35._ My family

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Estarossa Pov's

Desde aquel día habían pasado semanas, y mucho cambió.

Ese día en que Mirana pronunció las palabras más duras y ciertas que he escuchado en mi vida.

Aun en la soledad de la inmensa casa que me pertenece no dejo de rememorar cada una de ellas. Cada jodida oración fue un golpe brutal directo a los cimientos de mi errónea adultez.

"¡Pero eso no les daba derecho a contaminar a un niño inocente!"

"¿Crees que no lo sé?... ¿Crees que no sé porque me odias?"

"Has intentado durante años que ellos se pongan de tu lado"

"¡Eres un estúpido y un imbécil! Te has aislado voluntariamente con tu comportamiento, solo por no intentar salir de tu mente cuadrada."

"Anhelando que las cosas se enderecen algún día... Para dejar de estar solo... Te has rodeado de tanta mierda que no tienes un segundo de paz en esa cabeza tuya."

"Eres incapaz de pensar por ti mismo... Por ello eres el Demon más mediocre de la familia. No sabes jugar tus cartas, niño. Afortunadamente tu mal no es irreversible, y te sugiero que empieces a reorganizar tu cabeza."

Me he empecinado en jamás reconocer mis debilidades, ocultándolas bajo una máscara que estoy agotado de portar. Muy dentro de mí, siempre supe que alguien me arrancaría la máscara tarde o temprano, solo que no esperé que fuera ella y menos de aquella manera.

¡Me confrontó!

Luego de años de insultos, me confrontó. ¡Y de qué manera!

Mostrándonos, a mi tío y a mí, sus verdaderos colores, los mismos que conocí en antaño y de los que me valí para sustentar las disparatadas teorías de mis difuntos padres, para juzgarla, estigmatizarla y agredirla.

Sin importarme como hería a una de las pocas mujeres en mi vida a la que realmente le había importado.

Flash back.

-¡De nuevo! –exigió Maya luego de golpear con una regla de madera la mano derecha del niño peligris- ¡Zeldris es dos años menor que tú y su ritmo es perfecto! ¡No puedes quedarte atrás Estarossa! –regañó la mujer.

Los oscuros ojos del niño miraron con tristeza las teclas del piano antes de comenzar a pasar rítmicamente, pero de manera algo torpe, sus dedos sobre el frio marfil.

-Tal vez, si volviera a tomar lecciones junto a Meliodas podría igualarlo, la sana competencia me ayuda a mejorar –argumentó el infante de casi siete años.

-¡Imposible! –negó la madre del pequeño- Elise está muy desmejorada para supervisar sus lecciones y no te dejaré bajo el cuidado de esa oportunista –argumentó.

-¿Oportunista? –inquirió el niño confundido.

-¡Ya te lo he dicho antes, niño! ¡Esa mujer! ¡La niñera traída de quien sabe dónde por Elise! ¡Es una víbora! –dijo Maya despectiva- Si piensas ser algún día el mano derecha en la Corporación Demon debes ser más abierto a los detalles. Siempre fingiendo ser un ángel pero vistiendo como una zorra, ganándose el cariño de todos para en cuanto Elise muera enredar a tu tío con sus artimañas y hacerse con el puesto de la nueva señora Demon. Le he dicho a tu padre que hable con su hermano al respecto, pero Damián está negado a escuchar razones.

-Mamá, no hables así... Tía Elise va a mejorar –comentó el menor en su inocencia.

-¡Eres un ingenuo, Estarossa! –reclamó la azabache volviendo a azotar la diestra del peligris con la regla.

Fin del flash back

Mi madre jamás cambio.

Maya Demon provenía de una familia de la alta sociedad, acostumbrada a las traiciones e intrigas, donde tus ojos no solo debían mirar al frente, sino tras tu espalda también. Aquello fue lo que la formó, lo que arrasó de su vida cualquier atisbo de inocencia o buena voluntad, inclusive la que debió ser dedicada a su propio hijo.

Se encargó de criarme tan retorcido como ella.

Pero siempre hubo un cabo que se le escapaba. Mi padre solía viajar mucho y ella lo acompañaba, por lo que me dejaban al cuidado de tía Elise con frecuencia.

De mi rubia tía aprendí sobre la caridad, bondad, amor y lealtad.

Y todo ello se reforzó con la llegada de Mirana.

Ambas resultaron ser el mismo tipo de personas, casi talladas de la misma madera. Me encantaba pasar tiempo con ellas y mis primos. Ellas jugaban, preparaban meriendas para que todos la disfrutáramos en el jardín, pintaban, corrían y veían caricaturas.

Todo como si hubieran salido de un cuento infantil: la reina dadivosa y amorosa, junto a su doncella leal y amable.

Pero igual que en los cuentos, la maldad alcanza al pacifico reino para llenarlo de pena y llanto.

Luego de la muerte de tía Elise, no pude evitar empezar a creer en las palabras de mis padres. Lo que en un principio fueron comentarios aislados, se convirtieron en conversaciones reincidentes, la mayoría de ellas en mi presencia.

En cada conversación que tenían directamente conmigo, mis padres me pedían lo mismo: advertir a Meliodas y Zeldris, para que ellos no se dejaran engañar por la actuación de Mirana.

Al principio quise hacerme mi propia opinión, pero mi mente infantil y adoctrinada siempre sacaba todo de contexto. Y solo ahora soy capaz de darme cuenta de ello.

Flash back

-¡Suficiente de cortinas negras! –indicó Mirana a unos empleados que bajaban las pesadas cortinas de lúgubres colores- Hay que volver a poner las anteriores... Pero... ¿No sería mejor unas nuevas? –cuestionó al mayordomo.

-Queda a su decisión señorita Mirana. El amo Demon ha dejado la gestión total de la casa a su mando –le recordó el hombre de cabellos negros entrecano.

-Bueno, un mes es suficiente para llevar el luto hasta en las cortinas. Avisa al chofer para que esté listo, llevaré a Mel y Zel conmigo a elegir telas –informó la albina.

-¿Llevarlos con usted? –indagó el empleado preocupado.

-Sí, ya es tiempo de comenzar a reconducir sus vidas, son niños y sin guía de los adultos no serán capaces de olvidar el pasado –comentó la de ojos azules con una sonrisa.

