CAPÍTULO 2: ELLIPSISM.

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— ¿Lobito?

El muchacho, más pequeño que el propio Minho, salió disparado hacia su dirección.

— ¡Minho! — El chico impactó contra su pecho, sus brazos rodearon su torso y apretaron fuerte. Además, la barbilla de Minho recibió un golpe cuando posó la cabeza en el espacio entre su cuello y hombro.

— Jisung, espera, deberías de ponerte encima algo de ropa primero. — Escuchó la voz de Félix de fondo.

— ¿Jisung? — Preguntó Minho.

Minho se encontraba tan tieso como un palo. No sabía dónde colocar sus brazos, así que los mantuvo levantados en el aire.

El desnudo chico se alejó del cuello para enfrentar a quien abrazaba. Su cara, a centímetros de la de Minho, contenía la sonrisa más amplia que el alfa jamás había visto.

— Soy yo, Ji. — Proclamó con una encantadora risa. — Bueno, en realidad soy Jisung. Han Jisung.

El chico volvió a sumir su cabeza en el hombro de Minho.

Félix se acercó al omega y posó una mano en su hombro. Al parecer había recogido una de la mantas del suelo y se la ofrecía a Jisung. — Aquí, ven Jisung, suelta a Minho. Deberías de vestirte primero. — Aconsejó.

Jisung miró de nuevo a Minho, quien seguía sin saber cómo reaccionar. Tenía a un omega en cuero abrazando su cuerpo.

Cabizbajo, Jisung desenredó sus brazos y rodeó con la manta su cuerpo. En todo momento los ojos de Minho miraron al techo.

— Jisung acaba de volver a su forma humana hace unos minutos antes de que llegaras, hyung. — Tomó la palabra Seungmin, quien había quedado en segundo plano por la situación.

Jisung agarraba la manta sobre su cuerpo mientras observaba a Minho con alegría.

Volvió a intentar invadir el espacio del alfa pero este por impresión retrocedió dos pasos.

El omega observó confuso y ladeó su cabeza. Volvió a intentar acercarse a su protector.

— Hola hyung... — Probó suerte.

— Creo que está en estado de shock. — Rio Félix.

Por supuesto que estaba en estado de shock. Ji, o más bien Jisung, tenía al parecer la misma actitud mimada y enérgica que su versión lobuna. El cachorro de metro de altura y espeso pelaje canela había desaparecido para dejar a un hombre adulto que ahora lo observaba como si de un viejo amigo se tratase.

Minho se sentía cohibido. Era de conocimiento público que siempre se había llevado mejor con animales que con humanos. Estar con la versión humana de Jisung hizo girar algunos engranajes dentro de su cuerpo que nunca antes parecían haber funcionado.

Contempló el cuerpo humano de Jisung, sus ojos se posaron en su esponjoso cabello oscuro. Sus ojos se cerraron por instinto e inspiró su aroma el cual era por algún motivo mucho más intenso ahora.

Su cuerpo recibió la mezcla de sus dos olores tan bien como siempre. Relajó sus facciones y su pecho se destensó. Al abrir de nuevo los ojos, la mirada de Jisung expresaba duda y tristeza.

Jisung no dejaba de ser el lobito que había estado cuidando durante tres semanas. No había nada de lo que preocuparse.

— Hola...Han Jisung. — Sonrió Minho.

Jisung recibió las palabras de su hyung con un nuevo grito de alegría. Al segundo estaba de nuevo abrazando su cuerpo mientras dejaba caer sin querer de nuevo la manta.

— Está bien, está bien. — Minho intentó mantener la manta en su lugar. — Vamos a necesitar que alguno de los chicos te traigan algo de ropa.

Jisung murmuró una afirmación, su cabeza de nuevo descansando en el cuello de Minho. Este le daba suaves palmaditas en el hombro.

— No sabes cuánto te agradezco que me hayas ayudado como lo has hecho. — Susurró Jisung. — He contemplado cómo ponías tu vida patas arriba solo para cuidar de mí y dejarme el menor tiempo posible a solas. Estaré eternamente agradecido, hyung.

— No hay nada que agradecer...

Un carraspeó se escuchó a su lado.

Los chicos seguían de pie contemplando la escena que se desarrollaba ante sus narices sin decir palabra alguna.

— Opino que ya que Jisung se ha transformado deberíamos echar un vistazo a la herida de su pierna. — Comentó Seungmin.

— Voy a coger el botiquín. Hyung, ayuda a Jisung a recostarse en el suelo para examinarlo mejor. — Habló Félix.

Jisung se dejó hacer y se sentó en el suelo. Sonrió hacia Minho cuando este clavó sus rodillas a su lado, y con una suave presión en su hombro, recostó al omega en el suelo.

— Voy a necesitar que descubras la pierna. — Explicó Minho.

Jisung parecía no tener mucho pudor en cuanto a su cuerpo. Sacó la pierna del manojo arrugado de tela que cubría su regazo sin fijarse en si la tela se movía lo suficiente o no como para dejar a la vista su zona íntima.

Parecía más entretenido en analizar profundamente las facciones de Minho.

— Con permiso. — Anunció Minho. Este agarró con delicadeza el borde de la manta que tapaba el inicio de la herida y la pegó, con un toque tan ligero como el de una pluma, lo suficientemente cerca de su ingle para poder trabajar bien y a su vez para que la zona íntima estuviera protegida. Un poco de vello corporal era visible desde su posición.

La herida recorría desde un lado del ombligo hasta la cadera para finalizar a mitad de su muslo exterior.

Delicadamente inclinó el cuerpo del omega un poco hacia delante para que Félix pudiera observar bien el final de la herida. Su glúteo asomando por una abertura en la manta.

Jisung era tan pequeño como humano como lo era como lobo. Aunque su altura era de dos o tres centímetros más baja que la de Minho, su fibrado cuerpo era la mitad de grueso. Su cintura diminuta.

Los dedos del alfa rozaron su oblicuo por accidente.

El omega se estremeció ante el contacto.

— Lo siento. — Se disculpó rápidamente Minho.

Jisung cerró sus ojos. Su sonrisa perdiendo fuerza. — No pasa nada. — Tembló su voz.

— ¿Hyung? — Félix sacó a ambos de la conversación que mantenían. Él, junto a Seungmin, se sentaron alrededor de Jisung. Minho decidió dar la vuelta y volver a sentarse cerca de la cabeza de Jisung para poder sujetarla con sus manos y colocarla en su regazo.

— Gracias. — Susurró el omega.

— Buenas noticias, chicos. Está completamente sana por dentro, podemos quitar los puntos ahora mismo y el resto de días será más que suficiente con una crema para ayudar con la cicatrización. — Celebró Félix.

Seungmin sacó unas tijeras que desinfectó con alcohol y el mechero y se las entregó a Félix.

— Avísame si te molesta o duele algo, ¿vale Jisung? — Dijo Félix.

Jisung asintó. Su mano buscando la de Minho en su regazo.

Una vez descosidos los puntos, Félix empapó la herida cicatrizada con crema y por precaución adhirió unas bandas a la herida para resguardarla de suciedad o agua.

— Voy a ir un momento a por ropa. Mi casa queda cercana a la de Hyunjin. Entre los dos podemos conseguir unas cuantas piezas de ropa de tu talla. — Anunció Seungmin mientras se levantaba del suelo y recogía su mochila. — Voy a reunir al resto de chicos para que cenemos aquí esta noche. Con permiso, Jisung, pero tienes muchas cosas que explicarnos.

— Hey, no le hables así, Minnie. Jisung ya es nuestro amigo. — Cortó Félix.

— No sabemos siquiera de dónde viene, Yongbok.

— Está bien, tiene razón Félix. Esta noche hablaremos si así lo deseáis. — Aclaró Jisung.

— ¡Genial!, así el resto de chicos también podrán conocerte transformado. — Aplaudió Félix.

Jisung se incorporó del suelo con ayuda de Minho. Sus manos aferradas a la tela que cubría su cuerpo.




Hyunjin, Seungmin, Jeongin, Changbin y Félix rodeaban la fogata. Mientras comían de sus platos observaban pacientes a Jisung comer, quien compartía plato con Minho.

Unos pantalones de Seungmin cubrían las piernas del pelinegro, mientras una camiseta un poco holgada de Hyunjin cubría su torso. Los calcetines y los zapatos tuvieron que ser de Félix, pues solo ambos tenían los pies pequeños.

— Y bueno... ¿de dónde vienes? — Habló primero Changbin.

Dicho comentario se ganó una mala mirada por parte de Minho. — Deja que termine su cena, Bin. — Contestó Minho.

El omega nervioso intervino. — No te preocupes, Minho.

Jisung enderezó sus hombros y contempló al grupo mientras organizaba las ideas en su mente.

— Para empezar me gustaría de nuevo agradecer a todos que hayáis sido tan amables de cuidar de mí sin conocerme siquiera. No sé cómo es vuestra manada ni cómo rigen sus leyes pero sé bien que habéis tenido que hacer malabares con vuestros horarios para cuidar de mí. — Comenzó a relatar el omega. — Tampoco soy tonto y reconozco que todo vuestro esfuerzo viene desde el amor que sentís por vuestro amigo quien os pidió el favor. — Jisung se giró para mirar a Minho. — La verdad es que mi idea era ir hacia la ciudad pero por el camino me herí. Divagaba por el bosque porque no tengo manada.

— ¿No tienes manada?, eso es imposible. — Habló Hyunjin.

— No es imposible Hyunjin, hay muchos de nosotros que pasan mucho tiempo sin manada o incluso toda una vida. — Debatió Félix.

— Sí, eso es cierto, pero hasta los alfas y omegas que deciden tener ese tipo de vida acaban volviendo a su manada o forman una...¿No? — Explicó esta vez Jeongin. — A fin de cuentas, tenemos una parte animal que pesa en nuestras vidas y que necesita de conexión y de un grupo de personas para sobrevivir.

— Entonces ¿cómo que no tienes manada? — Preguntó Minho a Jisung mientras le pasaba una de las botellas de agua.

— Yo... bueno... creo que me expulsaron... — Susurró bajito el omega.

— ¿Crees? — Cuestionó Seungmin.

Nervioso, Jisung movía su rodilla de arriba a abajo. Esta sin querer chocó contra la de Minho.

El alfa colocó su mano en la rodilla para transmitir tranquilidad y como solía hacer para calmar a los suyos, emanó un poco de su aroma a menta y canela.

El movimiento se detuvo. Las fosas nasales del omega se dilataron. Sus ojos se encontraron pero Jisung apartó la mirada al momento.

— Lo único que sé es que ya no me necesitan allí. No podría ser útil de ninguna manera. Y cuando no eres útil en un lugar, estorbas. — Respondió.

— Lo siento mucho, Jisung. Si no tienes un lugar al que ir, nuestra manada siempre podría cobijarte. — Comentó amablemente Félix.

— Wow, wow, wow. Alto ahí, vaquero. ¿Cómo pensáis introducir a una nueva persona en la manda si habéis mantenido en secreto su existencia al círculo por casi tres semanas? — Reclamó Changbin.

— No pretenderás que lo deje marchar solo, ¿no? — Respondió Minho.

— Siempre podemos intentar comentar tu situación a los alfas mayores y ver qué deciden. No creo que pase nada. — Comentó dudoso el pecoso del grupo.

— Nada asegura que digan que sí, Yongbok. Pueden que digan que no por no querer hacerse cargo de un expulsado o de un omega que podría ser reclamado. — Argumentó Seungmin.

— ¡No!, por favor. Yo... yo ... necesito más tiempo. No quiero que me devuelvan a mi manada anterior. Si todo sale mal... yo no puedo... yo no...yo...— El omega comenzó a transpirar rápidamente.

