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Estudio de abogados Aritzmendi

Ander se encontraba dentro de su oficina intentando relajarse después del encuentro con Blas, ahora que parecía que todo se había solucionado, le quedaba pendiente arreglar las cosas con Nayra, y para ello, compró por la página de la florería un buqué de girasoles y llamó a Madison para que fuera a la casa y ayudara a Nay a elegir el vestido para el día siguiente.


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Casa de Ander

Dos horas más tarde, la mujer se presentó en la residencia y le dio un beso a la joven cuando la recibió.

―No te esperaba —dijo sorprendida—, ¿cómo estás?

―Muy bien, ¿y tú?

―Igual... ¿te ofrezco algo?

―Un café y nos ponemos a ver los vestidos para que elijas el que quieras.

―Que yo recuerde, no hemos acordado ninguna cita ―frunció el ceño confundida.

―Tu marido me ha llamado hará dos horas atrás para pedirme que viniera así te eliges lo que quieras.

La mujer tomó del brazo a Nayra y caminaron hacia una de las habitaciones de la planta baja.

―He traído muchos vestidos, calzados y accesorios. ¿La niña? —preguntó.

―Se acaba de dormir su siesta, jugamos un rato mientras almorzábamos y la venció el sueño.

―De acuerdo, entonces a lo que nos concierne.

Durante una hora y media, Madison le mostró varios vestidos y entre los mismos quedó en un dilema con dos.

―Quédate con los dos, a Ander no le importará.

―Pero a mí sí, no puedo gastarle tanto de su dinero.

―Creo que cuando se trata de un matrimonio las cosas son de a dos y todo se comparte, pueden tener sus cosas por separado, pero la mayoría no, incluso los gastos de la mujer a veces corren por cuenta del hombre y es normal todo eso.

―¿Cómo sabes que nos casamos?

―Tu anillo y porque me lo dijo él por mensaje. Felicidades, ¿cuándo fue?

―Hace casi dos meses atrás.

―¿Y cómo los trata la vida de casados?

―Ahí vamos.

―Es algo difícil con la pantera, ¿no?

―Un poco pero a veces yo también soy difícil.

―No sería nada raro, hay que hacerle frente a la pantera, no cualquiera se lo hace, lo bueno es que se terminen reconciliando —emitió dándole un guiño de picardía.

―Sí ―le dijo, sin acotar algo más.

Por insistencia de Madison, se quedó con ambos, con una cartera de mano y con un calzado. Una hora después la asesora de imagen se retiró de la casa y ni bien cerró la puerta, tocaron el timbre de nuevo para hacerle entrega de un buqué de girasoles.

La joven supo que se las había regalado Ander y cuando leyó la nota se le aguaron los ojos.


Lo siento, girasol. No quiero estar enojado contigo. No quiero que discutamos, ¿puedo invitarte a cenar? Te espero en The Aviary, a las 8p.m. Toma un taxi.

P.S.: Te entregaré de nuevo tu móvil. Sin contraseña. ;)

P.S.2: Mi madre pasará a buscar a la niña a las 6p.m.


En poco tiempo, Brittany iba a pasar por la casa y la niña seguía durmiendo, pero aún sospechaba que solo quería hablar para terminar por arruinar todo entre ellos.

Para casi las siete de la tarde, horario donde hacia tiempo atrás Agnes se había ido con su abuela a su casa para quedarse con ellos hasta el día siguiente, Nicolás entró a la casa solo para darse una ducha, vestirse y salir con Rebecca.

―Me dijo Ander que te invitó a cenar, supongo que irás, ¿verdad?

―Sí, eso creo pero tengo mis dudas, sé que quiere hablar pero tengo miedo que esa conversación sea para algo malo. Me dijo en la nota que no quería estar molesto conmigo, así que quiero pensar que hablaremos con tranquilidad pero tengo mis dudas —expresó con preocupación y nervios.

―Tú debes entender también que lo que hiciste aunque hayas pensado que fue para bien, él lo tenía que saber, Nayra. Se trataba de su hija y de ti también. Ander sabe cómo manejarse en esos temas, era bueno que se lo hubieras dicho apenas te enviaba el primer mensaje —dijo su hermano.

