Blah Blah Blah

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Damián había perdido la cuenta de cuantas veces había puesto los ojos en blanco mientras escuchaba con un pequeño resquicio de placer y burla las objeciones del hombre frente a él.

Ese azabache escandaloso que ahora le reclamaba se llamaba Noah Ramírez, y era el ex novio de la que pronto sería su prometida. El muy estúpido tenia al menos veinte minutos que le había "emboscado" en la recepción de Wayne Enterprises, lo que el latino no sabía era que él había bajado a "confrontarlo" voluntariamente con la única intención de alejarlo de una vez por todas de su pareja, y era por eso que ahora se encontraba compartiendo oxígeno con el alterado hombre en su oficina.

-¡No es posible! ¡Ella tendría que haberme estado engañando! ¡Marielle no es el tipo de mujer que se conquista en seis meses! –argumentó.

-Vuelvo a repetirlo, Ramírez. ¿Tu problema es mi relación con ella o el cuándo inició? –inquirió el heredero.

-¡Necesito la verdad, Wayne! ¡No esa patraña romántica que contaron al periódico! –gritó nuevamente- Necesito ver a Marielle para que me diga a la cara que me fue infiel! ¡Llámala y dile a esa perra que venga a dar la cara! –exigió.

La mueca divertida de Damián se distorsionó ante el insulto a la mujer que amaba. Ya su boca no se curvaba en una sonrisa arrogante, ahora era una línea recta que disimulaba su creciente enfado.

-Escúchame bien, Ramírez. –murmuró casi en un siseo mientras fulminaba al contrario con sus ojos verdes- Te daré las respuestas que quieres y luego desaparecerás de la vida de mi prometida, si vuelves siquiera a pronunciar su nombre no voy a garantizar tu seguridad.

-¿Pro-prometida? –susurró el desconcertado latino.

Noah se llevó las manos al cabello ondulado para tirarlo con frustración. Esa nueva pieza de información lo había devastado y confundido. Nada encajaba para él, la única explicación que tenía sentido era la infidelidad de su ex. Todo era lógico de esa manera, en especial ahora con un compromiso en puerta. Como un poseso rememoró por décima vez en el día los sucesos que los llevaron a su ruptura.

Flash back.

¡La confrontaría!

Con ese pensamiento Noah llegó a la empresa de la familia Andersen, allí le había dicho su novia, Marielle Andersen, que estaría.

La castaña llevaba tres meses comportándose extraño, desde que su padre, Leonard Andersen, solicitó su ayuda dentro del negocio familiar a pesar de que la mujer de veintitrés años era Médico de profesión y no Administradora de empresas. Cuando eso sucedió un trimestre atrás, él no lo vio como raro, ya que su novia con solo la guía indispensable podía hacer cualquier trabajo. Ella era una chica inteligente, capaz y dedicada; cualidades que lo habían enamorado en su momento.

Solo que ahora las cosas eran diferentes.

Ella ya no llamaba, apenas contestaba las llamadas cuando no las cortaba, casi no se veían en la semana y en los escasos momentos en que eso sucedía siempre estaba al teléfono enviando mensajes o recibiendo llamadas.

Y él estaba cansado de eso.

Apenas había pisado el pasillo de presidencia cuando visualizó los caireles chocolate de ella.

-¡Marielle! –llamó.

Los presentes alrededor de ella lo miraron, pero a él solo le importaba la mirada café de Marielle.

-¡Noah! –susurró sorprendida, para acercarse rápidamente hasta él luego de una breve disculpa a sus acompañantes –Cielo ¿Qué haces aquí? –cuestionó una vez frente a él.

-Necesitamos hablar –declaró el azabache.

-Lo siento, mi cielo. Pero ahora no puedo, hay una junta y tengo que estar... -Noah no la dejó continuar.

-¿Acaso eso es más importante que yo? –inquirió visiblemente molesto.

-Noah estás siendo irracional –argumentó la castaña cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.

