombre la azotaba ella gemía al parecer de placer.

-¿Lo quieres? Te doy permiso de responder -Oyó al hombre hablar

-Si, señor -Respondió la mujer con un suspiro. Bella nunca imagino lo que vería. El desconocido abrió su bragueta, sacando su miembro erecto, para verlo perderse dentro de la mujer.

-¿Así lo quieres? -Preguntó el hombre a la mujer.

-Más duro señor -Respondió la mujer.

Bella era testigo de un acto que nunca había presenciado. Entre más veía ella sentía como sus pezones se endurecían y algo sexo se humedeció. No soportó más y salió del lugar tan rápido como pudo, sorprendida por todo, la pareja teniendo sexo y la reacción de su cuerpo ante lo que había presenciado. Corrió como pudo hasta llegar al pueblo y luego a su casa.

Habían pasado varios días, Bella por las noches soñaba con la escena en ese cuarto, siendo ella participe, se despertaba con el corazón acelerado, los pezones duros, su sexo húmedo y s cuerpo adolorido por la tensión de la excitación.

Debo de regresar lo que vi ahí me agrada, no voy a ser hipócrita, me gustaría experimentar esas sensaciones. Aprovecho que su padre tenía que dejar otro encargo en el castillo. Bella se escabullo en el castillo, cuando su padre junto al mayordomo cargó la cruz de San Andrés que le habían encargado. Mientras ellos hablaban Bella se dirigió a la habitación roja, extrañamente no había nadie en el lugar. Exploro prestando mucha atención a cada objeto en el lugar, estaba tan absorta que no se dio cuenta en el momento que la puerta se cerró.

-¡Fantástico! Tengo una oveja perdida para divertirme hoy -El hombre se acercó a Bella, como un depredador, esa acción causo en Bella un estremecimiento delicioso que recorrió todo su cuerpo.

-Lo...lo siento yo no debería estar aquí -Tartamudeo Bella.

-Oh, claro que sí. Has estado espiándome desde varios días. ¿Quieres jugar? A mí me gusta jugar. Todas ellas me prestan sus cuerpos para que juegue con ellas -Él le sonrió.

-Bu...bu...bueno. ¿Qué debo hacer? -Bella no pensó en lo que decía en ese momento estaba hipnotizada por el extraño hombre frente a ella. El hombre sonrió acercándose a Bella, comenzó a desvestirla, la joven estaba como embrujada.

-¿Cómo te llamas hermosa? -Preguntó Bestia.

-Me...me llamo Bella -Respondió titubeante.

-El nombre te sienta bien. Dime que te gusta Bella -El hombre hablaba pausadamente mientras la desnudaba.

-¿A... a que se refiere? -Sabía lo que estaba preguntando lo hacía con cada una de las otras mujeres.

-Vamos me has escuchado hacer esa pregunta otras veces -Le dio un beso en el cuello y Bella sintió que sus piernas se doblaban, él la tomo entre sus brazos y la llevo a la cama; termino de desvestirse, para unos segundos después ir dejando un camino de besos por ambas piernas de Bella, por reacción hizo a cerrar sus piernas.

-No me niegues lo que deseo -Le dijo con voz amenazante.

-Quiero probar el néctar de tu cuerpo -Bella abrió las piernas de par en par.

Cuando Bestia llego al sexo de la joven aspiró en su canal, ambos gimieron.

-Hueles delicioso. Veremos si sabes a como hueles -La miro desde su posición.

Cuando Bella sintió la calidez de su lengua sobre ese manojo de nervios que ni se imaginaba que tenía, se elevo y dejo que la locura la embargara.

Bestia le dio la primera lamida y ya no pudo detenerse, lamió, mordió delicadamente su clítoris y labios vaginales, arrancándole a la chica un concierto de gemidos y gritos ahogados de placer. Su miembro se endurecía, sin embargo, no era su momento de envainarse.

Bestia continuo con su labor cada lamida era un gemido, Bella estaba llegando a la cúspide de la locura, estaba perdida en el mar de sensaciones que le causaba esa lengua, hasta que con un grito subió a un universo paralelo de puro éxtasis, Bestia bebió cada gota de su elixir y sin dejarla terminar de bajar de su viaje subió por su cuerpo, ataco con la misma hambre cada seno de la joven, Bella estaba volviendo a subir, suspiros y gemidos salieron de la boca de Bella, cuando alcanzó su segundo orgasmo. El extraño hombre estaba embriagado por esa mujer, ninguna había sido tan receptiva como esta, le dio unos segundos para recuperarse.

