Envidia y un poco más

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En realidad Alexa nunca le había caído bien, fue novia de Adrián cuando se encontraba en la preparatoria y aunque en ese momento no tenía nada en su contra, incluso ahora no tenía porque tenerlo, no podía evitar sentir cierto ardor en el estómago cada vez que los veía juntos. Y eso era difícil, tomando en cuenta que estos últimos días, Lalo parecía querer pasar mucho tiempo con Adrián y algunas veces, Alexa lo acompañaba; llegaban montados en su motocicleta, con la chica rodeando la cintura del muchacho, llenándolo de abrazos.

No podía parar de pensar en el día en el que ella estuvo en esa misma situación, aferrada a la cintura del chico con todas sus fuerzas, disfrutando del olor corporal del chico y de su calor.
Un escalofrío le recorrió la espalda.

Se dedico a observarla con detenimiento por los siguientes dos minutos.

Tenía el cabello corto y decolorado varias veces, se notaba a leguas debido a lo maltratado que se encontraba, se enmarañaba y estaba seco, como pajoso, ahora ostentaba un color ocre, un tinte barato seguramente.
No era bajita, rondaba alrededor del 1.67, tenía la piel reseca y el rostro lleno de maquillaje, con un delineado exagerado y pestañas postizas, las ojeras eran protagonistas de su rostro. Su cuerpo no era delgado o estético, al lado de ella...lucía incluso tosca, con la espalda ancha, los muslos gruesos y la cintura recta, no es que Helena tuviera muchas curvas, pero en definitiva dos de sus mayores atributos era su abdomen plano y la cintura pequeña.
Nunca había criticado el cuerpo de otras chicas, era algo que su madre le había dicho, procurara no hacer.

Al menos no en voz alta.

Pero la miraba a ella, a Alexa.
Y no podía evitar compararse.

Trago saliva y se puso de pie, se dirigió a uno de los espejos de cuerpo completo que tenía la habitación y se observó así misma.

-Tu casa es muy linda-algo, muy desagradable le recorrió el cuerpo, aunque era su imaginación, sabía bien que solo se trataba de la voz de Alexa, era susurrante, casi tranquilizadora, ahora podía entender un poco del porque Adrián estaba con ella.
-Gracias-dijo, no quería sonar grosera, de verdad que no quería, pero a veces, fingir no era de sus mejores habilidades-Todos quisieran vivir en una así-eso había sonado mal, en realidad, a veces no pensaba muy bien lo que salía de su boca.

En una reunión familiar, con los amigos de sus padres o los socios de la compañía, aquello hubiera ocasionado palabras de aprobación o incluso risas en otro contexto, pero decirlo enfrente de Alexa, la hacía lucir solo como una niña mimada.
Aunque...mentira no era.

La casa era una réplica casi exacta de la antigua casa de campo de la familia Valencia, de donde provenía su madre, tuvieron que demolerla debido a la ampliación de una planta eléctrica por la zona. Sin embargo, el bisabuelo logró hablar con algunos contactos para que le reconstruyeran la residencia en un lugar de la ciudad más exclusivo.
Y finalmente ahí estaban.
En una especie de casona moderna.
Y le gustaba decir que era una réplica casi exacta de la original porque su madre la había modificado un poco, convirtiendo el patio central en un hermoso salón que conectaba a todas las habitaciones adyacentes junto con las escaleras que llevaban a la planta alta.
El bisabuelo no se había molestado, después de todo, parte de la herencia de su madre era aquella casa, se trataba más de un regalo, para su nieta más grande y a la que más amaba, sin lugar a dudas.

Ahora la familia tenía otra casa en el campo, en un terreno más amplio, con pasto más verde y un río cercano para hacer más amenas las mañanas ahí. Aquella construcción era más grande e imponente, nadie vivía ahí, más que las personas que se encargaban de cuidarla, la usaban a menudo cuando querían pasar un fin de semana tranquilo o toda la familia se reunía para fechas importantes.
A su madre le gustaba decir que, el bisabuelo la construyó para darle un hogar al cual volver a todos sus descendientes...y también porque tenía los recursos económicos para hacerlo.
Analizando la historia de su familia materna, podía decir que entendía al bisabuelo.