-¡No, Marielle! –gritó llamando la atención de las personas presentes –Me tienes descuidado. Ya no nos vemos, ni llamas, ignoras mis mensajes y siempre que llamo a tu casa tu mamá dice que no estás, a veces tú mismo padre me ha contestado. ¿Si no estás con él, con quien estás?

-¡Baja la voz; Noah! –exigió al verlas miradas curiosas sobre ellos- ¿De verdad estas insinuando lo que creo? –preguntó indignada.

-No lo sé ¿Qué crees que insinuó mi amor? –inquirió sarcástico.

-No puedo creerlo –musitó llevándose ambas manos al rostro para cubrirlo- Noah, este no es el momento ni el lugar... -nuevamente su novio la interrumpió.

-¿Y cuándo va a ser el momento, Marielle Andersen? ¿Cuándo? –gritó.

Todos los presentes empezaron a mirar la escena sin ningún tipo de disimulo. Los más desvergonzados hasta se acercaron unos cuantos pasos a la pareja.

-¡Han pasado tres meses, Marielle! ¡TRES MESES! –categorizó- ¡En ese tiempo apenas nos hemos visto diez veces! ¡No hemos tenido una cita decente en mucho tiempo! ¡Faltaste al cumpleaños de mi hermana y sabes que ella esperaba verte allí! ¿Qué será lo siguiente? ¿Faltar a nuestro aniversario? –reclamó a viva voz.

Cada palabra laceraba profundamente el corazón de la castaña, y sin poder contenerse más algunas lágrimas comenzaron a bajar silenciosamente de sus ojos.

-¡Ni cuando trabajabas para el Hospital Infantil de Gotham estabas tan ocupada! ¿Ahora quieres decirme que no tienes tiempo para mí trabajando en horario de oficina? –cuestionó con el sarcasmo destilando de sus labios- ¡Dilo de una maldita vez! ¡Estás engañándome!

-¡Estás diciendo puras tonterías, Noah Ramírez! –declaró la llorosa joven.

-¡No hay otra explicación, Marielle! ¿O es que al rodearte de este mundo de ricos te volviste tan superficial como ellos? –inquirió con amargura.

La castaña no podía sentirse más vulnerada por las palabras de su pareja, y abiertamente dejó escapar sus sollozos, sin importarle las miradas curiosas sobre ellos. Ella estaba consiente que lo había descuidado, pero no se merecía tal agravio, ella solo intentaba dar lo mejor de sus habilidades para hacer feliz a su padre y en el proceso olvidó su propia vida, creyó que Noah seria comprensivo al respecto, era su pareja de años, la conocía como la palma de su mano. No obstante, ahora la acusaba de infiel y superficial.

-¡RESPONDEME! –exigió Noah a gritos ante todos.

-Es suficiente –declaró una tercera persona de voz profunda.

El latino no identificó al hombre que habló entre la multitud hasta que este se acercó y rodeó los hombros de Marielle en un abrazo protector.

De cabellos oscuros, ojos verde aceituna y una altura prominente. Así lucia el hombre que había escondido el rostro rojizo y húmedo de la castaña en su hombro.

Noah estaba por protestar de manera ingeniosa al ver la manera tan dócil en que Marielle se dejó abrazar por el desconocido. Pero el tercero habló primero.

-Creo que es hora de que se retire –declaró fulminándolo con la mirada- Y le sugiero que lo haga por sus propios pies antes de que llame a seguridad –comentó en abierta amenaza contra el furioso novio- Señorita Andersen, retirémonos por el momento –susurró para la castaña, pero Noah alcanzó a escuchar.

El trajeado desconocido viró con la dama asida protectoramente contra su pecho e inició su recorrido lejos del latino.

-Pospondremos la junta una hora si están de acuerdo –anunció con voz firme.

Los presentes asintieron en silencio, ya que el tono y la expresión del hombre indicaba que no aceptaría un no por respuesta.

