18._Secret

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Horas después, en un lugar no muy alejado, dentro de la masa continental asiática, un azabache de severa mirada verde, visualizaba algunos mensajes en su nuevo smartphone, como era costumbre su nombre era mencionado en algunas publicaciones sobre economía y actualidad del mundo empresarial.

El hombre de oscuros cabellos, apenas terminaba de desayunar cuando decidió dar un vistazo a los estados de WhatsApp de sus socios y conocidos, pero lo primero que captó su verde mirada fueron una serie de publicaciones hechas por un contacto en específico: "Mirana"

La corta secuencia de imágenes seguida de la frase: "Una noche inolvidable, con amigos inolvidables" lo sacó de su sosiego, el hilo de sus pensamientos se desbocó por un rumbo incorrecto.

-Así que no me equivoqué... -susurró con molestia- Ella estaba con un hombre.

Mientras miraba detenidamente al rechoncho pelirosa que posaba junto a la albina, fue apretando más y más su mandíbula, hasta sentir dolor en sus dientes y un ligero malestar en las sienes. Contuvo sus ganas de estrellar el teléfono contra la pared más lejana de su habitación de hotel, o sería el segundo en dos días, y, en ese momento su prioridad era averiguar la identidad del pelirosado.

Quien, a pesar de no parecer el tipo de hombre con quien su atractiva empleada se enredaría, era la única pista que tenía para llegar a la voz masculina que escuchó el viernes por la noche en su llamada con la ojizaul, la misma voz que apenas se distinguía junto a la algarabía de otras voces en el corto clip de video que Mirana había posteado.

La primera acción de Damián, fue llamar a la responsable de estropearle la mañana, quien no contestó, frustrando aún más al hombre, ya que la peliblanca no tenía la decencia de contestarle las llamadas desde su escueta despedida el viernes por la noche.

Con premura se dirigió al minibar de su habitación de hotel, donde llenó un vaso de cristal con uno de los ambarinos licores que tenía a su disposición, llevándose el vaso a la boca y bajando el líquido por su garganta de un limpio trago, logrando serenarse al instante. Le daría tiempo a la ojiazul, tal vez solo era una salida esporádica.

¡Pero cuan equivocado estuvo!

Durante el resto de la semana, Mirana no se dignó a contestarle las llamadas, solo hablaba con su jefe por mensajes, extremadamente profesionales para disgusto de Damián, quien ya estaba acostumbrado a las breves líneas que su empleada dedicaba para desvelar su preocupación por él; como cuando a ella le llegaba la noticia de que una tormenta de nieve estaba azotando la zona donde él estaba y la albina escribía a su empleador: "Supe que el clima está difícil por donde está, abríguese bien, por favor". No obstante, aquellas atenciones desaparecieron, tan súbitamente como iniciaron.

Así el patriarca Demon llamara a la hora en que fuera a su casa, siempre era atendido por el mayordomo, alegando que Mirana se encontraba lejos para atender el teléfono o que de alguna "mágica" manera ella llevaba pocos minutos de haber salido a quien sabe dónde.

Pero, la paciencia y serenidad de Damián Demon tenía un límite.
-Chandler -pronunció a modo de "saludo" cuando su empleado hubo contestado la llamada- Necesito contratar un investigador privado, averigua quien es el mejor en la zona y envíame sus datos, me comunicaré personalmente con él.

-¡Oh! ¡Sí, jefe! E-enseguida -titubeó el hombre de avanzada edad sorprendido por la orden tan extraña.

-Máxima prioridad y discreción, Chandler -acotó.

-¡Cómo usted ordene, señor Demon! -aceptó nerviosamente.

Poco después, el azabache tenía ante sus ojos un correo electrónico con varios nombres, números de contacto y referencias. Escogiendo uno al azar llamó desde su número privado:

-Maes Hughes* -atendió una voz varonil.

-Tengo un trabajo para ti, y te aseguro que tus honorarios serán extremadamente altos si me das lo que quiero -"explicó" tajante.

-¡Oye! ¡No sé quién te crees que eres, pero esto no es una película de gánsteres italianos! Usualmente el cliente viene a verme y hablamos en persona sobre el encargo, además, estoy seriamente ocupado -dijo el detective seguido del sonido de hojas y lápices de fondo.

-Soy Damián Demon, CEO de Demon Enterprises INC ¿Sigue sin interesarte? -un ruido secó se escuchó al otro lado del auricular.

-¿Se-señor Demon, en que pu-puedo ayudarlo? -cuestionó solícito, aunque tratando de mantener la seriedad de su voz, fracasando en su cometido.

-Tengo una empleada, Mirana Arelian, necesito que la sigas e investigues a profundidad. Sí un cabello cae de su cabeza necesito saberlo -dictaminó.

-¡Co-cómo usted guste!

-Enviaré los datos que necesites por correo electrónico -explicó con serenidad- Y por si no está tácito, este trabajo es en exceso confidencial...

-¡Sí!

Poco después el detective analizaba la escasa información que disponía de la mujer, le resultaba extraño que aquella dama, con un currículo tan corto y vago terminase trabajando como asistente doméstica en la mansión de uno de los empresarios más ricos e implacables de Japón.

Aunque el más sorprendido por la información enviada al detective fue Damián, ya que él personalmente había redactado el currículo, llenando toda la información que creyó necesaria, impresionándose con cada minuto que pasaba dudando de los datos que supuestamente poseía o debía poseer de la albina, cayendo en la abismal realidad de que no conocía nada de ella.

-¿A quién trajiste a nuestro hogar, Elise? -susurró Damián a la nada, en su vacía oficina de la sucursal Demon de China.

El detective no pudo rastrear la información de Mirana de manera digital, parecía que la mujer súbitamente había surgido de la nada, no había información de antiguas residencias y lo único rastreable fue su excepcional paso por una reconocida universidad japonesa, donde se graduó con los más altos honores y reconocimientos como Medico general, luego de allí no hubo más, sin postgrados u otras credenciales. En el registro figuraba como japonesa, pero tras una corta investigación no localizó a ningún Arelian asentado en el país y por los rasgos de la mujer, resultaba obvio que era extranjera. Los registros bancarios tampoco arrojaron nada útil.