Sabía que en algún momento, antes de la revolución, los Valencia habían tenido más dinero del que ahora eran poseedores, sin embargo lo perdieron todo gracias a la guerra, les costó varias generaciones llegar a darse una vida cómoda, su linaje se comprendía de empresarios, hombres de negocios que supieron jugar bien sus cartas en el momento adecuado. Y todo para llevarlos ahí.

No sería la tercera generación, la cual era famosa, por arruinar los esfuerzos se toda una familia, solo le faltaba...quizás encontrar su propio camino.

Sin embargo, había algo que la aquejaba y es que no sabía mucho de su familia paterna, aunque suponía que si no tenían contacto alguno con esa gente, debía ser por una buena razón, ¿no?

-Hermanita mía, sirveme agua, por favor-Alexa no dijo nada más, por su parte, Helena se alejo del espejo y se dirigió a la mesita donde reposaba una gran jarra de cristal con agua de horchata dentro, el olor a canela era algo que disfrutaba mucho, así que sirvió dos vasos, uno para su hermano y otro para ella, cuando estuvo lisa, le ofreció uno a Lalo, quien lo acepto gustoso, bebió un trago y dejo el vaso en la mesita frente a él-Adrián, ¿quieres agua también?
-Que se lo sirva su novia-dijo la anfitriona de la casa antes de tomar asiento junto a su hermano y recostarse en el hombro del chico. Nunca le negó nada a Adrián, pero ahora ya tenía a alguien, así que no era su problema.

No había hablado con el chico en cuestión desde que fue por ella a la escuela y támpoco mencionó el tema, sería de mal gusto hacerle saber a la pobre chica que su novio se la pasaba subiendo a otras mujeres a su preciado medio de transporte, eso si, le devolvió su pantalón por medio de Lalo.

Algunos días del mes, no sabía exactamente cuáles porque no existía un día en específico, su hermano y Adrián solían reunirse para jugar algunos videojuegos, hablaban algo sobre "hacer un buen dúo", algo que Helena no entendía del todo, aún así, ella encontraba algo relajante en la actividad de mirar mientras jugaban a dispararle a los zombies en la pantalla de plasma, no participaba pero si podía disfrutar de toda la botaba disponible para pasar aquel rato, antes de que Samuel se marchara al ejército, era un poco más divertido. Ella siempre estaba ahí presente y por alguna razón creyó que si ese día en especial, no bajaba como ya era costumbre, Adrián se lo tomaría como un acto de celos y aunque ciertamente era así, no iba a dejar que él pensara que era importante ahora.

Al cabo de unos momentos, decidió que estaba demasiado aburrida y cansada para continuar mirando, se puso de pie y salió del cuarto, cerrando la puerta tras de si.
Pronto se encontró parcialmente sola en el gran salón y decía parcialmente porque podía escuchar sonidos provenientes de la cocina, pronto sería la hora de cenar.

Subió las escaleras hasta su habitación y finalmente pudo estar sola con sus pensamientos.
Su mascota, un hurón llamado Daemon, se encontraba dormido dentro de su jaula, antinaturalmente torcido solo como los de su especie podía hacerlo, le tomó un foto ya qué le resultaba increíblemente tierno y luego se recostó sobre su propia cama, mirando las coegunas qué colgaban de cada uno de los cuatro postes qué rodeaban la cama, pensó en cerrarlas, pero seguramente se quedaría dormida y estaría de mal humor a la hora de cenar, eso no le convenía.
Simplemente revisó si teléfono, fue directo al chat de Gabriel, esperando quizás, que ya hubiera respondido.

"Me entere sobre lo que pasó en la escuela, ¿estas bien? "

"Me dijeron que te suspenderían por tres días"

"Quieres hablar de eso?, te escucharé lo prometo".

"Gabi, estás enojado conmigo?"..

"Todo bien?"

"Qué tenías que decirme ese día?"

"Puedes responder?"

Nada aún.