Sin darle tiempo a que reaccionara, comenzó a meter su miembro en la entrada de su sexo, estaba tan duro que le dolía, debía ir despacio o terminaría antes de estar envainado por completo. Bestia notó que estaba inusualmente muy estrecha, continúo entrando hasta que sintió algo que no le permitía continuar, su cuerpo se puso rígido.

-Esto sucede solo una vez en la vida de una mujer -Dijo para sí mismo.

-¿Bella, tienes esposo? -Ella negó con la cabeza, incapaz de decir alguna cosa.

-Mierda, esto es.... -Bestia se quedó sin palabras, las mujeres que aceptaban jugar con él eran casadas o ya habían compartido sexo con alguien más.

-Entiende lo siguiente, ahora serás mía, mía y de nadie más -Jamás la dejaría ir era la única mujer pura que había llegado a él.

Fue entrando en ella despacio muy despacio hasta derribar aquel muro de tejido que impedía enfundarse por completo dentro de ella, debió hacer un esfuerzo muy grande para no terminar en ese momento, está tan estrecha y sus músculos vaginales engulléndolo centímetro a centímetro. Bella no dejaba de temblar, el dolor iba pasando a cada segundo.

Cuando estuvo completamente dentro de ella, sintiendo que ella se relajaba comenzó a moverse. Era el paraíso para ambos, Bella jamás había sentido tanto placer, nunca le habían hablado de ello, le encantaba, por ello cuando Bestia comenzó a moverse sus caderas comenzaron un baile en respuesta a ese estímulo

-¡Si! Así. No...no pares por favor -Ella gemía una y otra vez.

-No pretendo hacerlo -Replico Bestia. Y si que era una Bestia, no dejo de embestirla hasta que ambos quedaron exhaustos.

Los días pasaron y Bestia no dejaba ir a Bella, tampoco era como que ella quisiera irse, había probado el placer el cual se había vuelto como una droga para ella.

El padre de Bella estaba preocupado por su hija, Gastón su enamorado exigía ver a Bella, no obstante, el anciano no sabía dónde ella estaba.

-Exijo ver a Bella -Ordenó Gastón.

-Mi hija se ha marchado lejos. Tu no le gustas Gastón. Entiéndelo -El hombre trato de ser contundente.

-La buscaré y la traeré conmigo y será mi esposa y hará todo lo que yo diga -Comento con convección.

-Suerte con ello Gastón -El padre de Bella dijo con burla.

Maurice, recordó que su hija insistía en saber que pasaba en el castillo al cual él acudía a dejar encargos, por lo que espero un largo tiempo esperando que Gastón no estuviese cerca. Pasado el tiempo montó a su caballo y cabalgó a todo galope al castillo, como nadie lo esperaba entro escabulléndose, abrió puertas una tras otra hasta que dio con la indicada.

De ella salían sonidos que nunca había imaginado oír y menos saliendo de la boca de su hija, con la vista nublada de, no sabía de qué, su mente estaba en conflicto. No podía imaginar que su dulce Bella había sucumbido ante el placer y menos ante aquella bestia, hombre embrujado convertido en animal.

Maurice esperó varias horas hasta que vio salir de la habitación a un hombre.

-¿Dónde esta el señor de este Castillo? -Inquirió Maurice.

-Maurice, ¿No me reconoces? -El anciano lo miró y negó.

-Soy Bestia -Él sonrió.

-¿Có...cómo? -Sacudió la cabeza y reacción.

-Has pervertido a mi inocente hija. Nadie se casará con ella. Tendremos que irnos, como lo han hecho las otras -Dijo Maurice con enojo.

-No, no jamás te llevarás a Bella ella ha roto el hechizo, su pureza me ha liberado -Advirtió Bestia muy alterado.

-Bestia tiene razón padre, no me iré de aquí -Bella hablo, saliendo de la habitación cuando escuchó a su padre.

-Tienes dos opciones , Maurice. La primera, quedarte aquí con nosotros o marcharte del pueblo para evitar las preguntas de los entrometidos -Bestia fue directo con las opciones para su ahora suegro.

-Iré por mis cosas -Informó el anciano.

-¡Olvídalo! Sé que Gastón está buscando a Bella, si te encuentra, te hará hablar. Al menos aquí no se atreve a entrar -Se hizo a un lado para guiarlo dentro del castillo, donde posteriormente fue guiado por el mayordomo a lo que sería en adelante su habitación, por obvias razones estaría en el lado opuesto del castillo para no escuchar a su hija

Y así vivieron Bella y Bestia felices en el cuarto rojo del placer

Número de registro 2309215368645

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