La búsqueda del apellido Arelian en internet lo llevó a múltiples respuestas, que procedían de muchas partes del mundo, además de las mismas redes sociales de la albina, donde no figuraba como una persona muy activa y mucho menos con demasiados amigos, parecía la típica mujer de cuarenta años que no manejaba mucho las redes sociales.

Encontrándose en un callejón sin salida, Maes tuvo que decirle a Damián que deberían investigar el sitio donde vivía. Y bajo lógica conclusión, el detective, con autorización de su empleador, visitó la mansión Demon y fue conducido hasta la puerta de la habitación de la peliblanca.

Inmediatamente, Maes supo que había algo extraño, la puerta estaba cerrada con seguro y contaba con una cerradura distinta a las otras puertas en ese pasillo. La habitación era sumamente femenina y sobria, en tonos celeste y blanco, resaltaba una enorme cama de cuatro postes y dosel, algunos muebles, estanterías repletas de libros y un escritorio. Todo en el cuarto estaba inmaculado, hasta los aparatos electrónicos estaban extremadamente ordenado.

Hughes revisó el armario y baño anexos con extremo cuidado, mirando detenidamente las medicinas almacenadas en el botiquín y escudriñando todas las perchas de ropa una a una, examinó los cajones del tocador y mesas de noche, sin encontrar nada. Hasta miró bajo la cama.

Fue en el escritorio y estanterías donde encontró cosas interesantes. En las estanterías estaban varios álbumes de fotos, todos con imágenes de la dueña de la habitación junto a los hijos de la casa Demon; algunos libros románticos; mangas y carpetas que contenían papeles comunes: estados de cuenta bancarios, documentación universitaria y copias de sus credenciales de identidad; y una pequeña caja con objetos de aparente valor, a los que tomó foto porque lucían demasiado valiosos para pertenecer a una simple asistente doméstico, además de un pasaporte japonés, con algunos sellos y fechas, a los cuales también tomó foto.

Maes tomó otro álbum encontrando un conjunto de protectores plásticos con cartas de diversas fechas, todas escritas en un pulcro japonés, siendo que la última databa de diecinueve años atrás:

"23 de junio del 2001.

Desde el castillo de la reina roja.

Mi amada de cabellos de nieve ¡Como lamento tu perdida! Sé que la amabas como a una hermana, tal vez la única que verdaderamente merece el título, pero ahora está en un lugar cubierto por el sol, donde la oscuridad y el dolor no la profanarán, tú y yo lo sabemos bien, probablemente esté junto a ese entrenador estricto, guiándote y protegiéndote, ellos serán tus ángeles guardianes desde la lejanía. Porque tu protector en esta tierra soy yo, bueno, también está el jefe, pero él no cuenta desde que se comprometió ¿O sí? De haberle escogido serias tú su esposa, aunque no me gusta la idea, tú me perteneces mi reina de hielo.

¡Cuánto te amo y con qué locura lo hago! Pronto nos veremos. Por cierto, la reina roja no se ha vuelto a acercar a mí ¿Por qué preguntas por ella? ¿Acaso la viste nuevamente? ¿Sabe dónde vives ahora? Sí necesitas huir contáctame a mi numero personal, solo en ese caso puedes hacerlo, conoces lo peligroso que es.

Saludos a todos, cuida de nuestro conejo blanco, dile que lo amo. Transmítele mi amor, solo tú puedes hacerlo, después de todo eres parte de mí y él es nuestra sangre.

MAD Hater ½"

Aquella misiva era de lo más compleja, llena de códigos que solo pudiera entender su receptor, y en el mismo lenguaje y expresiones alusivas al cuento de Lewis Carrol, estaban escritas todas las cartas del álbum. Maes fotografió cada una de ellas, todas firmadas por el sombrerero loco.

De la lectura de las cartas extrajo: que Mirana al parecer había huido de alguna parte y la llamada reina roja era la responsable, y desde los tres años anteriores a la última carta hablaban de un conejo blanco que al parecer estaba emparentado con la albina. Pero lo más resaltante de todo, era que las misivas eran escritas con una pasión muy grande, aparentemente de un hombre, que mencionaba eventualmente a su jefe, quien estuvo enamorado de Mirana.

Maes dejó el álbum donde estaba y continuó su inspección por el escritorio, donde encontró múltiples cuadernos de dibujo, llenos de trazos de flores o paisajes, pintados con lindos y vibrantes colores, algunos a lápices de color, otros con acuarelas o gises. Entre los dibujos estaban los rostros infantiles de los niños Demon, y de la difunta Elise Demon. Pero uno de los cuadernos era más llamativo que los otros, de cuero negro y esquinas metálicas, los dibujos de este tenían un brillo distinto, había varios bocetos de una mujer de cabello trenzado que practicaba patinaje artístico, algunas veces sola otras acompañada por un hombre alto.

Buscando en el libro se topó con muchos dibujos masculinos a lápiz, donde el único toque de color eran las rojas mejillas y los ojos de un azul intenso. Todos parecían ser del mismo modelo, a lo largo de su crecimiento, en unos trazos era un adolescente bien peinado, en otros tenía el cabello revuelto y una bandita en su mejilla, algunos como un hombre ya maduro vestido informalmente o de traje, a veces con gafas y otras no.


El detective estaba dispuesto a dejar el libro en su sitio, cuando una foto salió de entre las hojas, era un niño de enormes ojos azules y cabello blanco, que miraba a la cámara con curiosidad, una versión infantil y masculina de Mirana ¿Aquel era el conejo blanco? ¿Sería su hijo? ¿De ser así, donde estaba ese niño? ¿Cómo era posible que Damián no supiera que su empleada de mayor confianza estuviese alguna vez embarazada?

