Runapuma

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En 1980, el conocido granjero Eduardo Huamán desapareció mientras pastoreaba a sus ovejas en los andes peruanos de la región del Cusco.

Se tardo tres días en salir de la región. Sin embargo, cuando se le dio por desaparecido, un policía cusqueño de raza blanca, acompañado de dos nativos quechua que conocían la zona, salió a buscarlo, tras que su familia informara sobre la desaparición del patriarca.

La primera noche, el policía y los nativos acamparon cerca de una zona, donde según dichos indígenas, vivía una raza de monstruos de color negro y apariencia felina con altura más alta que un hombre indígena o peruano promedio. No querían dormir allí, pero el policía no creyéndoles, los obligo sin importarles su opinión, pensando que solo se trataban de tonterías y supersticiones absurdas típicas de esa gente.

El policía armo una carpa provisional, alisto su rifle y preparo la comida para luego irse a dormir. El plan original consistía en que, en la madrugada siguiente, seguirían explorando la zona para encontrar a Huamán.

Sin embargo, en medio de la noche, los indígenas lo despertaron completamente aterrados. El policía no entendió que sucedía, solo viendo que los matorrales cercanos, se movían violentamente cada cierto tiempo. Cada vez lo hacían más fuerte, como si algo estuviera acechándolos desde los matorrales. Sorpresivamente, escucho un feroz rugido que jamás se iría de su mente.

Aunque no llego a ver a la criatura, aquel rugido, como violentos sonidos de movimiento en los matorrales, solo podían pertenecer a un gran felino, mucho más grande que el jaguar o el puma juntos.

El pánico se apodero del policía. Dio la orden que se recogieran las cosas y huyeran del lugar inmediatamente.

Llegado el tercer día, cuando Huamán regreso a su granja, el policía lo estaba esperando. Le conto la historia, mencionando que no la incluiría en su reporte, pues nadie le creería. Del mismo modo, le advirtió que no regresara a ese lugar, que lo evitara completamente, porque, si se perdía nuevamente, él ni ningún policía iría a buscarlo. Pues allá, vivía un ser aterrador...

Dos años después, en 1982, testigos reportaron en el departamento de Madre de Dios, dos figuras humanoides altas, de casi dos metros de alto, de color negro y con apariencia felina, que caminaban sobre dos patas.

Ambos seres fueron vistos bebiendo agua de un rio como jaguares comunes. Los testigos en un principio pensaron que se trataban de dos ejemplares de jaguar negro o melánico, una mutación de pelaje y piel muy común en esos animales. Pero al acercarse más, notaron que estos eran mucho más grandes que un jaguar promedio, y que, además, tenían extremidades muy similares a las humanas. Dieron una aterradora vista a los testigos, antes de desaparecer rápidamente, caminando en dos patas, de vuelta a la selva.

Un militar, que sirvió durante la época del terrorismo en el Perú, y que oculto su identidad para dar su testimonio, conto que, en las selvas amazónicas peruanas, los indígenas ashánincas, como de otros diversos grupos, viven muy aterrorizados de dichos animales, además de las arañas mucha más grandes que una tarántula promedio.

Conto que existen ciertas zonas que estos evitan, ni siquiera aventurándose en grupos. Tampoco diversos animales, como los propios jaguares, se atrevían a ingresar, ya que estos también se ponían nerviosos y no avanzaban.

Dijo que, según lo que le relataron, se escuchaban sonidos horribles, como que el propio follaje de la selva, se estremece con el paso de tales criaturas.

Lo único con lo que el militar anónimo, como el policía, pudieron relacionar las criaturas de los relatos y testimonios, era el mítico runapuma. Leyenda amazónica que narra sobre la aparente existencia de brujos maleros que siglos atrás, tras pactar con fuerzas oscuras, consiguieron transformarse en jaguares negros para alimentarse.

Hasta el día de hoy, los indígenas amazónicos continúan atemorizados contando relatos sobre el runapuma.

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