ㅤㅤㅤ O6. BELLA

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ㅤㅤㅤAnastasia puso el freno de mano y inhaló, innecesariamente, una gran cantidad de aire antes de soltarlo en un exagerado suspiro.

Honestamente, ¿por qué había aceptado? ¿Ya se estaba arrepintiendo? La respuesta es sí.

Le tenía un poco de miedo a Isabella. Era la hija de su compañero, además del dolor de cabeza de su sobrino, también la adolescente que estaba causando estragos en su familia. Ella era muchas cosas, y ninguna era necesariamente positiva.

Por el parabrisas pudo ver la camioneta anaranjada de la chica. Todavía no estaba cómoda con la idea de invadir el tiempo padre e hija, pero le era demasiado difícil rechazar al castaño.

Se bajó de su auto y se acercó con timidez a la patrulla que se había estacionado a una corta distancia.

—¿Estás seguro que Isabella no se molestara? —Charlie puso los ojos en blanco, haciendo que Ana haga una mueca de disgusto y le golpeó el hombro. —Odio que hagas eso —murmuró y lo siguió al establecimiento.

—No te preocupes tanto, Ana —le respondió. Abrió la puerta y la dejó pasar primero.

—Me preocupo lo necesario —dijo ceñuda, haciendo al hombre reír.

Isabella estaba demasiado entretenida hablando con Cora como para notar la presencia de los dos adultos, así que los dos se acercaron en silencio, siendo primero notados por la mesera.

—Jefe Swan —saludó alegremente. —¡Y doctora Cullen, que sorpresa!

—Hola, Cora —contestó la rubia.

—Hola, papá —dijo la menor, mirando con cierta confusión a Cullen.

—Bella, no te molesta que Ana almuerce con nosotros, ¿verdad?

La vampira puso su mejor sonrisa pero ni así la humana pareció cómoda con la idea, era obvio por la manera que apretó los labios. Sin embargo asintió.

—Está bien. ¿Cómo está, doctora Cullen? —preguntó por pura cortesía.

—Estoy bien, y no es necesario que me llames así —musito suavemente mientras Charlie le indicaba donde sentarse.

Ella quedó sentada frente a Bella y Charlie quedó entre las dos femeninas.

—De acuerdo, ¿Anastasia, cierto? —la mujer asintió.

—Llegan justo a tiempo, le estaba tomando su orden a Bella. ¿Hamburguesa vegetariana? —le guiño un ojo y la mencionada asintió.

—¡Genial! Yo también quiero una hamburguesa. Con carne, por favor —pidió Swan mirando el menú, pero Cullen se lo sacó de las manos.

—No es cierto, él quiere una ensalada —le dijo a la mesera con una sonrisa mientras le entregaba el menú.

—¿Quiero una ensalada? —murmuró el hombre y ella lo miró con burla.

—Sí, la quieres. Tienes tres cajas de donas vacías en tu oficina, seguro Mark trae dos veces al día y abusas de tu poder para quedarte con las cajas llenas. Demasiada azúcar, tienes que ser más saludable —él la miró con los ojos entre cerrados. Cora soltó una risa.

—No sabía que me observabas tanto —Cullen se encogió de hombros.

—Era obvio —se defendió por más que fuera una mentira. —Yo también quiero una ensalada.

—Espera, seguros comes eso todo el tiempo en el hospital. Pide otra cosa —se quejó.

—Me gusta la ensalada —la mueca del castaño la hizo suspirar y mirar una vez más el menú. —Eh… bistec con papas a la francesa.

¿Cómo haría para comer eso? No tenía ni idea.

—Con soda —la rubia lo miró mal.

—Claro que no. Agua, para ambos —él hizo un mohín, pero no reclamó. —Por favor y gracias —le entregó la carta a Cora, que los miraba a los dos con una sonrisa burlona.

—No me tardo —respondió con diversión y se fue.

—Eso fue fácil —murmuró la castaña mientras jugaba con los cubiertos.

—¿Qué cosa? —preguntó Ana con confusión.

