ㅤㅤㅤO8. SIMPLEMENTE PASÓ

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ㅤㅤㅤAnastasia había encontrado un nuevo vicio, los videojuegos sin duda eran unos de sus mejores y nuevos conocimientos. Estaba sentada en el sofá de su casa jugando, lo cual se puede decir que se había hecho una costumbre. Podría dedicarse a jugar, era muy buena.

El olor a algo quemándose la interrumpió, provocando que su nariz se arrugara de inmediato. Sabía que Bree y Charlie estaban en la cocina haciendo quien sabe que porque ella no quiso preguntar. Ahora sabía que lo que sea que estaban haciendo iba mal, muy mal.

Apareció en lo cocina después de apagar, con cierto desgano, la consola. Su hija tenía un adorable sombrero de chef y su esposo un delantal que supuso que en algún momento fue blanco. La cocina era un caos que en definitiva ella no iba a limpiar.

—¿Qué hacen? —preguntó con diversión.

—¡Pizza! —le respondió la menor con una gran sonrisa.

—¿Por qué Bree tiene masa en el cabello?

—Porque metió sin querer los pelos en la masa.

—Que bueno que no comeremos esto —respondió, haciendo al castaño reír, y se sentó en la isla en el centro de la cocina, a una considerable distancia del desastre. —La pizza se está quemando.

—Claro que no —dijo Charlie ceñudo, pero revisó el horno de todas formas. —¡Se quema la pizza!

—Lo que yo dije —rodó sus ojos mientras le hombre sacaba la pizza y lo ponía en la mesada de la isla.

—¿Se supone que debe verse así? —preguntó inocentemente la de cabello chocolate.

—No lo creo —respondió la rubia y miró a su esposo. —¿Acaso no lo oliste? Se podía sentir desde la sala.

—La casa está infestada de tu olor, no puedo distinguir mucho más —la miró con ojos anaranjados. Faltaba muy poco para que fueran dorados. Estaban en el medio de esa transición.

—¿Por qué lo dices como si fuera algo malo? —entrecerró sus ojos, pero Charlie se limitó a responder rodando los suyos. —¿Qué pensaban hacer con la pizza? Claro, sí salía bien.

—Papá dijo que podíamos llevarla para algunos indigentes —Ana hizo un esfuerzo por no reír.

—Creo que los indigentes comieron mejores cosas que esta pizza.

—¿Puedes dejar de juzgar la comida que hicimos con todo nuestro esfuerzo? —le pidió el neófito.

—Es difícil no hacerlo cuando se ve así —señaló la quemada pizza.

Si no fuera porque ellos le dijeron lo que era, ella no estaría segura de que eso fuera una pizza.

—Tienes suerte que te ame.

—Lo sé —dijo con una sonrisa y Charlie rio antes de inclinarse para besarla.

—¡Muy bien, ya está! —Bree aplaudió para que ellos se separaran y lo hicieron riendo. —Oh. Alice viene para acá —era verdad, la podían ver por la ventana. La pequeña correteó a la puerta.

—Tal vez vino a ver que no incendiaras la casa que decoró para nosotros —se burló, pero fue rápidamente silenciada por otro beso.

—¡Mamá, papá! —la adolescente los volvió a interrumpir y ellos se separaron de mala gana.

Salieron de la cocina para ir a ver a las dos chicas. Alice tenía una mueca difícil de descifrar, pero no era buena, nada buena. Ana se le acercó a gran velocidad y le puso su mano en el hombro.

—¿Estás bien? —le preguntó preocupada y la castaña la miró con los ojos casi negros.

—Bella vendrá —fue lo que respondió, no en un tono feliz.

—Todavía faltan semanas para que la luna de miel termine —dijo Swan con confusión.

—Pasó... algo.

—¿Viste algo? —preguntó la rubia. Su sobrina no quiso contestar, pero era evidente.

—¿Bella está bien? —fue lo único que al hombre le preocupó cuando no recibieron respuestas.

—Yo no.... No creo que debas decirle. Ella quera hacerlo.

—¿Decir qué? —Bree quiso saber.

—Está bien —aceptó Charlie, lo cual sorprendió un poco a todas. —¿Cuándo viene?

—No debe tardar tanto —respondió en un murmullo la vampira. —Pueden esperar en casa. Si quieren...

Anastasia los miró a los dos y ellos asintieron. Los tres fueron a la casa Cullen. Nadie decía nada, pero había una evidente tensión en el aire. En ese momento les habría gustado tener el don de Edward, hubiera sido útil.

La mujer había intentado llamar a su sobrino, pero él no respondía. Se negó a mencionárselo a su esposo. Se veía tan... abatido, y eso que tampoco no tenía idea de lo que ocurría. Bree hacía sus mejores esfuerzos por aligerar la situación, sin mucho éxito.

Ana estaba recostada sobre Charlie en el sofá. Él jugueteaba tontamente con su rubia cabello y su hija juagaba en silencio ajedrez con Jasper. Había pasado casi veinticuatro horas cuando su hijastra apareció. Por fortuna había sido con Edward, lo que fue un buen indicio que no se trataba de una pelea. Ambos se escuchaban bien, lo que también significaba que no estaba heridos.