Maes abandonó la mansión Demon con más preguntas que respuestas, ya que solo tenía pistas inconexas que solo con demasiada suerte podrían pintar un panorama claro. Más tarde el azabache detective llamó a su jefe, enviándole todo lo recaudado en la inspección del cuarto de la empleada. A las pocas horas de dar su informe, recibió un mensaje de Damián: "Empieza a seguirla".

En un país diferente, el patriarca Demon montó en cólera, causando varios estropicios en su oficina: jarrones rotos y papeles desperdigados por el suelo eran de las cosas que más resaltaban en medio del desorden. Sin poderse contener más, volvió al hotel y se sentó en el bar establecido allí, mientras miraba con tristeza e ira al niño de ojos azules y cabellos incoloros, sintiéndose inexplicablemente traicionado.

Absortas de la ira de Damián Demon, Mirana paseaba con Elizabeth por el centro comercial, entrando y saliendo de las tiendas, comprando cuanto llamase su atención.

-De verdad que es extremadamente divertido salir contigo, Elizabeth -comentó la albina mayor con una sonrisa.

-Debes salir más, Mira. Pasas demasiado tiempo encerrada en esa tétrica mansión -regañó Elizabeth.

-¡Hey! ¡Qué no es tan tétrica, ese es mi hogar! -explicó haciendo un puchero.

-¡No es una crítica! -se burló- Es solo que me pareces un pájaro enjaulado allí, me recuerdas a mí -explicó con tristeza.

-Puedes creer eso, pero un pájaro que se encierra por sí mismo no es precisamente un prisionero y tampoco puede quejarse de ello -razonó- Además, soy muy feliz allí, tengo tantos recuerdos felices dentro de esas paredes -comentó recordando la infancia de Meliodas y Zeldris.

-Ellos ya crecieron, ahora no pasan tanto tiempo contigo, debes construir un poco más tu propia vida -aconsejó Elizabeth.

-Mi vida ha pertenecido a tantas personas antes que a mí misma, que me cuesta pensar en ella como propia. No sé qué haría aunque me dispusiera a salir de la jaula -confesó con la voz quebrada.

-¿Hay algo que te gustaba hacer? ¿Algo que extrañes? -indagó.

-Supongo que hay algo... -murmuró recordando el hielo congelado y el sonido de navajas raspando la superficie.

-¡Entonces, vamos! -exclamó alzando su mano con las llaves de su coche, haciéndolas tintinear.

Las mujeres de cabellos incoloros corrieron por los pasillos del centro comercial animadamente hasta regresar al vehículo, ignorando que habían captado la mirada de un transeúnte específico que se las topó por casualidad y decidió seguirlas.

Elizabeth y Mirana miraron con cierto nerviosismo al sitio en el que estaban, cuando lo conversaron en el automóvil no parecía una mala idea, pero ahora, los nervios las atacaban, a Elizabeth porque sería la primera vez que intentaba aquello y Mirana porque sentía ansiedad producto de un cúmulo de recuerdos dulces y amargos. Ambas se miraron e ingresaron a la pista de hielo cubierta tomadas de la mano.

Un grupo de instructores se empeñaron en atenderlas, debido a su apariencia inexperta y llamativa, pero fue Mirana la que encontró su voz primero e indicó al joven del alquiler de patines lo que necesitaban y se deshizo de los insistentes entrenadores para principiantes.

-Ya me encargo yo -explicó Mirana con confianza, dejando a los instructores anonadados con su voz y facciones.


Las dos jóvenes entraron al hielo de la pista, Elizabeth se sostuvo por inercia al borde de la cerca protectora, pero fue la sonrisa de Mirana la que la convenció de que no lo necesitaría.

-Practicaste ballet, el equilibrio no será tu problema -intenta imitar mi postura, indicó Mirana que se sostenía firmemente en la superficie resbaladiza.

-¿A-así? -preguntó irguiéndose aun temerosa y sin apartar una mano de la cerca.

-¡Perfecto! Ahora suéltate e imagina que te deslizas por el piso recién encerado con calcetines puestos, lentamente... ¡Eso! -exclamó al ver como Elizabeth tímidamente se deslizaba por el hielo.

Al poco rato Elizabeth disfrutaba la sensación de dar vueltas en la pista, y tomada de las manos de Mirana realizaron complejos ochos por el centro del hielo, causando impresión en los entrenadores allí presentes que las juzgaron como principiantes. Bailar por el hielo con la música de fondo era extremadamente divertido y liberador, y experimentándolo en carne propia Elizabeth entendió porque aquello resultaba tan anhelado para Mirana, pero aun no comprendía la razón de dejarlo atrás, viéndose tan feliz como se veía sobre el hielo.

La música cambio por una canción de Sia, de excelente ritmo, Elizabeth que estaba reclinada contra la cerca protectora, dejó de sentir a Mirana a su lado, entonces se sorprendió, la mayor se movía como propulsada por la música, realizando complejas poses con sus brazos y pasos que despegaban las afiladas navajas del hielo, dando la impresión de que pronto caería. ¡Cuán equivocada estaba! Mirana se movía sobre aquellos delgados ejes con mayor soltura de lo que lo hacía con tacones.

La voz de la cantante daba maravillosos altos, que eran acompañados por los pasos de la albina que sonreía hermosamente, realizando angelicales deslizamientos laterales que retaban las leyes de la física, pero cuando Elizabeth creyó que Mirana no podía sorprenderla más, su homóloga de ojos azules despegó ambos pies del hielo rotando sobre su propio eje a poca altura; y aunque cayó desprolijamente, casi perdiendo el equilibro de modo que tuvo que apoyar una mano en el suelo para mantenerse en pie, fue impresionante que una persona de su edad física fuera capaz de tal movimiento.

A pesar de su pequeño fallo, Mirana Arelian no redujo su entusiasmo y realizó otras piruetas menos complejas hasta que la canción concluyó con la última frase que resonó por toda la pista como una declaración de guerra: "I'm unstoppable today". La albina había concluido su "presentación" en el medio de la pista con los brazos extendidos a los lados y la respiración agitada, mientras miraba el techo, perdida en un recuerdo lejano bajo los reflectores, pero el bullicio de los aplausos y vítores la sacó de su ensoñación.