La chica la miró con sorpresa, y es ahí cuando ella se da cuenta que la voz de Isabella no se supone que le debía ser audible. Esperaba que no hiciera comentario al respecto.

—Oh, eh… estuve días tratando de convencer a Charlie de comer algo saludable y tu solo… lo hiciste así de fácil —la mujer hizo una mueca, sin estar segura de que decir.

—Nunca vi a Ana molesta, pero algo me dice que, por mi seguridad, es mejor que siga así —la mencionada lo miró con una sonrisa.

—¿No es acaso un chico listo? —dijo divertida mientras le apretaba una de las mejillas, provocando que él se queje. —Es bueno que sepas lo que te conviene.

Rodó los ojos y se ganó, por tercera un golpe en el hombro.

—Deja de golpearme —se quejó igual que un niño. —Necesito mi hombro —habló con dramatismo y se acarició la zona.

—Te dije que odio que hagas eso —a propósito volvió a hacer ese gesto y Ana quiso darle otro golpe en el mismo lugar, pero él se alejó. Ambos rieron e Isabella se les unió. —Niño mimado —le sacó la lengua.

—Muy madura, Ana —dice con una sonrisa burlona.

—Madurar es de frutas —la joven vuelve a reír mientras el hombre la mira con una mueca.

—¿En serio? —cuestionó y ella asintió con una sonrisa de orgullo.

—¿Qué tal la escuela, Isabella? —le preguntó con una amable sonrisa.

—Oh, muy bien. ¿Qué tal la… morgue? —preguntó dudosa, pero eso solo hizo a la Cullen agrandar su sonrisa.

—No le hagas un chiste de forenses —interrumpió antes de que hablará con un regaño que la hizo bufar.

—Le quitas la diversión a todo, Charlie —se quejó en voz baja, aunque siendo audible para ambos. Los Swan respondieron con una risa.

—¡Ya volví! —expresó Cora felizmente. En su mano traía una bandeja con comida. —Hamburguesa vegetariana y Coca-Cola —dejó el plato y el vaso frente a la joven. —Ensalada y agua —Charlie bufó, sin embargo lo aceptó. —Bistec con papas a la francesa y agua —le entregó a Ana que sonrió a modo de agradecimiento. —De postre hay tarta de moras. Tu favorito, ¿lo recuerdas, Bella?

—Sí, muchas gracias —Anastasia hizo un mohín por el tono alegre con el que le había hablado a la mesera, para nada como se dirigía a ella.

—Tráele una rebanada a Ana —la mencionada le pisó el pie por debajo de la misma, haciendo que el hombre suelte un quejido.

—Ignóralo, la comida sana lo está confundiendo —la mujer rio. —Muchas gracias, Cora.

—Disfruten.

—Oye, yo te estoy invitando. Aprovecha esa oportunidad —dijo con una mueca mientras pinchaba con el tenedor la lechuga.

—Por supuesto que tú invitas. Esta fue tu idea —tomó una de las papas y se la metió en la boca. Tuvo que reunir todas sus fuerzas para no escupirla y comenzar a masticarla.

Sabía a tierra.

—En teoría es tu culpa por extorsionarme —ella frunció el ceño y se apresuró en tragar.

—Claro que no, fue un trato.

—Uno no muy justo —puntualizó, señalándola con el tenedor.

Ana tomó el suyo y cortó la carne, sin deseos de comerla.

—Yo no fui la que puso sobre la mesa una cita —contestó con burla y se metió el pedazo de carne en la boca.

—¿Cita? —cuestionó Isabella y eso la hizo toser.

Casi había olvidado la presencia de la menor, era demasiado silenciosa. Aprovechó la oportunidad para llevarse la servilleta a su boca y escupir la carne, ocultándola después.

—Bueno, cita como tal no es, ¿cierto? —la mujer asintió, fingiendo estar de acuerdo.

—Estás aquí —comentó haciendo un gesto a la castaña.

—¿Estoy arruinando su cita? —preguntó con sorpresa.

—¡No! —dijeron los dos a la vez antes de mirarse con una mutua mueca.

—Es solo un decir, Isabella. No es un cita —habló Ana de una manera tranquilizadora, imitando un poco a su cuñada.