Fin del flash back

Cada vez que fui testigo de alguna acción de Mirana la descontextualicé. Cuando redecoró el recibidor para hacerlo más luminoso, la vez que empezó a cuidar por sí misma del invernadero de tía Elise, ese instante en que movió el altar de mi tía a un "rincón" del salón principal o mandó a descolgar el retrato más reciente de Elise de comedor.

Simplemente por no querer pensar más allá de las ideas que mis padres habían programado en mi cabeza. Sabía que tía Elise llevaba años queriendo redecorar el recibidor pero su enfermedad se lo impidió, también era consiente de todo el esfuerzo que la difunta doctora invirtió en ese invernadero y que ella habría estado muy triste si sus flores hubieran muerto. ¡Y cómo olvidar que aquel "rincón" de la sala era donde la rubia madre de Meliodas se sentaba todas las tardes a leer o tejer! Aun cuando enfermó gustaba de pasar su tiempo allí viendo las hojas caer de los árboles del jardín, sin quejarse ni una vez por la corriente de aire frio que le atacaba en ese exacto lugar. Sin olvidar que aquel retrato fue cambiado por uno solo un poco más viejo, antes de que el cáncer la devorara, donde estaba dichosa y feliz, junto al hombre de su vida y los hijos que pudo procrear con él, incluso yo mismo estaba en la escena.

Deliberadamente ignoré cada connotación dulce que pudiera venir de Mirana, solo para encasillarla en el papel de villana que mis padres y yo habíamos decidido atribuirle.

Y me obcequé en "abrirle" los ojos a mis primos a su "maldad".

Flash back

Habían pasado dos años de la muerte de Elise. Y por primera vez desde el fallecimiento de la matriarca, la mansión se engalanaba para volver a celebrar la navidad, todo en honor a la dama de aquel hogar que adoraba las celebraciones decembrinas.

Mirana había cubierto cada superficie posible con hermosas decoraciones, incluso eligió un enorme pino navideño natural que casi rozaba el alto techo del salón principal que fue decorado por ella y los hermanos Demon.

Era veintiuno de diciembre y nada más entrar por la puerta principal se percibía el olor de galletas recién hechas.

Meliodas y Zeldris estaban en el salón principal degustando galletas de formas navideñas y una taza de chocolate caliente con malvaviscos cuando entró a la estancia Estarossa, quien los miró con el ceño fruncido y brazos cruzados desde el arco del salón.

Los ojos ónices del peligris escanearon con desagrado el alto árbol, las botas rojas y blancas que colgaban en la chimenea, incluso bufó ante el ramillete de muérdago colgado en lo alto del arco bajo el que se encontraba.

-¿No creen que esta vez su descaro superó las expectativas? –indagó el recién llegado con el sarcasmo destilando en sus palabras.

Meliodas apenas alzó la mirada en dirección de su consanguíneo y pronunció.

-Bienvenido, Ross. No te veía desde Halloween –comentó con desgano volviendo a su taza de chocolate.

-Primo, podemos pedirle a Tanaka que te sirva chocolate ¿Gustas? –invitó Zeldris de seis años con cordialidad.

-Si lo hizo esa perra, no gracias –respondió con desagrado.

Zeldris frunció el ceño ante la despectiva respuesta de Estarossa, él decidió dejarlo pasar por el momento, pero miró con preocupación cómo Meliodas apretaba con más fuerza sus manos en torno a la taza.

-Y hablando de ella ¿Dónde está? ¿Descansando de fingir que de verdad los quiere? ¿O malgastando más en decoraciones innecesarias? –cuestionó con amargura- Es una verdadera hipócrita, fingir que quería a tía y apenas a dos años de su partida ya anda celebrando.

-¡Podrías callarte, Estarossa! –exigió el rubio, levantándose del sofá en el que estaba.

-¿Y tú podrías dejar de ser tan estúpido? –rebatió el niño de ocho años- ¡No me digas que no has notado lo que sucede! ¡Ella está fingiendo! ¡No los ama! ¡Esa mujer solo quiere ocupar el lugar de tía Elise! ¡Y si lo logra lo primero que hará será enviarlos muy lejos a un internado! –gritó.

-¡Já! –rió cargado de ironía- De ser así acabaremos juntos en el mismo internado, porque a ti ni tu propia mamá te quiere, al menos Mirana "finge" hacerlo –argumentó haciendo comillas con sus dedos en el verbo fingir.

-¡No sabes de lo que hablas, Meliodas! ¡Solo quieres tapar el sol con un dedo! –reclamó Estarossa conteniéndose de lanzarse contra su primo mayor.

-Sé perfectamente de lo que hablo y más te vale que te alejes de nosotros a menos que quieras aparecer en las fotos de los periódicos con un ojo morado –amenazó el rubio.

-¡No te tengo miedo! ¡Ni a ti! ¡Ni a esa perra!

-Si eres tan valiente porque no la insultas de frente, o mejor ¿Por qué no la insultas frente a mi padre? –cuestionó el Demon mayor con astucia.

Ante la falta de argumentos el peligris estaba por conectar su puño contra el rostro de Meliodas. Pero toda acción de los mayores fue detenida por el sonido de los gimoteos infantiles a su espalda.

-Zel... -susurró el hermano mayor.

-¡Es mi culpa! –exclamó el azabache con algunas lágrimas empezando a bajar por sus mejillas.

-¡No! ¡No, Zel! ¡No es tu culpa! –aseguró Meliodas acercándose al menor- Fue una buena idea, padre lo dijo.

En ese momento llegó a la habitación una agitada Mirana, encontrándose con la escena de Estarossa petrificado en el medio del espacio y Meliodas intentando desesperadamente consolar a Zeldris con palabras.

-Mi Zel –llamó la adulta ganadose las expresiones consternadas de los tres niños.

La albina se acercó hasta el lloroso pelinegro y lo alzó entre sus brazos, equilibrando el peso del menor en su cadera.

Instintivamente Zeldris escondió su rostro en el cuello de su nana, donde continuó llorando y pidiendo disculpas repetidas veces.

-Lo siento, Mira –se disculpó el rubio con gesto entristecido- Debí cuidar mejor de Zeldris, interrumpimos la tarea importante que hacías para padre.

Ante las palabras del rubio, Estarossa frunció el sueño.

-No es su culpa, de todos modos ya casi había terminado –aclaró la adulta acariciando los revoltosos cabellos del ojiverde mayor.