-Y que alguien lleve una taza de té de manzanilla a la oficina de la Señorita Andersen, endulzado con miel –volvió a decir esta vez mirando a un trio de chicas jóvenes que estaban en el pasillo.

Dadas sus órdenes se alejó junto a Marielle.

Noah no alcanzó a elucubrar un pensamiento lógico cuando un par de guardias apareció y tomándolo por los hombros lo condujeron hasta la salida en un estado de confusión total.

Desde ese día el latino no pudo contactarse con "su novia". Ella lo había bloqueado de whatsApp, eliminado de todas sus redes sociales, su entrada al edificio de la compañía Andersen estaba prohibida y, para colmo de males, la joven recientemente se la pasaba rodeada de un equipo de guardaespaldas que rápidamente lo repelía si intentaba acercarse en lo más mínimo.

Todo contacto y nexo se había cortado. Pero un mes después del incidente una llamada de la castaña entró al celular de Noah. Él estaba confiado en que ella se disculparía.

-¿Hola? –contestó fingiendo amabilidad.

-Noah –escuchó la voz delicada a través del celular- T-te llamaba para aclarar todo entre no-nosotros – explicó con notables nervios.

-Pues tú dirás, mi amor –dijo con una sonrisa en sus labios esperando las ansiadas disculpas y ruegos de la chica.

Se escuchó como del otro lado respiraban profundamente.

-Noah, solo quiero que las cosas sean claras. Lo nuestro ha terminado –aseguró.

-¿Qué? –inquirió conmocionado.

-Eso es todo, Noah.

-¡MARIELLE! –gritó pero el único sonido que se escuchaba era el tono intermitente de la llamada finalizada.

Las siguientes semanas el latino buscó a su ex con renovadas ganas, pero los resultados eran los mismos. Y él sospechaba que esta vez incluso había cambiado de número telefónico. No importó cuanto lo intentó, ni de las maneras en que lo hizo, siempre sus intentos terminaban igual. A los dos meses se dio por vencido y trató de seguir su vida, pero no era fácil olvidarse de alguien con quien se estuvo tanto tiempo, y cuya familia eran personajes públicos que asiduamente aparecían en las noticias, diarios y reportajes online.

No era fácil superar a Marielle Andersen.

Seis meses después de la ruptura, el padre de Noah lo llamó para mostrarle una noticia del periódico.

"¡La pareja del momento! Los herederos Damián Wayne y Marielle Andersen confirman su relación en el banquete de beneficencia de Industrias Wayne".

-No puedo creerlo –susurró el chico de ojos marrones.

Por fin conocía el nombre del joven hombro que apartó a Marielle de su confrontación aquel día; Damián Wayne.

La ira de Noah se reavivó, encontrando en la noticia una excusa para volver a exigirle la castaña respuestas. Solo que esa vez lo haría de manera diferente.

Fin del flash back.

Desde ese momento pasó una semana de ardua preparación para enfrentar a Damián Wayne, planeando cualquier respuesta posible para obtener lo que quería del heredero de pico de oro. Pero Noah no estaba preparado de ninguna manera para la palabra "prometida" saliendo de los labios de Damián.

-Fue justamente lo que dije, Ramírez. ¿Acaso necesitas agregar oídos sucios a tu larga lista de defectos? –destiló el sarcasmo llevándose las manos tras la espalda y rectificando su postura.

-¿Co-cómo? –cuestionó el torturado joven.

-¿Realmente quieres los pormenores? Porque por lo que entiendo, todo lo que tengas que argumentar no es más que una pobre excusa para ver a Ivie de nuevo –razonó Damián pareciendo calmado por fuera, pero por dentro deseaba darle una paliza al ex de la castaña.

-¡¿I-Ivie?!

-¿Repetirás como loro todo lo que te cause impresión? –preguntó irritado- ¡Mételo en tu dura cabeza, Ramírez! Lo que sea que tuviste con Marielle ha acabado, ella no desea encontrarse contigo y nosotros...