—Solo Bella —corrigió y la rubia frunció levemente el ceño. La había llamado por su nombre varias veces y no la había corregido hasta ahora. ¿Eso era bueno o malo? —Mm… —murmuró la humana. —¿Hace cuánto se conocen?

—Desde que ellos llegaron al pueblo —respondió Charlie. Otra vez hizo una mueca al pinchar su ensalada. —Hace dos años, ¿no?

—Sí —lo miró por un momento con una sonrisa antes de posar su vista en la joven. —Fue el primer día que llegue. Hubo un asesinato, o algo así.

—¿Algo así? —cuestionó con diversión la menor.

—¿Se le puede llamar asesinato cuando tu perro te mata? —dijo irónica, haciendo a Charlie reír y Bella la mira con sorpresa.

—¿Cómo pasó? —preguntó intrigada.

—En realidad es una historia divertida. Fue así… —la voz de Ana es interrumpida por el sonido de su celular. Lo saca y al ver el nombre de su hermano en la pantalla se pone de pie. —Lo siento, debo atender —avisa mirando a ambos con una sonrisa de disculpa y el hombre asiente. Ella se aleja y atiende. —¿Qué pasa, Carlisle? —preguntó mientras salía del lugar.

—Anastasia, tienes que venir a casa —ella frunce el ceño. No detecta en la voz del rubio alguna emoción negativa, pero sabía que algo estaba pasando.

—¿Ahora mismo?

—Sí, apresúrate.

La mujer pretendía seguir su interrogatorio, pero su hermano había sido más listo y corto la llamada. Miró consternada la pantalla en negro de su celular antes de entrar al establecimiento y volver a la mesa.

—Lo siento, debo irme —a Bella no pareció importarle pero Charlie frunció el ceño.

—¿Está todo bien? —preguntó con preocupación y Cullen imaginó que su expresión era mala para que él lo notara. Rápidamente puso una sonrisa en su rostro.

—Sí, solo que me necesitan en el hospital —mintió con descaro. —Pero gracias, por todo.

—No comiste nada, supongo que te debo otra cita —su hija frunció el ceño pero ambos la ignoraron. La rubia se rio.

—Y luego dices que yo te extorsiono —le guiño un ojo, provocando un sonrojado en Swan. —Adiós, Bella.

—Nos vemos —responde con incomodidad y luego le presta más atención a su comida.

—Jefe Swan —dice una sonrisa más sincera.

—Doctora Cullen —contesta con un asentimiento y ella da una última risa antes de alejarse.

Al subirse al auto le mandó un mensaje de texto a Jasper, esperando obtener respuestas de él, sin embargo no fue así. Con un bufido puso el vehículo en marcha y se apuró en llegar a casa.

Cuando entró a la casa, yendo hacia el comedor donde podía distinguir las presencias de todos, los encontró a todos sentados en la mesa, exceptuando por Jasper y Edward. Anastasia entrecierra los ojos, era una reunión, eso estaba claro, pero no sabía que es lo que iban a discutir.

¿Existía la posibilidad que se haya enterado que Charlie Swan era su compañero? No lo creía, nunca se descuidaba. ¿Cierto?

—Siéntate, Anastasia —indicó su cobrizo sobrino, señalando su asiente designado. Al lado de Carlisle, quien estaba a la cabeza de la mesa, justo enfrente a Esme, quien estaba al otro lado del rubio.

Indagó por un momento en la vista de todos, su hermano, cuñada y Emmett se veían de lo más normal. Alice parecía totalmente ida, Rosalie miraba con demasiado odio a Edward y Jasper se veía indiferente. Lentamente se sentó que su lugar.

Estaba un poco sorprendida de que su sobrino favorito no estuviera afectado las emociones de todos para hacerlo más ameno. Había una tensión que cualquier cuchillo podría cortar.

—¿Qué ocurre? —se dignó a preguntar en voz alta.

—Quiero disculparme —respondió Edward, haciendo que frunza el ceño. —No era mi intensión ponerlos en peligro. Fui desconsiderado, y asumiré toda la responsabilidad por mi precipitado acto.

