ㅤㅤㅤO1. BREE

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ㅤㅤㅤAnastasia miró a Alice con un gesto de incomodidad. Amaba a su sobrina, sin importar lo difícil que ella podía ser. Pero a veces no solo era difícil, era complicado a nivel que no siempre sabía si podía superar. Como esos videojuegos de los que Emmett y Jasper tanto jugaban.

—¿Y bien? ¿Qué opinan? —los miró a Charlie y a ella con grandes ojos dorados.

Jasper envolvió por la cintura a su esposa, suponía que, estaba apaciguando las emociones, pero eso no parecía dar resultado.

—¿Rosas rojas? —cuestionó el humano.

—Creo que son perfectas para ustedes. Es clásico, respetoso, siempre luce bien y son hermosas.

Ana y Charlie se miraron por un largo antes de mirar a la castaña.

—No —dijeron a la vez y la vampira rodó los ojos.

—¿Por qué no? —se cruzó de brazos.

—Es un poco... cliché —su rubio sobrino se rio de sus palabras. —Y no creo que vaya bien con nosotros.

—Tú ofreciste girasoles —habló indignada y la rubia se encogió de hombros. —¿Charlie? —le dio una mirada de súplica.

—Lo siento, Alice —la mencionada bufó y Jasper se rio de ella en voz baja.

—Además, te dijimos que no te preocupes por nuestra boda. Concéntrate en la de Bella y Edward.

—Sí, sí —respondió, sin darle verdadera importancia. —Díganme sus opiniones de las invitaciones —se zafó del agarre del rubio y sacó dos invitaciones de una caja que había traído.

Anastasia suspiró mientras el Swan mayor tomaba la invitación. Frunció el ceño al verla.

—Me gusta —le dijo el castaño. —Sencilla y directa. A Bella seguro le gustara. Bien hecho, Alice —felicitó y la joven aplaudió de felicidad.

—¿Quién eligió Marie? —le preguntó al hombre. Aunque sabía que había sido él. Era la clase de nombre que elegiría.

—Yo. Renée eligió Isabella —Cullen sonrió, haciendo que su compañero de vida sonriera de igual forma. —¿Por qué?

—Es segundo nombre de tía Anastasia es Marie-Anne —le dijo su sobrino, sonriendo con diversión.

—Marie-Anne. Me gusta —comentó con burla y ella lo miró mal.

—Está prohibido llamarme así. Es ilegal —Charlie dio una carcajada. —Es decir, podría ser una ley si lo quisiera. Solo una carta a los Volturi y listo.

Las risas se interrumpieron por los cuidadosos pasos de alguien acercándose. Vieron a Bella en tacones, algo muy fuera de lo normal incluso cuando ya llevaba varios días paseando por la casa con ellos puestos. Casi se hubiera caído de no ser que se sostuvo de la pared que tenía más cerca. Le dio una pésima mirada a Alice.

—Solo tienes que ablandarlos —le comentó con inocencia.

—Los he estado ablandando, por tres días —Anastasia resistió la tentación de reír. Todos estaban de acuerdo que Alice podía ser muy difícil. —¿Puedo ir descalza?

Esta vez ninguno pudo aguantar la risa. Hasta Charlie sabía que la castaña vampira nunca lo permitiría.

—No. Absolutamente no —habló la mujer, muy seria y también indignada.

—Pienso que es demasiado, ¿no? El traje, los tacones... Todo esto.

—Haz el esfuerzo. Hasta tía Anastasia usara vestido —la mencionado la miró sorprendida.

—¿Qué? ¿Cuándo dije yo eso?

—Vas a usar vestido —le ordenó y la rubia rodó sus ojos.

—Uso vestido para la boda de Bella o uso vestido para mi boda. Ambas no van a suceder.

—¿Qué se supone que usaras en tu boda si no es un vestido? —le preguntó incrédula.

—Un traje, por supuesto. Seguro me veré mejor que Charlie en traje —Jasper se rio de sus palabras.

—Eso no lo dudo —Swan estuvo de acuerdo. Sin estar ofendido por ello.

—Sobre mi cadáver eso sucederá —su sobrina la apuntó con el dedo y Ana rápidamente levantó sus manos, haciendo que los dos hombres rieran. —La boda será perfecta —le dijo a Bella y luego miró a su tía. —La de ambas.

Anastasia se limitó a suspirar. Alice y Jasper salieron afuera a ayudar con la preparación, más bien la primera iba a dar órdenes, mientras Bella se quitó los tacones y fue descalza en busca de sus zapatos, unos que no iba a hacer que se quiebre el tobillo.

