♟CAPÍTULO DOS♟

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"Nuevo Huésped"

Un año después

Después de todo un año la ciudad de Wildwood volvió a recuperar su antiguo brillo. Llevaba un año de tranquilidad y paz. Ya no aparecían cuerpos encharcados en sangre en los callejones, ni encontrarse una pieza de ajedrez significaba tu próxima muerte. Las personas volvían a salir en las noches sin ningún temor. El monstruo de Wildwood estaba en prisión, tras la rejas pagando por sus crímenes.

Esa noche en especial, las cosas cambiarían en uno de los lugares más temidos de la ciudad, el psiquiátrico "Terren Wellis", fundado desde 1987, albergaba en sus instalaciones a más de 200 pacientes que necesitaban atenciones especiales.

Allí se encontraban desde los menos afectados, hasta los más temibles psicópatas que existían en Wildwood y ciudades cercanas.

El psiquiátrico estaba divido en secciones y estas secciones en alas.

Sección norte: donde convivían las personas con problemas no tan preocupantes, bulimia, depresión, entre otros.

Sección Este: aquellos que habían salido de un estado crítico y se encontraban en recuperación. Allí la libertad era menos que en la sección norte donde los pacientes salían al jardín sin preocupación. Estos tenían un área de relajación apartada de todos, en la parte trasera del psiquiátrico y solo podían salir de sus habitaciones cuando uno de los médicos o enfermeros abriera sus puertas.

Por último la Sección Sur, donde cada una de las habitaciones estaba protegida por una reja que solo abría una única tarjeta en todo el centro, era la que resguardaba su director. En esta sección se encontraban los pacientes psicópatas, aquellos que habían perdido totalmente el sentido de lo correcto y su existencia constituía un peligro para todos a su alrededor.

Hacia allí, se dirigían las patrullas de la policía de Wildwood. Eran 5 en total, una detrás de la otra recorrían las calles. Justo en la del medio, con una camisa de fuerza y un bozal en su boca iba él, el Monstruo de Wildwood.

El policía que iba en el asiento del copiloto miró un instante hacia atrás, les habían prohibido mirarlo a los ojos.

¿Por qué?

En ese momento lo supo, aquel chico  lo miró con diversión y pudo ver la sonrisa en su boca a través de las rejillas del bozal, era tenebroso, tanto que su cuerpo tembló de repente, sus ojos eran la imagen pura de la oscuridad. El chico era la imagen de la muerte, no de una muerte tranquila y pacífica, de la peor de todas las muertes sangrientas y doloras que puedan existir.

En el psiquiátrico ya todos los pacientes estaban descansando en sus habitaciones, las puertas habían sido cerradas y las luces apagadas. En la Sección Este reinaba el silencio.

El sonido de unos tacones se escuchó en el pasillo del ala A, Aixa se encargaba de revisar que todo estuviese en orden con sus pacientes y con el sonido de sus zapatos había conseguido despertar al más peligroso de ellos.

—Buenas noches doctora —le dijo aquella voz que tanto miedo le causó al inicio, pero a la que ya se había acostumbrado.

Aixa miro a la habitación 2, la puerta estaba cerrada pero veía la sonrisa torcida de Axel y sus ojos oscuros que la observaban desde la ventanilla.

—Buenas noches —dijo dispuesta a continuar su camino.

—¿No le da miedo caminar sola por estos pasillos? —preguntó antes de que pudiera marcharse.

—¿Tendría que temerle a algo? —le preguntó ella, si algo había aprendido en todo este tiempo siendo doctora de Axel, era que no podía dejarse intimidar por él .

—A mi, por ejemplo —sonrió—. No sabe las ganas que tengo de besarla y luego destrozar su boca con mi catana.

Aixa se tensó al instante, Axel siempre hacía esos comentarios, para luego decir que estaba bromeando, pero había expresado tantas veces sus ganas de matarla, que estaba empezando a creer que era cierto.

—Que descanses Axel —le dijo marchándose rápidamente de allí.

Cuando estaba en el ala B su intercomunicador comenzó a sonar y lo contestó rápidamente para no despertar a los pacientes.

—Mike —su amigo enfermero estaba al otro lado de la línea—. ¿Qué ha pasado?

