La Relación Concupiscente de Caperucita y el Lobo

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Caperucita Roja, como siempre desde pequeña había sido la que le hacía los encargos a su madre a falta de hermanos, sin embargo, los encargos deberían ser hechos por su madre pensó Caperucita, al menos unas cuantas veces, ya que se sentía agobiada, ella quería un cambio en su vida.

Los pensamientos de la chica invadían su mente mientras caminaba por el bosque, bosque que conocía hasta con los ojos cerrados y en la noche más oscura de invierno.

Mientras caminaba por el bosque, Caperucita llego a la casa de su abuelita, quien vivía en medio del bosque, así lo había decidido ella para no tener que lidiar con el bullicio del pueblo. Toco la puerta, luego de tres golpes, fue su abuela quien le abrió; pues era obvio ya que ella vive sola.

Al entrar en la modesta cabaña, descubrió que la cabaña había sido decorada por la anciana. La joven le entrego el paquete a su abuela y después de que el paquete fue entregado la chica opto por quedarse un rato conversando con la anciana.

Al ver que se le hacía tarde Caperucita decidió regresar a su casa, en el camino de regreso a su casa, cerca de un arroyo la joven fue abordada por un apuesto joven, al ser abordada la joven por aquel apuesto hombre, ella se estremeció, ningún hombre en su vida había causado aquel calor que le recorría el cuerpo.

El hombre se acercó a ella con cuidado para no asustarla. La saludo con galantería, como la dama que ella es y luego le preguntó su nombre. Al ser saludada con galantería ella le respondió con educación.

- Caperucita Roja-

Al hombre le gusto el nombre de la chica, no obstante, más le había gustado su cuerpo.

-Qué hace una chica tan bella por este bosque? –

Pregunto el joven y antes de responder Caperucita Roja decidió ser osada.

- ¿Usted como se llama joven? Ya que si vamos a caminar juntos al menos su nombre debo saber-

- Me disculpo mi bella dama, Fox Wolf es mi nombre y me gustaría conocerla mientras caminamos hasta la aldea, no tema de mí, yo la protegeré como la dama que es - Y como la dama que es, Caperucita asintió cortésmente a que el joven la acompañara, hasta la entrada del pueblo.

Los siguientes días Caperucita, había tratado de convencerá a su madre de alternarse las visitas a su abuela. No obstante, Caperucita no logró convencerá a su madre de alternarse las visitas a su abuela; por lo que no tuvo otra opción que resignarse.

A los días la madre de Caperucita le pido que le llevara unas frutas y vegetales a la abuela por lo que la chica resignada camino por el bosque a dejarle los alimentos que mandaba su madre a la abuela. Mientras Caperucita Roja caminaba resignadamente a la cabaña de la abuela, a llevarle futas y vegetales, se encontró al guapo hombre del día anterior, quien le pidió si podía acompañarla hasta donde iba y esta acepto gustosa.

Siempre era la misma rutina, más ese día la abuela le había preguntado como le había ido de regreso y esta le respondió que todo había ido bien, no le contó a la abuelita, que con un bello hombre había hablado, por miedo a que la regañara.

De regreso volvió a encontrarse aquel bello hombre, conversaron de camino al pueblo y mientras conversaban de camino al pueblo él le hablaba con palabras dulces y cariñosas.

La rutina se repitió, hasta el punto de que Caperucita le pedía a su madre que la enviara a donde su abuela, es más cuando no lo hacía se enojaba, ella quería ver al joven del bosque.

Un día no se aguanto y fue en su búsqueda se dirigió al arroyo de siempre y lo encontró ahí sentado en un tronco, cuando la vio sonrió y luego se lamio los labios. Él caminó a su encuentro y ella a su encuentro fue; se abrazaron como si no se hubiesen visto en una eternidad, no obstante, el joven se arriesgó, la beso con ferocidad, con hambre y el beso ella le devolvió con la misma intensidad. Se olvidaron de todo lo que los rodeaba.