Los empleados y los clientes que respetuosamente se habían retirado del centro de la pista dejándosela a la mujer mientras ejecutaba su coreografía, ahora aplaudían y gritaban halagos para la misteriosa patinadora.

-¡Eso fue excelente! -gritó alguien desconocido.

-¡Maravilloso!

-¡Cásate conmigo! -gritó un desvergonzado, sacándole los colores a Mirana.

Mirana ejecutó una reverencia para su inesperado público y al concluir fue embestida por Elizabeth, quien apenas logró moverla de su posición bien plantada.

-¿Cómo lograste eso? -exclamó asombrada- ¡Fue fantástico!

-Tengo uno o dos secretos -admitió con las mejillas rosas.

-¡Y de los grandes! -dijo sin juzgarla o presionarla.

-¡Chica! ¡Preséntame a tu mamá! ¡Yo puedo ser tu padrastro! -gritó el desvergonzado de antes.

-¡No es mi madre! -gritó Elizabeth.

-¡No es mi hija! -exclamó Mirana al mismo tiempo.

Ambas platinadas se miraron y profirieron una carcajada. Minutos después, las mujeres se retiraban de la pista entre invitaciones a volver y propuestas de trabajo para la mayor, quien las rechazó amablemente. Una vez subidas en el vehículo, Mirana hablo:

-Gracias... -susurró- No sabes lo importante que fue esto para mí -explicó con la voz rota por las lágrimas contenidas.

-Siempre que quieras, Mira -comentó con una sonrisa mientras apretaba la mano ajena en un gesto de confianza.

Luego de dejar a Mirana a unas cuadras de la mansión Demon. Elizabeth emprendió camino de vuelta a su hogar en la costa, donde disfrutó de un relajante baño y preparó una cena sencilla para ella y su amado rubio, que regresaría pronto del trabajo.

Una vez que Meliodas ingresó a su hogar, se deleitó con el olor de la comida caliente de su novia y de la visión de esta mientras se movía por la cocina sirviendo los platos.

-Te preparé la tina, báñate y baja a cenar -pidió Elizabeth con tono alegre.

-¿Ni un besito para el rubio? -cuestionó fingiendo estar dolido.

-Mejor haz lo que te digo o el rubio se quedará sin besito indefinidamente -"amenazó".

-¡Me matas mujer! Abstinencia y sin besos, si muero te hago explícitamente responsable -farulló.

-Eres un dramático de primera, Mel -se burló Elizabeth acercándose al rubio y estrechándolo en sus brazos, depositándole un fogoso beso en los labios.

-De segunda -comentó al separarse del contacto- Zeldris es peor que yo, nishishi.

-A bañarse...

-Voy mamá -dijo irónico- Mejor dicho, mamasita -bromeó en español.

-¡Meliodas, báñate, ahora! -exclamó en un bien pronunciado español, para sorpresa del rubio.

-¡Dios esto es una tortura! Hablándome así... ¿Cómo pretende ella que no la tome contra la mesa? -cuestionó a los cielos.

Meliodas subió, tomó su baño como un niño obediente y luego se reunió con su novia, con quien conversó de todo lo que había sucedido en el trabajo y a su vez ella le relató su día de compras con Mirana.

-¿Sabías que Mirana patina sobre hielo? -cuestionó la platinada.

-No. Pero no me sorprende, Mirana tiene más habilidades que trucos tiene un mago ¡Ni idea de donde las saca! -exclamó Meliodas en respuesta.

-Supongo, pero, esa técnica y la atención que género en los instructores fue algo más...

-Ellie, cariño -llamó- Sé que Mira es una persona misteriosa, con cientos de historias ocultas, pero eso no cambia quien es para nosotros, algún día espero que pueda abrirnos su corazón y responder tantas preguntas que muero por hacerle, por ahora, toca ser paciente -razonó tomando las manos de su novia.

-Tienes razón

-Tal vez tenga un mapa del tesoro y me lo cuente cuando esté a punto de morir -bromeó.

-¿Ahora eres Luffy D. Monkey? -cuestionó la platinada con una perfecta ceja arqueada.

-¿Y tú haces chistes con referencias a One Piece? -rebatió impresionado- ¡No me la pongas tan difícil! ¡Se supone que hice unos votos de castidad y tú me haces el trabajo más complejo, Elizabeth! -se lamentó.

En otra zona horaria, Damián entraba a su habitación de hotel dando tumbos por lo alcalizado que estaba, una vez cayó en la cama, se acomodó por encima de las sabanas entregándose a un profundo sueño. Ignorando la parpadeante luz de su teléfono celular, que le avisaba de un nuevo archivo enviado por el detective a su chat de WhatsApp.

El viernes por la tarde, Meliodas avisó a su novia que tendría que quedarse hasta tarde en la oficina, ya que había tenido un día muy ocupado y que lo más probable era que tendría que trabajar el sábado en la mañana, por lo cual le recomendó a su amada platinada que se quedase en su departamento de la ciudad para que no estuviera sola en casa.

Elizabeth respondió rápidamente al rubio, indicándole que no se preocupara y que trabajara con tranquilidad. Horas más tarde, la platinada había concertado con sus amigas una noche de chicas en su departamento por idea de Merlín, quien necesitaba toda la ayuda posible para organizar su boda, y sabiendo que necesitaría a alguien sumamente experimentada en organizar grandes eventos, llamó a Mirana y la invitó a pasar la noche con ellas.

Antes de caer la noche, las chicas se fueron presentando en el departamento cargadas con comida y alcohol como para alimentar a un batallón, y la más exagerada fue Mirana, a quien le dio tiempo de preparar los roll cake de crema y fresas más delicados que Elizabeth había visto jamás.

-¿Entonces hablamos de una boda de 100, 200 invitados? -cuestionó Diane mientras disfrutaba su trozo de pastel.

