ㅤㅤㅤO7. EL PARTIDO

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ㅤㅤㅤAnastasia se encontraba dolorosamente satisfecha y feliz en ser buena en algo aparte de su, a veces, inapropiado humor y abrir cadáveres. Sin dudas el pequeño torneo de videojuegos que tuvieron anoche demostró que podía ser buena con la consola, incluso si al principio jugaba con torpeza. Fue una sorpresa como aprendió con facilidad el truco y les ganó a ambos.

Bree se molestó un poco por ello, el instinto competitivo que Emmett le había inculcado a tener fue el que habló, mientras Charlie le frustraba no haber avanzado mucho a pesar de todas las horas jugadas. En su defensa, nunca había sido muy hábil con la tecnología, ni siquiera con las consolas de cuando era niño.

Su celular sonó y la rubia tuvo que revolver un poco su nueva habitación para encontrarlo, la organización de Alice no era muy intuitiva, mientras el castaño estaba en la ducha. Según le había dicho, su rutina era una ducha matutina e iba a seguir haciéndola a pesar que ahora era más difícil ensuciarse.

Encontró el aparató cuando a la llamada le faltaba poco para terminar, aun así, tuvo tiempo para fruncir el ceño al ver quien se trataba.

Necesito consultarte algo —fue lo primero que salió del otro lado de la línea.

—Buenos días a ti también, Edward. Todo está bien por aquí, gracias por preguntar. ¿Qué tal la luna de miel?

Esto es urgente —le respondió nervioso.

—¿Qué ocurre? —preguntó un poco preocupada por la actitud de su sobrino.

—¿Tuviste relaciones con Charlie mientras era humano?

Ana soló pudo abrir la boca. Incrédula era un eufemismo.

—¿Con relaciones te refieres a...?

Sexo, sí.

—¿Esta es tu cosa tan urgente? — dijo indignada. —Escúchame bien, jovencito. Sé decidiste ser una rencarnación de la Virgen María, exceptuando la parte de tener como bebé al Espíritu Santo, y todo eso, pero no me digas que en serio no tienes idea sobre el... sexo. Además, este no es mi deber. Háblalo con tus padres.

—¡No me refiero a eso! —gritó escandalizado.

—¿Por qué me obligas a mí a tener la charla incomoda? Habla con Esme —le suplico.

Esme y Carlisle son vampiros. Necesito a alguien que me diga cómo es entre un vampiro y un ser humano. Adivina quién entra en la descripción.

—¿Por qué estamos hablando de esto? —se removió incomoda.

Bella quiere que tengamos sexo —murmuró avergonzado.

—¿Y no quieres?

—¡Claro que quiero! —la mujer se limitó a alzar una ceja. —Necesito saber si es factible mientras ella sea... humana.

—¿Y crees que yo sí sé de eso?

—¿Acaso no es así?

La rubia puso sus ojos en blanco y cambió el peso de un pie a otro.

—No, no sé cómo es cuando un vampiro tiene sexo con un humano.

—¿No? —cuestionó y ella asintió por más que el cobrizo no pueda verla. —¿Por qué no?

—Esa es una pregunta muy inapropiada —se quejó, pero respondió. —El sexo no es tan importante como piensas.

Rosalie y Emmett se la pasan teniendo sexo.

—Gracias por esa información que no quería saber —dijo perturbada. —He estado soltera por casi un siglo y Charlie por casi dos décadas, el sexo no fue primordial para nuestra relación y no creo que lo sea ahora.

Entonces no sé qué hacer —Edward admitió y se escuchaba perdido.

—Lo mejor sería esperar a que ella sea como nosotros. Ustedes han sido vírgenes por bastante tiempo y no creo que esperar tanto los mate —hizo una mueca pensativa. —Pero ustedes tienen una relación... particular. Deberías hablar con Bella sobre esto. Si tanto lo quiere, debes advertirle de los riegos de hacerlo. Si aún lo quiere, y tú también, entonces no veo porque no deberían tener... relaciones. Es lo que se hace en las lunas de miel.

Podría lastimarla...

—También la lastimarías siendo humano, Edward.

Tienes razón —admitió de mala gana. —Lo hablare con ella. Gracias.