— Tranquilo Jisung, no te pasará nada. — Intentó tranquilizar Hyunjin.

— No... no... — Seguía murmurando Jisung, sus manos no dejaban en paz los mechones de su cabello. El alfa a su lado se asustó al verlo así.

La angustia se introdujo en su sistema. El instinto le hizo levantar en peso a Jisung por la cintura hasta tenerlo pegado a su costado. Su nariz se arrugó ante la desagradable mezcla de aromas de los dos alfas que habían prestado sus prendas y que ocultaban el rico olor a jazmín y miel propio del omega.

— Nadie te va a alejar. No estarás solo. No voy a dejar que te pase nada lobito. Shhh, shhh. — Minho arrastraba su mano por toda la espalda del omega para calmar los nervios del omega. Pese a la vergüenza de su acción delante de sus amigos, permitió que el chico acercara su cara a la zona de su cuello.

El silencio se instauró en la cueva.

— Ni siquiera tiene una casa para quedarse, hyung. — Habló en voz baja Jeongin mientras jugaba con una pequeña piedra del suelo.

— Estoy intentando pensar... — Habló de nuevo Seungmin.

— Ah, ¿que tú piensas? — Carcajeó Hyunjin.

La risa del resto se hizo oír al instante.

Sin embargo, Minho, quien posó su barbilla en la coronilla de Jisung, continuaba subiendo y bajando su brazo mientras pensaba en algo.

— Podemos hacer una cadena de mentiras hasta que Jisung se sienta listo. O al menos, hasta que esté tan introducido en nuestra manada que el círculo no baraje ninguna posibilidad de echarle. — Dijo Minho.

— ¿Más mentiras? — Cuestionó Changbin.

— Al menos hasta que todo se aclare. — Volvió a intentar Minho.

— ¿Y cómo vas a crear la cadena de mentiras? — Dudó Jeongin.

— Simple, fingimos que Jisung es un familiar lejano de uno de nosotros, pero creamos dos versiones para el resto del pueblo menos para nuestros padres pues estos se conocen entre sí, a estos les diremos que es un familiar lejano de algún otro compañero de tareas. Solo si es que preguntan por él. — Comenzó a explicar Minho.

— ¿Dos versiones? Es decir, ¿a algunas personas le diremos que Jisung es, por ejemplo, mi primo lejano, pero a otras personas les diremos que es el primo lejano de Chagbin? — Intentó comprender Hyunjin.

— Exacto, así, si alguna vez conversan entre ellos dudando de nuestras palabras pensarán que escucharon mal pero a la vez no sabrán qué versión es la real.

— ¿Y a nuestros padres? Porque todos se conocen entre sí y forman parte del círculo, ¿qué les diré si por ejemplo esa noche se queda a dormir Jisung? — Intervino Jeongin.

— Que es un primo lejano de Kim Seokmin — Respondió Minho.

— ¿El hijo del panadero? — Rio Changbin.

— Sí, ese mismo, o cualquier persona. ¿Qué más da? Estamos haciendo esta coartada por si se salen las cosas de control con las preguntas. La mayoría de ellos ni siquiera meterán sus narices en el asunto. — Contestó Minho.

— Esto va a salir muy mal. Muy muy mal. BangChan hyung no sabe nada de esto. Es tu mejor amigo, Minho hyung. — Dijo Changbin.

— No creo que sea tan grave. Es solo una persona más... — La voz de Minho se perdió en el silencio.

— ¿Te estás escuchando, Minho hyung? — Demandó Changbin.

Minho agachó la mirada. Sus ojos volvieron a caer en los del omega acurrucado a su lado. Y respondió a su menor con un encogimiento de hombros. — No me importa.

— ¿Y desde cuándo no te importa? — Gruñó Chagbin. — Esto nos afecta a todos.

— No tenéis que ayudarme si no queréis, no os obligo a nada. Estoy agradecido por toda vuestra ayuda, si queréis, desde aquí sigo solo. — Argumentó el mayor.

— No hyung, te vamos a ayudar hasta que se solucione todo. Vamos a estar bien. — Félix se giró para enfrentar a su otro hyung. — Changbin, es nuestro amigo... él haría lo mismo por tí...

Changbin suspiró derrotado.

— Jisung, no te preocupes, las noches que necesites dormir en mi casa siempre le puedo decir a mis padres que eres un amigo nuevo y que vamos a hacer una pijamada. Además, mi ropa es tu ropa. ¡Te voy a vestir siempre muy bonito! ¡Cómo deseaba tener otro omega en el grupo! — Aplaudió Félix.

El omega salió del escondite en el cuello de Minho para agradecer y sonreír al pecoso.

— Bueno, mis padres suelen ir a trabajar mucho antes de que yo me levante por las mañanas, así que puedes desayunar y comer en mi casa siempre que quieras. — Esta vez habló Jeongin.

— ... Te meteré en la lista de quehaceres de la manada. Te asignaré un puesto, a ser posible con nosotros. Cuanto más te vea la manada siendo parte de nosotros mejor será una vez hables con el círculo. Ya estarías casi prácticamente integrado... — Dijo Changbin.

— Gracias, Binnie. — Contestó Minho.

El resto de chicos ofreció ayudas similares a Jisung desde más ropa, días donde podía comer con ellos en sus casas o en el pabellón y qué días podría dormir en cada casa.

— ¿Ningún día dormiré contigo? — Jisung preguntó a Minho mientras la conversación de los chicos seguía de fondo. Un puchero se instauró en sus labios.

— He tenido un problema con mi familia. Dudo mucho que sea buena idea presentarme en casa sin más después de no haber dormido en ella hace semanas con otra persona a mi lado... — Explicó Minho.

— Oh... cierto...Sobre el problema con tu familia... ¿estás bien?

— Bueno, no quiero enfrentarme a ellos pero en algún momento tendré que hablar de lo ocurrido. Cuando suceda, podrás quedarte a dormir, ¿vale? — Aseguró Minho.

Jisung asintió apenado.

— No te preocupes, todo saldrá bien. — Aseguró Minho, apretando su brazo alrededor de los hombros del omega.

— Minho hyung, — llamó Jeongin. — ¿Y tu proyecto de vivienda? Jisung siempre se podría quedar ahí si algún día lo necesitase.

— Oh. Se me había olvidado por completo.

El proyecto de vivienda de Minho era una casita de ladrillos y madera tradicional que quedaba a las afueras del pueblo pero donde se veían aún de lejos las casas de sus vecinos.

Como Minho cumplía veinticuatro este año, sus padres habían insistido en acelerar su proyecto de casa. Este proyecto era darle una casa no habitada del pueblo al alfa u omega en cuestión que entraba en edad de apareamiento, para que, gracias al hogar disponible, pudiera formar una familia.

Su hyung BangChan tenía una propia que ya habitaba.

Sin embargo, Minho nunca dio el paso de abandonar su hogar, pues la insistencia de crear un lazo con otra persona le causaba ansiedad y rechazo por motivos que nunca entendió y que nunca profundizó bajo la excusa de no tener tiempo para ello.

— No está amueblada, estará muy sucia también y algunas zonas estarán afectadas por no tener mantenimiento. — Explicó Minho.

— Solo tenemos que asegurarnos de que continúe con red eléctrica, agua y calefacción. Por todo lo demás, podremos solucionarlo. — Aclaró uno de los chicos.

— Mañana iré a visitar la casa. Tengo las llaves en mi habitación. Siempre podrías quedarte tú con ella, Jisung. — Le habló Minho.

— ¿Te quedarías conmigo? — Preguntó nervioso. — No me gustaría estar solo...

— No te preocupes Jisung, no vas a estarlo. — Tranquilizó el alfa.

— Bueno pues, ya que todo está aclarado, deberíamos irnos, es tarde. ¡Hoy me toca a mí quedarme con Jisung! ¡Pijamada! — Exclamó Félix.

El pecoso se levantó animado para recoger todo el material esparcido por la cueva. El resto de chicos se dispuso a hacer lo mismo.

Jisung volvió a mirar a Minho con sus ojos inquietos. — Esta noche te quedarás con Félix pero a la mañana siguiente estarás de nuevo conmigo. Te va a cuidar bien y pronto tendrás tu propio espacio, ¿vale? — Minho acarició con sus nudillos la redonda mejilla del menor quien asintió ante sus palabras.

Una vez recogido el lugar y dispersadas las cenizas para no dejar rastrojos de fuego posible, los siete chicos salieron de la cueva con sus linternas.

Al llegar a la zona de viviendas de la manada cuatro de los chicos se despidieron y tomaron rumbo a sus casas. Félix indicó el camino que ambos omegas debían tomar.

Antes de marchar, Jisung dio la vuelta y corriendo empujó su cuerpo entre los brazos de Minho. El omega inspiró profundamente.

— Buenas noches Minho hyung. Por favor, vuelve por la mañana a por mí. — Suplicó con sus ojos cristalinos.

— No te preocupes Jisungie, lo haré. — Aliviado y feliz por el nombre cariñoso, Jisung y Félix partieron rumbo a su hogar. El omega pelinegro giraba su cabeza a cada rato para mirar a Minho mientras se alejaba. Alzó la mano para despedirse por última vez antes de girar una esquina.

El alfa le devolvió el gesto con una sonrisa. La ya conocida sensación de vacío rozó su pecho.

— ¿No es raro que esté tan obsesionado contigo? — La pregunta de Chagbin distrajo a Minho quien seguía mirando al camino por donde desaparecieron los dos omegas.

— Solo se siente protegido por mí, Bin. — Respondió.

— Solo digo que... bueno, no deja de ser un omega. Y no es un cachorro que necesite protección, literalmente tiene la edad de nuestros amigos. Es un adulto. — Argumentó Changbin.

— Estaré a su lado todo lo que me necesite, Bin. No me quiero ni imaginar cómo se debe sentir que te rechace tu propia manada. Como dijo Innie, somos animales de sociedad, necesitamos a los nuestros para sobrevivir. Incluso yo, que estoy harto de mi vida, no sabría vivir sin mi manada... Y sobre todo sin vosotros...

— Oh, por favor hyung, ¿la situación te está poniendo sentimental? ¿Dónde está el hyung de piedra que no tiene sentimientos? — Golpeó el hombro de Minho con una risa.

— Vete a la mierda, Dwaekki.

— Dices eso porque aún no tienes omega y porque nunca has sido capaz de poner límites. — Reflexionó Changbin.

— ¿Qué tiene que ver un omega en esto? ¿Y de qué límites hablas? — Se quejó escéptico Minho.

— Minho hyung, tiene mucho que ver. Una cosa va agarrada de la mano de la otra. — Relató el otro alfa. — Escucha hyung, sé que eres una persona introvertida y que te cuesta bastante expresar tus sentimientos, por eso sé que nunca has sido capaz de poner límites en tu vida a las personas porque desde pequeño has vivido bajo el peso de ser el próximo segundo al mando. Vives tan aterrado a decepcionar a los demás, a lo que esperan de tí, a tener que enfrentarlos, que te enfocas tanto en cumplir con sus ideales que lamentablemente no has caído en la conclusión de qué realmente quieres tú en tu vida.

— ¿Y qué tiene que ver eso con un omega cualquiera? — Atacó Minho.

— Pues que en tus casi veinticuatro años de vida las únicas personas que han entrado en ella han sido puro sexo casual. Y no estoy en contra de ello, pero creo que nunca te has permitido tener una relación de pareja porque vives más atento a cumplir con tu papel de hijo perfecto y amigo perfecto. Incluso cuando tus padres te dieron la posibilidad de vivir en otra casa para empezar una familia con una pareja, aceptaste solo por cumplir la orden que se esperaba de tí. Una persona inicia una relación por amor, hyung. Menos mal que cambiaste de opinión antes de mudarte... — Finalizó Chagbin.

