♟CAPÍTULO TRECE♟

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"Perder el control"

"Feliz Cumpleaños Schwan"

Esa frase se había quedado grabada en la mente de Aixa y cada vez que la repetía en su cabeza podía escuchar perfectamente la voz de Etnel. Habían pasado siete años de todo aquello, de su caída en picada hacia una enfermedad en la que no era capaz de controlar sus acciones. Pasó tres años internada en un psiquiátrico en otro país. Y ahora en un día, con una nota, Etnel volvía a poner su mundo de cabeza.

¿Quién era?

¿Por qué la había escogido a ella para convertirla en su marioneta?

Ahora había estudiado y sabía lo que significaba su enfermedad, y lo que más temía era no ser capaz de controlarse a si misma y volver a caer en ese mundo de oscuridad.

Su cumpleaños había pasado desapercibido como había planeado, ni siquiera Sofie le dijo nada porque sabía que no era amante de ese día del año.

Era el tercer jueves del mes y eso significaba que era día de consultas individuales. Aixa junto a Josh, que había sido su enfermero asignado para la consulta, caminaban rumbo a la oficina donde trabajarían solo por este día.

—¿Sabes que Mike terminó con Layla? —le pregunta Josh mientras caminan.

—No, no me ha dicho nada —responde.

—Creo que al fin descubrió que no le mentí cuando le dije que le estaba siendo infiel —Aixa se percató de la tristeza en la voz del chico.

—¿Le era infiel? —Josh asintió.

—Se lo conté y pensó que lo decía porque él me gustaba —le explica y Aixa lo mira actuando sorprendida—. Soy gay, pero Mike no es mi tipo, me gustan más alocados.

Ambos ríen y finalmente llegan a la oficina. Aixa toma asiento frente a la mesa de trabajo, saca su agenda y lapicero del bolso. Se pone sus lentes y le pide a Josh que haga pasar al primer paciente y el que está segura le va a hacer pasar un mal rato: Axel.

Axel entró en la sala desorbitado, nervioso y sudado. Miraba hacia todos lados y sus manos temblaban. Aixa se alertó al verlo en ese estado.

—¿Que tiene? —le preguntó a Josh.

—La nueva medicina —le explicó este—. Aún no se adapta.

Josh sentó a Axel en el sillón frente a Aixa, ambos separados por la mesa. Aixa lo observó detalladamente: llevaba el cabello alterado como si se lo hubiese estado alando en una crisis de desesperación, sus ojos estaban rojos e inquietos, tenia ojeras y su cuerpo respiraba agitado.

Axel estaba teniendo una crisis de ansiedad y eso no era algo que ocasionaran las pastillas.

¿Qué le estaba pasando?

Ni siquiera la miraba a los ojos o se había percatado que la tenía en frente, miraba de un lado a otro, al techo o bajaba la mirada y se ponía a chocar sus puños.

—Axel —le llamó y él alzó la vista posando sus ojos en ella—. ¿Cómo estás?

—Es el caballo —le dijo en un susurro.

Aixa lo miró sorprendida sin saber a que se refería.

—Axel, te he preguntado cómo estas —insiste.

—Es el caballo —continuaba diciendo Axel mientras las manos le temblaban—. El caballo va delante abriendo el paso, matándo a los peones.

—¿Quieres jugar ajedrez?

Ella no entendía lo que le pasaba, nunca lo había visto en este estado. Axel se pasaba las consultas individuales insinuádosele o pidiendo que le dieran su catana.

—Debo matarlo —dice enojado y apretando los puños—. Debo eliminar al caballo.

En un movimiento ágil se pone de pie y se lanza por encima de la mesa agarrando a Aixa del cuello comenzando a asfixiarla.

—¡Dame mi catana! —grita mientras aprieta su agarre y Aixa intenta zafarse—. ¡Tú la tienes dámela!

Josh corre desde la esquina de la oficina hacia ellos con una jeringa que le pone a Axel en el cuello y este cae al suelo en segundos.

Aixa comienza a toser recuperando el aire y lleva sus manos al cuello donde aún siente la presión de las manos de Axel.

—No pensé que se pondría así —le dice Josh entregándole una botella de agua que Aixa no duda en tomar.

—No te preocupes —su voz sale algo ronca.

—Creo que ha dejado sus manos marcadas en tu cuello —Josh la toca delicadamente y ella suelta un quejido de dolor.

—No podía respirar desde el momento exacto en el que sus manos comenzaron a apretarme —le explica—. Gracias por estar aquí Josh.

Josh asiente y comienza a levantar a Axel para llevarlo a su habitación.

—Súspendele la medicina nueva por favor —le ordena ella—. No voy a permitir que Axel retroceda y empeore.

Josh vuelve a asentir y sale de la oficina con Axel al hombro.

Aixa se sienta un poco más cómoda y no en la posición rígida que suele tener en las consultas. Respira poco a poco intentando recuperarse. La puerta de la oficina se abre y unos ojos azules la miran fríamente.

—¿Qué ha pasado? —le pregunta Dax

—¿Quién te mandó a entrar?