—De nada. Y, por favor, prométeme que nunca me volverás a hablar de este tema —escuchó al joven reír del otro lado.

Lo prometo.

—Bien —sonrió con malicia. —Pero ya que estamos con el tema, te recuerdo que complazcas adecuadamente a tu esposa porque la penetración es incomoda y dolorosa.

Oh, por favor, no. No sigas —ella carcajeó.

—Oh, sí. Es mi oportunidad de avergonzarte un poco —calmó su risa antes que le colgara. —Oh, ¡espera! Tienes que aprovechar que ahora existen y son de fácil acceso, porque yo sé que bien antes no había, lo viví. Es sumamente importante que uses... —su voz se cortó cuando recibió pitidos en el oído. Separó el celular de su oreja y miró como Edward había finalizado la llamada. —Condones —terminó la oración para sí misma.

—¿Mamá? —llamó Bree desde abajó mientras escuchaba la ducha cerrarse.

Anastasia suspiró, frustrada de que su sobrino le hubiera colgado, dejó el aparató en la mesa de noche junto a la cama y bajó las escaleras para ir a la sala de estar, de donde vino la voz de la joven. Miró a su hija sentada plácidamente en el sofá que había frente el televisor, tenía el control en la mano y cambiaba frenéticamente de canales.

—Romperás el control, hermosa —la regañó suavemente.

La pequeña sonrió con inocencia y dejó el control en la mesa de café. Palmeó su lado izquierdo y la mujer se sentó con una sonrisa.

—¿Podemos ir a ver a Emmett y a los demás? Los extraño —hizo un mohín y la vampira mayor dio una carcajada.

—Los viste ayer —habló con diversión.

—Sí, pero los extraño —la miró y bateó persuasivamente las pestañas. —¿Podemos ir?

—Está bien. Cuando Charlie salga iremos para allá.

—Ya estoy aquí —canturreó el hombre llegando a la sala de estar.

La de cabello chocolate se levantó de un saltó y correteó a los brazos de Charlie, abrazándolo con fuerza.

—¿Podemos ir a ver a los demás? —preguntó con el rostro enterrado a la camisa de botones azul de franela.

—Hola a ti también, hija —se burló y le devolvió el abrazo.

Ana ahogó una risa al ver a Bree rodar los ojos como toda una adolescente mal humorada por no obtener lo que quería.

—Hola. Buenos días, papá —se separó y dio saltitos. —¿Podemos, podemos, podemos?

—Sí, si prometes calmarte.

—Como si eso fuera a pasar —dijo la rubia y se paró del sofá.

Los tres se dirigieron a la salida de su hogar, con Bree liderando con incontenibles ansias. Desde todos los ventanales que rodeaban la casa se podía ver que era un día soleado. No les tomó por sorpresa a las femeninas que el sol provocara que su piel tuviera reflejos como los de un diamante.

Pero para Charlie había sido toda una sorpresa, incluso cuando ya sabía que iba a suceder, pero nunca lo había visto en acción. La mujer entonces recodó que ayer, cuando él “volvió”, el día había estado nublado y no había tenido esta experiencia. La pequeña continuó el camino mientras Anastasia miraba con diversión la fascinación del hombre.

—Bueno, no es tan extraño como los ojos —admitió al mismo tiempo que analizaba con los ojos su mano brillar.

Ella soltó una carcajada y se lo llevó arrastras para alcanzar a la nueva Swan. No pasó mucho tiempo cuando la familiar estructura de la casa Cullen se presentó frente a sus ojos. Bree chilló de la emoción mientras los adultos reían.

—¿Ya me estabas extrañando? —preguntó Emmett con burla cuando la adolescente lo había abrazado con fuerza.

—Solo extraño patearte el trasero —le dijo con una sonrisa igual de burlona.

—Esa es mi hija —Ana habló con mucho orgullo en la voz.

Carlisle alzó una ceja.

—¿Así que es oficial? —les preguntó con cierta cautela y Charlie asintió con entusiasmo.

—Es oficial —les dijo felizmente la reciente señora Swan. Tomó a la pequeña por los hombros. —Bree, ellos son tu tía Esme y el tío Carlisle.

—¡Bienvenida! —la castaña chilló y abrazó con entusiasmo a Bree, quien rio entre dientes y correspondía el gesto con la misma intensidad.

