Blanca Nieves Rebelde sin causa

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Blanca Nieves, es una princesa, rebosada de amor, educación; con unos padres maravillosos que la aman infinitamente. En la etapa de la infancia a la adolescencia, nadie sabe que paso, pero nuestra hermosa Blanca Nieves se desvió del camino. No era dulce, ni amable y lo peor ya no amaba a sus padres; cada vez que el rey tocaba el tema del cambio Blanquita empezaba a soltar una serie de improperios a sus padres, la reina lo único que sabía hacer era llorar y llorar.

-Yo no sé qué piensan estos vejetes. Me cansé de ser dulce lo mío es lo acido –Caminaba renegando Blanquita dirigiéndose al pueblo.

El rey desesperado llamó a sus consejeros y ministros para que le ayudarán a develar que estaba sucediendo con su pequeña.

-Señor hemos ido con adivinos y brujas; nadie sabe que está pasando con la princesa –Dijo un concejero.

-Me han informado algunos de los guardias que la han visto deambular por las tabernas y prostíbulos –Dijo uno de los ministros.

-¡NO! ¡No, eso no puede ser cierto! –Expreso el rey.

-Lo siento su majestad. Usted nos ha pedido ayuda y eso es lo que hemos sabido –Dijo el jefe de la guardia real.

-¡Seguidla! Sin que se entere –Ordenó el rey.

El tiempo pasaba y las cosas lejos de mejorar empeoraban, los reyes estaban al punto de perder la cordura con los actos de la princesa. Sentían que la estaban perdiendo, por lo que se habían dado a la tarea de tratar de concebir otro hijo y adivinen como reacciono Blanquita.

-¡Me importa una mierda si me quieren reemplazar! ¡Los odio a todos! Quieren follar que sigan –Salió con paso apresurado del castillo y echando humo.

Los días pasaron y nadie sabía dónde estaba la princesa; un día por la mañana un grupo de caza del palacio encontraron a su princesa en el bosque y no muy presentable, por cierto. Estaba sucia, con el cabello deshecho, eso era lo de menos, su ropa estaba rasgada exponiendo sus pechos, la falda de su vestido estaba levantado, su ropa interior había desaparecido dejando expuesta su parte íntima.

Los hombres al ver que ella ni esterada estaba se miraron unos a otros, esperando que alguno dijera nada.

-Ni se les ocurra. Perderán la cabeza si el rey se entera. Dejémosla ahí –Dijo uno de ellos, se volvieron a mirar y se marcharon dejando a la princesa. Uno de los hombres se devolvió corroborando que respiraba y arreglo su ropa para resguardar un poco la dignidad de la chica.

El sol le empezó a darle en la cara a Blanca, despertándola de su sueño narcotizado, se sacudió el polvo de la ropa, se ajustó el cabello, se tragó lo que le quedaba en una botella que estaba debajo de ella y se marchó de regreso al castillo.

Los años pasaban y la actitud de la princesa iba a peor, las ausencias prolongadas de la princesa ya era motivo de comentario a lo largo y ancho del reino. Los reyes ya habían perdido las esperanzas de concebir un nuevo heredero, al rey no le quedaba otra opción que heredarle el trono a uno de sus parientes.

El cumpleaños de mayoría de edad de Blanca había llegado, el palacio fue visitado por príncipes de otros reinos con la intención de pedir la mano de la princesa, aunque ya había llegado a algunos reinos los chismes del comportamiento de esta princesa. A todos solo una cosa les interesaba y no era Blanca Nieves.

A Blanca nieves le interesaba un pepino, lo que los príncipes pensaran de ella, así que tomo un bolso, en su interior introdujo algunas de sus pertenencias esenciales, se escabullo por los pasillos, hasta salir del castillo, en su escapada, se encontró con su caballo, a pesar de que Blanca había perdido todo el interés por sus amigos no humanos, su caballo siempre le era fiel.