También intentó llamarlo, sin embargo, la que respondió fue su madre y le pidió, bastante molesta que dejara de molestar a Gabriel por unos días, ya que estaba castigado y no tendría acceso a su teléfono por un par de días, o hasta que aprendiera a controlar sus impulsos, así que simplemente, dejó de molestarlo, justo como se lo dijo su madre.
Pero tenía la firme esperanza de que intentara responder, aunque fuera a escondidas, necesitaba hablar con él, necesitaba saber por que terminó metido en un problema así.

Cerró los ojos.

Las temas de los dedos le ardían, había estado practicando sin parar con su violín desde que llegó de la escuela, si de verdad quería entrar al conservatorio tenía que ponerse sería o si no...no sabía con exactitud qué haría si no era aceptada, repaso un par de veces más, dentro de su cabeza, la melodía, los acordes de las canciones que debía aprenderse, se quedó así por un rato hasta que Morfeo comenzó a arrullarla en sus brazos cálidos, se dejó llevar por la sensación y se acomodó en la cama, abrazando su peluche favorito, un burrito de color azul, algo sucio, debido a los años de uso, sin embargo, por alguna razón se resistía a lavarlo.
Siempre le gustó la sensación de quedarse dormida, para ella, era un de las cosas más placenteras en el mundo, sentir como poco a poco, una persona podía desconectarse de la realidad, para viajar a un lugar mejor, donde todo podía ser realidad, si así lo creías. Solo algo podría arruinar ese momento tan tranquilo, y eso, era algún sonido irritante como...

Una llamada entrante a su teléfono celular.
Brinco un poco, aún recostada sobre la cama, sin embargo, respondió, sin ver antes de quien se trataba, ya que, dedujo qué quizás se trataba de su hermano mayor, pidiéndole que bajar a cenar o algo similar, adormilada, pudo articular un saludo que se escuchaba somnoliento.

-Abre tu ventana-en definitiva no se trataba de Lalo. Y reconocería esa voz en cualquier lugar, ese era Gabriel y se escuchaba bastante agitado, con la respiración entrecortada, como si acabara de salir del área de competencia-Poe favor, Helena, necesito verte-se levantó de su lecho como pudo y se dirigió hacía el balcón, el cuál estaba tapado por un par de cortinas blancas a juego con la decoración del resto del cuarto, abrió las puertas de par en par y se acercó a los barrotes que evitaban su descenso hacía el vacío y la salvaban de un par de huesos rotos, se aferró a la barandilla e inclino el torso, para encontrarse con nada más y nada menos que su amigo, tenía el cabello pegado a la frente por el sudor y los labios entreabiertos, buscando más oxígeno del que su cuerpo necesitaba. Tenía la cabeza inclinada, como si desde hace rato, estuviera buscando que Helena abriera las puertas, por milagro o por petición.

-Iré por ti, espera-su intención era bajar y dejarlo pasa por la puerta principal como gente decente, pero él la detuvo.
-¡No!, no lo hagas, espera ahí-no alcanzó a entender que pretendía hacer, sin embargo pronto lo supo.

El chico se dirigió a un árbol que se encontraba cerca de la fachada de la casa, lo trepó sin mucho esfuerzo, antes de eso tuvo que remangarse las mangas de la sudadera para escalar más cómodo. Helena no pudo evitar mirar los brazos del muchacho, eran fuertes y las venas se le marcaban en ambas manos cuando ejercía un poco de fuerza, eso la descolocó un poco y una sensación nueva emergió desde el donde su pecho, pero no apartó la mirada.
No supo bien porque, pero le gustaba ver a Gabriel escalando para llegar a ella.

No supo si porque, metafóricamente estaba esforzándose para verla, o porque le gustaba realizando ciertas hazañas físicas, daba igual, la vista era bastante satisfactoria.
Finalmente él se aproximó a la rama más cercana al balcón y con mucho cuidado se aferro a la madera con piernas y brazos, mientras cuidadosamente se desplazaba por la superficie.