— Realmente rechacé la casa porque la idea de tener pareja no es importante para mí.

— Eso es porque todavía no has conocido a nadie que haga especial esa idea. — Argumentó Chagbin.

El mayor suspiró. — Tienes razón. Me gustaría que muchas cosas en mi vida cambiasen...

— Siempre puedes. Entiendo que seas el segundo al mando, pero tú y Chan hyung pasáis todo el día ejerciendo vuestro trabajo. Deberían dejaros las tardes o las mañanas libres como a nosotros. — Dijo Changbin. — Hasta que no tuve que afrontar tus tareas algunos días estas últimas semanas mientras tú cuidabas de Jisung, no me di cuenta de lo duro que estáis trabajando constantemente hyung y tú. Así que si quieres cambiar tu vida nosotros te ayudaremos en lo que haga falta... Míranos. — Se señaló a sí mismo. — Teniendo que mentir por tí para ayudar a un omega. Creo que tu vida al menos está cambiando un poco...

Ambos alfas continuaron andando hasta que llegaron a su vecindario donde se despidieron y partieron hacia sus hogares.



La incorporación de Jisung a la manada levantó la curiosidad de algunas personas como se esperaba, pero no más de lo que los chicos no pudieran manejar hasta el momento.

Jisung pasaba las mañanas lejos de Minho, quien esperaba impaciente la hora del almuerzo para reunirse con el omega quien le recibía todas las mañanas saltando en sus brazos y poniendo rojo como un tomate sus mejillas y orejas.

Luego, por las tardes, ambos desempeñaban los recados y trabajos de Minho. Al ser dos, terminaban más rápido y aprovechaban el tiempo restante para dar paseos, cenar con los chicos y conocerse mejor. Al parecer, ambos tenían gustos similares y sus tipos de humor y bromas se complementaban de maravilla.

Jisung se había quedado a dormir en prácticamente la casa de casi todos los chicos. Su particular y alegre personalidad se llevaba a todos los padres, madres y hermanos de los chicos a su bolsillo, y en poco tiempo, eran sus mismas familias quienes invitaban a Jisung a comer o a pasar la noche.

Minho continuaba durmiendo, entrando y saliendo de su propia casa, pero cuando notó la primera noche la tensión en el ambiente, se negó a permitir que Jisung estuviera más tiempo del necesario en la casa.

El alfa intentaba sacar a la luz el tema de su situación en la manada y sus responsabilidades, pero el nudo en su garganta y la falta de comunicación por parte de sus padres hizo complicado cualquier intento.

Jisung había conocido a sus padres una tarde que ambos tuvieron que pasar a por materiales a su casa. La señora Minjoo quedó encantada con él. Mientras Minho buscaba los materiales a recoger, la mujer aprovechó para hacerle todo tipo de preguntas a Jisung sobre su edad y vida que el omega supo sortear amablemente a la perfección.

El omega también conoció a su hyung BangChan quien rápidamente adoptó su comportamiento de alfa protector de la manada y acogió a Jisung sin problema alguno para explicarle las tareas, los posibles trabajos y para tenderle una mano siempre que lo necesitase.

Ese día la culpabilidad en Minho no le dejó pensar en otra cosa.

— ¿Estás bien Minhonnie? — Se preocupó Jisung aquel día.

Esa misma tarde Minho llevó de picnic al omega a un claro donde explicó su situación familiar y la de su mejor amigo que era bastante parecida. Jisung escuchó con atención y le aconsejó lo mejor que pudo. Debajo de todas esas bromas y conversaciones ligeras, Jisung era muy bueno escuchando. Empatizaba de forma natural con el alfa como si comprendiera su situación a la perfección.

Minho amanecía más temprano de lo normal para viajar hasta su proyecto de casa y mejorar las condiciones de la vivienda para que Jisung pudiese hospedarse lo antes posible. Tuvo que cambiar ciertas bombillas y tramos eléctricos pero la luz y el agua estaban bien. Llevó dos bombonas de gas para que saliera agua caliente en la ducha y desistió tras el quinto intento de arreglar la calefacción. Así que después de limpiar y acondicionar la residencia, llenó el armario de ropa que los chicos ofrecieron y de muchas mantas. Tal vez, alguna que otra camisa de Minho cargada de su olor por si algún día la necesitaba.

Hoy, después de casi dos semanas, Jisung podría dormir en una cama propia y no en un colchón prestado en el suelo de la habitación de alguno de los chicos.

Al terminar la jornada, los chicos decidieron cenar unas pizzas de elaboración casera (cortesía de Yongbok) en el que sería el nuevo hogar de Jisung temporalmente.

Minho metía las pizzas en el horno de la cocina cuando el omega entró dudoso en la cocina.

— Hola Jisungie. — Saludó el alfa.

— Hola hyungie...— Contestó. — ¿Podría hacerte una pregunta?

El alfa murmuró distraido una afirmación mientras cerraba la puerta del horno y lo encendía.

— ¿Va a pasar la noche conmigo, verdad? — Preguntó el pelinegro.

Minho quitó su atención del horno al instante para dirigirla al menor.

— ¿Quieres que sea yo quien se quede esta noche? — Preguntó.

— Quiero que seas tú quien se quede todas las noches, hyung. — Respondió.

Minho observó atento a Jisung, quien esperaba una respuesta de su mayor mientras jugaba con las mangas de la enorme camiseta que portaba la cual le pertenecía a Minho y la cual inundaba al omega en canela y menta.

Era innegable el cariño que sentía por el chico. — Pensó Minho. — Si es lo que quieres, dormiré aquí las noches que quieras, lobito.

Jisung le regaló una enorme sonrisa.

Minho anunció que se quedaba a dormir esta noche con Jisung. Changbin intentó ocultar su sonrisa tras su lata de cerveza.

Después de que todos quedasen satisfechos con la cena y jugasen a un par de juegos de cartas, que tuvieron que explicar más de tres veces a Jisung, los chicos marcharon.

Mientras Jisung se duchaba, Minho situó una almohada en el sillón y colocó una sábana por si de madrugada tenía frío. La pequeña casita solo poseía una habitación, un baño, cocina y salón. Así que como invitado, él dormiría en el sofá.

Como Jisung no tenía sueño aún, ambos se quedaron charlando en el sofá hasta que Jisung se quedó profundamente dormido apoyado al costado de Minho el cual con mucho cuidado rodeó con sus brazos el interior de sus rodillas y la espalda para llevar al omega en brazos hasta la cama.

— Buenas noches, lobito. — Besó su frente.

Como era habitual su cuerpo cayó en trance al tenderse sobre el sofá para finalmente dormir.

De madrugada le despertó un movimiento entre sus brazos. Un cabello cosquilleaba su nariz. El aroma a miel y jazmín vertiendo adrenalina por todo su sistema. Sus brazos envolvieron con fuerza el caliente cuerpo que se presionaba contra el suyo en el estrecho sofá. Su nariz se hundió en la mata de pelo para inspirar profundamente. Un gruñido gutural abandonó su garganta. Una nube borrosa volvió confusa su mente, más el alfa cayó de nuevo rendido.

Sus sueños fueron acompañados por un par de ojos ámbar.





Las semanas transcurrían dando paso al mes de junio. La temperatura aumentaba y el verano estaba a la vuelta de la esquina.

Minho estaba atendiendo el tractor del señor Choi que tenía una avería en una de las granjas del Norte del pueblo, el sol no tenía piedad aquella tarde por mucho que su usual sombrero de paja luchase por cumplir su trabajo. Las gotas de agua empapaban su rostro y dejaba óvalos de sudor en la zona del cuello de su camiseta.

Su único sustento era la promesa de que Jisung vendría a las seis a recogerle. El omega podía moverse solo por el pueblo a estas alturas sin problema.

Minho esperaba poder cocinarle algo, fue esta mañana a comprar todo lo necesario para un buen solomillo Wellington con verduras y patatas. Tal vez podría pasarse a comprar también vino. Tenía todo guardado en la camioneta que le había pedido prestada a Seungmin.

Después de luchar con el motor del tractor y que este arrancase a la decimocuarto vez, Minho limpiaba con fuerza sus manos con un trapo lleno de desengrasante cuando reparó que Jisung venía desde lejos vistiendo, como se había hecho costumbre, una de sus camisetas. Este, al compartir miradas, empezó a correr en su dirección. En la mente de Minho, a cámara lenta.

El sol hacía maravillas en la cara del menor. Su suave y acanelada piel brillaba por los rayos de luz. Como siempre, de un salto se enganchó a Minho, esta vez un beso en la mejilla fue depositado.

— Tengo una sorpresa. — Anunció Jisung. — Ayer encontré un sitio precioso al que quiero llevarte. Está un poco lejos.

— Traigo la camioneta. — Informó Minho en un tímido murmullo. La muestra de afecto le había dejado un poco sin aliento.

— Estás empapado en sudor, hyung... — Observó el menor. — Te vendrá bien el sitio a donde vamos.

Minho asintió. Se despidió del señor Choi quien les deseo una buena tarde a "la parejita".

Jisung se carcajeaba de la situación mientras montaba en la camioneta. Minho solo podía mirar embobado esa sonrisa en forma de corazón. No corrigió al señor Choi antes de marchar.

Después de unas cuantas indicaciones mientras conducía a través del bosque, Jisung ordenó parar el vehículo.

— El resto lo haremos a pie, Honnie. — Anunció el omega.

Al salir de la camioneta, Jisung se acercó para agarrar su mano y guiar al alfa a través de la flora. Tuvieron que pasar por unos matorrales de gran altura que pinchaban en su piel.

— ¿Estás seguro que es por aquí, Sung?

Su pregunta quedó en el olvido cuando, tras apartar un último matojo, un extenso lago les dio la bienvenida.

— ¿Lo conocías? — Preguntó Jisung.

— No creo haber estado nunca aquí...

Minho observó boquiabierto el lugar.

— ¿Qué son esas cosas negras? — Señaló.

— No te lo vas a crear, hyung, son lirios negros. — La emoción en la voz de Jisung era evidente. — Es normal que florezcan en verano pero no esperaba que este fuese su color. Son preciosos.

Rodeando el lago y toda la orilla de este, la perenne planta embellecía en demasía el paisaje. Algunos de estos medían hasta dos metros de altura, creando un escudo alrededor del agua que hacía invisible lo que sucediera detrás de la inmensa cantidad de lirios cuyas hojas fibrosas resaltaban en un vibrante verde en contraste con el negro de su flor y con el azul del cielo que se reflejaba en el agua. Muchos pétalos y lirios habían caído a la superficie del lago llenando ese azul de pequeños puntos negros.

Jisung tomó una profunda respiración. El aire estaba impregnado con el dulce aroma floral.

Y de un momento al otro retiró la camiseta de su cuerpo.

— ¿Por qué te estás quitando la ropa? — Abrió los ojos como platos el mayor.

— Porque nos vamos a bañar en el lago. — Sentenció Jisung. — Ese era el plan desde el principio.

Minho apartó la mirada cuando Jisung, sin detenerse, tiró lejos de sus pies los zapatos y bajó sus pantalones.

— Venga hyung, ¡no seas un alfa cobarde!

Minho contempló cómo Jisung corría hacia una zona un poco más elevada a su derecha y se lanzaba al lago.

— ¡YUJUUUUU! — Gritó al salir a la superficie. — El agua está buenísima, hyung. Puedo ver peces desde aquí. ¡Ven conmigo!

El entusiasmo del omega era fácil de contagiarse. Preso de sus costumbres, Minho primero recogió la ropa de Jisung y la dejó bien colocada a un lado. La vergüenza espolvoreó rosa sobre sus mejillas mientras se desnudaba poco a poco hasta quedar solo con su ropa interior.

La intensa mirada de Jisung tampoco ayudaba.