Mirana se dio la vuelta dispuesta a abandonar el salón con el menor en brazos, encontrándose con el peligris en completo silencio.

-¡Hola, Estarossa! Bienvenido –saludó con una sonrisa.

El aludido permaneció en silencio, incluso de alejó cuando la albina hizo amago de acariciar sus cabellos.

Mirana esbozó una breve mueca de tristeza antes de volver a hablarle al visitante.

-Debo calmar un poco a Zeldris, pero le pediré al señor Tanaka que te sirva chocolate caliente y galletas, un plato para ti solo, para que las disfrutes a gusto en lo que regreso. ¿O te gustaría otra cosa? ¿Enciendo por ti la televisión?

-Yo puedo solo –respondió el peligris con cara de molestia.

-Bien –murmuró la mayor.

Mientras la albina se retiraba con Meliodas siguiéndola de cerca, Estarossa alcanzó a escuchar como Zeldris decía: "No debí pedir volver a celebrar navidad".

Fin del flash back.

Con el pasar de los años solo empeoré mi actitud, haciendo comentarios más despectivos e hirientes, utilizando contra Mirana cada grosería nueva que aprendía. Y tras la muerte de mis padres descargue mi rabia como quise en ella, incluso pasé de la agresión verbal a la física.

Tenía diecisiete cuando el avión privado en el que viajaban mis padres sufrió un desperfecto y se perdió en una tormenta tropical. Recuperaron sus cuerpos días después de su desaparición, y ya se encontraban en un estado avanzado de descomposición como para hacer un funeral con féretros abiertos.

Mi tío asumió mi tutela, hasta que tuviera la edad legal de independencia. Pero igual que ahora, casi nunca paraba en casa, por lo que vivía día a día junto a Mirana y Zeldris.

Cursaba el último año de secundaria, y pronto tendría mis exámenes de admisión a la universidad; estaba presionado, triste e iracundo. Y descargué todo con quien solo quiso ayudarme.

Flash back.

El adolescente de grises cabellos subía las escaleras de la mansión Demon con el ceño fruncido.

La manera en que el menor pasó por su lado preocupó a Mirana, aquel comportamiento no era el usual, lo normal era que el ojinegro se detuviera a insultarla o mirarla despectivamente y eso no sucedió.

No era que la albina deseara ser maltratada, pero desde que Estarossa llegó a vivir con ellos prestaba atención a cada mínima variación en la conducta de él, después de todo, ahora era su responsabilidad directa en ausencia de Damián.

-Estarossa –llamó con voz amable- ¿Sucedió algo? –preguntó al notar que el peligris detenía su avance por los peldaños.

-Nada de tu incumbencia –aseguró.

-Ross, entiendo que actualmente estas pasando por mucho, la universidad, el duelo y no es fácil para ti estar aquí y... -suspiró- Solo quiero que sepas que puedo ayudarte en lo que necesites –aseguró.

Mientras hablaba la ojiazul había subido algunos escalones acercándose al adolescente poco a poco, pero había sido un error interpretar su mutismo como una señal de docilidad.

Estarossa rió con amargura.

-¿Qué? ¿No ha servido hacerte la buena con mi tío y ahora cambias de objetivo? –indagó con la amargura destilando de sus palabras- ¿Acaso pensaste: "Será más fácil meterse en la cama del pobre huérfano y manipularlo"? ¿Así piensan las prostitutas como tú, no es así? Cambian de objetivo a uno más débil cuando es conveniente.

-Estarossa yo... -intentó hablar Mirana con el ceño fruncido, esforzándose por no dejar fluir su carácter.

-¡No me llames por mi nombre, perra! –gritó el de ojos oscuros- ¡Estas bajo mis órdenes! ¡Soy tu superior! ¡No me trates con tan familiaridad! Tus trucos baratos no servirán conmigo como con mis patéticos primos.

-Estarossa, solo estoy ofreciendo escucharte si quieres hablar, ayuda si quieres estudiar, o si prefieres que sean otras personas podemos llamar a un terapeuta o tutores privados –argumentó la enfadada mujer.

-¡No me tutees, zorra! –gritó- ¡No necesito nada de ti! ¡Ni tampoco jodidos tutores o loqueros!

-¡Necesitas abrirte con alguien o todo lo que estás pasando te devorará por dentro! –reclamó la albina en voz alta.

-¡CALLATE!

La mano del adolescente se movió tan rápido que la ojiazul no tuvo tiempo ni para sujetarse de la barandilla. El impacto de la palma del peligris sobre el rostro de Mirana fue tan contundente que al retroceder los pies femeninos resbalaron del escalón, y cayó de espaldas, rodando hasta el suelo del recibidor.

El evento no habría pasado de unos cuantos moretones si Mirana en su desespero por amortiguar la caída no hubiera apoyado mal la muñeca derecha, fracturándosela.

Algunos empleados de la mansión que se habían acercado al lugar, alarmados por los gritos, vieron con consternación como la albina se mordía fuertemente los labios conteniendo los gemidos de dolor mientras sostenía fuertemente su muñeca con la mano izquierda.

-¡Señorita Mirana! –exclamó Tanaka acercándose a la herida para ayudarla a levantarse.

La mirada del mayordomo escrutó con severidad a Estarossa, quien seguía paralizado en lo alto de las escaleras viendo la escena.

-¡Que preparen un vehículo inmediatamente, llevaremos a la señorita a urgencias! –ordenó el mayordomo de cabello entrecano a una de las mucamas que estaba allí paralizada.

-¡Alto! –dijo Mirana con voz ahogada.

Los empleados presentes se detuvieron a la espera de las indicaciones de la albina.

-Que alguien busque en mi habitación un par de tacones, los más altos que encuentren y ni una palabra de esto a nadie ¿Entendido? –exigió. Y volteando en dirección de Estarossa repitió- ¿Entendido?

El peligris asintió y desapareció en los pasillos del segundo piso. Y los empleados empezaron a moverse por la para cumplir las órdenes dadas.

-Justo el fin de semana en que Meliodas llega de Tokio –se lamentó Mirana.

Y como si el mundo conspirara para que aquello no se mantuviera en secreto en el instante en que Takana conducía uno de los vehículos de la familia para llevar a Mirana a urgencias, venia entrando el deportivo de Meliodas a la propiedad.