Sus padres no cortaron aquel árbol porque creían que le daba una bus a apariencia a la casa, además no debían preocuparse porque alguien quisiera robarles, el fraccionamiento estaba bien custodiado, con grandes medidas de seguridad, pero nadie jamás les advirtió que los guardias ya conocían a Gabriel, lo habían visto varias veces con la familia Valencia, así que prácticamente, ya no necesitaba identificarse para entrar a la zona.

Los pensamientos atacaron de nuevo.
De verdad que él había crecido, ya no era un niño después de todo.

Gabriel se aferro con fuerza a la barandilla y finalmente pudo decir que estaba dentro de la casa. Se tomó su momento para respirar, realmente jamás hizo algo así por ninguna chica, y eso que Helena no era su novia. Sin embargo, cuando estuvo completamente recuperado, la miró a los ojos, con anhelo, alegría, y un cariño que jamás había experimentado antes, le regaló una gran sonrisa, una genuina y se lanzó hacía ella, envolviendola con ayuda de sus brazos, apretó el pequeño cuerpecito contra él.

-¿Dónde habías estado?-le cuestionó en un hilo de voz, realmente estuvo preocupada por él.
-Castigado, pero, ya vine a verte-pudo sentir como la chica lo atraía dentro de la casa, él no hizo nada por evitarlo, simplemente se dejó llevar, pero teniendo empujarla demasiado como para que terminarán cayendo.
-¿Qué fue lo que pa...?
-Espera, espera-se separó un momento de ella, realmente no quería soltarla, pero debía cerrar la puerta del balcón.
-Me contaras que sucedió-declaró ella, no se movió justo del lugar donde la dejó, simplemente se quedó ahí, mirándolo, expectante a lo que tenía para decirle.
-Claro, lo haré-ella se quedó en silencio, esperando que le relatara lo sucedido-Me peleé en la escuela, golpeé a ese chico porque estaba diciendo cosas...
-¿Qué cosas?-Helena se acercó a él, un poco más. Gabriel dudó un momento si decirle o no.
-Muchos en la escuela dicen cosas de ti, desde que Adrián fue por ti, ya sabes...-en realidad no quería mencionarle que habían hablado sobre ella, los comentarios, no es porque no fuera a soportarlo...simplemente...no quería que ella supiera.
-¿Lo golpeaste por mi?-ella levantó un ceja, algo sorprendida.
-...no me gustó lo que dijo sobre ti-Helena se acercó hasta él y le acarició el cabello, para dejar que esa mejilla bajara hasta la mejilla de Gabriel, (la misma que su madre había golpeado hace unos días atrás), acarició el rostro masculino con ayuda de su pulgar y Gabriel no pudo evitar recargarse en aquella mano, como si fuera tan solo un cachorro buscando alguna muestra de amor.
-Siempre me defiendes, gracias por eso, aunque lamento que te hayan suspendido-Gabriel llevo una de sus manos y la posicionó sobre la de su amiga, no estaba molesto con ella.
No podía estarlo, no cuando ella lo miraba de esa manera, como si fuera capaz de perdonarle todo y sanarlo de cualquier enfermedad que lo quejara.
-Al menos no volvera a hacer ese tipo de comentarios tan...-se detuvo a mitad de la frase, porque ella lo soltó y fue a recargarse en una de las paredes de la habitación, pego su espalda en la superficie fría, pintada de rosa pastel, ¿qué quería decirle con eso?, ¿o quizás solo no lo quería cerca?, no la entendía, siempre hacía
eso, primero le daba esperanzas y después simplemente lo alejaba-¿E-estuvo mal?-la miró ala distancia, se sentía nervioso, con los nervios a flor de piel, las manos le sudaban.
-Quizás golpearlo tan feo, un poco-maldita sea ¿por qué no podía hacer nada bien?-Pero debe de haber una razón tras ese coraje-analizó, era algo que le gustaba de ella, las cosas no siempre pasaban porque si, todo pasaba gracias a una razón. Se acercó nuevamente a paso lento y cuando estuvo frente a su amiga, solo pudo quedarse ahí, de pie.
-No me gusta que otros hombres piensen así de ti-ella realmente estaba tocando fibras que no quería atacar por esa noche, se conformaba con un abrazo y ya, pero Helena siempre exigía más y más.
-¿Otros hombres?, o sea que tú...
-¡No!-grito algo alarmado, no quería que ella pensara eso de él, o sea no es que no lo hubiera hecho antes, pero no era un pervertido, no pensaba exactamente igual-No quise decir eso.
-Sé perfectamente de que estas hablando Gabriel, no necesitas suavisar nada-en eso tenía razón, ya no eran un par de puertos, podían hablar de todo el asunto sin avergonzarse de todo, después de todo eran amigos y bastante cercanos, podían compartir secretos así, ¿verdad?.
-Yo no tengo ese tipo de pensamientos contigo, eso sería raro-mentira, la quería, de verdad que la quería mucho pero a veces, solo a veces...a final de cuentas era hombre, veía cosas por error que no debía y los pensamientos llegaban.
-¿Puedes decirle qué querías hablar conmigo ese día?-claro, siempre cambiando el tema de conversación cuando las cosas se ponían incómodas, Gabriel trago saliva y nuevamente se posicionó frente a ella, si iba a hacer esto...necesitaba hacerlo mirándola a los ojos-Ese, "beso en el parque"-exclamó, haciendo comillas con los dedos, ya que en realidad nunca llegaron a culminarlo.
-No lo hice porque estaba un poco borracho-en su momento le avergonzaba, pero ahora sentía que debía ser la verdad, hablar las cosas de frente y no quería que ella se fuera o tratara de escabullirse como siempre tendía a hacerlo.