— Eres un alfa muy atractivo, hyung. — Se atrevió a decir el omega.

Minho sintió sus orejas arder así que le pareció mejor enfriarlas tirándose al agua.

A un paso de saltar para zambullirse, recordó.

— Jisung, no sé nadar. — Confesó.

— ¿No sabes nadar? — La sorpresa se reflejó en la cara del omega. — No te preocupes hyung, yo estoy aquí, nada te va a pasar. Además, mira, el agua no es profunda. — Jisung tocó fondo con sus pies mientras en la superficie sobresalía un poco su cabeza para señalar su punto.

— Está bien... Lo intentaré. — Minho sabía que si entraba de a poco el miedo no le dejaría avanzar, así que se tiró con cuidado en la zona donde estaba Jisung.

— ¡Omega mentiroso! ¡El agua está congelada! — Pataleó salpicando agua hasta que sintió dos brazos agarrar sus codos y después sostener su torso. Al abrir los ojos la mirada sonriente de Jisung le tranquilizó.

— ¿Ves? — Susurró el menor por la cercanía entre sus rostros. — Nada que temer.

Jisung proporcionó sus manos las cuales Minho agarró al instante.

— Podría enseñarte a nadar, ¿te parece bien? — Animó el omega. — Es muy fácil. Extiende tu cuerpo.

Jisung soltó una de las manos de su hyung, con la otra intentó incorporar el cuerpo del alfa hacia arriba. Sujetó su cadera para que solo su vientre tocase el agua.

— Muy bien, hyung. Ahora solo debes mover tus piernas de arriba a abajo. Empuja el agua con tus pies. — Indicó.

Minho movía sus piernas tal y como Jisung había instruido, sin embargo, no avanzaba por el agua. Parecía un niño pequeño. Dicho pensamiento sacó una carcajada al menor.

— No hyung, así no. Yo te guío. — El omega volvió a posicionarse delante y a agarrar sus dos manos. Tomó impulso y ambos comenzaron a fluir por el agua. — Eso es hyung, ¡patalea!

Era la primera vez que Minho se sentía relajado en el agua. El calor del sol evaporaba el agua pegada en sus mejillas, dejando un cosquilleo placentero. Sus huesos se acostumbraron al agua y empezaron a sentir la temperatura de esta cálida y acogedora. Cuando la risa que burbujeaba de su garganta le daba tregua, podía abrir más amplio sus ojos y encontrarse con la imagen del omega devolviéndole la sonrisa con la mirada cargada de cariño. Los negros lirios desprendían un aroma que debilitaba sus defensas. Una sensación de libertad y ternura llenaron su pecho y nublaron su mente.

Jisung continuaba indicando los movimientos, sus delicados dedos rozaban sus brazos y hombros. Sus palabras en segundo plano. Los bordes en la visión de Minho se desfiguraron. Sus ojos solo eran capaces de viajar a través de las facciones del omega, descansando por momentos en la forma en que sus labios se movían. Una gota descendió desde su mojado cabello para recorrer el ancho de su frente, bajar por el puente de su ínfima nariz, bordear la comisura de su boquita y perderse por su fino cuello.

Una brisa balanceó los lirios negros unos contra otros. Algunos de ellos volvían a caer a la superficie del lago rodeando sus cuerpos. La brisa parecía traer con ella una tenue melodía. Parecían ser las teclas de un piano.

"Cuando estoy en un bote
Floto, sé que nunca podré ahogarme.
Veo la tierra que está bajo el agua.
El viento, el viento es el único sonido."

La suave voz atravesó su cabeza. Un fuerte dolor pinchó su cráneo e hizo cerrar de repente sus ojos. Al abrirlos, los ojos avellana de Jisung le observaban atentos. Un brillo ámbar cruzó sus iris y una inexplicable paz consumió su cuerpo.

Sentía que flotaba, que ninguna preocupación podría alcanzarle mientras se mantuviera nadando en en lago junto al omega.

"Tomo tu mano y bajo.
Estoy debajo y por encima.
Tomo tu mano y bajo.
Estoy debajo y por encima."

"En el río.
Estoy cayendo.
En el agua.
Estoy nadando en el océano.
Con mil lirios negros de agua."

Sentía que si no fuera por las manos del menor, se hundiría en el lago. Más la sensación de vulnerabilidad expulsó puñados de negatividad que no sabía que albergaba en su interior.

La suave voz, cuya procedencia le intrigaba, parecía contener toda la veracidad del mundo. La honestidad de las palabras que retumbaban en su mente le prometían que había conseguido algo. Aunque Minho no entendía bien el qué.

"Lirios negros de agua.
Mis brazos están llegando.
Mis brazos no pueden ver más.
Bailamos mientras flotamos.
Nos dirigimos hacia el fondo del océano."

El alfa observaba los labios de su menor citar las palabras. ¿Era Jisung quién cantaba? Su cabeza estaba sumida en la armonía. El mundo exterior en segundo plano. No sabía en qué momento habían parado de dar vueltas. Las manos de Jisung acariciaban su cuello, sus cuerpos lo suficientemente cerca el uno del otro como para sentir el calor que emanaban.

Minho volvió a cerrar los ojos. Intentó concentrarse en sus sentidos pero no sabía identificar entre la neblina de su mente si la música era cantada por el omega o su cabeza le estaba jugando una mala pasada.

Sea como fuere el alfa no quería que terminase nunca.

— No te preocupes hyung, no tengas miedo. Estoy aquí. — Susurró Jisung.

Minho concentró su mirada en el omega. Sus pupilas le mostraban comprensión y aceptación. La mano del menor viajó de su cuello a su mejilla y con una sonrisa que contenía una enorme emoción, anunció: — Quiero quedarme aquí, Minho. Si me lo permites, tengo la certeza de que he encontrado mi lugar.

El omega sintió las manos de su hyung posarse en su cintura. Este tiró de él hasta posar sus labios en la concha de su oreja.

— ¿Quieres quedarte en la manada para siempre? ¿Es eso? — Susurró el alfa.

Jisung cerró los ojos mientras apoyaba su frente en el hombro contrario y negaba derrotado con su cabeza.

— ¿No? — Preguntó Minho.

— ¿Sabes lo que significan los lirios negros, hyung? — Cambió de repente de tema Jisung. El alfa negó con la cabeza.

Mientras paseaba su mano por la nuca del mayor, Jisung le explicó. — Las flores tienen un gran abanico de simbología. La de la flor de lirio es la más bonita y extendida de todas. — Hizo una pausa y, mirándole a los ojos, expresó: — Los lirios negros transmiten un mensaje muy profundo de amor y tranquilidad. Los lirios negros simbolizan un amor limpio que se entrega de manera completa y absoluta... Hyung, yo...quiero quedarme aquí contigo.

"En el río.
Estoy cayendo.
En el agua.
Estoy nadando en el océano.
Con mil lirios negros de agua."

"Me siento cálido, flotando.
He renacido.
Lirios de agua."

La melodía continuaba en segundo plano reproduciéndose en el fondo de su cabeza.

Un escalofrío recorrió el cuerpo del alfa. Estaba sintiendo demasiadas emociones y estímulos a la vez que no lograba comprender.

Tal vez la expresión en su rostro no era lo que esperaba el omega, pues este apartó su contacto como si quemase y giró su rostro.

— Eso...eso es algo que aprendí de mi abuela. Ella me enseñó a estar conectada con la naturaleza y usarla a mi favor. — Explicó Jisung.

— ¿Cómo es eso posible? — Minho intentó volver a alcanzar al omega, buscando sus manos por el agua.

— En la que fue mi manada, las costumbres siguen muy arraigadas al pasado. Hay... hay muchos rituales y reglas establecidas... Nosotros tenemos un vínculo muy especial con nuestra parte animal. — Explicó.

— ¿Reglas? — Minho sabía que solo algunas manadas lejanas seguían manteniendo costumbres ancestrales que fueron perdiendo popularidad y apoyo con el avance de los siglos y la tecnología. Cada año que pasaba, las personas estaban más unidas a su parte humana que a su parte animal.

— Sí... tenemos tradiciones. Algunas de ellas no son muy de mi gusto personal pero hay otras que... bueno, pienso que son bonitas. — El omega fue arrastrado hacia el pecho del mayor de nuevo por la mano de este en su cintura.

— Dime alguna que te guste... — Susurró Minho.

— Oh, está bien... Pues, verás, en mi manada...— Jisung agachó la mirada tímido. Un apretón en su cintura le hizo continuar. — En mi manada hay un ritual ancestral todos los veranos, a inicios de julio. Cuando los omegas entran en etapa de fertilidad y apareamiento los alfas deben de pelear por ellos... — Las mejillas de Jisung comenzaron a pintarse de rosa. — El alfa tiene que correr detrás del omega, ambos en forma lobuna, hasta que... ya sabes... le caza. Entonces el alfa reclama al omega delante de todo el pueblo y se convierten ante la manada y la Diosa Luna en pareja, como solo uno... Una marca lo oficialía, pero desde el reclamo ya serían considerados alfa y omega.

Minho le observó con impresión y curiosidad. — ¿Qué ocurre si el omega no quiere que el alfa le reclame o no acepta su caza? — Preguntó intrigado.

— Esa es la parte difícil de la tradición. Si el alfa consigue cazar al omega... la formación de la pareja no puede romperse. Esa acción se ve en mi pueblo como una traición a la Diosa Luna...

— Entonces tu antigua manada sigue siendo muy religiosa. Son pocas las que siguen viviendo bajo las costumbres de antaño. — Dijo Minho acariciando su espalda.

— Sí, ellos lo son... — Suspiró. — Pero, no te preocupes, también hay omegas que quieren que cierto alfa les reclame y para ello se lo hacen saber con antelación ...

— ¿Cómo?

— Con una ofrenda de flores. Las flores transmitirán el mensaje al alfa sobre sus sentimientos. — Explicó el menor.

Jisung miró a Minho atento a su reacción.

— Tienes costumbres muy diferentes a las nuestras. En nuestra manada no tendrás que preocuparte por nada de eso. — Sentenció Minho.

Jisung sonrió melancólico, un suspiro de alivio abandonando sus labios.

— Minho hyung... — Jisung nadó hasta el alfa, sus brazos volvieron a rodear su cuello solo que esta vez sus piernas rodearon su torso. El cuerpo de Minho se volvió hiperconsciente del contacto.

El omega pegó su frente a la del alfa y cerró los ojos.

Minho sintió el mareo volver a consumir su mente, las teclas del piano y la melodía.

"En el río.
Estoy cayendo.
En el agua.
Estoy nadando en el océano.
Con mil lirios negros de agua."

Al volver a abrir los ojos, el omega tenía su ceño fruncido aunque sus labios sonreían apenados.

Las últimas notas músicales desvaneciéndose del subconsciente de Minho.

— Jisungie. — Llamó la atención del menor. — Sobre lo que has dicho antes. Sobre quedarte aquí conmigo... Hazlo. Quédate aquí conmigo si es lo que deseas.

La alegría volvió a estallar en el rostro del omega, quien dejó un beso en la mejilla del alfa.

Pronto el sol empezó a descender. Antes de que les pillara la noche, ambos regresaron a la camioneta con la ropa encima de sus húmedos cuerpos y condujeron hacia donde se hospedaba Jisung.

El alfa no podía preparar el solomillo Wellington con tan poco tiempo, sin embargo, con ayuda de Jisung, pudieron hacer un sencillo solomillo bañado en una suave salsa con patatas cocidas. Entre sutiles toques y lentas caricias terminaron de preparar la cenar. Minho abrió con un cuchillo el vino, vertiendo el líquido en dos vasos, pues en la casa no habían copas, y esperó impaciente el veredicto del omega.

— Mmmm, hyung, cocinas de maravilla. — Felicitó Jisung.

