23: Decisiones arriesgadas

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Lilith: «Felicidades, amigo. Campeón mundial

Escribió Lilith en español. Envío el mensaje. Si Grealish se enteraba tendría un problema, pero ya pensaría en eso si ocurría. No podía quedarse sin celebrar la victoria de su amigo, sabiendo lo feliz que debía ser en esos momentos.

Bloqueó el móvil y lo dejó sobre la mesilla, ocupando el espacio del otro teléfono. Se había cogido vacaciones hasta el día de la final, esperando que la alegría de levantar el trofeo fuera de su selección y ella lo disfrutase en Qatar con sus amigos. Ninguna de las dos se había cumplido.

Las notificaciones no tardaron en inundar la pantalla, había algunas fotos y cotilleos para que ella los publicará y llamadas perdidas de su jefa, que era incapaz de entender lo que eran unas vacaciones.

Lilith le devolvió la llamada. Apenas había dado dos tonos cuando contestó.

Lilith no podía evitar sentirse enfadada con ella. La revista para la que ambas trabajan la había echado a los leones y su jefa no solo no había hecho nada para pararlo, sino que se atrevía a recriminarle que no le hubiera contestado al teléfono en vacaciones y no le hubiera contado ella misma que era la chica que se acostaba con Jack Grealish. Tampoco la escuchó cuando le dijo que sólo había pasado una vez y que ellos no tenían una relación romántica. Su jefa quería explotarlo, la historia de amor entre el futbolista y la periodista de cotilleos. Lilith se negó en redondo. Lo único que la consolaba, y la protegía, era saber que no podían hacerlo sin su consentimiento. Junto con su contrato había firmado un acuerdo de confidencialidad que prohibía a la revista revelar quién era ella, incluso cuando ya no trabajase para ellos.

Escribió un artículo sobre el delantero italiano del West Ham, Scamacca, quien pese a no haber jugado prácticamente con su equipo, por supuestas lesiones, había sido visto en numerosas ocasiones disfrutando de la vida nocturna londinense.

Envió el artículo a su jefa, tenía que cumplir con su aprobación antes de publicarlo, no iba a volver a saltarse la cadena de mando, no le había salido bien la última vez.

El teléfono de trabajo vibró a su lado. Mala señal.

—Eso no me vale —dijo su jefa.

—¿Por qué?

—Seguro que a los aficionados Hammers les interesa si su nuevo y carísimo delantero se queda en casa recuperándose o se va de fiesta. Pero al gran público le da igual. Necesitamos algo mejor.

—No es la primera vez que publicamos algo así.

—Y lo publicaremos. Pero no va a ser nuestra vuelta después de más de dos semanas de silencio.

Lilith no siguió discutiendo, no merecía la pena, cuando su jefa decidía algo, no había ninguna forma de hacerla cambiar de opinión.

No quería publicar ninguna de las fotos que tenía, imágenes que podían mandar a esas chicas a las portadas de las revistas, con nombre y apellidos, como le había pasado a ella. Tampoco ninguna historia sobre futbolistas a los que Jack considerase amigos y que pudiesen acabar con su secreto dejando de serlo.

Se le acababan las opciones.

Redactó un nuevo artículo sobre la supuesta infidelidad de Gabriel Jesús a su esposa. Rezando por que la temporada que compartió con Jack en el City no fuera suficiente para que se hiciesen amigos íntimos.

Esta vez sí obtuvo el visto bueno y la columna fue publicada. La releyó para comprobar que no hubiera erratas y cerró el ordenador, se le había instalado en el estómago una sensación desagradable.

Grace cortaba verduras en la cocina.

—Mami, siéntate. Yo hago la comida hoy —Grace obedeció. Le cedió el cuchillo a su hija y se sentó en uno de los taburetes junto a la isla. La observó con las cejas alzadas —. No me mires así, llevo años viviendo sola, sé hacer un estofado.

—Lo sé, cariño. Y que quieres algo también.

—Puedo hacer la comida por lo mucho que te quiero.

—Pero no es el caso —Una sonrisa asomaba a los labios de Grace.

—No —Resopló Lilith —. ¿Me acogerías aquí por un tiempo indefinido?

—¿No lo estoy haciendo ya? Pero ¿Y tu apartamento? Creía que te encantaba —Grace hizo una mueca. No era la mayor fan de ese lugar.

—Me encanta. Pero la comida es cara y estoy pensando dejar mi trabajo —Lilith siguió sofriendo la carne, como si no acabase de soltar una noticia que cambiaría su vida.

—¿Por qué? —Lilith miró a su madre con el ceño fruncido —. No me malinterpretes, me parece una gran idea, ese trabajo no me gusta. Pero creía que a ti sí.

—Me gustaba al principio. Pero ya... No. Creo que se me ha ido de las manos. Lo que hago solo sirve para hacer daño a la gente, y no es lo que quiero. Además, ya había cumplido su primer propósito, vengarse, hacerle daño a Jack Grealish. Y ni siquiera eso le había dado la satisfacción que esperaba.

—Cariño, puedes quedarte aquí el tiempo que quieras. —Grace abandonó su asiento y abrazó a su hija —. Estoy muy orgullosa de ti —dijo y volvió a estrecharla entre sus brazos.