—Se me ocurrió la fecha —comentó la rubia, mirando a Charlie. —¿Qué te parece un día después de la boda? Bella y Edward irán a una larga luna de miel, nos dará tiempo para que practiques tu autocontrol —el castaño sonrió y asintió.

La persistencia de Charlie había funcionado en Billy. El último empujón que necesitaba fue que su hermano ayudó a su hijo. Había sido una dura charla, pero al final del día El Consejo sabía que los Cullen no eran para nada como los otros vampiros. No había nada que temer, aunque no habían dicho nada sobre Bella y Edward. Y había conseguido que su querido amigo aceptara su relación.

Swan era muy convincente y persistentes, pero ella no lo admitió en voz alta. Eso solo elevaría su ego.

—¿Sabes? Hemos hablado de la boda, de la transformación, pero nunca hablamos en donde viviremos —la mujer apretó sus labios. —¿Qué?

—Bueno, es una tradición que a los recién casados se les regale una casa —el humano la miró incrédulo.

—¿Qué? No. Eso es demasiado dinero —Ana sonrió con diversión.

—No quiero sonar fanfarrona, pero somos ricos. Una riqueza amasada por casi trecientos años.

—Sonaste fanfarrona.

—Lo sé —le dio una sonrisa egocéntrica. —Es posible que sea mi culpa. Yo empecé la tradición al regalarles una casa a Carlisle y Esme cuando se casaron. Desde entonces siempre lo hacemos —su compañero emitió un dramático suspiro. —Si crees que es demasiado, siempre es bueno recordar que mi hermano le regaló una isla a Esme.

—¿Una isla? ¿Hablas literalmente? —la mujer frunció el ceño.

—¿Cómo es una isla figurativa?

—¿Está es una indirecta de que quieres que te regale una isla?

—Claro que no —le contestó con rapidez y el hombre pareció aliviado. —Espero que, como mínimo, un país.

—¿Cuál es el máximo? ¿Un planeta? —ella sonrió y abrió su boca para responder. —¡No respondas! Era una pregunta retórica —le dijo apresuradamente y Ana se rio con fuerza.

—¿Llamaste al Registro Civil? —le preguntó una vez su risa se calmó.

—Sí. Ya tenemos fecha —la vampira lo miró con entusiasmo. —Veintitrés.

—¿De este mes? —él asintió. —¡Eso es en una semana! —exclamó asombrada.

—No hay mucha gente que se case en el Registro Civil, amor —sonrió con burla.

—¡No sé qué voy a usar!

—Estás sonando como Alice —le dijo divertido.

—Hay que ir de compras —habló con decisión y Charlie la miró con miedo.

—¿Por qué tengo la sensación que la voy a pasar mal?

—Oh —murmuró, ignorándolo. —Bree acaba de llegar —podía escucharla hablar entusiasmada con Emmett, volviendo del bosque. Se puso de pie. —Bella y tú deberían irse ya —el humano suspiró y se puso de pie.

—¿Cuándo podre conocerla? ¿No dijiste que sus ojos ya eran dorados? —ahora fue ella la que suspiró.

—No es tan sencillo...

—Si no hablaras tanto de ella no estaría tan ansioso de conocerla.

Sabía que tenía razón, se la pasaba todo el tiempo hablando de la neófita. La había acogido bajo su ala. Sus sobrinos actuaban como sus hermanos. Rosalie en particular la adoraba. Para Anastasia se sentía como... Como una hija. Nunca había deseado una, menos cuando se convirtió. Pero con Bree todo se sentía natural. La joven tenía una excelente relación con todos, pero era siempre a Ana a la que buscaba.

Igual que una hija pidiéndole consejos a su madre.

—Creo que es muy pronto...

—Creo que la estás sobreprotegiendo —le dijo con ternura. —Tienes que ponerla aprueba. Dijiste que mi olor y el de Bella en la casa ya no le hacía nada. Tienes que hacer que esté en presencia humana. De otro modo nunca podrá salir al mundo.

—Podría lastimarte —murmuró y Charlie la tomó del rostro, besando sus labios de manera que se relajó al instante.

—Confío en que no lo hará. De hacerlo, sé que ustedes la van a detener —Ana suspiró y se puso de puntitas para besarlo de nuevo. —No intentes distraerme —murmuró contra sus labios y la Cullen rio.

—Hablare con ella. Si se siente cómoda y lista, lo haremos —el castaño asintió con efusividad, haciéndola sonreír. —Ya vuelvo.

Le dio un último beso y fue a la parte delantera de la casa. Podía escuchar a Emmett entretener a Bree mientras esperaba que los humanos de vayan. Hoy no iba a ser así.

—¡Ana! —chilló la joven al verla y se lanzó sobre ella. La mencionada le devolvió el energético abrazo y se rio felizmente.