-¿Para cuando quieres hacerlo, Merlín? -cuestionó Mirana bebiendo una copa de champan.

-Sí fuera por Escanor y yo, la semana que viene... -argumentó la azabache logrando que Mirana casi escupiera su bebida.

-¡Eso es muy pronto! -exclamó Gelda.

-Demasiado... -susurró la peliblanca con la voz pastosa.

-De ser así... ¿Porque no se fugan en secreto? -intervino Elizabeth.

-¡Eso es vulgar! -se defendió la de ojos ámbar.

-Ajá... -murmuró Diane sin creerle- Ahora dinos... ¿Qué es lo que verdaderamente te preocupa?

-Sé que Escanor quiere una ceremonia de bodas con familia y amigos, pero sinceramente empiezas por la tía más cercana que resulta ser muy cotilla y por eso terminas invitando hasta a la prima en tercer grado del obispo de la iglesia ¡Y la lista no hace más que crecer! -admitió exasperada.

-En ese caso... Creo que fugarse es una buena opción -intervino Mirana.

-¡No podría hacerle eso a Escanor!

-Escucha... Planean unas "vacaciones familiares" para supuestamente organizar la boda en un destino bonito, con padres y hermanos, juntando a las dos familias, el círculo más pequeño, le avisan a sus amigos más íntimos para que se presenten y montan la boda con algún servicio recomendado por el hotel. Es rápido, íntimo, moral y parece que se casaron en un arrebato de amor vacacional -explicó Mirana, quien al terminar se sintió como ratón acorralado, por las miradas que le dedicaba el resto del grupo- ¿Qué?

-¡Eso es! -exclamó Merlín.

-Eres un genio de las bodas -convino Diane.

-Mira y sus talentos sospechosos.

-Tú planearas la mía con Zel ¿Verdad? -interrogó Gelda.

-Su-supongo... -tartamudeó por la vergüenza- Eso sí, lleven el vestido y smoking comprados, aunque, elijan el lugar primero, y como es una escapada, nada muy voluminoso -aconsejó.

Así el grupo de amigas se vio sumido en una intensa conversación de estilos de vestidos y destinos turísticos excelentes para casarse.

-Es una pena que Nadja y Elaine no estén en este momento -comentó la castaña.

-Nadja tenía una cita con Gowther y Elaine recién salió de viaje esta semana, era imposible estar todas -razonó Gelda.

-Igual las extraño...

-Estos ánimos no son dignos de nosotras -intervino Merlín- Yo propongo que asaltemos el closet de Elizabeth y salgamos a divertirnos un rato.

-¡Yo digo, sí! -exclamó Elizabeth alzando la mano.

-¡Secundo! -alzó la mano Mirana.

El resto de las amigas alzaron la mano en apoyo a la propuesta y se adentraron en el armario de la platinada menor. Dos horas después todas estaban arregladas para una noche de fiesta, bajaron por el elevador y subieron a la camioneta negra de Merlín.

-¿Llamaron a Wandle? -cuestionó la azabache.

-Yo no lo hice -admitió Elizabeth.

-¿Quién es Wandle? -cuestionó Mirana.

-Es un amigo que tiene una excelente discoteca, es muy estricto con la seguridad y no hay problemas con los paparazzi -explicó Diane.

-A veces olvido que son gente importante y no pueden ir a todos lados -admitió la mayor.

-Sí, aunque sería genial ir a un sitio nuevo -comentó Gelda mientas el vehículo se ponía en marcha al centro de la ciudad.

-¿Les gustaría probar algo nuevo? -inquirió Mirana emocionada.

-¿Qué sugieres? -indagó la castaña- Adoro tus ideas.

-¿Qué tal un antro de música latina?

-¿Conoces un sitio así, aquí? -preguntó Elizabeth emocionada.

-Dame tu teléfono en la app de GPS y ya verán... -explicó con complicidad.

Quince minutos más tarde las chicas se hallaban ante un antro no muy concurrido del cual se escapaba movida música latina cada vez que abrían la puerta, el local estaba en una buena zona de la cuidad y bastante lleno al parecer. Luego de hacer cola unos minutos, el grupo de féminas ingresó e inmediatamente se contagiaron del ambiente, buscaron un sitio donde sentarse y pidieron unos tragos, al terminar la primera ronda de cocteles dejaron las copas boca abajo y se levantaron a bailar.

La noche transcurrió entre baile y gritos de euforia de las chicas entre la multitud, disfrutando del aparente anonimato al salir de los típicos locales que frecuentaba la clase alta de la ciudad. A eso de las dos de la madrugada, un presentador se subió a un escenario en el fondo del local, los reflectores lo iluminaron y con voz animada gritó:

-¡Buenas noches, publico encantador! ¡Por si no lo saben hoy es noche de playback! Así que el que se anime puede inscribirse en la cabina del Dj y subir a demostrar su desplante escénico -explicó- ¿Escucho aplausos? -preguntó y la multitud febril gritó en aprobación- ¡Entonces les espero en la cabina! -exclamó abandonando el escenario.

Muchas personas se dirigieron a la cabina a inscribirse en la dinámica, después de todo, no se necesitaba tener buena voz para hacer playback. Las amigas fueron arrastradas por la multitud y sin querer terminaron en la cola de participantes.

-Mirana debería participar -indicó Diane.

-¡Qué! -exclamó- Yo no ¡Ni loca! Están equivocadas.

-¡Anda! Lo harás fabuloso -animó Elizabeth.

-Son unas malditas... Lo haré solo si una de ustedes viene conmigo -propuso, y todas quedaron mudas- Ninguna candidata... Bien, será a dedo -y las señaló repetidamente una a la otra, diciendo una frase extraña que sonaba a: Tim y Marín- Pingüé. ¡Tú Elizabeth! -exclamó cuando su dedo se detuvo frente a la platinada y tomándola de la mano la arrastró por la fila hasta la cabina del Dj.