—No sé si que tu hija de veintiséis años se quede sin trabajo y viva contigo es un motivo para estar orgullosa. Pero gracias mamá —dijo Lilith riendo.

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Había pasado casi una semana desde que la renuncia le había quitado a Lilith un peso que llevaba arrastrando desde el día que se lo contó todo a su madre. Su jefa no se lo había tomado nada bien y había amenazado con demandarla, pero Conrad le aseguró que no podían hacer nada aparte de quitarle parte del finiquito, por lo que Lilith siguió adelante con la renuncia.

Era una desempleada, por primera vez en cinco años no tenía trabajo y se sentía bien. Sin saber qué hacer con su vida, pero libre.

Tenía que averiguar qué era lo que quería hacer. Los sueños de juventud, aquellos que compartía con Alison, de viajar por el mundo informando sobre catástrofes y guerras, ya no le parecían tan atractivos como en esa época.

Perderla. Ver lo que la marcha de Alison había provocado en sus padres y en ella misma había hecho que Lilith valorase la vida como nunca antes.

Dejó aparcado el futuro y se centró en las partes de su vida que podía arreglar en ese momento.

Tocó la puerta de la casa. Inspirando hondo para darse valor. Le había pedido a Kalvin verlos a los tres en su casa, para que si querían gritarle, no estuvieran en público.

Cuando la puerta se abrió la recibieron la sonrisa y los hoyuelos de Kalvin.

Lilith le devolvió el gesto. Se había quedado paralizada en la entrada. Le daba miedo pensar que podía ser la última vez que la mirase así.

Kalvin entrelazó sus dedos con los de ella y la guio por su nueva casa hasta donde estaban sus otros dos amigos. La recibieron con cariño, pero con cautela, esperando escuchar eso que les tenía que contar.

Lilith tomó asiento en un sillón, frente al sofá, donde los otros tres se acomodaron. Les narró toda la historia, sin interrupciones. Incluyendo el hecho de que conocía a Jack y la historia del hombre con su amiga Alison. Los motivos que la llevaron a convertirse en Laila y hacer algunas cosas cuestionables. Y su renuncia.

Cuando acabó un manto de silencio tenso se instaló entre ellos. Kalvin fue el que lo rompió.

—Gracias por contárnoslo tú —Le dedicó una amplia sonrisa que hizo que Lilith soltara parte del aire que estaba conteniendo.

Centró su atención en los otros dos. Julián parecía perplejo. Sin embargo, la expresión de Erling era más preocupante, de enfado.

—Yo, lo siento chicos, de verdad —dijo Lilith.

—No creo que eso sea suficiente —dijo al fin Erling —. Me caes bien, pero Jack es mi amigo. Es una gran persona que me ha tratado como un hermano desde el primer día y lo que le has hecho... Lo has utilizado y destrozado—Negó. Antes de abandonar la estancia, y la casa, le dijo una última cosa a Lilith —. Si quieres pedir perdón es a él al primero que deberías, y estoy seguro de que no lo has hecho.

La barbilla de Lilith tembló, pero no derramó lágrimas, estaba preparada para esa reacción. Se la merecía.

—No te preocupes, se le pasará —Kalvin intentó animarla, se sentó en el brazo del sillón donde ella permanecía sentada y le pasó un brazo por los hombros.

—Yo también creo que no está bien lo que has hecho —dijo Julián —. Pero entiendo tus motivos. Y tus problemas con Jack los tienes que arreglar con él, no nos afectan a nosotros —Julián se sentó al otro lado imitando el gesto de Kalvin.

—Gracias, chicos —Lilith

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Jack: Te dije que te mantuvieras alejada de mis amigos.

Lilith dejó la toalla húmeda sobre la cama. Su corazón se aceleró al leer el nombre de quien enviaba el mensaje.

Lilith: También son los míos.

Lilith: He renunciado y les he contado la verdad.

Jack: No te creo.

Lilith: Hazlo público si quieres. Estás en tu derecho.

Las personas que le importaban ya lo sabían. Estaba cansada de fingir y de estar enfadada todo el tiempo. Si todo el mundo se enteraba, solo habría más gente que hablaría de ella y la odiaría. Nada nuevo.

Desde que se publicó el artículo ya vivía con cuchicheos y miradas cuando estaba en público. Gente que la reconocía como la amante de Grealish, que más daba que también supieran que era la que escribía mierda sobre los futbolistas, para acabar liándose con uno de ellos, irónicamente con el que más mierda había recibido por parte de ella durante todos estos años. La gente pensaría que estaba loca, cosa que ella también pensaba de vez en cuando. O que lo había hecho para tener algo que escribir, como había pensado su mejor amiga, nada dolería más que eso.

Y además, desde la derrota en el mundial. Laila también había recibido bastantes insultos, culpandola por desestabilizar al grupo publicando ese artículo, la única diferencias sería que ahora la gente sabría que dedicaba todos los insultos a la misma persona, para ella nada cambiada, ya era la que los recibía.

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Nota: Tenía que meter a mi equipo aunque sea para algo malo 😂
Scamacca no te vayas a la Roma porfa. Démonos otra oportunidad todos 🙏

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