—Un enfermero de los que hay afuera —Aixa asiente y vuelve a su posición anterior.

—Toma asiento —le pide y Dax obedece.

—¿Qué ha pasado con Axel? —vuelve a preguntar.

Aixa lo mira intentando buscar algún tipo de emoción en su mirada pero ese chico carece de ellas. Ignora su pregunta y anota su nombre en la agenda para comenzar su consulta.

—¿Que tal has estado Dax? —le pregunta y como de costumbre se mantiene callado.

Ella lo observa, los moretones en su rostro de la golpiza con la que había llegado habían desaparecido totalmente. Su rostro lleno de perfección lucía totalmente hermoso, sus ojos azules la miraban sin temor y sin vacilación, sus labios, esos que había besado en un arranque de locura y que le gritaban que volviera a besarlos. Aún su mente le hacía malas jugadas y se encontraba a sí misma muchas veces recordando ese momento.

Sacudió su cabeza eliminando esas ideas y se centró en su trabajo.

—¿No vas a responder? —le preguntó y Dax no dijo palabra, solo siguió mirándola.

—¿Qué pasó con Axel? —siguió insistiendo.

Aixa soltó un bufido frustrada, Dax siempre era tan imposible de decifrar, no ponía de su parte para nada.

—Hagamos algo Dax —una idea le vino a la mente—. Yo responderé una pregunta que me hagas y tu responderás una mía.

—Acepto —le dijo.

—No hagas trampa —le exigió ella sabiendo que a Dax le gustaba jugar con su mente.

—No hago trampa nunca Aixa —le dijo y ella se sintió rara de que no la llamara Doctora.

—¿Cómo has estado? —le pregunta y comienza a escribir

—Un poco confundido —le responde—. ¿Qué ha pasado con Axel?

—Ha entrado en una crisis —responde—. ¿Por qué has estado confundido?

—Porque usted me besó —responde y Aixa detiene su escritura y lo mira sorprendida—. ¿Se puso muy mal?

Aixa asiente y hace su siguiente pregunta.

—¿Tienes algún familiar?

—No, maté a todos —ella lo mira asustada y él se mantiene inmune a cualquier sentimiento que podría causar la muerte de un ser cercano—. ¿Le hizo daño?

—Eso no te incumbe —le responde ella—. ¿Cuántas personas has matado?

Esa pregunta no tenía que ver con la consulta, pero Aixa sentía curiosidad por saber hasta donde llegaba la oscuridad de su interior.

—Eso no es de su incumbencia —le da su misma respuesta y Aixa rueda los ojos.

El cuello comienza a dolerele un poco y lleva una mano a él para masejearlo. Dax lleva a su mirada allí y se pone de pie de inmediato caminando hacia ella. Aixa se asusta  y se levanta para alejarse pero Dax la toma de la mano y la acorrola contra la mesa quedando frente a ella.

—¿Qué es eso? —él le señala su cuello que ahora tiene claros moretones de color violeta.

Aixa está intimidada por su cercanía y su respiración es irregular.

—Axel... Él intento ahorcarme —responde nerviosa.

Dax se queda en silencio mirando su cuello y con una de sus manos comienza a masajearlo.

Aixa se remueve incómoda por tenerlo tan cerca, él se detiene y la observa.

—¿Por qué me besó? —le pregunta.

—No lo sé —responde ella llevando la vista a sus labios.

Dax se acerca un poco más pegando sus cuerpos y Aixa suelta un gemido al sentir el calor recorrerla. Él se aproxima a su oído.

—¿Quieres besarme ahora Aixa? —le susurra y la piel se le eriza.

Aixa no piensa, no razona y pierde totalmente los estribos cuando lo toma del pelo y lo aleja de su oído para unir sus labios a los de él. Lo besa como si todo este tiempo hubiese estado necesitando sus besos para poder respirar. Sus labios se mueven y sus lenguas juguetean mientras las manos de Dax la toman de la cintura y la sientan en la mesa. Él se posiciona entre sus piernas mientras besos vienen y van. Hasta que él se separa.

—Sigue firmando su condena Doctora —le dice.

Aixa solo lo mira sin saber que decir, había vuelto a caer en el encanto de sus ojos y para este momento sabía que estaba completamente perdida.

Ninguno dijo nada y Dax la miraba fijamente pero esta vez con el claro deseo en sus ojos. Ella lo contempló y quiso que todo fuese diferente, que él no fuese su paciente y mucho menos un asesino.
Dax volvió a acercarse a su oído.

—Estoy controlándome doctora —le dice y sus manos bajan a la zona más íntima de Aixa donde la humedad ya la estaba alocando, él mueve su mano arriba y abajo por encima del jean acariciándola y Aixa echa la cabeza hacia atrás gimiendo.— Una vez que lo pierda, y haga todo lo que quiero hacerle, no habrá vuelta atrás, será mía.

Dicho esto se aleja rodeando la mesa y sale de la oficina dejándola totalmente perdida, con la respiración agitada y con ganas de hacer que Dax pierda el control.

















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Esto se esta 🔥🔥🔥

Espero que o haya gustado

Nos leemos pronto!!

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