—Nunca creí que alguien me llamaría tío —le dijo con burla su hermano.

—Yo tampoco —admitió en voz baja el neófito, provocando la risa del pelinegro.

—Yo tampoco. ¿Adivina qué? No me paso una ni dos veces, fueron cinco —se quejó y se cruzó de brazos, solo haciendo que la mayoría se ría de ella. —El resto son tus primos, Bree.

—Yo ya te consideraba mi prima —le dijo Emmett y la apretujo entre sus brazos.

—Esto no significa que te vaya a dejar ganar.

—No esperaba menos de ti, prima —contestó orgullos y Rosalie rio a su lado por la relación de esos dos.

—Está bien, sí. Pasemos a lo importante —hablo Alice, moviéndose ansiosa, y miró a la pareja. —Tulipanes.

Anastasia y Charlie fruncieron el ceño.

—¿Tulipanes? —cuestionaron al mismo tiempo.

—¿Ahora darás la explicación de por qué? —le dijo la rubia con burla, pero la castaña solo pareció complacida de que preguntara.

—Los tulipanes son símbolo del amor sincero. Expresan el romanísimo, enamoramiento, amor incondicional y puro —les contó con ojos de enamorada.

—Parece una enciclopedia de flores —comentó el neófito.

Jasper dio una carcajada que hizo que su esposa lo mirara mal. Rápidamente fingió una tos poco creíble.

—¿Y bien? —preguntó irritada, aun dándole una afilada mirada a Jazz, y se cruzó de brazos. —¿Qué opinan? Creo que los tulipanes son perfectos para ustedes.

—Lo mismo dijiste de las rosas rojas —le recordó su tía con una perezosa sonrisa.

—¡Las rosas rojas son cliché!

Charlie no evitó reír ya que había dicho las mismas palabras que su esposa.

—No me gustan los tulipanes —se limitó a decir para el disgusto de su sobrina.

—¿Tío Charlie? —le hizo ojos suplicantes, pero él solo negó. La vampira resopló.

—¿Qué tal una sugerencia? —le dijo el castaño y tanto Ana como Alice alzaron una ceja, sorprendidas y curiosas. —Jazmines.

Anastasia sonrió.

—¿Jazmines? ¿Por qué?

—Me gustan —se excusó y se encogió de hombros.

—¿Tía Anastasia? —cuestionó la castaña.

—A mí también me gustan —admitió con su persistente sonrisa.

—Jazmines —dijo en voz baja, reflexionando la idea. —Podría ser. Oh, también...

—Alice —la interrumpió Carlisle. —¿No tenías algo para decirnos? —le preguntó con diversión.

—¿Una visión? —Bree preguntó con curiosidad y Jasper asintió.

—Oh, cierto —pareció recordad y una gigantesca sonrisa se le formó en el rostro. Una que causó miedo y preocupación en los vampiros. —He estado mirando y pronto habrá una tormenta eléctrica... —ya la mayoría sabía por dónde iba el asunto. —Pensé que podríamos ir a jugar.

—¿Acaso no aprendiste nada de la última vez? —le dijo Rosalie con dureza.

—¿La última vez fue...? —comenzó Charlie.

—Sí —respondió su esposa.

—Juro que nada pasara. Lo he visto.

—Lo mismo dijiste la última vez —le dijo Esme con más delicadeza que su hija.

Alice puso los ojos en blanco.

—Pero estoy segura. Además, ¿qué podría pasar? Todos somos vampiros.

—Tiene razón —admitió Emmett. —Será divertido —dijo con positivismo y Ana resopló.

—¿No podemos jugar al criquet? —preguntó en tono quejoso.

—Deporte aburrido —se burló su pelinegro sobrino.

—¿Qué jugaran? —quiso saber Bree.

—Béisbol, por supuesto —la pequeña arrugó la nariz.

—Pero tú puedes animar a los equipos, Bree —habló Alice con los ojos iluminándose de emoción. —¡Te verás tan linda! ¿Quieres ser una porrista?

—¡Sí, sí, sí! —respondió con saltos hasta que se detuvo abruptamente. —¿Qué es una porrista?

Jasper rio mientras su esposa le explicaba a la más joven con demasiado entusiasmo.