Quería que lo escuchara fuerte y claro.

Así que apoyo ambas palmas en la pared donde la espalda de Helena se encontraba recargada, apeisionandola entre su propio cuerpo y la habitación, pudo notar algo similar al miedo reflejado en los ojos de Helena. Pero ella no se movió.

-De verdad quería hacerlo, quería besarte porque...
-¿Me deseas, Gabriel?-sintió como si respiración se cortó de golpe, como si acabarán de sacarle el aire de un solo golpe y quizás fue por el impacto imaginario de aquellas palabras en si estómago, o lo bonita que se veía así Helena.

Sin poder salirse con la suya esta vez, sin poder escapar.

Dobló un poco los brazos, acortando la distancia entre ellos, Helena colocó ambas manos sobre los hombros del chico y los dejo ahí por un momento, esperando una respuesta.

-Si...te deseo-susurro, temiendo que aquellas palabras pudieran encarnar el pecado capital de la lujuria misma, estaba temblando, podía sentir el aliento de su amiga rozando con su cuello y los labios de la misma muy cerca, si se movía un poco más podría besar su garganta y la verdad, él se lo hubiera permitido-Me gustas mucho, desde hace años, yo quería decírtelo de otra forma pero...-alejo un poco su rostro para encararla, para observar sus ojos rasgados, los labios pequeños y rosados, el cuello delgado y largo, la fragilidad que todo ese ser femenino representaba para él.
-¿Pero?
-Sinceramente no creo poder aguantar tanto tiempo para hacer esto-y sin decir nada más, atrapó los labios de Helena en un beso.

Esta vez ella no lo rechazó.

Comenzó con un beso tímido, rozando solo los labios del otro, se concentró en sentir como las manos de su compañera subían hasta su nuca y luego hasta su cabello.
Ella jamás había tenido pareja antes,  Gabriel había tenido novias, sin embargo solo duraron un par de meses antes de que ellas lo dejaran. Así que en conclusión él era el más experimentado besando, pero por alguna razón, ambos estaban un poco temerosos. Sin embargo, Gabriel creyó que como 'hombre', debía tomar las riendas del asunto.

Abrió un poco la boca y con ayuda de su lengua, exploró los labios de Helena, sintió como esta se estremecía debido al contacto con la saliva caliente, pero él continuó aunque al notarla un poco más retraída, pensó que dar algunas instrucciones no estría de más.