Ambos eran conscientes del juego entre sus manos mientras comían y posteriormente fregaban los utensilios. El agarre de las manos del alfa en la cintura del menor al pedir permiso para pasar al baño y tomar su respectiva ducha. Sus cuerpos pegados mientras charlaban en el sofá una vez puestos sus pijamas.

Minho ni siquiera preguntó para saber que esa noche dormiría en la cama con Jisung. No había necesidad de dormir separados si el omega, horas más tarde, ingresaría al sofá con la excusa de no poder dormir bien solo.

Entre risas destaparon la colcha, apagaron las luces y se tumbaron en la cama.

Sus caras enfrentadas la una a la otra.

Jisung suspiró satisfecho. Minho intentaba mantener sus ojos abiertos porque el cansancio tiraba de ellos. Pasó un brazo sobre la cintura del menor.

— Gracias por la cena de nuevo, hyung.

— Solo hago bien mi trabajo mimando al lobito del grupo. — Bromeó el alfa, quien se ganó un suave golpe en el brazo.

Por momentos solo se escuchaban sus respiraciones.

— También... también te quiero agradecer de nuevo todo lo que haces, hyung... Yo no creo merecer todo esto... — Continuó Jisung.

Minho apretó al omega más cerca de él. — Por supuesto que te lo mereces, Sungie.

— ¿Me lo merecería incluso con mis defectos? — Preguntó inseguro.

Minho, quien tenía los ojos casi cerrados, los abrió de golpe.

— Te lo mereces porque eres una persona muy buena, Ji. Todos tenemos defectos, y aún con ellos, te mereces todo, lobito. — Intentó relajar al omega mientras acariciaba su mejilla con la punta de su dedo índice, sus ojos volviéndose a cerrar.

— Buenas noches Jisung. — El mayor besó su frente dispuesto a dormir.

El silencio se hizo presente en la habitación por unos segundos.

— Minho hyung. — Llamó el omega. Minho abrió los ojos. — Buenas noches, alfa.

Un pequeño beso fue depositado en los labios del mayor.

Su cuerpo paralizado sintió la emoción subir desde la punta de sus pies hasta el último pelo de su cabeza. Su respiración errática no le dejaba escuchar otro sonido que no fuera el bombeo acelerado de su sangre.

El rico jazmín y miel se mezclaban con la fuerte intensidad de la menta y la canela.

Minho no podía apartar la mirada de Jisung cuya reacción fue cerrar los ojos para fingir dormir.

— Jisung... — El raspeo ronco en la voz del alfa alertó al omega, que antes de volver a abrir los ojos, sintió la boca del mayor presionando la propia.

Minho besaba lánguidamente la boquita del omega quien se entregó con devoción. La lengua del alfa buscaba desesperado la contraria. La mezcla de saliva y el chasquido de sus bocas encendiendo su centro. Un gemido brotó del pecho del omega cuando el alfa mordisqueó su labio inferior para pasar posteriormente la lengua, aliviar la zona y proseguir con el superior. Sus manos se aferraron como hierros a su cintura mientras las manos del menor no paraban de recorrer su cabeza y espalda.

Minho finalizó depositando suaves besos en su barbilla, comisuras, arco de cupido y la punta de su nariz.

— Ahora sí, buenas noches lobito.

Con un último beso en sus labios, Minho atrajo a Jisung a su pecho para posar la cabeza del omega en su cuello y dormir.




Al día siguiente, todos los chicos se encontraban en el pabellón principal. Los menores del grupo volvían de la zona ganadera mientras que los mayores llegaban de la zona de almacenamiento. Por el camino se encontraron con BangChan quien se unió al grupo para almorzar todos juntos.

Se sentaron en una mesa redonda mientras repartían la comida y comentaban su mañana, o escuchaban las quejas dramáticas de Hyunjin sobre el calor que tenía que soportar en las granjas del Norte, entre risas.

Minho descansaba su mano en la cadera de Jisung mientras este emocionado desenvolvía la envoltura de la comida para engullirla. Sus redondos cachetes exponiéndose.

Por la ternura, Minho besó su sien. Dicho acto desencadenó una sonrisa en BangChan y la mirada indiscreta del resto del grupo.

— Oye chicos, — se dirigió Seungmin al alfa y al omega que comían juntos. — perdonad si mi pregunta os hace sentir incómodos pero...¿Qué sois exactamente?

Ambos chicos se miraron a los ojos.

— ¿Qué somos...? — Repitió Minho en un susurro las palabras de su menor.

Una tímida sonrisa surcó los labios del omega. La esperanza brillando en su pecho.

— ¡NOS ESTÁN ATACANDO!

El estridente grito de una mujer interrumpió cualquier flujo de pensamientos. El creciente alboroto de personas corriendo alarmó a los chicos quienes enseguida se levantaron de la mesa y miraron a su alrededor.

Los gritos de pánico procedían de más allá del pabellón, en el centro del pueblo.

— Chicos, quedaros aquí, estaréis seguros en el pabellón. — Indicó el próximo alfa líder.

— ¡No, hyung! No te dejaremos solo. — Se escuchó decir a uno de los chicos.

Mientras los chicos discutían, Minho se giró para enfrentar a Jisung. — Sungie, quédate aquí ¿vale? No te va a pasar nada, refúgiate y cuando todo pase volveré a por tí. — Aseguró el alfa.

— ¡No! No me dejes aquí, por favor, no te alejes...— La desesperación se apoderó del omega. Un chillido escapó de su pecho, su parte animal presente, tirando de las entrañas de Minho.

Más gritos se escucharon de fondo.

— Nuestro pueblo nos necesita. ¡No hay tiempo que esperar! ¡Vamos! — Gritó esta vez Chagbin.

Cuando salieron corriendo del pabellón encontraron una realidad diferente a la esperada. Las calles estaban desiertas, más continuos gritos procedían de la plaza del pueblo. Algunos tejados y árboles estaban siendo consumidos por el fuego.

En grupo, y alerta de cualquier pequeño movimiento, los chicos avanzaron por las calles.

Al estar cerca de la plaza, unos pequeños palos se veían incrustados en el camino.

Seungmin se acercó a uno de ellos y lo arrancó del suelo.

— Flechas...son flechas. — La vara de longitud media estaba pintada con franjas rojas y plumas blancas en su final. — ¿Alguna manada salvaje nos está atacando?

Los chicos contemplaron la mano de Seungmin que sujetaba el artefacto.

— Oh, dios mío... todo esto es culpa mía...— Se escuchó detrás la temblorosa voz de Jisung.

Un fuerte gruñido retumbó por toda la zona. BangChan se giró asustado.

— ¡Ese es mi padre! — El mayor corrió hacia la plaza seguido por los chicos. Al llegar, un cúmulo de personas rodeaban lo que parecía ser una pelea. Todo el pueblo parecía estar presente.

Entre codazos y empujones los chicos lograron acercarse al punto en cuestión. La mano de Minho perdiendo la de Jisung en el proceso.

Unos hombres con el torso descubierto y pintura roja decorando su rostro y cuerpo se encontraban en el centro. Eran muchos en número. Algunos de ellos montaban en esbeltos caballos. Estos, portaban en sus manos arcos y flechas y amenazaban a las personas que les rodeaban. También habían esparcidos por el terreno lobos de gran amplitud en posición de ataque.

La manada de Subkkul estaba aterrorizada. Las madres y padres sujetaban fuertes a sus hijos, muchos de ellos lloraban espantados.

En el centro, una mujer de anciana edad movía su cabeza sin parar buscando con su mirada mientras murmuraba un cántico inentendible. A su lado, un hombre adulto con los mismos símbolos que los guerreros que los escoltaban amenazaba con una daga de piedra a Bang Junghwa.

Muchos de los alfas de su propia manada adoptaron su forma lobuna al ver cómo su líder estaba siendo amenazado.

La tensión en el terreno podía ser cortada con unas tijeras. Todos atentos al más mínimo movimiento en falso.

— ¿Dónde está? — El hombre de la daga empujó más cerca de la yugular de Junghwa el arma. Su voz llena de rencor y furia.

— No sé de quién estás hablando. Podemos resolver esto de forma pacífica... — Habló estranguládamente el alfa de la manda Subkkul.

— ¡Sé que está aquí! Las omegas sagradas nos han llevado hasta aquí. ¡Lo tenéis escondido aquí! — Gritó el hombre.

— Insisto, no sé de quién habláis... — El hombre de la daga tensó su entrecejo. Y sin quitarle la mirada al otro alfa, preguntó a la anciana. — ¿Es eso así, Aeyoung?

— Miente. Lo huelo. Está aquí. Mi magia no me defraudaría, líder. — Respondió la anciana.

— Entonces muéstrame dónde está o habrá sangre, alfa. — Volvió a insistir el hombre. Su daga profundizando lo suficiente como para crear un pequeño hilo de sangre.

— ¡Basta! ¡Bestias! Vosotros las manadas primitivas no tenéis decencia. En vuestra cultura lucháis, ¡en la nuestra hablamos! — Lee Daehyun se interpuso entre el alfa líder y el forastero.

— No sois conscientes de vuestros actos... no sabéis lo que habéis hecho. — El hombre señaló a Daehyun. — Será tu sangre la derramada hasta que nos devolváis lo que pertenece a nuestra manada. — Sentenció mientras alzaba la daga al cielo.

— ¡Papá, no! — Minho, quien había contemplado toda la escena corrió hacia su padre. Su mano paró el brazo alzado del alfa contrario.

Una exclamación salió de la omega anciana.

— ¡Él!, ¡Es él!, tiene el aroma. ¡Lo tiene él! — Exclamó la anciana.

Todos los ojos se posaron en Minho.

El hombre furioso agarró a Minho por el cuello y gritó en su cara.

— ¡Dónde está! ¡Dónde tienes al omega! — La cólera reverberaba de sus palabras. — ¿Qué has hecho con él?

De nuevo, el hombre alzaba la daga en su firme mano.

— ¡Minho! ¡No! — Jisung salió del cúmulo de personas. — Por favor, ¡no le hagas daño! ¡No le toques! — Gritó.

El hombre, cuyos ojos se ensancharon ante la interrupción, dejó caer la daga para enfrentar al omega.

— Han Jisung. ¡Estás aquí! ¿Esta manada te está reteniendo? — Habló el hombre.

— No padre, no. ¿Qué estáis haciendo? ¿Por qué estáis destruyendo una manada ajena? Por favor, no les hagáis daño. — Jisung se acercó a Minho para poner a este detrás de su espalda. — Si le hacéis daño a él me lo haréis a mí, padre.

Un coro de sorpresa resonó de todos los desconocidos armados con flechas. Estos se miraron unos a otros.

— Eso es imposible. — Dijo la anciana.

— Minho. — Escuchó el alfa la voz de su padre. — ¿Qué está sucediendo?

Ante la confusión. El hombre, supuesto padre del omega, miró fijamente a su hijo y volvió a levantar la daga para arrojarla al suelo con fuerza.

Inclinó su espalda en una reverencia de noventa grados. Su fuerte voz sonó.

— Pueblo y manada de Subkkul, soy Han Seojoon, líder y alfa de la manada de las montañas Paransek. Hace casi ocho semanas que nuestro pueblo sufrió la desaparición de mi hijo, considerado el omega de la manada, ejerciente en la sabiduría de la naturaleza y su magia. Han Jisung.

— Jisung, ¿eso es cierto? — Minho llamó su atención.

— La manada Paransek desapareció hace años. Son un mito. Estas solían vivir en las frías colinas y montañas altas de la zona. Eran un número muy reducido y por la revolución industrial acabaron pereciendo. — Habló el alfa Junghwa.