—Aixa tenemos nuevo huésped —le dijo y por la seriedad de su voz se dió cuenta de que no iba a ser en la sección norte.

—¿En qué sección? —le preguntó.

—Eso lo definen tú y los demás —le dijo Josh el otro enfermero que también estaba de guardia en la Sección Este esa noche—. Creemos que para la Sur.

Ella se asombró, desde que había comenzado su ayudantía de psiquiatra ningún paciente había sido llevado a la Sección Sur.

Guardó su intercomunicador y se apresuró en salir. Cuando llegó a la oficina de los médicos del Este, ya Mike y Josh la esperaban en la puerta para ir hasta la entrada del psiquiátrico, donde recibían a los pacientes para llevarlos a la sala de interrogatorios y escoger a que sección sería enviado.

Los tres caminaron por el amplio parque que había en medio de todas las secciones al que solo estaba permitido que accediera el personal médico. Cuando por fin llegaron al área de entrada, los demás médicos de guardia en las otras secciones también se encontraban allí.

—Buenas noches —saludó Mike.

—Buenas noches —le respondió Layla, psiquiatra de la Sección Norte y también su novia, los demás solo asintieron con sus cabezas.

Aixa se mantenía inquieta esperando al nuevo paciente, tenía mucha curiosidad por saber de quien se trataba, y sobre todo esperaba que fuese enviado para su sección, ansiaba tener una mente nueva a la cual estudiar.

—No estés tan ansiosa —le dijo Dick el psiquiatra encargado de la Sección Sur acercándose a ella—. Este será mío.

Josh rodó los ojos, odiaba cuando entraba un paciente nuevo porque los médicos siempre parecían niños peleando por ellos.

—¿Por qué estas tán seguro? —le preguntó Aixa a su compañero.

—Es una mente avanzada Aixa —así le llamaba Dick a lo pacientes que se encontraban en estado crítico.

—Un psicópata querrás decir —le corrigió ella.

—Ya permití que sacarán a Axel del sur —le recuerda—. El Monstruo de Wildwood es mío.

Al escuchar ese sobrenombre Aixa se tensó. ¿Era el monstruo el nuevo paciente? ¿Qué no estaba en prisión? Inmediatamente sus manos comenzaron a temblar, todo lo que había escuchado de aquel asesino hacía que se le pusiese la piel de gallina, ya no estaba tan segura de quererlo en su sección.

Ni siquiera pudo responderle a Dick porque un grupo de patrullas de la policía hicieron entrada por la gran verja que daba paso al psiquiátrico. Mike, Josh y los otros enfermeros se alistaron para buscar a su paciente.

Una vez entraron las cinco patrullas, los oficiales salieron y empuñaron sus armas apuntado hacia la patrulla que había quedado en el medio. Layla que se había corrido hasta el lado de Aixa soltó un chillido de horror y al mismo tiempo los enfermeros fueron en busca del nuevo paciente.

Josh y Mike fueron los encargados de sacarlo de la patrulla, eran seis enfermeros y cinco patrullas llenas de policías para un solo paciente. Si Aixa pensó en algún momento que no corría peligro en el psiquiátrico ahora estaba dudando.

Otros dos enfermeros lo agarraron por los hombros debido a que traía una camisa de fuerza y escoltados por los demás comenzaron a caminar con él hacia la sala de interrogatorios. No intentó huir, no reaccionó de forma agresiva, solo caminó tranquilamente. Eso le inquietó.

—¿Quién hará el interrogatorio? —preguntó Layla.

—Yo —se escuchó decir Aixa sin pensar y se tapó la boca sorprendida.

—Yo también quiero, así que echémoslo a la suerte —le sugirió Dick y ella asintió—. ¿Cara o cruz?

—Cruz —respondió.

Dick lanzó una moneda al aire y la recibió en su mano. Aixa conforme con el resultado se estiró su bata de médico y caminó decidida hacia la sala de interrogatorios, pero esta vez con ansiedad y nerviosismo, algo que nunca le ocurría.

Cuando llegó a la sala Mike y Josh le regalaron una sonrisa, estaban en la pequeña salita donde quedaba el cristal para observar a la sala de interrogaciones, allí también habían cinco policías.

—Cualquier movimiento y entraremos —le dijo Mike dándole un apretón en el hombro. Aixa asintió y tragó en seco antes de caminar por el pasillo para entrar a la sala.