-Abre la boca-susurro, con la voz ronca debido a la adrenalina, esto pareció gustarle a la chica, porque obedeció al instante. Abrió un poco los labios y esto le dio carta abierta a Gabriel para poner en práctica todo lo que había aprendido.

Pronto lo que empezó con un simple roce de labios, un beso tímido, se convirtió en algo más.
En algo más apasionado.

Señal de que estaban ansiosos uno por el otro desde hace mucho tiempo, siempre en silencio.

Él mordió ligeramente su labio inferior y aunque al inicio ella no reaccionó, al hacerlo más fuerte su se quejó un poco.

-¡Auch!, eso dolió-Gabriel llevo una de sus manos hasta la mejilla de Helena y acarició el labio lastimado con su pulgar.
-Pero te gustó-volvió a besarla, con más ferocidad que antes, en realidad...todo aumento, el ritmo, la intensidad, absolutamente todo subió de nivel a uno completamente distinto, sus labios buscaban devorar al otro y él se estaba permitiendo explorar la pequeña cintura de la cuál era fan desde hace muchos años.
Helena intento tomar el control y empujó la cabeza de Gabriel hacía atrás, sin dejar de besarlo, estaban buscando salir de ese encierro, pero lo la iba a dejar libre tan fácil, tenía más fuerza, así que sus manos dejaron a un lado la cintura femenina para tomar las muñecas de Helena y empujarla nuevamente contra la pared, escuchó un pequeño quejido pero no se detuvo. Aquello solo duró un momento, porque con su mano derecha tomo el mentón de su compañera y la obligó a ladear un poco la cabeza hacia un costado. Quería explorar su cuello, tan fino y delgado, y eso fue lo que hizo, la mio cuidadosamente la piel, no quería dejar ninguna marca aún; ella se aferro a su espalda y le escucho suspirar pesadamente-¿Quieres que me detenga?-dijo rápidamente antes de volver a su tarea.
-No, no te detengas-esto lo hizo sonreir y aumentar sus esfuerzos en complacerla.

De verdad que lo estaba disfrutando, estaba besando a la persona de quien llevaba enamorado, y lo mejor es que era correspondido, por fin estaba logrando algo. No sabía hasta donde más podría llegar pero en definitiva no quería que eso que estaban empezando, terminara.

Pero la maldita puerta se abrió.

Helena lo empujó lejos y se tambaleó por un momento.
Casi sentía que el corazón se le caía a los pies o se le salía del pecho, lo que fuera a pasar primero, podría ser el padre de Helena, o su madre, lo cual significaba la muerte segura si lo encontraban profanando a su princesita de tal forma...o peor aún, si se trataba de Lalo, él no solo lo mataría, lo quemaría vivo y lo desollaria.

Sin embargo no era ninguno de ellos.

Más bien se trataba de Adrián.
Siempre era él.

Al verlo ahí de pie, un poco consternado por encontrarlos así, le dio oportunidad a Gabriel para colocarse nuevamente frente a Helena, le sonrió burlón.

Él había ganado.

-¿Qué haces aquí?-le preguntó Gabriel, el chico rodó los ojos, claramente molesto.
-A ti no te vi entrar-dijo, acusándolo de haberse metido a escondidas, o sea si era verdad, pero de cierta forma lo ofendía-Perdón Heli, toque la puerta varias veces, pero no respondías-él aún sostenía el pomo de la puerta, con demasiada fuerza-Ya veo porque-dirigió su mirada hacia Gabriel por unos breves instantes, de manera acusatoria-En fin, la cena está lista, Lalo dice que bajes a comer-y dicho esto cerró la puerta con la misma velocidad con la que la había abierto.

Por fin.

-¿Ahora qué hacemos?-preguntó Helena, sin dejar de mirar la puerta de su habitación.
-Si me preguntas a mi, yo quiero seguir con esto-la abrazo, pensando que continuarían con lo que los habían interrumpido, pero ella lo empujó y se encaminó hacía la puerta.
-Tienes que regresar a tu casa-él asintió, era verdad, pero no quería irse, quería quedarse y hablar sobre lo que pasaría después.

¿Serían pareja después de lo ocurrido?

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