Luego de eso las amigas volvieron a sus asientos y pidieron unas bebidas esperando por que el duo de platinadas fueran llamadas por el presentador.

-¡Esas fueron Hana, Hilana y Fontana* con Stupid Cupid! -gritó el presentador- ¿Escucho aplausos? -y la multitud aplaudió a las tres bonitas jóvenes de aspecto mestizo- Y ahora, abran paso para este duo de hermanas que me pusieron a pensar en pintarme el cabello de blanco ¡Mirana y Elizabeth! -presentó el hombre.

-¡Es natural! -dijeron al unísono las albinas cuando subieron al escenario.

Ellas tomaron los micrófonos que les ofrecían y se pararon de cara a la otra viéndose fijamente.

-Déjate llevar -murmuró la mayor antes de que la música empezara.

-¡Este amor sabe a sal! -"cantaron" al unísono.

-No me sigas confundiendo, en este juego voy perdiendo... -"inició" Mirana.

-Que te tengo y no te tengo, cansada del mismo cuento, tú al veintiuno has jugado bien... -"siguió" Elizabeth.

-¡Sal! ¡Sal conmigo a bailar! Si nos gusta lo mismo, ay, niño, ya es de noche ¡Vamos a brillar! -"entonaron" las dos mientras movían sus manos en torno a su cuerpos.

Los cuerpos de ambas albinas se movían sensualmente, generando gran apoyo del público masculino, que las miraban con deseo. Mirana vio a un hombre de su gusto cerca del escenario y le tendió la mano para ayudarlo a subir, al tenerlo a su lado bailo con él, moviéndose lentamente contra él sin llegar a tocarlo verdaderamente, aun cuando el tipo insistía en acortar la distancia, lo mismo pasaba con Elizabeth que bailaba con un atractivo joven a una distancia prudente.

-Al menos déjame jugar ahora, sin mucha demora, si no te incomoda... -"cantó" Elizabeth- ...Tú al veintiuno has jugado bien, pero ¿Esta noche besarás a quién?

- ¡Sal! Este amor sabe a sal, tanto sodio me sabe a odio pero te quiero y eso es obvio -"cantaron" al unisonó.

-Que te tengo y no te tengo, yo ya entendí este cuento, pero ese closet cerraste bien ¿Y esta noche lo abrirás con quién? -"entonó" Mirana seguido del coro juntas- ¡Ya es de noche vamos a brillar!

Ellas bailaban con sus acompañantes con destreza, haciendo movimientos con sus manos y brazos acordes a la música, emulando el sinuoso andar de las serpientes, Elizabeth se mantuvo más recatada que Mirana, quien ya había comenzado a pasar descaradamente sus manos por el torso masculino, tentando al hombre, acariciándolo como si de verdad él le gustara, aunque la mirada azul de la mayor daba a entender que ella pensaba en alguien distinto.

-La verdad si me enamore, esto arde y yo sé porque, quiero verte feliz, aunque sea con.... Él -"finalizó" Mirana dándole un leve empujón al hombre que chocó su espalda contra la del muchacho que bailó con Elizabeth.

Las amigas bajaron del escenario y se reunieron con las demás entre risas, siendo seguidas por el hombre que bailó con la platinada mayor.

-¡Eh! ¡Oye! -llamó el hombre sin acordarse del nombre de Mirana, hasta que la tomó de la muñeca.

-¿Disculpa? -cuestionó la albina mirando al hombre con severidad.

-¡Lo-lo siento! -se apresuró a soltarla- Es que yo creí que tú y yo... Bueno, podíamos, ya sabes bailar un rato más juntos -explicó siendo intimidado por la mirada de desprecio de la mujer.

-Creíste mal -aseguró.

-Es que allá arriba, tu y yo...

-Fue una actuación, querido. No fue en serio -explicó con un poco de burla en su voz.

-Pero podría serlo -propuso con voz galante.

-Nunca -aseveró.

-Eres una perra de hielo -insultó.

-Y tú una porquería incapaz de calentarme -devolvió el insulto- Y es mejor que no te me acerques más -advirtió con un brillo malévolo en la mirada, intimidando al hombre.

-¡Eso fue genial! -exclamó Diane con la mandíbula desencajada- ¡Te lo quitaste como una pelusa! ¡Ni pudo contestarte! ¡Debes enseñarme a hacer eso! -comentó llena de admiración.

-Es una habilidad desarrollada en contra de mi voluntad, no te la recomiendo -comentó en tono amable.

Las amigas pasaron una hora más en el lugar y cuando estuvieron satisfactoriamente cansadas se retiraron del local, de regreso en el vehículo Gelda preguntó a Elizabeth:

-¿Esta bien si subo el video de la presentación con Mira? ¡Fue espectacular!

-¡Claro! A mí no me molesta -dijo la platinada menor- ¿Y a ti? -cuestionó mirando a la albina.

-Para nada -aseguró Mirana.

Y así se subió el video a Instagram, ignorando todo el impacto que iba a generar.

Al día siguiente el grupo de amigas durmió hasta tarde, mientras que Meliodas abandonaba su departamento a primera hora de la mañana para concluir todo el trabajo que había quedado pendiente la noche anterior.

Una vez en su oficina, Meliodas se dio el tiempo de pasear por sus redes sociales, encontrándose con el video que había subido Gelda, admiró el recato con que Elizabeth mantuvo a raya a aquel tipo, lo que mantuvo tranquilo a su dragón de los celos interno, aunque lo que más le sorprendió fue la actitud de Mirana, la callada y tranquila nana, mostraba una nueva faceta que desencajaba mandíbulas. Etiquetó a Zeldris en la publicación, posando sus orbes verdes en los comentarios, captando algo que no le gusto:

@1noseTokiya: ¡Esa es mi novia! 💞 💞 💞

Estuvo tentado a responder al comentario pero se decantó por averiguar quién era el tipejo peliazul de la fotografía de perfil. Al cargar, Instagram le arrojó un perfil con cientos de fotos, con la descripción:

Tokiya Ichinose*

S.T.A.R.I.S.H.!