El carro del rubio sonó el claxon para que el mayordomo se detuviera, y para sorpresa de ambos adultos, del deportivo bajaron Meliodas y Zeldris.

-¿Qué sucedió? –exigió saber el rubio al ver las expresiones preocupadas de Tanaka y su nana.

-Vamos a urgencias, la señorita tiene la muñeca fracturada.

La expresión de Meliodas y Zeldris se llenó de pánico, el rubio deseaba haber mil preguntas, pero al notar la palidez extrema en el rostro de su nana, solo dijo:

-Adelante, Zeldris y yo vamos detrás –indicó.

Antes de que el vidrio del lado del piloto subiera por completo, Mirana escuchó a Meliodas decir: "Tú conduces, Zel".

Desde la ventana de su habitación, Estarossa había observado lo sucedido, pero desterró todo el posible remordimiento para tomar a gusto una siesta.

Fin del flash back

Meliodas tuvo que haber notado algo extraño. Nunca supe que fue.

Esa noche interrogó a todos los sirvientes, pero ninguno fue en contra de la versión de Mirana: "Subí demasiado rápido las escaleras con tacones y caí". Incluso yo repetí esa mentira sin culpa tres veces, para Meliodas, Zeldris y mi tío.

Llegué a pensar que encubrirme era una táctica para generar empatía. ¡Cuán ciego estuve!

Y así en muchas oportunidades, me cubrió cuando me escapaba y regresaba casi inconsciente de la borrachera. Evitó siempre que pudo que Meliodas me matara a golpes por mi trato a ella. Convenció muchas veces que Zeldris hiciera una denuncia por violencia doméstica en mi contra.

Protegiéndome igual que lo hizo con mis primos, cuidándome de la mejor manera que encontró hasta que cumplí los veinte y pude independizarme. ¡Y le he pagado de la peor manera! ¡Cuán ignorante y miserable he sido!

De una forma u otra ella acobijó a todos los Demon cuando la necesitamos, entregándonos todo de sí. Es por eso que le ofrecí mi ayuda si la necesitaba, donde quiera que esté ahora espero que esté a salvo y que tenga aun la nobleza suficiente en su corazón como para permitirme ser su aliado.

Mi teléfono emitió un sonido de campanillas y dejando mi trago de lado lo tomé.

-Hablando del diablo –dije al sonreír- "Hola, Mira. Te diría que buenas noches, pero no sé en qué huso horario estás. Por acá todo sigue como la calma antes de la tormenta, estoy bien, pero... ¿Y tú?" –pronuncié en voz alta mientras redactaba el mensaje, un pequeño tic nervioso que tengo desde la infancia: leer lo que texteo.

Al enviar el mensaje, rápidamente agendé el número.

Mira 😇

"A donde voy me persigue el drama"

"Estoy en Italia momentáneamente"

"Pero tengo unas ganas locas de huir de aquí. ¡Con URGENCIA!"

"Jajaja"

"¿Alérgica a la pasta o qué?"

"¡Muy gracioso!"

"El niño comió payaso en la cena"

"El circo entero"

"¿Pero qué sucede?"

"En resumidas cuentas la esposa de mi mejor amigo, casi hermano, seguramente quiere asesinarme agregando arsénico en mi comida. Lo veo en sus ojos ¡NO ESTOY LOCA!"

"¡Ah!"

"Me topé a mi ex y su hijo en el aeropuerto. Y nos estamos quedando en el mismo sitio"

"Intenso, reina de las nieves"

"¿No puedes viajar sin armar un drama koreano?"

"Pero se soluciona fácil, cambia de hotel"

"Debería ser novelista y publicar mis peripecias, superaría con facilidad "Las cuitas del joven Wherter*"."

"¡EXCELENTE SUGERENCIA WATSON!"

"¡NO LO HABIA PENSADO!"

"¡Ya entendí!"

"Deja de usar mayúsculas chillonas; por favor"

"No me voy a un hotel porque tu psicótico tío con complejo de James Bond*me encontraría en un abrir y cerrar de ojos si me registro en un hotel"

"Pero ya no hablemos de mi patética vida amorosa"

"¿Qué tal la tuya?"

"Igual de patética, solo que con menos ex's, posibles hijastros e investigadores privados"

"JA JA JA"

Desde esa conversación pasaron dos semanas, todas las noches hablaba con Mirana. Ella me contaba sobre la incómoda situación con la esposa de su amigo italiano, como pasaba el tiempo consintiendo al hijo de su ex y evitando al mismo lo más posible con cualquier pretexto. Yo le comentaba sobre mis reuniones, las salidas con algunos conocidos y un poco de mi escasa vida sentimental.

Poco a poco nos estábamos volviendo cercanos de nuevo, y eso solo reforzaba mi pensar de que ella solo podía ser algún tipo de ángel para perdonar tantos agravios de mi parte.

Ese miércoles desafortunadamente me levanté con una pésima sensación en el estómago, no de esas que te hacen pensar que estas enfermo, pero sí de las que tienes cuando presientes que algo malo va a suceder.

A media mañana entendí porque.

Los gritos de Meliodas se escuchaban en el pasillo y también se le sumaban los comentarios severos de Zeldris.

Dicen que la curiosidad mató al gato, pues yo soy el gato.

Salí de mi oficina.

-¡Maldita sea! ¡No responde! ¿Cómo demonios se le ocurre? –vociferaba Meliodas.

-Debiste notar que estaba grabando. No eres estúpido, Meliodas –regañó Zeldris.

-¡Ya te dije que estaba borracho! –bramó.

-Has tenido otro millón de borracheras y nunca sucedió algo así –aseguró- Es tu culpa, sigues siendo vago en tu posición. Así solo empeorarás todo –le regañó.

-¡Fui claro con Liz! –afirmó.

-Pues su publicación no hace ver lo mismo –declaró.

Mis primos se encerraron en la oficina de presidencia y yo volví a mi escritorio. Un mensaje me esperaba en mi Smartphone, era Mirana.

Mira 😇

"¡VOY A MATARLO!"

""

Abrí el enlace y me redirigió a un video de Instagram .Precisamente de la cuenta de Lizzette Danafor

El corto video mostraba a Meliodas solo tocando el piano, era obvio que el video se realizó en la casa de mi tío. Luego la pelirroja entra a la toma y abraza a mi primo por la espalda, este en ningún momento deja de tocar y tararear, de vez en cuando se le escapan algunas frases en otro idioma, intuyo que español ya que él suele escuchar mucha música en ese idioma. Lizzette deja de abrazarlo por la espalda y se sienta a su lado, recargando su cabeza en el hombro derecho de él. Meliodas tambien apoya su cabeza en la de Liz y allí finaliza el video.