— Paransek nunca se perdió. Nuestra manada cuenta con cientos y cientos de alfas y omegas que viven en base a sus costumbres y que crecen fuertes y sanos para mantener en pie el orgullo de nuestra manada. — Escupió con indignación la anciana.

— Nuestros guerreros, — procedió el líder de Paransek. — llevaban semanas rastreando el aroma de nuestro omega. Bajamos de nuestro hogar en la colina para rastrear el bosque. Sin embargo, el único aroma detectable se encontraba cruzando el río. En el bosque cercano a vuestra manada encontramos restos de una tela blanca que contenían no sólo el olor de nuestro omega, si no el de un alfa. — Sus ojos se posaron en Minho. — Nuestros guerreros dieron la voz de alarma a nuestro pueblo. Nuestro omega había sido capturado por un alfa y lo estaba reteniendo en contra de su voluntad en el mejor de los casos.

— ¿Entonces Jisung no es quien dice ser? — Preguntó alguien al fondo.

— ¿Jisung? — Insistió Minho. Jisung le devolvió la mirada con lágrimas en los ojos. — Me dijiste que te echaron de tu antigua manada. Que no tenías dónde ir.

— Hyung, todo esto tiene una explicación. — Intentó acercarse el omega, pero el alfa retrocedió.

— Me has mentido... ¿Me has estado utilizando todo este tiempo? ¿Qué es esto Jisung?

— No, no, no, hyung, no es así. Te lo prometo. — Jisung agarró su mano.

— He dejado mi vida a un lado por tí. He puesto a mi manada en peligro por ti... a mi familia... a mi padre... — Los ojos de Minho miraban fijamente el suelo incapaces de aceptar la realidad que estaba viviendo.

— ¡Tuve que hacerlo!

— ¿Tuviste que hacerlo? — Cortó Han Seojoon. — ¿Me estás diciendo que nadie te ha capturado?, ¿que has abandonado a tu propia manada por voluntad propia?

— No lo entiendes, padre. En julio me reclamarán. Me reclamarán y perderé toda libertad, toda capacidad de decisión.

— ¿Has formado todo esto por el futuro reclamo de Seokjang? Todo omega debe aceptar al alfa que lo reclame. — Furioso habló el hombre. — Son las reglas. Sabes que Seokjang es un buen alfa. Es el alfa que necesita la manada para que se una contigo.

— ¡No lo amo! No lo conozco más allá de unas simples conversaciones. — Refutó Jisung.

— Es tu deber, Han Jisung. No cabe el amor cuando eres el futuro omega de la manada y en tí recaerá el poder que las omegas sagradas te están inculcando. — Calló el hombre.

— Seokjang no puede reclamarme porque tengo a Minho. — Sentenció el omega.

— ¿Qué tiene que ver este alfa más humano que lobo contigo, niño? — Habló la anciana.

— Se ha creado un vínculo, omega sagrada. Ya hay un lazo. — Contestó Jisung.

— Eso es imposible. ¡No digas mentiras! — Gritó la omega.

— Es cierto. Nuestro vínculo se creó desde la noche en que le conocí. Son melodías, Aeyoung haelmoni. Él aún no lo entiende pero yo las siento. Son de verdad...

— Tonterías, niño. Eso son tonterías.

— Es verdad, ¡yo no miento! Él no lo entiende porque no tiene tanta relación con su parte animal. Mi omega y yo sabemos que es él. Por favor. Créame. — Insistió Jisung.

— Ya basta, Jisung. — Habló su padre.

— No...no por favor, es real... — Jisung se giró hacia Minho quien veía la escena con dolor y traición.

— Minho hyung, a nosotros nos une un lazo... cierra los ojos, concentrate, puedes sentirlo ¿cierto? — Una lágrima rodó por la mejilla del omega. — Está aquí hyung, tira de mí desde la primera vez que te ví.

El menor acercó su cuerpo al mayor quien permanecía en completo silencio.

— Si...si un... — Un sollozo atravesó su cuerpo. — Si un omega y un alfa son unidos por la naturaleza y la vida, estos crean un lazo desde la primera presencia del otro...

Es cierto, huí de mi manada por miedo, porque no quería representar un papel que no me pertenecía, que no había elegido y aún así me había tocado representar ...pero cuando crucé el río, mi conexión con la naturaleza aún no era tan afín y mi cúmulo de sentimientos no me dejaban concentrarme tampoco. Así que no pude retener la fuerte corriente de agua a tiempo suficiente para cruzar a salvo el río. Que sobreviviera y cruzara hacia la otra orilla fue un milagro. — Más lágrimas bañaban su rostro. — Me lastimé. Recorrí todo el bosque sangrando y me apoyé agotado en la piedra donde me encontraste. Pensaba que iba a morir... — La mano del omega descansó en la mejilla del alfa. Intentaba que sus palabras no fueran cortadas por su llanto.

— Pero entonces lo sentí, muy cerca, cómo la electricidad recorría mi cuerpo lobuno y como, sin pedirlo ni quererlo, un lazo comenzó a tirar de mí. Sentí una presencia que nunca había sentido. Sentí que mi alma se llenaba con algo que no sabía que estaba buscando. Y te llamé, alfa. No podía gritar. No podía enviarte mi localización de ninguna manera. No podía hablar a través del vínculo, pero sí pude cantar... Si pude crear melodías que te llevasen hasta mí. — Los ojos del omega no dejaban en ningún momento los del mayor. — Yo solo quería escapar de una vida que no quería y acabé encontrando a alguien que me dio ganas de vivirla.

— Eso... Jisung... no...— Minho enmudeció.

— Mi madre solía hablarme de ellos de pequeño, de alfas y omegas que eran unidos por algo mucho más fuerte que el amor o la atracción física. Algo complementario... una unión...

— ¿Hablas de los destinados? ¿Hablas de esas leyendas y cuentos de hace más de miles de años? ¿Magia? ¿Conexión con la naturaleza? Vuestra manada actúa como bestias. No tenéis sentido común. No podéis llegar a una manada ajena y sembrar el caos. ¡Quién os da derecho! — De un empujón Daehyun separó a su hijo del omega.

— Minhonnie, por favor... créeme

El llanto del menor se intensificó ante la distancia impuesta.

— Dime que lo sientes, por favor hyung. Dime que lo sientes. — Rogó el omega.

El padre de Jisung agarró su brazo y tiró hacia atrás.

— Han Jisung, ya está bien. Has avergonzado a toda tu manada. No deberías de ser digno de ser llamado el omega predecesor. Tenías un deber que tiraste por la borda para huir y además unirte a un alfa que no está a la altura de la manada y su unión con la naturaleza. No es digno de tí. — Su padre sacudía su brazo mientras tiraba del menor.

Con un fuerte golpe el omega se soltó del agarre de su padre y corrió de nuevo hacia el alfa quien seguía perplejo mientras Daehyun no paraba de relatar acusaciones a su lado.

Los brazos de Jisung rodearon el cuello de Minho. Su frente descansó en la contaría.

— Concéntrate en mí, alfa. Solo en mí. No pienses en nada más. Déjalo fluir. Por favor...alfa...— Minho ensordecido giraba en su mente de espiral todo lo ocurrido. Los gritos de su manada, de su gente asustada. Sus propios amigos amenazados por otra gente. Las firmes palabras de su padre. Náuseas entraban y salían de su estómago. La voz de Jisung lejos en la distancia. Una presión empujando su cabeza. El leve sonido de un chello de fondo que se consumió nada más empezar... y luego, la nada misma.

Jisung separó sus frentes, sus ojos suplicantes derramaron nuevas y calientes lágrimas. Su cabeza negando lo que no aceptaba vivir.

— No... no, no, no, por favor... por favor... hyung ... No me hagas esto...

— Lee Minho, ven aquí ahora mismo. Como segundo al mando le debes una enorme disculpa a tu pueblo. Vas a solventar todos los problemas que has causado más todos los daños. Y vas a despedirte de este omega que solo ha entrado a tu vida para causar problemas. — Lee Daehyun volvió a agarrar el hombro de su hijo para tirar de él.

Jisung gritó una súplica, su llanto cada vez más fuerte.

— Minho por favor, ¡por favor!

Minho levantó la mirada del suelo. Sus ojos reflejaban todo el dolor, la frustración, la decepción y la resignación del mundo. Parpadeó rápido pues la humedad hacían de la imagen de Jisung una nube borrosa.

El fuerte apretón de su padre en el hombro le hizo hablar. — Lo siento mucho, Jisung.

Jisung enmudeció, su expresión cayendo en picado mientras clavaba sus rodillas en el suelo.

La omega anciana agarró por el brazo a Jisung y tiró de él hasta ponerlo de nuevo de pie y arrastrarlo lejos de las miradas de todos. — Nos vamos.

— En nombre de la manada Paransek me disculpo por las mentiras de mi hijo. Todo daño causado será recompensado si así nos lo permiten. Volveremos a nuestra manada y quedará enterrada en el día de hoy nuestra única interacción como manadas. — El alfa líder de Paransek culminó.

— Su marcha es suficiente para nosotros. No necesitamos ni queremos de su ayuda. — Habló lleno de ira del líder Junghwa.

Jisung tironeó una última vez de su brazo para mirar hacia las personas que habían sido su familia los últimos dos meses. La mirada de los chicos era una mezcla de confusión, incertidumbre y dolor. Su mirada volvió a caer en los ojos de Minho. Intentó grabar en sus retinas la cara del alfa y con un suspiro de derrota se dejó guiar fuera de la manada.

Los lobos que rodeaban al pueblo, y los hombres a caballo, poco a poco despejaron la plaza y recorrieron el sendero que llevaba a la salida. Todos ellos desaparecieron por el bosque subiendo la colina.

— Reunión del círculo de alfas ¡AHORA! — Gritó el líder Junghwa. — Y tú, Dahyun. Más te vale traer contigo a tu hijo.

Furioso, el líder salió disparado del lugar.

El pueblo poco a poco fue encontrando la paz y volviendo a sus hogares.

— Lee Minho, — le habló su padre. — ¿En qué momento decidiste que decepcionarme de esta manera era una buena idea? Te quiero en diez minuto en el círculo de alfas.

Lee Daehyun dio media vuelta dirigiéndose por su cuenta al lugar.

Minho, quien no levantaba la cabeza del suelo, sintió que unas presencias rodeaban su cuerpo, eran sus amigos. Una mano descansó en su hombro.

— Minho hyung, ¿estás bien? — Era Félix.

— Dios mío, ¿qué acaba de pasar? No entiendo nada. ¿Jisung nos mintió? — Esta vez fue Jeongin quien habló.

— Minho. — La voz firme de BangChan habló. — Debemos ir al consejo. Ahora.

Minho levantó la cabeza con miedo. Ver la decepción en la mirada de quien era como un hermano para él sería lo último que necesitaba en este momento. Sin embargo, al levantar la mirada y ver a su hyung, solo encontró tristeza.






El camino de vuelta a su manada era largo.

Las inclinadas colinas con sus suelos de piedra rodeadas de abedules y robles complicaban el recorrido. Llegarían a Paransek de madrugada.

— Aeyoung haelmoni. — Llamó Jisung a la anciana que no se había separado de él en todo momento. — Sé lo que sentí. Sé lo que viví.

El sol paseaba por los troncos de madera cada vez más abajo. Era indistinguible la puesta de sol entre la espesura de la flora.

Como era costumbre en su manada, despidieron el día con gratitud y le daban la bienvenida a la Luna, su Diosa.

La voz grave de uno de los guerreros a caballo resonó fuerte, seguido por el canto del resto de omegas.

"Esta es una historia de tiempos pasados.
Escapado de un sueño.
Simple mentira o la verdad...
Para aquellos que quieren oírlo."