Japanesse Idol. 24

Check my new single:
Independence: https://youtu.be/2nXJxq0ZuY8

Un idol, eso sorprendió a Meliodas, no contuvo su curiosidad y buscó las publicaciones en común que tenía su novia con aquel hombre, encontrando múltiples fotos en alfombras rojas, videos de ellos cantando e imágenes en las que lucían muy cercanos.

Se detuvo en uno de los videos, donde ambos fingían cantar el éxito de Becky G - Mayores, en una dinámica muy cercana y confianzuda. El dragón de los celos se removió. Meliodas intentó mantener la calma y llamó a Elizabeth para preguntarle, pero la llamada fue mandada a buzón de voz. El dragón estaba tomando fuerza.

La curiosidad lo llevó a googlear sus nombres juntos, encontrándose con dos docenas de artículos sobre ellos como pareja, siendo el más antiguo publicado poco menos de una semana a que ellos se conocieran. En el reportaje decía que: eran la pareja del momento y que con la última campaña publicitaria protagonizada por la platinada, su relación había sido declarada como "oficial" por el peliazul, antes de que él partiera a una corta gira de seis meses por Asia.

Y el dragón escupió fuego. Meliodas intentó múltiples veces comunicarse con Elizabeth siendo mandado continuamente a buzón de voz, pero ya no podía serenar su mente. Mientras más leía, su ira y tristeza se convertían en un nudo que le asfixiaba. Desesperado, salió de su oficina, rumbo a la tienda de comestibles más cercana, donde se proveyó de una bolsa gigante de ositos de gomita y una botella grande de vodka.

Volvió a su oficina y sirvió una generosa cantidad de los coloridos ositos en un vaso, y los cubrió con vodka, sumiéndose en un vórtice de alcohol dulce y colorido, dos horas después tenía la cabeza en las nubes por el alcohol y las gomitas, hablando improperios solo y con esporádicos arranques de ira que desquitaba contra alguna carpeta de documentos inocente. En algún punto, el alcohol desconectó su sistema y el rubio cayo dormido en la alfombra de su oficina, al lado de una botella de vodka vacía y algunas gomitas que se habían salvado de su arrebato.

Era la hora del almuerzo cuando las bellas durmientes en el departamento de Elizabeth recién se levantaban y conversaban animadamente cuando Gelda gritó:

-¡Oh, oh! Ya Meliodas vio el video -se burló como niña.

-¡Ay, por Dios! ¡Meliodas no se pondría celoso por eso! -argumentó Elizabeth.

Y aunque Elizabeth sonó muy segura, una ínfima semilla de duda se plantó en su cerebro, y una hora después esa semilla germinó, a la primera llamada sin contestar le siguieron otras quince. La platinada ya estaba bastante nerviosa cuando Mirana decidió intervenir, llamando al rubio ella misma. Y tampoco contestó, diez minutos después la mayor recorría el departamento de arriba abajo compulsivamente.

-Meliodas siempre contesta sus llamadas, a ninguna hora deja de contestarme ¡Así lo crie! -argumentó la ojiazul nerviosa- ¿Sabes que haría hoy?

-Me dijo que estaría en la oficina en la mañana si no terminaba todo el trabajo ayer -contestó mecánicamente Elizabeth.

-Llamaré a Chandler -dijo Mirana sacando su teléfono- Buenos días, Chandler ¿Meliodas fue a trabajar hoy? -cuestionó al asistente- ¿Cómo que llevas rato sin saber de él? ¿Dónde demonios estás? ¡Tú siempre le pisas los talones a Meliodas! -gritó y posteriormente guardo silencio- Entiendo, iré a la empresa -colgó la llamada.

»Chandler dice que lo vio en la mañana pero tuvo que atender un llamado de Damián y no sabe de él hace horas, que lleva rato llamándolo y tampoco le contesta -explicó Mirana- Algo anda mal, lo sé. Voy a la Torre Demon -dictaminó tomando su bolso.

-Te acompaño -dijo Elizabeth.

-Bien, pero hay que cubrirte el cabello.

Elizabeth tomó la primera peluca que divisó en su armario y salió corriendo tras Mirana, con las llaves de su vehículo en la mano.

-Dame las llaves -pidió Mirana al llegar al estacionamiento.

La ojiazul menor, que ahora lucía una melena azabache le extendió las llaves a la mayor. Mirana se subió al deportivo de Elizabeth y encendió el motor, y cuando la menor ingresó al asiento del copiloto, la peliblanca arrancó.

Mirana conducía con soltura, esquivando vehículos y calles embotelladas con suma agilidad, logrando que llegaran al edificio de la compañía en menos de veinte minutos, de su bolso sacó una tarjeta magnética que deslizó frente a un lector del estacionamiento, abriendo el portón automático, luego de entrar y aparcar junto al deportivo de Meliodas ambas subieron inmediatamente al elevador, el cual accionó con la misma tarjeta y pulsó el último piso.

En la recepción de presidencia no había nadie, todo estaba absolutamente silencioso, Mirana avanzó a paso rápido por el corredor y una vez estuvo frente a la puerta de la oficina del rubio, sacó un manojo de llaves de su bolso, seleccionó una y abrió el cerrojo.

Ambos pares de ojos azules se salieron de sus orbitas. El desorden, Meliodas en el suelo, la botella de vodka y el paquete de gomitas. Mirana lo sabía, él se había emborrachado a propósito, y seguramente fue por un motivo estúpido.

Elizabeth se precipitó sobre el cuerpo de su novio, con los ojos anegados en lágrimas.

-Mel, Mel... ¡Mel! -gritó poniendo la cabeza del rubio sobre sus piernas.

-Tranquila Ellie... -intervino con voz dulce- Solo esta borracho.

-¿Borracho? ¡Meliodas es capaz de tomarse una destilería entera y no estar ni mareado! -exclamó desesperada.

-Tranquila -arrulló con su voz sentándose junto a la triste muchacha- ¿Recuerdas lo que te conté de las gomitas?