Blanca cabalgo y cabalgo en su fiel corcel, entre bosque y montañas hasta que encontró una cabaña en medio de la nada, se sentía cansada y hambrienta; llevaba tres días sin comer, ni dormir. Le dio paja y agua a su amigo. Dentro de la cabaña encontró alimento para ella lo suficiente y más. Comió y luego se dispuso a dormir, como estaba tan cansada por el viaje buscó encontrando solo una habitación con siete camas, se le hizo extraño que fueran más pequeñas de lo normal por lo que tuvo que juntar varias camas. Apenas puso la cabeza en una de las almohadas se quedó dormida.

Ya era de noche cuando comenzó a escuchar voces, entendió que seguro eran los habitantes de la cabaña, se hizo la dormida, minutos después escucho abrirse la puerta.

-Es una chica –Dijo uno.

-Está durmiendo en nuestras camas –Dijo otro.

-Se ha comido parte de nuestros alimentos –Dijo una voz amargada.

-Deberíamos echarla –Dijo una voz cansada.

-¡NO! ¡NO! Yo tengo una mejor idea –Dijo una voz sonriente.

-¿QUÉ? –Pregunto la voz agria.

-Necesitamos una mujer, una que nos cocine, nos lave la ropa, asee la cabaña y que...bueno se mujer –Dijo la voz alegre.

Blanca pensó como haría todo eso, si ella no sabía hacer todas esas cosas...bueno solo la última si, sonrío. Continuó con la farsa de hacerse la dormida. Uno de los hombres paso su mano por uno de los brazos de Blanca, trató de no estremecerse.

-Es suave –Dijo el hombre con voz lujuriosa.

-Levántale el vestido haber que lleva –Dijo el de voz amarga.

El de la sonriente voz cumplió con el pedido, resulta que blanca había tomado como costumbre no usar ropa interior, por lo que a los hombres les brillaron los ojos.

-Se queda –Dijeron todos en coro.

Blanca excitada se acomodó de tal manera que le daría acceso a su intimidad, ya estaba goteando de la anticipación, el sonriente olfateo su sexo percibiendo su olor almizclado, eso lo puso duro y sediento, abrió más las piernas de Blanca y se prendió del botón rosa que lo invitaba a saciar su sed. Blanca trató de absorber el placer que le daba el hombre desconocido sin hacer ruido a duras penas consiguió no gemir en ese primer orgasmo, no obstante, cuando la penetró con su falo ya no pudo seguir con la farsa de que estaba dormida.

-¡NO PARES! –Gritó sin miedo, los hombres sonrieron sabiendo ya que ella fingía estar dormida.

-Bueno ya que te gusta tanto lo que Feliz te hace prepárate que todos haremos lo mismo, ya no te iras de esta cabaña –Sentención la voz gruñona.

Y así fue cada uno de ellos la llevo a alcanzar dos orgasmos, que la dejaron más cansada de lo que estaba al llegar. Al día siguiente todos se presentaron ante ella de manera oficial, Blanca se sorprendió al ver que quienes le había esos maravillosos orgasmos eran enanos, enanos que estaban bien dotados.

-Para quedarte en nuestra cabaña, parte de la condición es que nos atiendas a todos y veas lo que hay que hacer en la casa –Nunca te hará falta nada.

-Bien, siempre y cuando todos me hagan venirme de la manera que lo hicieron anoche –Sonrió satisfecha Blanca nieves.

***

Mientras tanto en el reino del padre de Blanca Nieves su padre se volvía loco, su hija, su princesa, la futura reina de su reino no aparecía, hombres salieron en sus caballos a recorrer el reino en su búsqueda, los meses pasaron y no había noticias de Blanca Nieves; hasta que tuvo noticias de su hija.

Mientras tanto Blanca Nieves, vivía felizmente con siete hombres que habían aprendido a compartir a una sola mujer, estos enanos trabajaban en los muelles del pueblo cercano el cual tenía una costa con maravillosas vistas, algunas veces Blanca acompañaba a sus queridos enanos al pueblo a hacer la compra, ahí había conocido a un extraño que le hacía dibujos en la piel a sus chicos por lo que un día le pidió que le hiciera uno en el brazo que representara lo que ella sentía por ellos le hizo un tatuaje con la imagen de ellos y así fue haciéndose más, a los enanos no les importaba ya que ellos también tenían en su piel detalles de sus vidas.