Visto desde fuera parece una típica escena de una pareja enamorada, además de que la primera impresión va reforzada por el comentario que Liz agregó al subirlo: "Mi prometido tiene un lado dulce que solo saca conmigo".

Pero yo conozco un poco mejor a Meliodas que las miles de personas que comentaban y daban "me gusta" al video.

La cara de mi primo no era la de enamorado imbécil que portó meses atrás, era una de tristeza, cuando se grabó el video obviamente estaba acabado emocionalmente, y para comprobarlo estaba la copa con líquido colorido posada sobre el piano: vodka con ositos de gomita. Lo único que podía emborrachar a Meliodas y que solo tomaba cuando quería autodestruirse.

Mira 😇

"Está borracho"

"Sobre el piano hay un vaso con vodka y gomitas"

"Eso pude notarlo"

"Pero esa no es la imagen que debería estar dando si quiere recuperar a Elizabeth"

"No sé si eso se posible"

"No se han visto en semanas"

"¡Podría lograrlo si dejara de hacer estupideces!"

"¿Por qué sigue tonteando con esa pelirroja?"

"No sé lo que está pasando por su cabeza, Mira"

"Pero debes dejar que resuelva sus problemas solo"

"Es un hombre"

"¡Eso también lo sé!"

"Pero, para un padre es muy difícil ver a un hijo equivocarse y no ayudarlo"

"Y ese rubio hueco es mi hijo"

"Entiendo"

"Déjame ver qué puedo hacer"

"¿Lo harías?"

"Carita ilusionada"

"Puede que tenga algo en mente"

Me pasé el resto del día sintiéndome acosador por estar atento a los sonidos del pasillo, solo para saber cuándo Meliodas abandonaba su oficina y tenderle una emboscada.

A eso de las cuatro de la tarde escuché la puerta de presidencia azotarse, por lo que salí de oficina. En el pasillo, esperando el elevador estaba Meliodas, cruzado de brazos y con el ceño fruncido. Me paré en total silencio junto a él.

El elevador llegó a piso y ambos entramos al cubículo metálico. Él en un extremo y yo en otro.

Meliodas pulsó el botón de estacionamiento y yo uno al azar intermedio, para que me diera tiempo de decir lo que tenía planeado y huir lo más ileso posible.

Las puertas se cerraron y yo abrí la boca.

-Vi tu video, Meliodas. Son la pareja perfecta –me burlé alargando la "R" de la última palabra como si estuviera ronroneando- Lastima que cosas como esa no te permitan seguir jugando a las casitas con la señorita Goddess.

-Cállate, Estarossa –advirtió con un rugido reverberando entre sus palabras.

-Aunque creo que ya no debo llamarla Goddess, escuché que su madre la desconoció hace poco ¿Por qué habrá sido? –cuestioné haciéndome el ignorante, Mirana ya me había contado lo sucedido- ¡Como sea! –me reí en voz alta- ¡Espero que no fuera por ti! ¡Porque ahora si tendrá cara de idiota total! ¡Ella renunciando a todo por amor y tú tonteando con otra! Aunque, bueno, tontear no es la palabra, después de todo es tu futura esposa.

-¡Mas te vale que te calles! ¡No estoy para soportar tus pendejadas, Estarossa! –gritó.

-¡JÁ! ¡No me hagas reír, primito! –pronuncié con amargura, y me fijé rápidamente en el piso por dónde íbamos, se acercaba el mío y me apresuré- Pero debo aplaudirte esta vez, mira que fingir estar enamorado de ella para dejar a la competencia sin un heredero. Eso es jugar peor que sucio. Bueno, al menos le queda el respaldo del viejo Baltra. Y sigue siendo increíblemente hermosa, tiene todo lo necesario para obtener el mundo si quiere, en cuanto ella se case, tú y Liz serán noticia pasada. ¿Qué tipo de hombre buscará? –cuestioné- Espero que no se decida por el famoso ese con el que se fugó hace poco, sería un desperdicio –me lamenté falsamente- Tal vez yo mismo debería coquetearle un poco, puede que "encajemos" ¿Me entiendes? –me carcajee- ¿Tú qué opinas? ¿Soy su tipo o solo le gustan los bajitos mentirosos?

Las puertas metálicas se abrieron.

-¡No te atrevas a acercártele, Estarossa! –me gritó.

Salí del cubículo.

-Ya no es tuya, decide ella, primito. La dejaste ir y ahora cualquiera puede tenerla –comenté antes de que se cerraran las puertas con una sonrisa de burla.

Un sonido fuerte provino del elevador cerrado y supe que había tocado la fibra sensible que necesitaba.

Esa misma noche Mirana y yo hicimos nuestra primera videollamada, me sentí feliz al ver como se desternillaba de la risa mientras le contaba mi encuentro con Meliodas. Hablamos largo y tendido, pero fuimos interrumpidos por un niño platinado de ojos ámbar entrando a la toma.

-¿Puedo dormir hoy contigo, Mi La? –preguntó en un perfecto japonés.

Mirana lo recibió con afecto en su lecho y este quedó dormido casi al instante. Nos apresuramos a despedirnos para no perturbar el sueño del pequeño, pero no pude evitar soltar una imprudencia típica de mí:

-Si no supiera de quien es hijo, perfectamente diría que es tuyo.

Ella solo observó al menor con gesto maternal y se despidió cortésmente. Mi mente no dejó de torturarme los días siguientes, pensé que la había embarrado con mis palabras, y la idea se reforzó cuando los tres días siguientes no recibí noticias de Mirana.

Al cuarto día reapareció como si nada, explicándome que había tenido problemas serios con la esposa de su amigo italiano y que decidió abandonar su casa, por lo que se encontraba de vuelta en Asia, solo que en China, en casa de su ex pareja. Dijo que fue duro para ella rodearse de todo lo que alguna vez soñó compartir con ese hombre y que necesitó de un tiempo a solas para acomodar sus ideas.

La entendí perfectamente y le hablé de cualquier sinsentido para distraerla.