Mientras se olvidaban de todo lo que los rodeaba. Él le susurro en el oído a la chica un te deseo. Yo también te deseo respondió ella. Después de esa revelación el joven la desnudó, para luego ella desnudarlo a él, se apreciaron mutuamente, él se moría por probarla y así lo hizo, el lugar era solitario y los gritos de pasión de ambos fueron amortiguados por los sonidos del bosque.

Los encuentros pasionales de la pareja se dieron casi a diario, la pareja los anhelaban. Caperucita Roja le inventaba cualquier pretexto a su madre para que la dejara ir donde su abuela.

Caperucita era una joven de dieciocho años, con cabellos dorados y tez blanca como la nieve, unos ojos celestes como la tarde más clara de verano, y muy menuda. Fox Wolf era un joven fornido de tez clara cabellos y ojos negros como la noche más oscura, ella era una chica del pueblo y él un hombre del bosque.

Las salidas de Caperucita Roja se hicieron tan constantes que su madre lo noto y un día decidió seguir a su joven hija. Al seguir a su hija la mujer estaba muy preocupada ya que su hija sólo salía del pueblo para hacer los encargos para la abuela. Estando cerca del lugar donde la chica se encontraba con el hombre que ama, la mujer se sorprendió al escuchar jadeos y demandas pasionales, la mujer sorprendida se acerco en silencio hasta lograr distinguir dos cuerpos entregados a la pasión, para sorpresa y decepción de la mujer no era nada menos que su hija, Caperucita Roja y un hombre, el hombre era Wolf el lobo del bosque.

La mujer regreso a casa con un batiburrillo en la cabeza, tenía que hacer algo para alejar a su hija de aquel hombre; hombre a quien todos tenían miedo, se preocupaba porque, ella sabía perfectamente quien era aquel joven.

Caperucita regreso por la tarde y su madre ya había tejido una idea. Preparó la cena, no obstante, el plato de la chica tenía un ingrediente extra. El ingrediente extra que contenía la comida, era una hierva que la haría dormir por unos dos días, tiempo suficiente para terminar aquel encierro y así fue.

Los días pasaron, la joven había despertado y le había exigido a su madre que la dejara salir. Mientras la chica le exigía a su madre que la liberara, por las noches se escuchaban los aullidos del lobo, Wolf llamaba a su amada con desespero.

Él no es para ti, le decía su madre. Si, para mi es él, el primero y el único, respondió ella. Los días se convirtieron en semanas y estas en meses. Los habitantes del pueblo estaban preocupados. En una reunión del pueblo se estaban organizando cuadrillas de caza para cazar aquel lobo. El pueblo organizaba una cuadrilla de caza para cazar al lobo, al llegar tal noticia a los oídos de Caperucita, esta le reveló a su madre lo que escondía bajo sus ropas.

Bajo de las ropas Caperucita escondía el abultado vientre de tres meses de gestación. No quiero que mi hijo crezca sin su padre como lo hice yo. Le dijo la joven a su madre. Si me dejas ir el lobo y yo nos iremos muy lejos del pueblo, le aseguro la joven a su madre. Su madre con el corazón adolorido la dejo salir de su encierro, le dio un beso en la mejilla, alisto una canasta con alimentos, al tener los alimentos en la canasta se los dio a su hija y esta salió y camino por el sendero de siempre.

Mientras caminaba por el sendero de siempre su corazón se aceleró, se encontraría con el lobo de su vida, llego al claro donde efectuaban sus encuentros amorosos; esperando que el viento arrastrara su aroma, espero un tiempo mientras escuchaba los sonidos del bosque.

Después de una hora el joven Wolf aparece con una sonrisa seductora en los labios, al fin vienes a mi llamado le dijo él. Ella le conto porque no acudía a su llamado y se molestó muchísimo, más sin embargo ella le dio la razón de porque la había liberado su madre.

El lobo sonrió y se la llevo para completar su manada con su pareja y su bebe que venía en camino.

Fin.

Kattia Palacios Avilés / 02/10/2022

©Derechos Reservados

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