―Lo sé, creí que sola lo podía hacer pero parece que no fue el caso. No sé nada más, no sé si se vieron o qué pasó realmente. ¿Él te dijo algo? —quiso saber.

―Nada, seguramente en la cena te lo contará, disfruta la comida y la charla. Sé que esto nunca te lo dije porque eres mi hermana pero si necesitan tener relaciones, háganlo, en serio, los dos lo necesitan, se siente en el aire que hay tensión sexual y en verdad Ander necesita sexo y tú también, hermanita ―rio por lo bajo.

―Nicolás ―dijo estupefacta e incómoda.

―Los dos somos adultos, hablar de sexo entre hermanos no es nada raro, después de la cena, no te hagas la tonta, si la situación se da, no esquives nada. Y no le pongas un freno. Sé que lo quieres, ¿o no?

―Lo amo a pesar de lo que me dijo.

―Las personas dicen las cosas en caliente y cuando están cabreadas, Ander necesita relajarse, ambos lo necesitan. Así que, pásenla bien ―contestó y le dio un beso en la mejilla.

―Gracias, que te diviertas tú también con Rebecca.

―Te lo agradezco ―le dijo guiñándole un ojo y sonriéndole.

Nayra se dio una ducha y se vistió, maquillándose muy poco y perfumándose con el perfume Sunflowers. Luego llamó a una agencia de taxis y esperó por unos minutos en la puerta de la casa para que llegara.


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The Aviary

The Office

Ander se encontraba dentro del lugar privado, donde había hecho la reserva para aquella noche, ni siquiera estaba seguro si Nayra se iba a presentar pero decidió pensar que sí.

La joven llegó al lugar y quedó desconcertada cuando entró y no lo vio allí, se acercó al encargado y le dijo que la habían citado, ella le dio el nombre y la llevó al lugar donde estaba el abogado.

Cuando el hombre la vio en la puerta, se levantó del sillón y se acercó a ella.

―Creí que no ibas a venir ―la tomó de las manos y le dio un beso en la mejilla.

Nayra se quedó muy sorprendida porque no esperaba un gesto así.

―Tenía mis dudas pero vine —lo miró a los ojos con atención.

―¿Te gustó el ramo?

―Sí, gracias.

―Nayra... ¿quieres seguir casada conmigo? ―su pregunta la tomó por sorpresa.

―¿Por qué me lo preguntas? —quiso saber sintiéndose nerviosa.

―Después de lo que discutimos, debo hacerlo y porque me dijiste que te ibas con tu hermano.

La muchacha lo volvió a mirar, esta vez a los ojos, unos ojos tan azules que creyó iba a fundirse en ellos.

―Si no quieres, no me iré ―respondió con calma y con la voz quebrada.

―Bien entonces ―apenas le dijo aquello, hizo lo siguiente que tenía pensado.

Se hincó en una rodilla y los ojos de Nayra quedaron asombrados al verlo de aquella manera frente a ella.

―¿Qué se supone que estás haciendo?

―Pedirte matrimonio... como corresponde, esta vez por la iglesia o donde quieras, iglesia, el jardín trasero de la casa, un salón de algún hotel, una casa de campo, dónde quieras, lo que quieras, cuándo quieras y cómo quieras. Te amo, Nay. Solo quiero que me perdones y estar bien contigo. ¿No quieres casarte conmigo, girasol? ―cuestionó observándola con cariño.

―Ander... ―asintió con la cabeza― sí, quiero casarme contigo ―confesó.

La joven se arrodilló también y lo sujetó de las mejillas para darle un beso en los labios.

―¿Fue planeado o no? ―quiso saber.

―De camino para acá —expresó sincero.

La argentina lo abrazó por el cuello y lloró sobre su hombro.

Ander se separó de ella y le secó las lágrimas.

―Ven, siéntate ―el abogado la sostuvo de la mano para ponerla en pie y ambos se acercaron al sillón.