El chico estaba sentado, encorvado, con la mirada en el suelo, su cabello negro estaba algo largo y tapaba parte de su rortro, habían extraído su camisa de fuerza y su bozal. Ella se sintió débil, como un pajarito a punto de ser devorado por un lobo. Tomó una profunda respiración y se acercó a la mesa donde ya se encontraba el expediente.

La silla emitió un chirrido cuando la tomó para sentarse, odió cada minuto de ese incómodo momento. Una vez sentada abrió el expediente y bufó al leer "nombre desconocido"

—Buenas noches —le dijo y como ya esperaba no respondió—. Soy la residente Aixa Steves encargada de la Sección Este del psiquiátrico esta noche, necesito que me responda algunas preguntas.

Él seguía con la mirada en el suelo sin hacer movimiento alguno. Ella rodó los ojos, estaba odiando cada momento.

—¿Cómo te llamas? —le preguntó.

Más y más silencio.

—¿Me escuchas? ¿Cómo te llamas? —insistió.

Nada, absolutamente ninguna respuesta de su parte, solo respiraba tranquilamente con la mirada en el suelo y Aixa estaba perdiendo su autocontrol.

—¿Qué edad tienes? —probó con otra pregunta.

De nuevo no obtuvo ninguna respuesta y golpeó la mesa estresada.

—¡Genial! Tanta seguridad por un psicópata que no se atreve ni a decir su nombre —el chico se tensó y Aixa supo que su técnica estaba funcionando—. No eres más que otro intento barato de asesino.

En ese momento el chico levanto la cabeza y la miró, ella soltó un jadeo y llevó sus manos a la boca. Estaba golpeado, su rostro era un sinfín de moretones, pero no ocultaban su belleza. Sus ojos eran los más hermosos que había visto,  eran un cielo azul lleno de oscuridad. Él se quedó ahí con la mirada fija en ella, ella solo podía respirar y tratar de controlar los desenfrenados latidos de su corazón.

—Me puedes decir tu nombre —volvió a intentar y aquello se sintió como un ruego.

Entonces el chico se levantó de un salto y se abalanzó sobre ella, el corazón de Aixa latía acelerado mientras intentaba apartárselo de encima, habían caído al suelo ambos sobre la silla en la que estaba sentada.

Iba a morir, fue lo primero que pensó. Mike y Josh no entrarán a tiempo, tenían que rodear la sala de espejos para llegar a la puerta de esta sala. Odió en esos momentos al que diseñó el psiquiátrico. Entonces pasó algo raro, el chico logró contener su manos que trataban de empujarlo y se acercó a su boca posando los labios sobre  los suyos, ella se tensó al instante y soltó un quejido de dolor cuando sintió un fuerte mordisco y luego el sabor metálico de la sangre en su boca.

Antes de que pudiera reaccionar sintió un alivio en su cuerpo y vió como dos guardias tomaban al chico de los brazos y lo sacaban fuera.

—¿Estás bien? —le pregunto Josh brindándole un pañuelo—. Lamentamos mucho la tardanza.

Ella asintió aún traumada por lo que acababa de pasar y limpió su labio.

—Es tuyo —le dijo Dick entrando a la sala sin ni siquiera percatarse de su situación—. No quiero a un paciente mudo en mi sala.

Salió como si nada,  Josh la miró con lástima y le tendió la mano para ponerse de pie. Caminaron de regreso a la Sección Este, donde ya los policías habían encerrado al chico en una de las habitaciones. Las cosas cambiaban para Aixa, los días tranquilos en el psiquiátrico habían acabado.










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¡Hello Hello!
Yo dándome una vuelta por aquí
Creo que me estoy enamorando de mi propio personaje,xd

En fin, capítulo algo tranquilo porque las cosas se pondrán algo intensas aquí pero poco a poco.

*toma un Respiro*

¡¿Leyeron como le fue arriba a la pobre Aixa?! Osea que pasa contigo, una plática primero hombre.
*No me hagan caso es la edad*

Espero que os esté gustando la historia
Gracias a ti que me lees

Opiniones sobre Aixa

Opiniones sobre Dick

Opiniones sobre nuestro Monstruo de Wildwood

Se les quiere!!!!

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