-¡Todo listo, cariño! Podemos ir...

Las frases de Marielle y Damián quedaron en el aire por la situación. Él enmudeció por la llegada de ella, y ella por la presencia de su ex. Ambos escanearon en silencio la escena completa, pero al volver a encontrarse con los ojos de su persona amada no existió nada más en el mundo.

Como si fueran dos imanes, avanzaron en la dirección del otro. Ella lo abrazó y respiró profundamente el aroma de la colonia de Damián, relajándose instantáneamente en los brazos que rodeaban su espalda. Él, por otra parte, besó la frente de su amada y luego recargó la barbilla sobre la coronilla de esta.

Noah buscaba desesperadamente no admitir que lucían como si fueran hechos el uno para el otro. Y para acallar la voz de la razón dentro de su cabeza decidió romper la burbuja rosada de esos dos.

-¿Me podrías explicar que es eso de que estas comprometida con este? –exigió.

Marielle miró confundida al intruso por un instante, pero luego desvió la mirada a su novio.

-¿De qué habla? ¿Y qué hace aquí? –cuestionó la castaña.

-Yo... -murmuró.

-Damián –susurró con ese delicado tono típico de las madres cuando sutilmente sugieren a sus retoños que no se les ocurra decir una mentira.

-Bieeen –aceptó a regañadientes rodando sus ojos.

Ella rió ante el comportamiento berrinchudo del ojiverde.

-En la cena de ayer le pedí permiso a tu padre para pedirte matrimonio, él dijo que sí. Pensaba proponértelo durante el almuerzo, pero este pseudo hombre llegó con ganas de molestar y hora arruinó la sorpresa –confesó absolutamente molesto y con el ceño fruncido.

Marielle escaneó cada uno de los rasgos del hombre junto a ella, deleitándose en casa curva y recta, incluso en la perfecta arruga entre sus cejas, todo en un silencio tal que puso nervioso a Damián.

Intempestivamente la castaña se alzó en la puntita de sus pies enfundados en tacones, y abrazando la nuca del heredero lo besó apasionadamente. Al separarse, ella depositó breves besos sobre los labios masculinos ligeramente sonrosados diciendo "sí" repetidas veces entre beso y beso, con una tierna sonrisa curvando su propia boca.

Noah permanecía en silencio mientras la mujer que aun quería dedicaba tiernas caricias y susurros al que, ahora sí, era su prometido. Embelesado por el brillo de la felicidad que salía de ella en ese momento especial. Uno que jamás de los jamases volvería a ser por su causa.

Al latino le tocó admitir la derrota. Había perdido abismalmente.

La pareja pareció recordar su presencia y volteó en su dirección.

-Noah, no sé qué haces aquí, pero este no es lugar para que estés –declaró con calma la castaña con la cabeza cómodamente apoyada en el espacio entre el hombro y cuello de Damián.

-Solo quería respuestas... -admitió.

-Nunca las ha habido porque jamás hiciste preguntas, solo me acusaste de cosas aberrantes, y está por demás aclarar que eran infundadas y erróneas –aseguró Marielle- Te pido que te retires, mi prometido y yo tenemos un espacio muy corto de descanso en nuestros horarios.

La palabra "prometido" manando de los labios que alguna vez besó y que alguna vez lo amaron dolió como ser desollado vivo. Pero con la derrota más que asimilada, no le quedó de otra que abandonar la oficina.

Noah apenas cerraba la puerta cuando escuchó las risitas de la pareja y por ultimo un comentario proveniente de Marielle que clavó el último clavo en el ataúd de su historia.

-Fingiré no saber nada durante la comida. Así que espero que lo preguntes como es debido, mi amor.

No se quedó a escuchar la respuesta de Damián, pero por lo que vio de él estando junto a la castaña, Noah podía asegurar de que el Wayne menor pondría el mundo literalmente a los pies de ella, aun si no se lo pidiera.

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