—Hola, hermosa —le dio un beso en el cabello. —¿Cómo te fue?

—Casé un ciervo. Era enrome —se alejó para indicarle con las manos el tamaño del animal. —Se lo gané a Emmett —embozó una sonrisa orgullosa que hizo que entrecerrara los ojos. La mujer pensó que el dorado le sentaba mucho mejor que el rojo. Le suavizaba la cara, cosa fácil porque era muy joven.

—¡Claro que no! Te deje ganar —dijo el pelinegro y se cruzó de brazos como un niño pequeño.

Es por eso que en particular Bree y Emmett se llevaban y entendían tan bien. Ambos tenían la misma edad mental. Entendible, porque la de cabello chocolate tenía quince años, pero su sobrino nunca había crecido.

—Muy bien hecho, Bree —la felicitó. —¿Cómo te sientes? —le preguntó cautelosamente.

—Bien —respondió con simpleza. —¿Cuándo podre conocer a Charlie o a Bella? —la cuestionó con ansias.

Por supuesto que Ana también le había hablado mucho de Charlie. Era su compañero de vida, podía estar horas hablando de él sin darse cuenta. Bree siempre estaba dispuesta a escuchar todo lo que tenía que decirle sobre el humano. También había escuchado a todos hablar un poco de Bella.

Eso solo hizo que la pequeña vampira deseara más encontrar su compañero de vida, cosa que la rubia tuvo que explicarle con mucho cuidado que no era fácil de encontrar.

—De hecho, venía a hablar de eso —la joven dio pequeños saltos de alegría. —¿Estás lista para conocer a Charlie?

—¡Sí, sí, sí! —continuó con los saltos y Ana pensó que se parecía a un cachorro.

No como los lobos, si no un cachorro genuinamente adorable.

—¿Estás segura? Puede ser difícil y tal vez quiera morderlo, pero no debes hacerlo.

—Lo sé, lo sé —le dio una pequeña sonrisa. —De verdad que estoy lista.

Anastasia le dio una mirada interrogatorio a Emmett. Él se había encargado de la introducción de Bree a la dieta y siempre la acompañada a cazar. Era el que más sabía del estado de la joven. Su sobrino se encogió de hombros, algo muy poco alentador.

—Está bien —aceptó, no muy segura para ser sinceros. —¿Entiendes que te detendremos si algo pasa? —la neófita asintió. —Y si en algún momento no te sientes cómoda, solo basta decirlo y se detendrá todo, ¿sí?

—Sí, lo que sea. ¡Vamos ya! —la tomó de su mano y la arrastró por el bosque.

La Cullen mayor dio una carcajada, pero luego se puso seria y se puso a la altura. Bree se había adaptado con relativa facilidad hasta ahora, pero esto era un paso muy grande. Seguía pensando que era demasiado pronto. Con Jasper habían estado entrenándolo mucho antes de que saliera a algún lado con humanos. Después de años, el rubio tuvo problemas con la sangre, el cumpleaños de Bella era prueba de ello.

Miró a la pequeña de cabello chocolate y suspiró. No le agradaba desconfiar, le daba un sentimiento muy culpable porque ella se había portado de maravilla desde que vivía con ellos, pero no podía evitar la duda de sí estaba lista o no. Para colmo, si Bree llegaba a lastimar a Charlie, no estaba segura de que alguna vez pueda perdonarla, con un rencor escondido en lo más profundo de su corazón, incluso si no había sido su intención.

—Espera aquí —le pidió al llegar a la entrada. Emmett tomó a Bree de los hombros mientras entraba a su casa. Encontró al hombre en la cocina, bebiendo un café que Esme le había hecho. —Hola, cuñada —la mujer le dio una sonrisa y Ana miró al humano. —Dice que está lista. ¿Tú estás seguro?

Swan rodó los ojos y se puso de pie.

—Que sí, mujer. Todo irá bien —a ella le gustaría estar tan confiada como él.

El castaño le dio un corto beso y la tomó de su mano, arrastrándola igual que Bree había hecho con ella. Sonrió al notar lo parecidos que podían ser los dos. Salieron al frente y vio como el pelinegro tensaba el agarre sobre los hombros de la joven. Bree no se movió, solo los miró con grandes ojos dorados.

—Charlie, ella es Bree —dijo lentamente, moviendo sus ojos del uno al otro. —Bree, este es Charlie.

—Se parece... —el humano carraspeó. —Se parece a Bella, cuando era más pequeña.

Eso solo aumentó la curiosidad de la más pequeña. Intentó dar un paso, pero su sobrino no la soltó.

—Emmett —llamó la rubia y él le hizo caso, soltando a la menor.