—¿Has jugando al béisbol antes, Charlie? —le preguntó Carlisle.

—No, pero sé mucho.

Claro que sí.

Rodó sus ojos por sus propios pensamientos.

—Podemos practicar —se ofreció el sureño y la mujer lo señaló acusadoramente.

—No te robes a mi esposo, Jazz —lo amenazó.

Ambos rieron, pero con el paso de los días hasta la tormenta, Ana se dio cuenta que ningún de los dos le hizo caso a pesar que ella lo había dicho muy en serio.

Al menos podía seguir practicando videojuegos ya que eran su nueva obsesión.

( . . . )

ㅤㅤㅤAnastasia ya no estaba feliz, ese día no era de felicidad. Era el día del maldito partido. De verdad que odiaba a los deportes, pero sobre todo odiaba el béisbol. Pero al menos Bree se veía llena de entusiasmo solo por animar a los equipos, lo cual la hacía un poco feliz.

Se sentía un poco incomoda con la idea de ir al mismo claro donde había ocurrido todo, pero era el mejor lugar para que el partido se diera. Claro que su campo no tenía las medidas convencionales. Solo el campo interno era del mismo tamaño que lo que usualmente se consideraba el campo completo.

Los equipos estaban divididos por Alice, Charlie y Carlisle, liderado por su hermano, y Rosalie, Emmett y Jasper, liderado por el ultimo. Al igual que Ana, Esme no era la más fanática del deporte, pero aceptó ser catcher de los dos equipos, también porque no tenía otra opción dado que la rubia se negaba a participar activamente.

Al menos había aceptado arbitrar.

—Charlie es local, y los locales defienden.

—No ayudes, amor.

—¡Vamos, papá! ¡Tú puedes! —gritó Bree, fuera de los límites del campo, moviendo dos porras.

Alice se había tomado muy en serio eso de que su prima fuera porrista. Traía puesto todo un uniforme adecuado para su papel de animar a los equipos, aunque ya estaba bastante claro en donde estaban sus preferencias.

Si íbamos al caso de las vestimentas, todos estaban vestidos para la ocasión a excepción de Anastasia, incluso Esme traía una gorra con una C.

—Al menos alguien cree en ti —bromeó la rubia y el castaño rodó los ojos mientras iba a su posición, cubriendo la mitad izquierda del campo. —Muy bien, señoritas. Quiero un partido limpio. Si algunos de ustedes, infelices de mierda, hace trampa, juro que los eliminare.

—¿Siquiera sabes las reglas? —se burló Emmett, quien estaba por batear.

—Y si se atreven a cuestionarme —le dio una mirada asesina a su sobrino. —También les sacare puntos.

—No puedes hacer eso —le dijo el pelinegro, incrédulo.

—Yo soy el árbitro, puedo hacer lo que quiera con este partido.

—Creo que esa no es la función del árbitro —Jasper comentó.

—No quiero la definición, de quererla se la pediría a tu esposa.

—¡Oye! —se quejó la castaña. Se quedó en silencio, perdiendo la oportunidad de reprochar, y un trueno sonó en el cielo. —¡Ya es hora!

Todos se posicionaron con entusiasmo. Alice, por supuesto, iba a ser la pitcher de su equipo, nadie era tan bueno como ella para ese puesto. Por otro lado, Emmett no era el mejor bateador y tal vez por eso era el que iba a ir primero en su equipo.

La castaña lanzó la bola, un lanzamiento deslizante muy predecible para Ana, pero no tanto para su sobrino que patéticamente intentó batear.

—¿Acabas de hacer swing? Me decepcionas, sobrino. ¡Strike uno!

—¿Acaso eres comentarista también? —le preguntó de mal humor mientras Esme le lanzaba la bola a Alice.

—Puede hacer dos cosas a la vez, Emmett. No soy como tú —Charlie rio a la distancia y su sobrina se preparó.

—¡Parece que va llover el cielo se está nublando, parece que va a llover porque papá ya está ganando! —animó Bree, haciendo una pirueta que su prima le había enseñado le había enseñado recientemente.

Anastasia carcajeó por esa rima, pero pronto se interrumpió por el ruido de un trueno. No, había sido Emmett bateando. Lo vio casi por llegar a la segunda base, con Carlisle pegado a él como si fuera su sombra y los mellizos Hale animando al pelinegro.