―¿Cómo quedaron las cosas de hoy? ―cuestionó con intriga.

―Ese tipo no te joderá más, te lo aseguro.

―¿Qué hiciste? ―abrió más los ojos sorprendida.

―Nada, solo le puse frente a sus ojos todo lo que averigüé de él, un pasaje de avión sin retorno y la baja de su matrícula de abogado. Yo te dije que debías dejarme las cosas en mis manos.

―Sí, lo siento de nuevo, no sucederá más —negó con la cabeza también.

El mozo entró para entregarles la carta, tanto de comida como de bebidas.

―En pocos minutos vendré para anotar sus órdenes ―les dijo el chico.

―De acuerdo, gracias ―le contestó Ander―. ¿Pedimos para compartir y cócteles?

―¿Tú me quieres emborrachar? ―levantó una ceja con sugerencia.

―Para nada, un cóctel no te pondrá borracha.

―Pero me hará dormir más de la cuenta ―rio recordando la noche del vino tinto.

―Me acuerdo más de lo que pasó a la mañana siguiente, cuando tuve que ir a despertarte.

―Fue una vergüenza pero tú tuviste la culpa, yo te dije que no bebía.

―Pero jamás pensé que te relajaría tanto que hasta las nueve de la mañana del otro día te ibas a despertar.

―Pues ya viste que ese efecto produce en mí.

―¿Qué más produce en ti? ―formuló con curiosidad.

―¿A qué te refieres? ―unió las cejas sin entenderlo―. Antes de seguir con la charla, sería bueno elegir lo que vamos a cenar y a beber, el chico vendrá en cualquier momento.

―Está bien ―rio y abrió la carta.

Pronto el mozo entró al cuarto y les anotó los pedidos.

―Me cortaste la pregunta, te la vuelvo a hacer, ¿qué más produce en ti? ―quiso saber Ander.

―¿El alcohol? ―interrogó abriendo un poco más los ojos.

―Sí y no... No bebes alcohol...

―¿Entonces? ―inquirió y ella se dio cuenta que a Ander le costaba hablar de sexo con ella―. Ander, ¿por qué te cuesta tanto decirme lo que en verdad quieres? Te refieres al sexo, ¿verdad?

―Porque es algo que omití en mi vida desde que me metí con la madre de Agnes.

―Entiendo pero ahora puedes y me dejaste ver lo cariñoso, y fogoso que eres en verdad. Me impresionó pero me gustó también ―le confesó acercándose más a él y depositando un beso en la comisura.

Un rato después, el mozo volvió con un carrito y fue apoyando los platos, las bebidas y los vasos y copas sobre la mesa de salón y se retiró deseándoles buen provecho.

―¿Elegiste el vestido para mañana?

―Sí pero me quedé con dos. Un sobre de mano y un calzado.

―¿Y no te trajo accesorios?

―Me pondré algo que tenga, ya con lo que me elegí es más que suficiente ―habló con decisión―, Ander, tú no trabajas para que yo gaste el dinero.

―Lo sé pero no deberías sentirte así, yo no te estoy reprochando nada.

―Comprendo pero ya más de lo que por mi imprudencia te saqué, no me parece bien.

―Conste que yo no soy el que saca el tema.

―Ya —rio con sutileza—, pero no quiero seguir debiéndote porque lo anterior será algo que jamás voy a poder devolverte.

―Nayra... suficiente con ese tema, creí que lo habíamos dejado atrás ―le respondió mirándola a los ojos―. Si yo no te lo dije otra vez fue porque decidí mantenerlo atrás, algo que deberías hacer tú también y sabes bien que el dinero no me importó en su momento y ahora menos, ya supiste el porqué me había enojado.

―Lo sé y tenías toda la razón ―comentó asintiendo con la cabeza también.

Dos horas después de la cena y el postre, un tiramisú compartido y ofreciéndose pequeñas porciones el uno al otro, Ander tuvo el impulso de comerle la boca allí mismo y la terminó acostando con la mitad dentro sobre el largo sillón y la cabeza de la joven apoyada sobre el reposabrazos.

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