♟CAPÍTULO ONCE♟

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"Schwan"


23 de septiembre 2014

Querido diario.

Hace mucho tiempo que no escribía en estas páginas, estabas tirado en una caja del sótano y te he encontrado mientras buscaba mi viejo suéter.

Ya tengo 15 años, el tiempo pasa muy rápido amigo. Y así como pasa de rápido, cambia nuestras vidas. Jamás pensé llegar a este punto la verdad. Cuando comencé a recibir sus llamadas, solo creí que por fin había conseguido un amigo luego de tantos maltratos que recibí en esa escuela de ricos en la que mis padres me inscribieron. Era tan perfecto, me entendía, me escuchaba y aconsejaba. Me sentía finalmente segura y bien conmigo misma, gracias a él.

Todo comenzó una noche donde me sentí tan mal, humillada e inservible. Mis compañeros de aula me invitaron a una fiesta. Solo fue para engañarme y cuando llegué con el hermoso disfraz de cisne, comenzaron a lanzarme bolsas con pintura roja que destruyeron todo lo hermosa que había podido estar. Me gritaron huérfana, estúpida, tantas cosas horrorosas que quise acabar con mi vida, esa noche recibí la primera llamada.

Era una voz masculina, agradable y cálida. Al instante solo colgué y caminé hasta casa, pero cuando mi madre solo me criticó por haber hecho "algo" para que mis compañeros me tratasen así, subi llorando a mi habitación y nuevamente llamó.

Decidí conversar con él, de todos modos no perdía nada, mi vida era un desastre y solo quería por unos minutos despejar. Ese fue mi error confiar en un desconocido.

Los días pasaban y sus llamadas continuaban. El chico no iba a mi instituto, se llamaba Etnel y era dos años mayor que yo, pero se había convertido en mi amigo. Cuando hablaba con él no me sentía insegura, ni sola, mi vida estaba mejorando porque él estaba en ella.

Etnel me aconsejó que me vengara de aquella chica que me invitó a la fiesta pero no quise, yo no era así, no quería lastimar a nadie, entonces se enojó conmigo y dejó de llamarme por varios días.

Entré en crisis por su ausencia. Todo el tiempo peleaba con mamá y papá. Comencé a sentir tanta ansiedad que no paraba de comer. En las noches cuando llegaba la hora de su llamada, caminaba de un lado a otro nerviosa, lo necesitaba, necesitaba escucharlo para estar bien.

Había pasado una semana y seguía sin llamarme así que opté por hacer lo que me pidió, el dijo que me observaba para cuidarme, así que iba a ver como me vengaba.

Era el horario de almuerzo en el instituto y la chica que me había dado aquella invitación para la fiesta estaba almorzando con sus amigos, me acerqué a ella, le lancé toda la bebida de mi almuerzo y salí corriendo.

Esa noche Etnel me llamó, estaba contento de que finalmente hubiese tenido el valor de enfrentarla, hablamos toda la madrugada y me sentía tan bien nuevamente.

Pero las cosas se salieron de control al día siguiente. En el recreo fui al baño y allí estaba aquella chica con sus amigas. Recuerdo todo como si fuese hoy, traían bates de béisbol. Recuerdo sus golpes, mis gritos, mis súplicas y como ellas no paraban de reírse y golpearme una y otra vez. La profesora de Inglés entró al baño y gracias a ella las chicas se detuvieron. Pase dos semanas hospitalizada con  dos costillas fracturadas y un yeso en mi brazo.

¿Pero sabes qué?

Eso solo generó odio y rabia en mi interior, las detestaba. Etnel tenía razón yo no merecía que me trataran así. La noche antes de mi alta mamá me entregó el celular y a la una de la madrugada recibí la llamada de Etnel, esa llamada que lo cambió todo.

Esa vez no me habló como lo hacía siempre. Su voz era firme cuando me decía que tenían que pagar,  yo solo escuchaba en silencio cada orden que daba. Mi vida había mejorado gracias a él, él era quien me daba los pequeños momentos de felicidad, tenía que agradecerle, tenía que cumplir con lo que me pidiera. Entonces dijo la frase que encendió la oscuridad que habitaba en mi interior: ¡Mátalas Schwan!

Lo hice.

Al día siguiente fui a por ellas, solo las habían suspendido un mes de la escuela por lo que me hicieron. Sabía donde estaban, Etnel me lo djo: en una cabaña, todas juntas disfrutando de los días libres. Pedí un taxi y fui por ellas, pero solo estaba la principal, la que más odiaba y la que inició todo. Antes de entrar recibí un mensaje de Etnel: "Recuerda hasta que no respire, Schwan."

Mire el cuchillo en mi mano y caminé decida. Fueron 8 puñaladas en su estómago hasta que dejó de respirar como me había dicho él. No paré, no me detuve, no tuve compasión.

Cuando vi la sangre en mis manos, recobré la conciencia, la había matado. Las lágrimas caían de mis ojos. Había matado a una persona. Me sentía sucia, era un monstruo, había acabado con lo poco que tenía, mis padres iban a odiarme.

La policía llegó y me llevaron con ellos. Mamá y papá no tardaron en llegar, era menor de edad, se supone que no podía ir a la cárcel.

Entonces un señor mayor se acercó a mi, era amigo de papá y me llevó a una sala para conversar, dijo que podía ayudarme así que le conté todo. Los maltratos que recibí cuando entré a la escuela, como mis padres no me apoyaban, como me sentía sola, inútil, que había llegado a pensar en quitarme la vida. Le conté de Etnel siendo mi amigo y ayudándome a salir de esa depresión, de su insistencia para que me vengara de lo que me hacían, del día de la golpiza y el odio que nació en mi y de él ordenándome matarlas.

Trastorno de la personalidad dependiende con apego patológico.

Así diagnosticó mi enfermedad aquel psiquiatra, básicamente Etnel se había aprovechado de mi débil autoestima y estado de depresión para convertime en su marioneta y que yo cumpliera todos su caprichos.

Y es así como he llegado al día de hoy, haciendo mi maleta para ir a un psiquiátrico donde atenderán mi enfermedad y sacarán a Etnel de mi sistema. No creo que puedan sacarlo del todo, aún en las noches sueño con escuchar su voz y estar dispuesta a cumplir todas sus órdenes cada vez que me diga: Schwan.


Con amor

Aixa.













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Hello!!

¿Que tal el secretito que nos tenía guardado Aixa?

Nos leemos!!!

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