— Jisung. Tu pueblo ha estado angustiado durante casi dos meses. Tu madre casi entra en estado de depresión. Tu padre por ende se vería afectado y él es el alfa de esta manada, quien nos sostiene. Llevas dos meses sin lecciones de arbología o meditación. Seguro llevas todo este tiempo sin transformarte en lobo. Todo lo que te ha acercado a la Diosa Luna, y la magia que nos brinda como manada de siglos de existencia, lo has echado a perder por un hombre indigno. — Refutó la anciana.

"Junto a un roble abandonado un niño descansa.
En un cuadrado de lana y el árbol adormecido.
Extiende sus ramas."

— Si no hubiera sido por él estaría muerto, haelmoni. Él me salvó, yo le traje hacia mí por el lazo. Él me curó, me cuidó, él...

— Él podrá ser un buen hombre con corazón puro. Pero miles de veces te he enseñado que cuando un omega abre un canal hacia un alfa, el alfa también puede abrir uno hacia el omega, lo cual ese chico no podría hacer. No es uno de los nuestros. Lo sabes. — Habló la anciana. — Tal vez ha sido un capricho, Jisung.

— No lo es, halmeoni. Sé que es él.

— Jisung, querido... — La anciana le miró con pena. — Cuanto antes olvides lo ocurrido antes sanarás. Eres un omega sagrado, en tí fluye la magia, querido. Vienes de unas costumbres ancestrales. Naciste más parte lobo que humano. Ellos tienen costumbres diferentes, están cada vez más ahogados con la tecnología. No saben conectar con su lado animal... Él no tendría lugar aquí...

Jisung sabía que todo eso era cierto.

La melancolía de las voces de su manada cantando al unísono le hicieron llegar nuevas ganas de llorar.

"Mece al niño todo contra él."

"Escucha, allí arriba.
Esta canción como una sinfonía.
¿Permanecerán cerradas las puertas hacia el paraíso?"

— Te quedan años de experiencia para poder entender tu poder en este mundo. Y la necesidad de tí en la manada. Por eso Seokjang será una buena influencia para tí.

— Yo tengo poder suficiente, halmeoni. Yo hice parar el río, yo solo, crucé con mi magia. — Rebatió el omega.

— Eso es cierto. Pero más razón llevan mis palabras, pues tú mismo dijiste que te salvaste de milagro pues tu magia no era lo suficientemente fuerte como para retener la afluencia del río durante el tiempo necesario. Eres débil, Jisung. Te falta mucho por aprender. — Sentenció la anciana.

Continuaron el camino en silencio.

Solo el canto de la manada llegaba a sus oídos.

Horas más tarde sus pies dolían y solo llevaban la mitad del camino.

Un guerrero ofreció su caballo para que la anciana y el omega montasen y pudieran descansar.

Aeyoung montó primero agarrando fuerte las correas. Dejó a Jisung descansar detrás de ella. El omega sujetó fuerte su cintura mientras descansaba su cabeza en su hombro.

Desde esa posición cerró los ojos y escuchó a su haelmoni cantar al son de su pueblo.

Evitó que se escucharan sus sollozos, pero fracasó.

"El niño se duerme.
Párpados cerrados.
Tan lejos de casa."

Otro caballo pasó cerca de los dos omegas. Aún con los ojos cerrados sintió el aroma de su padre. Minutos después sentía cómo Seojoon cubría sus hombros con la chaqueta que llevaba hace segundos puesta.

Escuchó a su padre también cantar.

"Todas las estrellas en el cielo lo cuidarán juntas desde el fondo de la noche."

"Cubre al niño con un abrigo de plata."

Jisung fue despertado por el débil zarandeo de su padre. Habían llegado a Paransek.

Bajó con cuidado del caballo y ayudó a su haelmoni.

Las colinas y altas montañas, que rodeaban su manada y la protegían de desconocidos, estaban pintadas de un verde apagado y de tonos tierra. Paransek se conocía por ser la tierra del invierno azul, ya que en invierno la nieve y el frío cubría toda la manada, cuyas casas y puntos de encuentro siempre se encontraban en cuevas y rocas que hacían de cortavientos en los peores meses de invierno. Ahora, en pleno junio, la nieve estaba completamente derretida e incluso en algunos puntos nacía flora silvestre.

La manada de Paransek vivían de la caza y recolecta. Y solo en colinas fértiles cultivaban y criaban animales. Entre todos vivían por y para el pueblo.

Desde la distancia Jisung vislumbró a su madre, quien corrió a su encuentro con lágrimas en los ojos.

— ¡Mi cachorro! — Abrazó fuertemente al omega quien al estar en brazos de su madre rompió a llorar.

— Lo siento mucho, madre. Lo siento mucho...

— No te preocupes mi pequeño. Todo estará bien a partir de ahora. — Intentó calmar su madre.

— No mamá, nada estará bien. Yo mismo no estoy bien. — Abrazó más fuerte a su madre e inspiró su relajante aroma.

— Vamos a casa, hijo. Escucharé todo lo que tengas que decir.

Jisung saludó a su pueblo que le llenó de preguntas. Su madre tuvo que disuadir a la multitud para conseguir un poco de paz y soledad. Ambos se fueron a casa. Su padre y la anciana regresaron a sus puestos en la manada. Han Seojoon convocó una reunión para explicar lo ocurrido.

Una vez en su hogar, Jisung explicó todo a su madre quien no la sorprendió con su dulce compresión y amabilidad. Al menos, había una persona en la manada que no pensaba que estaba loco.

— Mi pequeño... No hay pecado en querer amar a alguien. — Su madre acariciaba su cabeza mientras este estaba acostado en su cama. — No conozco a ese tal Minho pero estaré agradecida de por vida de que cuidase de mi niño.

— Ojalá lo hubieras conocido...— Murmuró Jisung. Nuevas lágrimas crecían en sus ojos. — Tu crees en mí, ¿verdad madre?

— Solo uno sabe lo que siente, Sung. Confía en tu instinto. No importa el resto de nosotros. La única persona que necesitabas que creyera en tí era ese alfa, ¿no? ¿Creyó él en tí? — Preguntó.

Jisung rompió a llorar como respuesta a su pregunta.

— Shhhh bebé, tranquilo. — Las lentas caricias de su madre reconfortando su dolor. — Necesitas descansar, pequeño. Mamá te hará dormir.

"Mi señor, el viento.
Te pido por favor que escuches mi causa.
Tú que soplas afuera, dirige al niño hacia la parte posterior de la brisa."

"Lleva al niño a la cuna."

"Escucha, allí arriba.
Esta canción como una sinfonía.
¿Permanecerán cerradas las puertas hacia el paraíso?"

Y con el suave canto de su madre, Jisung se quedó dormido.





La reunión del círculo estaba siendo un cúmulo de reclamos y voces limpias.

Minho, quien seguía aturdido por lo ocurrido sentía la vergüenza haciéndole incapaz de mirar hacia arriba.

— Repíteme entonces, muchacho. ¿Cómo os organizasteis para que todo acabase en semejante lío? — Habló el alfa líder. — Dime, BangChan, ¿es que acaso no te he educado mejor?

— Chan hyung no sabía nada de esto. Le mentí... pensaba que si sabía algo de esto, como buen futuro líder, se lo diría al resto del círculo. — Habló cabizbajo Minho.

La mirada herida en su hyung le hizo volver a bajar la mirada.

— Y arrastraste a tus amigos en ello. ¿No? — Volvió a hablar Junghwa.

— Sí, ellos no tienen la culpa de nada. Todo lo empecé yo. Ellos solo han sido buenos chicos que querían ayudar a un amigo...— Habló Minho.

— Ayudamos porque quisimos, nadie nos obligó a nada. — Exclamó Changbin cuyo padre le mandó a callar. El resto de chicos también intentaron hacerse oír.

— No siempre lo hicimos por Minho, Jisung se volvió también nuestro amigo.

— ¡Silencio! — Exclamó Daehyun. — Minho, hijo, ¿eres consciente del peso de tus acciones? La manada confía plenamente en el círculo, en estos diecisiete hombres sentados aquí y sus respectivos herederos, vosotros. ¿Qué confianza van a tener si las erróneas decisiones de uno de nuestros hijos ha causado que una banda de bárbaros ataque a nuestro pueblo?

— Lo siento muchísimo. Pagaré por todo lo ocurrido. — Se disculpó Minho.

— Pobre chaval. — Se escuchó decir a uno de lo alfas adultos. — Entiendo que se intentara marchar de esa manada. ¿Obligar a los omegas a aceptar a un alfa? ¿Tradición llaman a eso? Ese pobre chiquillo tendrá una marca nada más llegar a su pueblo y será condenado toda su vida.

Un escalofrío recorrió todo el cuerpo de Minho.

— Es por eso que le ayudamos. Necesitaba ayuda. — Se escuchó decir a Félix.

— Calla, chico. No olvidéis que os había mentido. Es de conocimiento público que si un omega es retenido en una manada ajena en contra de su propia voluntad podría derramarse sangre. Él cerró la boca y no dijo nada aprovechando vuestra ayuda. — Volvió a hablar el líder.

— ¿Es que acaso hubierais dicho que sí si Jisung decía la verdad y se refugiaba aquí? — Dijo Seungmin condescendiente.

— Por supuesto que no. — Dijo Daehyun. — Los problemas de otras manadas no son nuestros problemas.

— Lo suponía...— Rodó los ojos Seungmin.

Un barullo de voces se desencadenó en el círculo con diversas opiniones sobre el tema.

— Bien, aclarado todo. Partimos de la sentencia. — La voz del alfa líder hizo a todos callar. — Lee Minho, no se te quitará el cargo de futuro segundo al mando pero tu castigo vendrá en forma de tareas. No se te permitirá salir de la manada durante una buena temporada y tienes prohibido salir al bosque.

— Bien. Acepto. — Minho se levantó de la silla. — Aunque si me hubiesen quitado el puesto del segundo al mando me hubieran hecho más fácil la vida.

— ¡Lee Minho! Cómo te atreves a hablar así delante de la manada. — Gritó Daehyun.

Desde que Jisung se fue su cabeza había sido una jauría de dudas, preguntas sin respuestas y un vacío que le consumía las entrañas.

Lo había vuelto a hacer. Había puesto por delante de lo que él quería al resto de personas. Ahora todos ellos seguirán con sus vidas felices mientras Minho volvía a estar muerto en vida.

— ¿Eso era lo que querías no? Tener al siempre presente Lee Minho. Al frente dispuesto para todos y todo ¿cierto? — Minho miró a todos allí para después mirar a su padre. — Creo que he cometido el mayor error de mi vida. Creo que... creo... — Miró a sus amigos. Luego miró a su hyung BangChan y con una risa de incredulidad afirmó: — Pero da igual, porque mañana a las seis de la mañana volveréis a tener al Minho que vosotros queréis y todos estaréis felices.

Minho arrastró su silla hacia atrás y sin mirar a nadie más salió por la puerta del consejo.

Las siguientes semanas de su vida fueron las más duras.

Todo había vuelto a la normalidad pero a la vez nada era como antes.

El vacío en el pecho del alfa no podía ser llenado ni con toda la carga del mundo. Desde archivar documentos, transportar mercancía, a hacerse solo él cargo de zonas enteras de ganadería y agricultura. Los últimos dos días los había pasado cortando leña para el futuro invierno. Esos días llegó a cortar kilos y kilos de madera que entumecieron sus brazos pero no su mente.

Estaba agotado física y emocionalmente.

Los chicos se acercaban a él en ocasiones. Aunque eran alejados por gruñidos y afiladas palabras. Minho había perdido a Jisung pero ellos también habían perdido a un amigo.

En la manada, poco a poco la gente se iba acercando. Su gente decía haberle perdonado, pues decían conocerle lo suficientemente bien como para saber que Lee Minho solo era un alma caritativa que quería ayudar a una persona que pidió ayuda. Y que era culpa del "omega malo" por haberles mentido.