Bree se acercó lentamente a Charlie. Mirándolo con la misma curiosidad que los gatos al encontrar algo nuevo y desconocido. Parecía fascinada, como si en realidad nunca hubiera visto a un humano. Aunque por lo que la chica le había dicho, no estaba necesariamente acostumbrado a los humanos ni cuando ella lo era.

—Hola... —murmuró con timidez, extendiendo con cautela la mano. Actuaba en cámara lenta, no quería asustar a Swan ni a ninguno de los Cullen con movimientos bruscos.

El castaño no vaciló en aceptar la mano, pero lo hizo con lentitud para no provocar algo malo en ella.

—Hola, Bree. Ana me ha hablado muy bien de ti —eso relajó visiblemente a la cabello chocolate porque le dio una gran sonrisa.

—¡Igual! —hizo una mueca al darse cuenta que había hablado fuerte y rápido. —Eres más bonito de lo que Ana me dijo —comentó sin más.

Por supuesto, eso hizo que el rostro del humano se pusiera caliente. Podía sentir las mejillas arder. Emmett dio una carcajada mientras Anastasia sonreía. Hace bastante que Charlie no se sonrojaba con esa intensidad. Siempre era un deleite para ella cuando eso sucedía. Se sintió orgullosa de haberlo provocado de manera indirecta.

Bree murmuró con curiosidad y se puso de puntillas, aunque ni de asomó lograba llegarles a los hombros del hombre. Alzó las manos para tocar las rosas mejillas.

—¡Bree! —la regañó la rubia. No creía que tocar el lugar donde se acumulaba la sangre, donde circulaba activamente, sea la mejor idea.

La joven se sobresaltó y retrocedió un paso. Miró temblosa a Ana.

—Está bien. No pasa nada —insistió Charlie y le extendió la mano para que la tomara.

La de cabello chocolate miró a la mujer, buscando aprobación. Anastasia suspiró y asintió. Bree volvió a dar el paso hacia adelante y tomó la mano del hombre. El castaño se encorvó y guió la mano a la mejilla derecha, dejando que lo tocara como quería.

Bree volvió a murmurar curiosa y lo tocó con lentitud, temía lastimarlo. Se dio cuenta que el humano estaba caliente, sentía que le quemaba agradablemente la yema de los dedos ya que ella estaba mucho más fría.

—Me gustan tus ojos —nuevamente, comentó como si hablara del clima y las mejillas de Charlie pasaron de rosa a un rojo intenso.

La pequeña separó la mano cuando el toque era demasiado caliente y sonrió a modo de disculpa.

—A mí me gustan los tuyos —le respondió con torpeza y Ana rio.

—Es el encanto de los ojos dorados —comentó Emmett con diversión.

—Bree —llamó la rubia. —¿Cómo te sientes?

—¿Tienes sed? —preguntó el pelinegro y la Cullen mayor lo miró mal por su falta de tacto.

La neófita negó con la cabeza.

—Huele bien —admitió. —Pero no quiero morderlo. No quiero lastimarlo —la mujer asintió comprensiva.

—Eso es bueno, ¿no? —cuestionó Swan y ella volvió a asentir.

—¿Puedo conocer a Bella ahora? —preguntó entusiasmada y Emmett rio.

—Tómalo con calma, fiera —le dijo el chico y miró a su tía. —Muchas emociones en un día, ¿no? —la vampira estuvo de acuerdo.

—Será en otra ocasión, Bree —le prometió.

Bree pareció decepcionada, pero luego miró con alegría a Charlie.

—No importa. ¡Espero que podamos conocernos más, Charlie! —antes de recibir una respuesta, correteó felizmente para rodear la casa, seguro que para rencontrarse con los demás que preparaban el altar para la boda.

Emmett la siguió en silencio y Anastasia miró a Charlie.

—Nunca una niña de quince años me dio tanto cumplidos —comentó y exhaló teatralmente. Parecía que todo el tiempo había contenido el aliento, cosa que sabía que no podía hacer.

—Sería preocupante si te ocurriera a menudo —se rio con fuerza de sus propias palabras. —Creo que solo te estaba coqueteando —bromeó.

Era imposible que Bree hiciera eso, era demasiado inocente para incluso notarlo.

—Lo hace bien. Vas a tener que mantenerla alejar de los chicos —Ana sonrió por esas palabras y los pensamientos que provocó.

—¿Yo arrancó cabezas y tú los prendes fuego? —preguntó con diversión y Charlie sonrió.

—Hecho —le extendió la mano para sellar el trato y la rubia lo tomó siendo.

El humano jaló su mano y la atrajo en un abrazo. Anastasia sonrió suavemente mientras escondió su rostro en su nuevo rincón favorito, la clavícula de Charlie. Se quedaron un rato abrazados sin sentido en la entrada de la casa Cullen.

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