—Tu padre te espera, Bella —escuchó a su hermano indicarle.

—¿No sería mejor que primero...?

—Está preocupado. Habla con él primero.

Pudo escuchar a Edward apretar los dientes, imaginaba que por descuerdo. Se levantó del pecho del castaño y ambos se sentaron correctamente en el sofá. Jazz le prometió a su prima que luego jugarían, cosa que ella estuvo de acuerdo, y se fue. Bree se acercó a ellos, sin estar segura de que hacer.

A pesar que había estado muy silencioso, el neófito le sonrió levemente y se deslizó lejos de su esposa, palmeando el lugar hizo. La pequeña se sentó, su lugar favorito para estar era entre sus padres. Ana le sonrió sin mostrar los dientes y puso mechones chocolates detrás de la oreja de la adolescente.

Bella entró a la sala de estar con pasos lentos y cautelosos. Billy había visitado a Charlie, sabía que podía resistir a la sangre humana, pero su amigo tenía también un desagradable olor a perro que curiosamente ayudaba a su autocontrol. Su hija era un caso diferente.

Los tres pares de ojos fueron a ella. La joven se detuvo al ver los ojos de su padre ser de un extraño color anaranjado. Era muy raro, pero al menos no eran rojos. Retomó el suave caminar después de procesar que los ojos de Charlie nunca iban a volver a ser chocolates.

—Hola, papá —saludó y quiso acercarse más.

—Sería mejor que te siente un poco lejos —le pidió la rubia de la forma más delicada posible. Sorprendentemente, su hijastra asintió y se sentó en el sillón más alejado.

—¿Estás bien? —le preguntó el hombre.

—¿Podemos hablar? —respondió con una pregunta, dándoles una mirada a las dos femeninas.

Anastasia asintió para sí misma y tomó la mano de Bree. Se dispuso a ponerse de pie con la joven cuando Charlie las detuvo.

—Lo que tengas para decir, puedes decirlo frente a mi esposa —enfatizó la última palabra y la vampira hizo una mueca.

No quería que peleara con su hija por ella.

—Está bien, pero ¿por qué está ella aquí? —miró ceñuda a la adolescente.

Bree apretó los labios. Sabía que Bella no sabía que ahora ellas eran hermanas, su padre le había dicho que quería decírselo en persona cuando regresara, cosa que comprendió, pero con lo que estaba pasando dudaba que se lo fuera a decir en ese momento.

—Bree —llamó Emmett desde la entrada. Tuvo que abstenerse de llamarla prima, como siempre hacía. —Vamos afuera —la invitó.

La mencionada miró a sus padres en silencio. Ana asintió y su esposo le dio unas palmaditas en la espalda a la menor. Bree se fue con el pelinegro. La pierna de la rubia comenzó a subir y bajar con ansiedad, pero se detuvo cuando Charlie puso la mano sobre su rodilla.

—Tienes que prometerme que no vas a enojarte —le pidió la Cullen y el castaño entrecerró los ojos, pero asintió. —Yo creo... Es muy posible... Estoy embarazada.

Swan apretó con fuerza la rodilla de su esposa y ella puso su mano sobre la del hombre.

—Eso es... imposible —le dijo con seguridad y miró a Anastasia. —¿Cierto?

—Nunca he sabido de algo así —le respondió, no del todo segura. —Pero, Bella, ¿entiendes que no eres la Virgen María? No puedes ser virgen y estar embarazada.

—Tal vez es un embarazo fantasma.

—Yo no... Yo no soy... —se sonrojó hasta parecer un tomate.

—Oh, mierda —murmuró la mujer y hizo una mueca cuando Charlie la apretó con más fuerza.

—¿No eres qué? —le preguntó bruscamente su padre.

—Charlie —llamó Ana, siendo ignorada.

—Edward y yo estuvimos... juntos —claramente parecía muy avergonzada.

—¿Es una broma? ¿Mientras eres humana? ¡¿En qué rayos estaba pensando?!

—¡Fue mutuo! —le aclaró rápidamente y la vampira tuvo que apretar sus labios para no reír.

—¡Mejor todavía! Era lo mínimo que esperaba —le dio una sonrisa sarcástica.

—Prometiste que no te enojarías...

—¡Eso fue antes de saber que estás engendrado a un vampiro en tu cuerpo!

—No estamos seguros de que...

—Lo voy a matar —interrumpió con decisión, mirando a su esposa. Parecía un aviso. —Y no vas a detenerme —ordenó con firmeza y la rubia no pudo hacer mucho más que asentir.

—En realidad, me iba a ofrecer a quemar el cuerpo —murmuró y Charlie sonrió.

El hombre le besó fugazmente la frente y desapareció a toda velocidad. Bella lo notó segundos después, se había quedado un poco sorprendida con la nueva velocidad de su padre.