Esas pequeñas conversaciones eran las que peor llevaba Minho.

Porque aunque el amor de su manada le apretase el corazón, las mentiras de Jisung dolían, más la compresión del porqué tomó aquellas acciones era lo que terminaba por matarle.

Su pequeño lobito. ¿Cómo estaría? ¿Estaría tan infeliz como él mismo?

Hoy Minho volvía al pabellón de almacenamiento. Le había cogido aprecio a hacer tareas de esfuerzo porque el dolor en sus músculos funcionaba perfectamente de analgésico para su tensa mente. Además, esta zona siempre estaba desolada por las tardes y era lo único que últimamente quería.

Estar solo.

Recogía sacos de cinco kilos de harina y los depositaba según era necesario en distintas zonas para su posterior repartición.

Oyó cómo alguien entraba al recinto, pero no le prestó atención y continuó con su tarea.

Por el rabillo del ojo vio los rizos de su hyung Chan. Este en silencio empezó a recoger también las bolsas de harina del camión y las transportaba hacia las alacenas. Solo se escuchaba el sonido de sus pasos y el golpe de los sacos al caer.

Veinte sacos más tarde Minho no lo soportó más.

— Puedo solo, hyung. Si hubiera necesitado tu ayuda te la hubiera pedido.

— ¿Estás seguro? Porque la última vez parecías necesitar mucha ayuda para esconder a un omega herido y decidiste mentirme en vez de pedir dicha ayuda. — Contestó el mayor.

— Hyung, por favor, no ahora. No quiero volver a hablar de él ahora mismo.

A pesar de la mordaz contestación de Minho, BangChan vio cómo el dolor se instauraba en las facciones de su dongsaeng.

— Oye, — le contestó. — El que debería estar enfadado aquí soy yo.

— Y tienes todo el derecho del mundo de estarlo, hyung. — Minho agarró otro saco y se movió por la sala. — Entiendo si no vuelves a dirigirme la palabra y decides que ya no quieres ser más mi amigo. — Soltó la bolsa y volvió hacia el camión.

— Hey. Tú siempre serás mi mejor amigo, Minho. — BangChan detuvo a Minho antes de que agarrase otra nueva bolsa. — No estoy molesto por la mentira. Al menos no tanto como mi decepción porque mi amigo del alma, el que tanto me importa, no ha confiado en mí.

Minho pasó las manos por su rostro y se sentó en el borde de la parte trasera del camión. BangChan imitó su acción.

— Tú... tú siempre has sabido qué hacer en esta vida y cómo hacerlo, hyung. Has nacido y disfrutas del papel para el que la vida te ha preparado. Vas a ser el futuro líder de la manada. Ya tienes tu propio hogar. Todos te respetan y aman. E incluso estás empezando a formar una relación con una linda omega. No sólo no te hablé de la situación porque probablemente hablarías con el círculo. Si no que no quería llenar tu vida de más problemas porque sé de primera mano lo que es estar hasta el cuello de trabajo y de cosas que hacer y de toda esta mierda. — Sus manos volvieron a frotar su cara. — Amo a mi manada pero Changbin tiene razón. He vivido toda mi vida tan pendiente a este papel que me ha tocado pero que no he elegido, que sé bien quién soy para los demás pero no tengo idea de quién soy yo realmente. Yo, siendo solo yo.

Minho suspiró. Sus palabras reflejando las mismas que Jisung dijo el día que su manada atacó el pueblo.

— Primero de todo. Si me hubieras pedido por favor que no le dijese a nadie nada sobre Jisung, lo habría hecho. Quiero a mi manada pero mi casi hermano va por delante de ella. — Comenzó BangChan . A Minho se le escapó una sonrisa. — Segundo, sé que esta no es una vida para cualquier persona. Y tienes razón, no es algo que hayamos elegido y tú nunca has aprendido a poner límites Minho. Porque adoro a tu padre y lo sabes, pero eres lo suficientemente mayor para vivir tu vida sin que te importe si ese camino enorgullece a tu padre o no. Porque si tuvieras que empezar a poner límite a alguien, sería a él. — Explicó el alfa. — Y tercero de todo... No puedo estar más orgulloso de tí como mi futuro segundo al mando, Minho. No sólo has demostrado tener un enorme corazón, si no que me has enseñado que cuidas y proteges todo lo que te importa con garras y dientes y que eres capaz de dejar a un lado tu papel impuesto por tu padre para luchar por lo que te importa. — Los ojos de Minho se volvieron cristalinos. — Me has protegido a mí y a los chicos, quienes han mentido y ocultado tanto como tú, en la reunión. Llevas dos semanas sin parar y has cargado toda la culpa tú solo.

— Fui yo quienes les convencí. Era todo solo culpa mía. — Cortó rápido Minho.

— ¿Y qué, Minho? Aún así no has dejado que nada les pase... — Respondió el mayor.

Ambos se quedaron un tiempo en silencio.

— Sabes, Minho... de verdad me ha dolido lo que hiciste y espero que no se vuelva a repetir. Te conozco desde que estabas en pañales. Sabes que tienes un hermano aquí.

— Lo sé.

— Pero la verdad es que no pude evitar sentirme plenamente feliz esas semanas a pesar de las mentiras, — Minho lo observó con curiosidad. — porque, bueno, no había visto nunca a mi amigo con ese brillo de felicidad en su mirada en mi vida. Te veía tan bien. No te cargabas de trabajo, estabas animado, bromeabas. Si no terminabas alguna tarea no pasaba nada porque ya la terminarías al día siguiente. Buscabas cualquier rato libre para descansar y organizabas todo de tal manera que pasabas tiempo con los chicos comiendo o jugando o llevando a Jisung a lugares nuevos. Hacía años que no te veía tan ilusionado y tan en paz.

Minho tapó sus ojos con sus manos.

— Solo digo que a pesar de lo que diga el círculo. Me gusta Jisung. Porque me gusta las personas que hacen bien a las personas que quiero y me importan. Y ese omega no será tan malo si hace que mi mejor amigo vuelva a la vida ...

— Ya es tarde, hyung. — Murmuró.

Sintió el cuerpo de su hyung abrazarlo.

— Dicen que nunca es tarde si el motivo es bueno.

Ambos continuaron en un cómodo silencio mientras terminaban la tarea con el camión. Cuando finalizaron, BangChan mandó a Minho a su casa a descansar.




Esa calurosa noche en particular a Minho se le hizo imposible dormir. Y, recordando el día que conoció al pequeño lobito, dejó caer su cuerpo en el alféizar de la ventana de su habitación.

Todo estaba sumido en el silencio. Solo los alejados ruidos de algunos grillos rompían la calma. La luna se encontraba en su fase más llena, su blancura iluminaba el paisaje como un faro.

Minho cerró los ojos un momento. La imagen del omega inundando su mente. Sus palabras nadando en el mar de recuerdos los cuales se reproducían como una película.

¿Sería posible? Conectar con una persona a través de la mente le parecía tan de película que una risa de incredulidad nació en el principio de su estómago. Los lazos se formaban con una marca y solo con ella. A veces ni así se lograba. Crear un lazo con una persona sin marca, y que fuese tan fuerte que ambas mentes estuvieran conectadas, desde luego sí que sonaba a magia. Porque nada más allá de eso sería capaz de algo así...

Sin embargo, Jisung mencionó algo de tirar de él el día que se conocieron. Minho sintió las voces en su cabeza. Pero todas aquellas veces que sintió algo así estaba bajo el peso del cansancio o embobado por Jisung.

Jisung... cómo lo echaba de menos.

Ahora que profundizaba en sus pensamientos... el día día lago, su cansancio era profundo, el agua bloqueaba su rígido cuerpo y su mente solo estaba llena del omega. Su olor, sus toques, sus palabras. Era el omega quien cantaba, pero Minho podría jurar que la voz no salía de su boca si no de la mente del propio alfa.

Un lazo... un lazo sin marca...

La química era innegable. La necesidad de tener sus manos sobre el cuerpo del omega le llevó a más de un apretón de caderas, roce de manos y sobre todo el beso aquella noche... pero ¿un lazo?

Jisung se veía tan aterrado cuando se marchó. La culpa se asentó en su estómago. El omega pedía por él, y a él, como inútil, lo invadió la inseguridad y el dolor. No hizo nada. Dejó que se llevaran al omega.

Dejó que se lo llevaran sabiendo que Jisung se había abierto el alma para contarle lo sucedido. Para explicar sus razones.

Con un sollozo, Minho agarró el marcó de su ventana y miró a la luna. Buscó y buscó en su mente. Tenía que ser una canción adecuada. Si era cierto tenía que llegar hasta él.

Su madre solía cantarle una nana de pequeño cuando tenía pesadillas y no podía dormir. Decía que tenía que sustituir esos feos sueños por sueños bonitos que le hiciesen volver a dormir.

Con vergüenza y sin saber muy bien qué hacer, intentó cantar sus primeras palabras.

"Sueñame en un sueño..."

Carraspeó su garganta y volvió a intentarlo.

"Sueñame en un sueño suave como una almohada.
Sueñame en un sueño.
Sueñame en un sueño.
(En lo profundo de la noche hasta que llegue la mañana)
Sueñame en un sueño.
Sueñame en un sueño."

"Formas de humo demasiado humanas.
Crecen como titanes."

Cerró los ojos y buscó dentro de su corazón la más mínima señal de cambio.

"Formas de humo demasiado humanas.
Crecen como titanes."

Continuó tarareando. Su voz flojita, perdía fuerza por culpa de sus lágrimas.

"Me gustaría caer.
Silenciar cada llamada.
Y si cayera, cayera.
Me gustaría caer (profundamente dormido)
Silenciar cada llamada.
Y si cayera, me caeré."

"Una cuerda retorcida desafía todo lo que sé.
Tiene mi atención."

Otro sollozo escapó de su garganta. Se sentía patético. La letra le recordaba a su situación en la manada. Minho silenciaría la llamada de cualquier para solo atender la de Jisung si pudiera. Su pueblo le necesitaba pero él necesitaba al omega.

"Sueñame en un sueño suave como una almohada.
Sueñame en un sueño.
Sueñame en un sueño.
(En lo profundo de la noche hasta que llegue la mañana)
Sueñame en un sueño.
Sueñame en un sueño."

"Mar de árboles llamando humanos cuelgan como hojas del sauce."

Volvió a intentar cantar Minho. Cerró por segunda vez los ojos. Buscaba una señal, un toque, una brisa fresca, algo. Lo que fuese.

¿Tenían razón la manada de Paransek? ¿Su lado animal estaba demasiado enterrado?

Con determinación. Apretó sus párpados cerrados y cantó.

"Me gustaría caer.
Silenciar cada llamada.
Y si cayera, cayera.
Me gustaría caer (profundamente dormido)
Silenciar cada llamada.
Y si cayera, me caeré."

"Toma mi palabra en la oscuridad.
En la oscuridad.

En la oscuridad las palabras pueden continuar."

Al concluir la canción, abrió los ojos. Respiró hondo y esperó.

— ¿Lobito? — Preguntó en voz alta.

La decepción aplastó sus esperanzas. Secó las lágrimas que picaban sus rojos ojos y encajó la ventana.

Intentó volver a dormir. Abrazó su almohada, las sábanas arremolinadas en sus pies, sus labios no paraban de murmurar: Sueñame en un suave sueño.

A los minutos pudo caer dormido, más no percibió cómo en su pecho algo arañaba de nuevo. 






● Las canciones empleadas en este capítulo por orden de aparición son:

1 - Black Water Lilies - AURORA.

2 - Entendez Vous - Cécile Corbel.

3 - Broken Sleep - Agnes Obel.


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