Mí día a día transcurrió con normalidad hasta que llegó el miércoles de la segunda semana de Noviembre y un nuevo escándalo golpeó el círculo social y financiero de Japón, solo que esta vez no fuimos los Demon los que estábamos en portada, sino las Goddess; o mejor dicho LA Goddess y LA Liones.

La noticia como tal solo eran un conjunto de especulaciones que giraban en torno a testimonios sórdidos que tenían un poco de validez dada el comportamiento reciente de Nerobasta Goddess.

Recientemente se corrió el rumor de que Elizabeth Goddess Liones había hecho vincular su nombre e imagen bajo un sello de marca registrada, la prensa rosa y shows de vanidades argumentaban que la "caída princesa Goddess" estaba tratando de vengarse de su madre por desheredarla, usando como arma que su imagen era pieza central de muchas campañas publicitarias para la compañía de Nerobasta. Lo que podría desencadenar un conjunto de acciones legales altamente lucrativas para la ex heredera, si la matriarca Goddess decidía pelear en un juzgado por ello, y conociendo la personalidad prepotente que se cargaba esa mujer no dudaba de que enfrentara a su hija con todo en un juicio.

También se especuló que Elizabeth podría intentar empezar una carrera menor como modelo dada su gran belleza y que se rumoraba que Nerobasta Goddess estaba usando todos sus contactos para evitar que la platinada encontrara un nuevo trabajo en el mundo empresarial.

Pero esa mujer de ojos azules tiene una capacidad inagotable de sorprender al mundo.

Apenas pasaron unos días después de confirmar que Nerobasta Goddess recibió una demanda judicial por el uso ilegal de la imagen de Elizabeth Liones, pero la demanda no provenía directamente de la platinada, sino del sello discográfico Saotome Records, asegurando que la persona en cuestión poseía un contrato de exclusividad en vigencia con su compañía y que el uso de la imagen de esta fuera de un acuerdo directo con ellos era ilegal y penado con una multa cuantiosa.

En Japón todo permaneció en tumultos expectativa hasta que la última semana de noviembre, muy cerca de los primeros de Diciembre, Saotome Records lanzó por todo lo alto el debut de Elizabeth como solista emergente con un video promocional que literalmente puso a los japoneses enfebrecidos, y ni hablar de las redes sociales donde era el tema del momento.

De cierta manera resultaba gracioso imaginar las expresiones de Meliodas cada vez que tenía que cruzarse con el rostro de su ex siendo transmitido en inmensas pantallas en el centro de la ciudad. Y pienso que debería estar agradecido de no estar en Tokio donde el alcance publicitario era muchísimo peor, allí literalmente el rostro de Elizabeth tapizaba la ciudad.

Ese fin de semana reí por horas junto a Mirana, ya que ella estuvo particularmente involucrada en la elaboración del video, el cual, debo decir, era sublime. Cada indirecta y escenografía era poderosa; incluso la letra de la canción resultaba devastadora; todo junto a la imagen perfecta de una Elizabeth ataviada en cortísimos vestuarios oscuros resultó en la mejor de las estocadas que la platinada podía lanzarle a mi primo.

Juro que de volverla a ver lanzaré una alfombra roja a sus pies, la pequeña Liones era la reina absoluta de la puesta en escena, y especulo, sin miedo a equivocarme, que Mirana estaba más metida en ello de lo que admitía. Esas dos juntas eran diabólicas, definitivamente estaban destinadas a portar el apellido Demon, y se lo hice saber a Mirana.

Al finalizar la llamada que tuvimos el domingo, Mirana casi me suplicó que cuidara de mi tío y que "evitara que hiciera estupideces", palabras textuales.

Creí que se refería al estado de "depresión post-ruptura" en el que se encontraba tío Damián. Pero su petición cobró verdadero sentido en cuanto las noticias internacionales y cotilleos de toda Asia alcanzaron Japón.

Era su rostro, una y otra vez, en cada publicación, siempre junto al magnate y dueño de la empresa de seguridad más grande de todo el continente: Ren Tao. En todas las revistas y periódicos se especulaba sobre la dama albina que acompañaba al poderoso hombre a todas sus citas sociales, haciendo un cuadro familiar de lo más perfecto cada vez que a la toma sumaba el unigénito de Ren, el platinado casi adolescente Men Tao, que bien podría pasar por hijo de ambos.

Una tarde a mediados de semana me decidí a visitar a mi tío. Y entrar a su oficina fue una de las cosas más extrañas que vi en mi vida. El poderoso Damián Demon estaba desecho, podría decirse que una sombra de lo que realmente era, vestía pijama, tenía la barba crecida y los ojos evidentemente cansados.

-Tío –saludé- Espero que su aspecto se deba a que ha descansado apropiadamente y no porque ha decidió cambiar de estilo.

-¿Qué te trae por aquí, Estarossa? –preguntó con voz pastosa.

-Visitar a mi único tío en el mundo, quien lleva reportándose enfermo cerca de dos meses –argumenté- Es algo de preocuparse ¿No le parece?

-Estoy bien, solo decidí tomarme un descanso –respondió devolviendo su mirada al periódico sobre su escritorio.

-Pues no parece estar siendo efectivo –comenté acercándome a una de las sillas frente al escritorio.

Antes de sentarme noté que veía con insistencia uno de los reportajes de la sección de sociales que hablaba sobre Tao y su "sospechosa amiga".

Sonreí.

Y decidí echar más leña al fuego.

-Parece que al fin consiguió lo que quería –comenté.

-¿De qué hablas? –me cuestionó confundido.

-De la niñera –especifiqué mirando el diario- Es curioso que aquí mantuviera una relación con usted y al no funcionar cambia de país y de objetivo, una pasmosa habilidad si me lo pregunta. Aunque he de aplaudírselo, no es fácil acercarse a Tao.

-¡Mirana no es así! –reclamó alzándose de su silla.

Mi tío me miró con abierta furia, pero en sus ojos se ocultaba un profundo dolor, que no sería capaz de identificar si no llevara semanas viéndolo en los ojos de Meliodas. De cierta manera me enfadaba su actitud, él tenía el poder para acabar no solo con su sufrimiento, sino también con el de su preciado primogénito y aún seguía escondiéndose, escudándose en una enemistad absurda y valores corruptos solo para hacer su voluntad. ¿Acaso este es el hombre en el que yo deseaba convertirme?