—¿Esto es por Bella? —preguntó más tranquila, sabiendo la respuesta. —Sabemos que eres un idiota pero no fue tu culpa. Estaba en peligro, cualquiera hubiera hecho lo mismo por su compañero, ¿no?

—No si es un vampiro —contraatacó Rosalie, haciendo que su tía la mire con una mueca. —No podemos dejar que viva.

—No hagas eso, Rosie —regañó la rubia. —Deja de sonar como una asesina, no lo eres. Además, creo que nadie te permitirá hacerlo porque manchara tu conciencia, la de ambos —aclaró, dándole una mirada a Jasper. —Bella es inocente, todos los somos. Nadie en realidad sabía que esto parecía.

—Entonces debemos macharnos —concluyó su sobrino.

La idea le resultaba repulsiva, ni siquiera se podía imaginar una vida donde Charlie no esté a menos de cinco minutos de distancia de su trabajo. No sabía porque Jasper había dicho eso, sabiendo lo mucho que la afectaba.

—¿Es broma? Acabamos de llegar. Me gusta aquí —trató de excusarse sin decir su verdadera razón.

—Anastasia tiene razón. Yo me iré —dijo Edward y ella negó con la cabeza.

—No, Edward —habló Esme con su voz a un paso de ser llanto.

—Esme tiene razón —dijo su hermano y le dio la mano a su esposa por sobre la mesa, dándole un apretón. —Si desapareces, eso solo la hará que este más dispuesta a hablar, a investigar.

—Eso es cierto —se metió Alice por primera vez. —Cuando te fuiste ella te buscaba, quería saber por qué.

—Debes quedarte —dijo con obviedad Emmett. —Eres él único que puede hacer que se mantenga a raya.

—¿Y si no puede? —cuestionó Rosalie. —¿Y si ella se entera? Esto es demasiado irresponsable.

El cobrizo abrió la boca para discutir pero se vio interrumpido por un trance, similares a los de la castaña con sus visiones.

—No —le murmuró a Alice. —Tengo que irme.

—No veo que vayas a ninguna parte —respondió la chica. —Creo que ya no puedes irte.

Las dos rubias resoplaron, dándose una idea de lo que pasaría.

—Edward se enamora de la humana, ¿verdad? —preguntó con aburrimiento la menor y Anastasia sonrió por un momento.

—¿Qué viste, Alice? —pidió Carlisle y ella se mostró dudosa antes de hablar.

—Todo depende si él es lo suficientemente fuerte o no. O la mata él mismo —mira a su hermano con irritación. —Lo cual, realmente, me irritaría mucho, Edward, sin mencionar lo que te causaría a ti —señala a su novio. —O ella será una de nosotros algún día.

Ana suspira. Pensar en Bella como vampira la llevaba a pensar en Charlie siendo uno de ellos. Aun no estaba segura de cuanto le gustaba la idea.

—Bueno, eso complica un poco las cosas… —musitó el rubio.

—¿Tú crees, hermano? —dijo sarcástica.

—Supongo que los planes son los mismos —reflexionó Carlisle, ignorando su familia de sangre. —Nos quedaremos y observaremos. Obviamente, nadie la herirá.

Los mellizos respondieron con un asentimiento, uno significativamente más complaciente que el otro.

—¡No! —gritó Edward. Anastasia nunca lo había visto tan sacado de quicio. —¡No!

Esme quiso alcanzarlo para tomar su brazo pero el chico se zafó bruscamente y salió, haciendo enfurecer a su tía.

—¡¿Qué tienes?! ¡¿Cinco putos años?! —expresó furiosa mientras lo seguía. Él se adelantó, sin embargo la podía escuchar. —¡Deja de huir y enfrenta el maldito problema! —chilló por la puerta principal antes de cerrarla con un fuerte portazo.

Pudo escuchar a Esme lloriquear y a Carlisle tratando de consolarla junto a Emmett. Ella dio un resoplido y subió las escaleras hasta llegar a su habitación.

Isabella, más bien Bella, era directa e indirectamente la raíz de sus problemas.

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