—¡Papá!

La joven corrió a una velocidad humana tras el castaño. Anastasia se levantó con tranquilidad, caminando hasta la puerta trasera. Bree y Emmett, como había dicho, no estaban por ahí, probablemente fueron a cazar. Pero el resto estaba allí, viendo como Charlie a ese punto tenía a Edward en suelo en gran desventaja.

—¿Puedes detenerlo? —le pidió Esme con preocupación. Ella negó con la cabeza.

—No le hará mucho daño —en ese momento, su sobrino soltó un alarido de dolor. —O tal vez sí.

—Se lo merece —comentó Jasper y sus padres adoptivos le dieron una mala mirada. —¿Qué? Fue un idiota.

—Puedes quitarle alguna parte del cuerpo. No la cabeza, claro —le recomendó al neófito, que seguía ganando la pelea.

—¡Anastasia! —la regañó su hermano y ella lo miró.

—¿Qué? Le aclare que la cabeza no.

Ruido de cerámica rompiéndose la hizo volver la vista a la pelea. El cobrizo estaba en el suelo, llorando de dolor, y el castaño tenía un nuevo brazo.

—¿Qué se supone que haga con esto? —señaló a Ana con el brazo de Edward y la rubia carcajeó.

—¡Papá, basta! ¡No es su culpa! —gritó desesperada la humana.

"No es su culpa."

Eso la hizo recordar la llamada de hace unas semanas, pero lo que más recordó fue como su sobrino le había colgado cuando ella le estaba diciendo algo muy importante y que hubiera evitado toda esta situación.

—¡Maldito infeliz! ¡Te voy a matar! ¡Si hubieras usado condón no estaríamos aquí! —dio pasos firmes hacía el chico cuando Carlisle la detuvo.

—No, no —la tomó de los hombros y ella bufó molesta.

—Suéltame. Le quitare el otro brazo —quiso zafarse, sin mucho éxito.

—Basta con el desmembramiento. Todos tenemos que calmarnos —pidió con voz firme.

Charlie soltó con desinterés el brazo de su yerno y apareció en menos de un pestañeo al lado de Anastasia, estrujándola en su pecho. La rubia resopló, pero apoyo su cabeza en el hombro.

—Oh, por Dios —dijo Emmett con sorpresa al llegar y ver a su hermano en el suelo, sin brazo.

—¿Tú hiciste eso, papá? —le preguntó Bree, con saltones ojos dorados.

—¿Papá? —cuestionó Bella, mirando a todos con confusión.

—¿Es un mal momento para decir que adoptamos a Bree? —estaba molesto, muy molesto. Se podía notar por el tono sarcástico.

Ana se separó y con una seña, invitó a su hija a acercarles.

—¿Y no pensabas consultarme? —preguntó indignada.

—¿Igual que cuando me consultaste para convertirte en vampiro? ¿O cuando decidiste quedar embarazada?

—¡Yo no lo decidí! Simplemente... pasó.

—Eso no es cierto —le dijo furioso. —Es un acto consciente. Tomaste esa decisión cuando tuvieron relaciones sin protección. Y tienes razón, no es culpa de Edward, es culpa de ambos. Son casos que no son un “simplemente pasó”.

—Basta, Charlie —la rubia le pidió suavemente. —Si ella está... embarazada, esto le podría hacer mal a ambos.

—No pelees, papá —Bree lo abrazó. Fue correspondida de inmediato, con el castaño acariciando los largos mechones chocolate.

—Vamos, Bella. Te revisare —habló Carlisle y Rosalie acompañó a la joven adentró. —Emmett, ayuda a Edward —le pidió, aunque el pelinegro ya lo estaba haciendo.

—Para no tener entrenamiento, lo hiciste bien —halagó Jasper al neófito, dándole una palmada en el hombro. Ana rodó sus ojos.

—No eleves su ego —le ordenó y, para su sorpresa, Charlie rio.

—Tengo algo que decir... —murmuró Alice, parecía consternada.

—¿Malas noticias? —preguntó desilusionada la Swan.

—No sé si sean malas —admitió y Jazz la rodeó con un brazo. —Ya no veo el futuro de Bella.

—Genial. Que increíble —farfulló el castaño y tomó con fuerza la mano de Bree. —Vamos a jugar —eso parecía una orden.

Se fue con la pequeña adentro. Anastasia miró a Jasper con duda en sus ojos ocre tostado, sin saber que hacer.

—Está molesto, muy molesto —le dijo y se detuvo cuando Edward se quejó de dolor. —Solo necesita tiempo —se escuchaba convencido y ella asintió. —Ve con él —le ordenó y la castaña asintió para que lo hiciera.

Anastasia entró en silencio a la casa. Fue a la sala de estar, donde vio a Charlie y Bree en el sofá con la consola. Se sentó en silencio junto a su esposo. Estuvo unos segundos en duda antes de abrazarlo. Pusieron pausa al juego y su hija abrazó al hombre desde el otro lado. Tratando de darle un poco de confort.

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