Mirana tenía razón, los Demon debemos dejar nuestra falsa corona dorada.

-¿De verdad crees que tengan algo?

Le miré desconcertado. No esperaba escuchar eso.

-Hablo de Tao y Mirana –especificó mi tío volviendo a su asiento, mirando la imagen de la albina con melancolía.

Fruncí el ceño y me cruce de brazos antes de contestar.

-Tao es un hombre desconfiado, para dejar que se acerque a él y a su hijo, algún pasado han de tener –argumenté, dándole solo una pincelada de la verdad que yo conocía- Eso o las armas de esa mujer son de excelente calidad.

Antes de que mi tío protestara, saqué mi celular y fingí revisar algo.

-Lo siento, tío. Me necesitan en la oficina –dije a modo de despedida y salí del despacho aparentando tranquilidad, pero en realidad quería correr como alma que lleva el diablo.

Las festividades decembrinas prácticamente me arroparon sin darme cuenta, la mayoría de las casas y mansiones del vecindario estaban fastuosamente adornadas siguiendo tradiciones occidentales. Y yo, a pesar de jamás haber decorado el que era mi hogar para las fiestas, me ví obligado, por una alborotadora Mirana, a comprar un árbol navideño y decorarlo mientras ella me daba instrucciones por videollamada.

Incluso me contagio el suficiente espíritu festivo para que me atreviera a hacer galletas por mí mismo. No quedaron muy buenas y me tomó tres bandejas distintas que una tanda no saliera tan quemada al grado de ser comestible.

Mirana solo se burló de mí, mientras ella también hacia galletas en su lado de la pantalla. Me prometió que pronto las haríamos juntos, como en ataño.

La mañana del veinticuatro de Diciembre estuvo absolutamente agitada en la empresa. Incluso Mirana en China tuvo un día ajetreado, me mandó algunas fotos de los preparativos de la fiesta navideña organizada por los Tao, hasta cuando estaba arreglándose con las estilistas envió algunas fotos de cómo estaba quedando su peinado y maquillaje.

Me advirtió que algo grande pasaría esa noche y que debía estar preparado. También comentó que tenía un favor que pedirme y que sería solamente mi decisión si la ayudaba o no. Quise aceptar de inmediato, pero me dijo que tendría que pensar las cosas seriamente, ya que repercutiría en mi futuro, y que si me negaba no perdería su amistad por eso.

La noche cayó y llegué a la casa de mi tío, la mansión lucia tan triste, desprovista de toda la decoración con la que Mirana se encargó de engalanarla mientras vivió aquí, en cierta manera, se sentía como revivir los años cercanos a la partida de tía Elise. Elevé una plegaria en su nombre antes de entrar.

En el salón estaban mis primos, apenas nos hablamos y esperamos pacientemente que mi tío se presentara para juntos dirigirnos a la fiesta organizada en la compañía Demon.

Damián apareció por las escaleras ocupando su papel de hombre todopoderoso, pero sus notables ojeras no podian engañarnos. A pesar de estar bien afeitado y trajeado, aquel seguía siendo solo la sombra del Damián Demon que conocíamos.

La fiesta estuvo bien, como de costumbre invitados y empleados nos rodearon y adularon como si fuéramos dioses, pero yo ya no me sentía de esa manera, lo que antes me llenaba de regocijo, ahora era un marcado recordatorio de lo vacío que estaba por dentro en realidad.

El único de los cuatro que estaba exultante de felicidad era Zeldris, asido por el brazo en cada momento al de Gelda Edinburgh, presentándola con orgullo como su novia, sintiéndose como un verdadero dios solo por tener en su vida las cosas verdaderamente importantes.

No soy de los que piensa que para estar completo se necesita estar en pareja, pero el amor como tal si se necesita para ser feliz, y no me refiero solo al amor romántico, me refiero al amor familiar, el de tus amigos, el amor propio, incluso el de una mascota. Y en estos momentos, yo no sentía ni amor por mí mismo.

Como era costumbre para los Demon, el veinticinco de Diciembre lo pasamos juntos.

Disfrutábamos del desayuno en calma, intercambiando comentarios educados los unos con los otros. La mesa era presidida por Damián, a su derecha Meliodas, Zeldris a la derecha de este y yo a la izquierda de mi tío, ocupando el lugar que antes había sido ocupado por mi padre.

Hablábamos animadamente de las idioteces hechas por Galand durante la fiesta, cuando el sonido de porcelana rompiéndose llamó la atención de todos.

Miramos a mi tío que observaba con ojos desorbitados la tablet frente a él, ignorando deliberadamente que su taza de café reposaba en el suelo hecha añicos.

No alcanzamos a preguntarle nada porque rápidamente se levantó y lo siguiente que se escucharon fueron sus pasos apresurados en el mármol de las escaleras.

Zeldris corrió tras él.

Meliodas se levantó y miró la tablet, yo incliné mi cabeza para ver lo mismo que mi primo: "¡La novia secreta ya no es TAN secreta!".

El titular era escandaloso, pero la foto de Mirana y Tao mientras ella depositaba un cariñoso beso en la mejilla de él y mantenía una mano en el hombro del heredero platinado, solo saba fuerza a aquellas palabras.

"La ex patinadora y medallista de oro Mirana Dupré, a quien creímos desaparecida durante años, regresa de las cenizas nada más y nada menos que de la mano del joven y viudo Ren Tao, solo para darnos las exclusivas más prometedoras de la vida del magnate desde su pronta viudez. La noche del veinticuatro de Diciembre durante la fiesta navideña anual de Tao's Security, la pareja confesó haber tenido una relación seria durante los meses posteriores a la desaparición de la atleta, también confirmaron que su ruptura se debió a que la señorita Dupré deseaba una vida alejada de las cámaras al menos por un tiempo para transitar apropiadamente el duelo por la muerte de su padre, el afamado Alexandré Dupré. Durante toda la velada la pareja se vio en una dinámica tan unida que sería impensable que no se encuentren en una relación, y aunque esto no fue confirmado ni por Dupré o Tao, la química era evidente, y no solo entre ellos, el trato cercano y amoroso de la atleta con el heredero de empresas Tao, el joven Men Tao, también fue bastante sospechoso debido a la imagen cerrada y distante por la que es conocido el menor ¿Serán estos actos afectuosos un indicativo de que estamos ante la nueva señora Tao?"