-¿Qué Meliodas ama las gomitas de osos? -inquirió confusa.

-Tanto que se emborracha con ellas y vodka. Meliodas no tolera el vodka, ni su olor o sabor, se emborracha con tres tragos, por eso lo mezcla con gomitas cuando... Quiere desconectarse o se siente deprimido -confesó.

-¿Pero que lo pudo impulsar a hacer eso?

-Por ahora no lo sé, pero lo que sí sé, es que este niño de aquí tendrá una resaca de proporciones épicas y colosales, tenemos que sacarlo de la empresa -dijo Mirana.

Entre ambas mujeres sacaron al rubio y sus pertenencias indispensables de la oficina, cerrando y dejándo todo exactamente como estaba. Abordaron el elevador y segundos después Meliodas pareció despertar.

-¡Ellie! -gritó enganchándose de Mirana.

-Borracho tonto, soy Mirana, tu nana -regañó.

-¡Mamí! -exclamó- ¿Y Ellie? ¿No vino a buscarme? ¡Seguro esta con ese cantantucho! ¡Ella me dejará, mamá! En cuanto ese novio venga... Ella se irá con él -se quejó como niño pequeño.

-¿De qué hablas Meliodas? ¡Elizabeth está aquí! -preguntó girándolo hasta la chica de cabello ébano.

-¡impostora! Te haces pasar por Ellie! -acusó señalándola con el índice.

-¡Meliodas que soy yo! -gritó quitándose la peluca- ¿De qué novio hablas?

-¡Ellie! -enganchándose al cuello de la platinada y frotando su cara contra los prominentes senos- Dime que no me dejaras, Ellie. Voy a crecer. Dejare de ser chaparro, pero no me dejes -gimoteó.

-Este de verdad que se pasó dos estados en el alcoholímetro -susurró Mirana ante la actitud extraña de Meliodas.

-Sí se tomó esa botella de vodka solo, está mejor de lo que debería -argumentó Elizabeth.

Las mujeres ayudaron al rubio a "caminar" hasta el auto de la platinada y lo sentaron en el asiento de copiloto, advirtiéndole que se debía portar bien y no debía interrumpir al conductor, hablándole como si fuera un niño pequeño. Luego de asegurarse que el rubio al menos seria obediente, Mirana y Elizabeth acordaron llevarlo al departamento de la menor, Mirana subió al vehículo de Meliodas y Elizabeth condujo el suyo.

-Maneja con cuidado, yo me adelantaré para comprar algunos ingredientes para cocinarle algo que le asiente el estómago -sugirió Mirana desde el automóvil del rubio.

Ambos vehículos enfilaron a la salida, en cuanto estuvieron fuera Mirana arrancó primero y Elizabeth se rezagó, dándose un momento para suspirar y mirar a su novio dormitar en el asiento.

-¿Qué demonios te pasó, Mel? -susurró para sí misma.

Ellas ignoraban que alguien las había seguido, filmando sus movimientos. El detective contratado por Damián. El hombre que le daría las pruebas al patriarca de la familia Demon de que Meliodas tenía una relación con Elizabeth Goddess y de que Mirana era su cómplice.

Más tarde en otra zona horaria Damián observaba iracundo los archivos enviados por el investigador. Mirana bailando provocativamente con un hombre. La mujer de cabellos platinados en un vehículo con su hijo. Y la complicidad que existía entre Mirana y esa mujer.

En el fondo Damián quería que todo resultara una mentira, que Mirana no tuviera tantos secretos como parecía, que su hijo no estuviera enredado con el enemigo y que la mujer que vivía en su casa, la que amaba en la distancia, no fuera cómplice de aquella traición.

Negado a la verdad, alegando que las imágenes eran poco nítidas, ordenó al detective seguir buscando, hasta que no quedara un ápice de duda, le dijo que siguiera los movimientos de Mirana, que cavara más profundo. Porque él tenía que saber todos los secretos que se arrastraban bajo su nariz.

Durante una semana Damián recibió más información sobre los movimientos de su hijo y su novia que de los de Mirana, sobre ella no había nada antes de los diecisiete años, dirección, correo electrónico, redes sociales, nada; y eso solo lograba extinguir su exigua paciencia. Las primeras incógnitas estaban resueltas: Meliodas era novio de Elizabeth Goddess y Mirana era su cómplice. Pero lo que más deseaba saber seguía oculto ¿Quién era la supuesta Mirana Arelian?

Poco después, una misteriosa carta fue enviada a su habitación de hotel, el sobre era blanco y estaba sellado con cera caliente, daba la impresión de ser la invitación a una fiesta temática, pero no, dentro venia una hoja escasamente escrita en ingles:

"Estimado Damián Demon:

Ha llegado a mis oídos la información de que usted está investigando a la señorita Mirana Arelian, solicito amablemente que deje de hacerlo, su pasado no es de su incumbencia. Sé que ella tiene deseos de servirle fielmente y por ello es que permanece bajo su cuidado. Es una mujer obstinada que conozco mejor que usted, puedo dar fe de su integridad y sanas intenciones al permanecer laborando en su morada. Pero le advierto, no siga cavando, o tendré que verme involucrado en el asunto y me la llevaré de su lado.

Saludos cordiales.

G"

Una amenaza anónima. ¡Eso era el colmo!

El azabache tendría que pensar cuidadosamente su siguiente movimiento. Nunca pensó que investigar a Mirana por celos abriría una caja de pandora para la que no estaba preparado ¿Qué resolvería primero?

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*Maes Hughes: personaje del anime/manga Fullmetal Alchemist. Super recomendado.

*Hana, Hilana y Fontana: no sé si esos son sur verdaderos nombres, pero aquí quise hacer una referencia a El diario de una princesa. ¡Viva la princesa Amelia Mignomet Termopolis Renaldi!

*Tokiya Ichinose: personaje de un anime de idols llamado Uta no prince-sama.


Créditos a mano porque salen de mi mas profundo afecto por todos ustedes. Espero logren leerlos.

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