—¿Crees que lo logre? —le preguntó Esme y la rubia se dio cuenta que Charlie había ido tras la bola.

—Por su bien espero que lo haga —bromeó y su cuñada rio. Hizo una mueca de preocupación al ver a su sobrino a medio camino de la tercera base, pero pronto una sonrisa apareció en su rostro. —¡Ja, estás fuera!

Emmett se detuvo abruptamente por sus palabras, casi haciendo que su padre chocara con él, y su esposo apareció con una sonrisa burlona al mismo tiempo que jugaba con la bola que nunca había llegado a tocar el suelo.

—¡Bien hecho, papá! —su hija movió alegremente las porras.

Rosalie siguió, después de quejarse un poco del fracaso de su esposo. Había estado dolorosamente cerca del homerun hasta que Carlisle le había pasado la bola a Esme y ella había tocado la rubia. Jasper había quedado fuera por golpear una bola baja.

Los equipos cambiaron. Emmett cubría el lado izquierdo del campo y Jazz el derecho, Rosie era lanzadora. Alice fue la primera en ser eliminada por un mal intento de robar una base. Carlisle, al igual que el pelinegro, quedó fuera cuando el rubio agarró la bola en el aire. De todas formas, iban casi ganando, pero todo quedaba en manos de Charlie.

—¿Algo alentador para decir? —le preguntó y ella sonrió.

—Si no ganas, nos vamos a divorciar.

Emmett dio una estruendosa carcajada desde el otro lado del campo. Un trueno rugió en respuesta.

—Muy alentador —murmuró el castaño y se preparó.

—¡Vinimos, jugamos, ganamos y nos vamos! —la pequeña hizo una nueva pirueta y Alice con Carlisle le aplaudieron.

—Tienes a Bree para alentarte —dijo riendo y Rosalie lanzó una bola mala que por suerte Charlie no intentó de hacer swing. —Rosie está más nerviosa que tú.

—Si no me dejas ganar, ya no me agradaras, Charles —le dijo Hale en tono amenazador.

Antes que el castaño pudiera corregirla sobre su nombre, la rubia lanzó la bola y él bateó sin pensar. Parecía ser una sorpresa para todos esa acción porque solo se quedaron viendo a la bola irse lejos antes de que alguien reaccionara.

—¡Corre, papá! —Bree chilló histérica. El deporte la hacía igual pasional que Emmett a pesar que hace unos días ni siquiera tenía idea de que iba el béisbol.

La ventisca que produjo el neófito al correr despeinó a Ana, haciéndola bufar y apartarse el cabello del rostro. Emmett nunca fue bueno con la coordinación, buscó la bola al igual que Jasper, lo cual provocó que colisionaran igual que el iceberg lo hizo con el famoso Titanic.

Apretó los labios para no sonreír mientras Rosalie les gritaba a sus compañeros de equipo lo inútiles que era, no había delicadeza en los insultos. Charlie estaba pasando la tercera base cuando sus sobrinos volvieron al juego. No pudo evitar llevarse su mano a la boca y morderse las uñas cuando vio la bola ir hacía Esme.

No iba a lograrlo.

En el momento justo que su cuñada tomó la bola, su esposo había tocado la cuarta base.

—¡Homerun! —dijo, más por sorpresa que por arbitraje. —Con lo entusiasmada que estaba de ser mujer divorciada —bromeó y Charlie le rodo los ojos sobre el hombro de Alice mientras ella lo abrazaba.

—¡Bien hecho, papá! —esta vez la Swan entró al campo y abrazó al hombre.

—Genial, ¿podemos ir a casa?

—A penas vamos por la primera entrada —le dijo Jasper con diversión a su tía.

—¡A la mierda con este partido! —se indignó. —¡Les pateare a todos el trasero en Mario Kart 7!

—Suena a un reto —habló Emmett con entusiasmo.

—De todas maneras, va comenzar a llover.

Y como Alice dijo, empezó a lloviznar en el claro y todos rápidamente corrieron a la casa Cullen, con la promesa de no manchar los limpios pisos de Esme. Empezaron un nuevo campeonato de videojuego que solo provocó berrinches de derrota por parte de todos menos Anastasia.

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