El articulo concluyó con una variedad de fotos de Mirana junto a Tao padre e hijo, abrazándolos, depositando caricias en sus rostros o besando sus mejillas. Incluso había una foto de toda la familia Tao y ella, los padres, hermana, cuñado y abuelo de Ren; todos sonrientes, como si le dieran la bienvenida a la albina.

Meliodas permaneció en silencio unos instantes más, hasta que escuchó unas voces discutir en el piso de arriba, por lo que apartó la mirada de la tablet y la dirigió a la entrada del comedor, esperando percibir a su padre o hermano entrar en cualquier momento por el arco.

-Él irá por ella –comenté seguro de mis palabras.

Sus ojos verdes me escrutaron, como si esperara un comentario soez de mi parte. Solo que este nunca llegó. En silencio me retiré bajo la atenta mirada del rubio, dejándolo, tal vez, con mil preguntas en mente.

En menos de media hora mi tío había empacado y salió de la mansión como si fuera perseguido por el diablo, hablando rápidamente por celular, dando órdenes para que gestionaran el despegue del jet privado lo más pronto posible.

Los poco días que quedaban del año se volatizaron como el humo de un cigarrillo.

Meliodas se veía algo aturdido durante el almuerzo de celebración de la compañía por un nuevo año de éxitos, se retiró temprano dejándonos a Zeldris y a mí a cargo. Ciertamente me preocupé por él.

Por lo que me acerqué a la mansión cuando ya la noche había caído. Aparcado frente a la casa me concentré en los últimos acontecimientos.

Tenía tres días de no hablar con Mirana, ciertamente ella me había pedido un favor bastante grande, por lo que me tomé mi tiempo para pensarlo.

Meliodas se veía más miserable que nunca, no supe cómo habían quedado las cosas con Liz, pero lo cierto es que no se les había visto juntos últimamente. Y ella tampoco regresó a Japón, por lo que sabía.

La ausencia de mi tío era notable en la empresa, pero dentro solo deseaba que se arreglara con Mirana y la trajera de vuelta, y en esos momentos seguramente tenía la oportunidad de encontrarse con ella en la fiesta ofrecida por los Tao para sus socios comerciales, a la que los Demon estaban oficialmente invitados.

Observé la mansión desprovista de decoración y nuevamente me quedé enganchado con los sentimientos tan desoladores que me transmitía aquello. De todo corazón desee que la fortuna les sonriera a los Demon, incluyéndome.

Entré a la mansión, siendo recibido por Tanaka.

-Joven Estarossa –murmuró sorprendido el mayordomo.

-Vine a ver a Meliodas –expliqué quitándome el abrigo.

-El amo Meliodas no ha estado aquí desde la tarde –me informó.

La noticia me sentó como una piedra, y mi preocupación creció exponencialmente.

-¿Dónde está Zeldris? –pregunté tratando de mantener la compostura.

-Pasará las festividades con la familia Edinburgh.

Rápidamente saqué mi teléfono y llamé a Zeldris, me contestó a la tercera llamada.

-¿Dónde está Meliodas? –pregunté apenas me contestó.

-¿Estarossa? –cuestionó confuso.

-¡Sí! Dime donde está. Estoy en la mansión y no está aquí ¿Sabes dónde se encuentra?

-Cálmate –solicitó con voz conciliadora- No creo que regrese esta noche a casa, probablemente no le localices por algunos días ¿Es urgente lo que necesitas?

Escuchar la voz de Zeldris tan calmada me hizo saber que él sabía dónde estaba su hermano y que no le preocupaba especialmente su integridad por el momento, mi primo menor es más paranoico que yo, por lo que confié en su calma y me esforcé por apropiármela.

-Bien –dije antes de colgar, sin dar explicaciones demás.

Me quedé parado sin saber qué hacer. Tanaka se movió más cerca de mi rango de visión y me sonrió amablemente.

-¿Quiere que le sirva algo de comer? La cocinera preparó una cena deliciosa, lástima que la mansión esté sola.

La sonrisa entristecida del anciano me tocó profundamente. Estas fechas normalmente estaban llenas de bullicio, Mirana corriendo por toda la casa, cantando villancicos, invitando a los empleados a tomar chocolate caliente juntos, horneando galletas, a veces le pedía a Meliodas que tocara el piano para ambientar la casa; exactamente lo mismo que hacia tía Elise en vida. Por años creí que era su intento de usurpar el lugar de mi tía. Pero estaba equivocado.

Tarde me percaté. Mirana solo trató de que esta enorme casa siguiera siendo un hogar para todos, empleados y habitantes. Mirana y mi tía fueron alma afines que coincidieron, que se apoyaron la una en la otra para proteger lo que amaban aun cuando la muerte arrancó cruelmente a una de la ecuación.

-Claro –acepté- Estaré en el salón, tráeme una copa de vino mientras.

Minutos después el mayordomo me entregó lo que le pedí, y antes de que volviera a dejarme solo le hice una última petición.

-Llama a todos los que estén trabajando aun, vamos a sentarnos todos a la mesa a comer lo que preparó la cocinera.

Tanaka me miró con sorpresa.

-Es lo que habría hecho mi tía y Mirana –expliqué con una sonrisa sonrisa.

Al anciano parecieron humedecérsele los ojos antes de retirarse.

En los instantes que pasé solo extraje mi celular del saco y abrí el chat de Mirana:

"Lo haré".

Escribir esa corta oración liberó un enorme peso de mi alma, al fin sentí enteramente que algo que hacía era enteramente correcto.

La cena al principio fue un poco incomoda, pero lo bueno de que todos éramos casi extraños era que los temas de conversación triviales y entretenidos no acababan.

Me enteré que Tanaka tiene tres nietos, pero estos Vivian muy lejos. Que la cocinera era latina y que Mirana hablaba continuamente con ella en español. También aprendí que uno de los guardias de seguridad era apasionado del golf y le invité a jugar conmigo el próximo fin de semana.

Me prometí a mí mismo ayudar a reconstruir esta familia mientras disfrutaba del buen vino y las charlas de los empleados, unirnos a todos como lo hizo tía Elise, como lo siguió Mirana, ahora era mi turno de juntar los pedazos.

La familia Demon no volvería a pasar otra navidad como aquella, la mansión principal Demon no volvería a ser una casona llena de fantasmas de tiempos mejores.

Fin del Estarossa POV'S

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