Un día de tantos Blanca no podía levantarse de la cama y no fue por la intensa noche de sexo desenfrenado que había tenido con sus enanos; sentía todo el cuerpo pesado, las náuseas la estaban matando, odiaba el olor de algunos alimentos. Los enanos estaban preocupados pensando que le estaban exigiendo mucho al cuerpo de su mujer.

-Creo que he...hemos sido muy rudos con ella –Dijo Dormilón.

-Bueno dejémosla descansar por hoy –Dijo Sabiondo no muy seguro.

Blanca Nieves iba y venía con sus malestares y su humor era como las ondas de las olas del mar iba y venía, nadie se explicaba que sucedía, no obstante, todos los malestares desaparecieron un día, así como llegaron con la diferencia que a Blanca le crecía su vientre y nadie sabía que sucedía, hasta que un día Gruñón le pregunto al médico del pueblo, estaba preocupado por su mujer.

-No, hombre. No te preocupes lo que pasa con tu mujer es que está embarazada. Vas a ser padre Gruñón –Le dijo el galeno con una risa que lo único que le provoco fue molestia.

Al llegar a la cabaña, ya todos sabían la noticia, serían padres. En la cabaña Blanca Nieves estaba muy afanada con la cena de sus siete hombres, les cantaba hasta a los ratones, ese día había sido un día tranquilo no había devuelto la comida, no se había mareado y estaba muy animada. Al percatarse sus siete hombres la miraban con mirada neutra, ninguno había imaginado que serían padres.

Tontín, camino hacia Blanca Nieves y le tomo de la mano y la hizo tomar asiento en una de las sillas del comedor, como siempre fue Gruñón quien hablo.

-Blanca Nieves, he hablado con el médico del pueblo. En vista que tus malestares no desaparecían me...me...me preocupe, consulte y sabemos lo que tienes –Dijo Gruñón. Blanca Nieves le devolvió la mirada con desconcierto.

-E...e...estas embarazada Blanca –Dijo sonrojándose Tontín.

-¿Y qué voy a hacer? –Pregunto Blanca Nieves muy nerviosa. Todos la abrazaron, entonces Sabiondo hablo.

-Todos seremos padres y eso es lo único que importa –Dijo con solemnidad.

Los meses pasaron, el parto de Blanca Nieves llegó y todos se pusieron muy contentos porque el bebe fue un sano varoncito.

Un día de tantos los enanos decidieron no ir a trabajar y para estar con su mujer y bebe, el galopar de caballos se dejó oír en el bosque, ellos se pusieron a la defensiva le pidieron a Blanca Nieves que se metiera a la cabaña con el pequeño.

El rey encabezaba el regimiento, la idea era recuperar a su amada hija, ya que le habían informado que se encontraba secuestrada por un grupo de hombres. Al llegar quien los recibió fue Gruñón. El rey fue quien hablo primero.

-Entreguen a Blanca Nieves –Ordenó el rey.

-No, ella es nuestra –Gruñó el enano. Sin embargo, dentro de la cabaña Blanca salió a enfrentar a su padre.

-No, no voy a volver. Cuando era niña me prestaban toda la atención cuando empecé a crecer me fueron dejando de lado, es por ello que me rebelé, luego trataron de casarme con idiota engreído, por ello me escapé. Estos hombres me aman como soy. Este es su hijo, mi hijo y no iré a ningún lado sin ellos. Así que puedes irte por donde vinieron y seguir buscando el heredero que siempre has querido –Blanca miro a sus hombres les sonrió y regresó dentro de la cabaña.

-La has oído, así que regresa a tu castillo –Le inquirió Gruñón al rey.

El rey cabizbajo regreso a su castillo a tratar de conseguir su ansiado hijo.

Por su parte Blanca Nieves vivió feliz y contenta con su hijo y sus siete enanos.

Fin

Kattia Palacios Avilés

17/05/2023

Todos los derechos reservados Reg # 2305184348398

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